miércoles, 21 de marzo de 2012

NOTICIAS DE MARZO 1881

Estamos en marzo de 1881. Acaban de finalizar las fiestas de Carnaval, que venían a ser como el cierre de un largo período lúdico que iniciado en la Feria de Santo Tomás terminaba con el entierro de la sardina. Los donostiarras parece que seguían lo que muchos años más tarde escribiera Chesterton :"Felices los pueblos que acortan el invierno alargando la Navidad".

Los periódicos de la época recogían en sus páginas las noticias locales, por mínimas que fueran. Y leyendo "Diario de San Sebastián" de aquellos días nos enteramos que los presupuestos del barrio de Igueldo para el año arrojaban la cifra de 2.344 pesetas de gastos y 2.349,50 pesetas de ingresos.

El café Suizo y de la Marina, el mejor de la ciudad por entonces, que se hallaba en la esquina del Boulevard con Garibay, había solicitado autorización para instalar un gran toldo en la parte exterior del edificio.El arquitecto municipal emitió un informe desfavorable, apoyándose nada menos que en la Novísima Recopilación, libro 1º, título 22. El periódico al dar esta noticia decía que dudaba que en la éopca de la Novísima Recopilación hubiera ni cafés ni toldos, ni que el mencionado título tuviera que ver con aquel asunto. En efecto, pocos días después, el 15 de marzo, se le concedió al dueño del café autorización para colocar el toldo, "siempre que las barras en las que se apoya el toldo sean quitadas en la temporada de invierno". El periódico apostillaba que la solicitud se hallaba comprendida en el artículo 32, capítulo 3º del Reglamento de Policía Urbana aprobado por el gobernador civil el 13 de julio de 1874.

No sólo los periódicos daban cuenta de las tiendas que se abrían o de las farolas de luz que se colocaban en las calles para iluminar la vía pública, aino que también se hacían eco de los profesionales que iniciaban su actividad. Así el 31 de marzo decían que don Miguel Valderrama había abierto su gabinete de dentista en el piso 3º de la calle de Legazpi n.º 3 "donde ejecutará cuantas operacionesestén relacionadas con su arte, así como la colocación de dentaduras artificiales, orificaciones, empastes, extracciones y todos cuantos encargos se le confien. Es de recomendar al que abrigando gran fe e idéntico entusiasmo aprovecha el tiempo en beneficio de la ciencia, con lo cual la humanidad doliente sabe agradecerlo".

No podían faltar las noticias de carácter religioso. Así leemos que las Siervas de María, ministras de los enfermos, habían trasladado su residencia a la casa número 5, piso 2.º de la calle Mayor, dejando el que tenían en San Jerónimo número 22. Que el 27 de marzo se había verificado con gran solemnidad en el templo de San Vicente, la reinstalación de la Asociación de San Luis Gonzaga, imponiendo el P. Mazquiará a los jóvenes asociados la medalla de la congregación. "Los inscritos pasan de cien, contándose entre ellos algunos que tienen la carrera concluida y que practican su profesión".

Acudía muchísima gente a los ejercicios de misión que se celebraban en Santa María. "Se da comienzo a las 7 de la noche con una plática doctrinal por el P. Oyarzun, y a las 7,30 el P. Mazquiarán sube al púlpito a pronunciar el sermón moral, terminándose el acto con la Salve, que se canta por todos los fieles a coro".

Por último el periódico anunciaba que a partir del 1 de Julio el franqueo de las cartas hasta 15 gramos costaría 20 céntimos para el interior de las poblaciones, y las tarjetas postales 5 céntimos.

EL DIARIO VASCO / 09/03/1991 / KOXKAS - R.M.

lunes, 19 de marzo de 2012

TABERNAS DE AYER

FUE el poeta Baltasar de Alcázar, en unos versos famosos, quién escribió:"Si es o no invención moderna/¡vive Dios! que no lo sé;/pero dedicada fue/la invención de la taberna". Siglos antes en el Antiguo Testamento se puede leer aquello de que el vino alegra el corazón del hombre. Y el primer milagro que hizo Cristo fue el de las famosas bodas en las que convirtió el agua en vino.

En San Sebastián se ha bebido bastante, y prueba de ello es el elevado número de establecimientos en los que se sirve vino, y esto no es de ahora, sino desde hace muchos años.

Hace un siglo, San Sebastián tenía una población de 39.000 almas en números redondos. Los hombres estaban en proporción de uno cada seis mujeres, es decir, que había entonces un censo de seis mil varones y treinta y tres mil señoras. Estos datos los dio don Manuel Beltrán, inspector de policía municipal, que manejaba a diario papeles y estadísticas sobre el control de la población. Salieron otras voces que alegaban que los datos eran exagerados y que la proporción era de 3 a uno, con lo que tendríamos trece mil hombres dispuestos a serclientes de las tabernas y bares y a apurar cuanto vino se presentara.

A esta cifra habría que rebajar el número de ancianos impedidos para el trasiego de vino y el de niños e individuos refractarios a la bebida, y que daría un número aproximado de seis mil quinientos preparados para el consumo.

Pues bien, en San Sebastián había a principios de siglo doscientas noventa tabernas. A las que habría que añadir para los efectos del vino ciento quince fondas, cafés y restaurantes y setenta sidrerías donde acudían los partidarios de meterse entre pecho y espalda algo de zumo de oro del pecado original.

Además, otro detalle a tener en cuenta, en muchos establecimientos de ultramarinos se despachaban entonces bebidas al menudeo, por vasos y embotelladas.

En los barrios de San Sebastián había setenta y tres tabernas, figurando con el máximo (catorce) el barrio de Amara y con el mínimo (dos) el de Zubieta. En el caso de la ciudad tenía el mayor número de tabernas la calle del Príncipe, que luego se llamó de Pi y Margall, después Hermanos Iturrino y ahora Arrasate, que tenía catorce. Las de Echaide, Juan de Bilbao, San Vicente, Bengoechea y Elcano que tenía una cada una.

Resumiendo, para seis mil quinientos consumidores existían la nada despreciable cifra de casi trescientas tabernas. Y para terminar copiaré a Lutero "QUIEN NO AME EL VINO, LAS MUJERES Y LAS CANCIONES, SERÁ UN ESTÚPIDO TODA SU VIDA".

EL DIARIO VASCO/ 1999/KOXKAS/ R.M.

viernes, 16 de marzo de 2012

DE SIDRAS


El manzano, árbol que abunda por nuestros campos, es el primero de los que se cita en los textos bíblicos. albergó en su trono al genio del mal, al mismísimo Lucifer y un fruto de éste árbol fue el que , al ser mordido por Eva, hizo que fueran echados del Paraíso nuestros primeros padres.

Dice un cronista local que el hombre, "contrariado por la pérdida de tantos bienes, estrujó con rabia la manzana, mas ¡oh sorpresa! las lágrimas de esta, expelidas en zumo, produjeron el exquisito néctar vascongado que se conoce con el nombre de sidra o sagardua, vino de manzana".

La gente de nuestra tierra es desde hace tiempo gran bebedora de sidra. Cuando corría la voz que en el caserío tal o en el caserío cual iba a abrirse un tonel, se reúnen adictos del exquisito néctar. "Las cubas enormes en su negrura de establo, parecen elefantes adormecidos. Braseros de piedra entre sus candentes cenizas asan sardinas, trozos de bacalao, trimpollas y kokotxas; y chirriantes sartenes fríen sabrosos comestibles. Esto era antes - escribía en 1935 Alfredo Laffitte -, ahora el progreso ha llegado hasta los caseríos, que tienen cocina económica y se merienda con mesa y manteles".

La contabilidad de las escanciadoras no ofrece quebraderos de cabeza; se fían de la buena fe de los parroquianos; cada consumidor al tomarse el vaso lleno va cantando el número de los que bebe: bigarrena, laugarrena, amargarrena y ogusy: segundo, cuarto, décimi, vigésimo. Y la cuenta salía perfecta.

Los buenos bebedores de ese zumo de oro del pecado original como lo denominó Felipe Sassone, decían que para que surtiera sus prodigiosos efectos había que beberlo al pie de la cuba.

Y relacionado con el tema de los bebedores de sidra está el de los coperos que eran quienes tenían por oficio el llevar la copa y dar de beber a su señor.

Así, el copero mayor del Rey era el que en los antiguos palacios de los monarcas tenía empleo de servirle la copa en la mesa, y en imitación de esto, escribía Gil Baré, en lo antiguo los regidores preeminentes de nuestras villas tal vez hayan tenido el encargo de servir con la copa al alcalde o al preboste o añl personaje que la villa tenía en honor, según se menciona en una escritura guardada en el archivo de la Cámara de Comptos de Navarra. Pero el documento no aclara si sólo bebía el alcalde o preboste la copa que le servía el copero, pero es de suponer que tanto éstos como los cargos de menor importancia se entregarían con motivo de todo acto oficial a repetidas libaciones.

DIARIO VASCO -29/01/1995- KOXKAS - R.M.

SIDRERÍAS


Las largas pipas cilíndricas montadas sobre las carretillas caseras, circulando por las calles de San Sebastián, repartiendo su cargamento por las sidrerías, es una estampa que ha desaparecido. Las cargas de estas pipas quedaban durmiendo en las cubas urbanas.

¿Cómo eran entonces las sidrerías donostiarras? El arquitecto Adolfo Morales de los Rios dijo que "los que en Bruselas han tenido la curiosidad de visitar las tabernas subterráneas donde se bebe el Faro, los que en Alemania y Suiza hayan paladeado el Rhin más o menos auténtico que se sirve en algunos Ratz-Keller, podrán darse cuenta aproximada de las guipuzcoanas sagardoteguis, sin que pretendamos por ejemplo compararlas por lo demás con Ratz-Keller como el lujosísimo proyectado en Hall endel Saal".

Los sagardoteguis ocupaban en San Sebastián el sótano de alguna casa. Por lo general a finales de siglo el lugar era oscuro y fresco. De día el sótano estaba iluminado por la escasa claridad que se filtraba a través de las rejas de un tragaluz situado al nivel de la acera de la calle. De noche el alumbrado era un antiquísimo candil suspendido de una viga o un quinqué de petróleo con reflector metálico colgado en los pilares de la bodega. las grandes cubas, en la penumbra, tenían un aspecto fantástico.

Se averiguaba dónde estaba la sidrería por el tufillo que despedían sobre las ascuas la "sardin-sarra". Una escalera de madera, pendiente y tortuosa, daba acceso a la sidrería. Allí, además de las enormes cubas, había varios escaños de madera, unos bancos y una silla baja de madera y mimbre para la echeco-andre, vasos de cristal, las medidas de metal y el embudo de hoja de lata nadando en un barreño y en otro barreño con brasas sobre un montón de cenizas la parrilla de asar pescados. En un rincón, bajo un lienzo húmedo, dormían entre terrones de sal aderezados para la parrilla con la sardinzarra, la caballa con el arenque y el bonito, según la descripción de Morales de los Ríos. La sidrería estaba abierta mientras había sidra en las pipas.. Las había dentro y fuera del casco urbano. Las más conocidas a finales de siglo (XIX) eran éstas: Ogneitabat-cupeleta (Pescadería), Soroa-eneco-bia, Gastoqui(junto a la subida del Castillo), Barbaranea (calle del Angel), Heriz-eneco-bia (frente al muelle), Correo-bia (calle Juan de Bilbao), Cañoyetan (frente al parque de artillería), Atocha-enea (plaza de las Escuelas), Monja-tacua (calle del Angel), Ama-Virgiña-pia (calle Embeltrán), Goenaga-enea (Calle Mayor), Ermuchaga-enea (calle 31 de Agosto).

Vilinch era asiduo a las sidrerías de donde salieron muchas canciones populares.

DIARIO VASCO -04/01/1998- KOXKAS - R.M.

viernes, 2 de marzo de 2012

COMERCIOS DE AYER

CUANTAS de las tiendas que había en San Sebastián hace ochenta años siguen abiertas, sirviendo a quien va a comprar algo en ellas? Imposible saberlo. Pero el lector de esta columna se encontrará entre los anuncios que publicaba el periódico El Pueblo Vasco un día de 1918 que algunos siguen con las puertas abiertas, atendiendo a la gente. Y recordará otros que entonces y años más tarde seguían en plena actividad pero que han pasado a mejor vida. Voy a recoger algunos de aquellos anuncios.

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Impermeables, gabardinas, Casa Asterio Parra. Avenida 34.

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DE BALLENAS

En diciembre de 1881 se publicó en los anales de la Sociedad Zoologica de Londres un curioso e interesante trabajo sobre la pesca de la ballena por los habitantes de las provincias vascongadas, firmado por Clemente R. Markham. Del extenso estudio voy a tomar algunos datos que afectan a la provincia de Guipúzcoa.

Dice el autor que la Baloena bycayensis frecuentó las costas de las Provincias vascongadas desde tiempo inmemorial, pero que casi se había extinguido en la diecisiete centuria, cuando los vascos empezaron a extender sus viajes más al Norte y a través del círculo Artico. "De esta manera los vascos se volvieron diestros pescadores de ballenas mucho antes de que ninguna otra gente europea emprendiera tan peligrosa ocupación".

En 1881 el profesor Markham visitó la costa cantábrica desde la frontera con Francia hasta el cabo de PeñaS. Dice que era una zona "en su mayor parte pedregosa y de roca, con algunos intersticios de terreno arcilloso , con veredas en forma de grandes ángulos. A trechos se presentan zonas de arena, generalmente en las embocaduras de los ríos y acá y allá pequeñas ensenadas de roca para lanchas. Bosques de abeto y castaño cubren las montañas, escalonadas a veces de fresnos y ayas y zarzales de arbustos y mirto. En algunos sitios los castaños bajan hasta rozar con el agua".

Visitó los puertos de Guipúzcoa y San Sebastián dice que "era el centro de la antigua pesca de la ballena " y describe a los pescadores vascos como "una hermosa raza. Van fuera en sus viajes de pesquería por varios días y son valientes, honrados e industriosos y hombres y mujeres están siempre alegres y contentos. Pertenecen a un pueblo que por siglos ha rechazado invasiones extranjeras, ha gozado de instituciones libres y ha hecho sus propias leyes. Los pescadores vascos son los descendientes de los antiguos balleneros y retienen sus tradiciones. de tiempo en tiempo han producido notabilidades navales, cuyos nombres son históricos. Entre ellos están Sebastián Elcano, natural del pueblecito pescador de Guetaria, que fue el primer circunnavegante del globo. Legazpi, el primer conquistador de las islas Filipinas. Machín de Munguía, el Grenville español y Churruca, cuya serenidad en la batalla de Trafalgar mereció la admiración de las huestes inglesas".

Estos hombres fueron producto de la pesca de la ballena que para los vascos fue como después lo ha sido para los ingleses, un admirable plantel de marineros. Ya en el siglo XII pescaban ballenas. En el privilegio que el Rey Sancho de Navarra concedió a San Sebastián el año 1150 hay una lista de artículos de comercio con los derechos que debían pagar por almacenarlos y los huesos de ballena ocupan lugar preminente en la lista. "Carga de boquinas-barbas de ballena : 2 dineros". Los mismos privilegios se hicieron extensivos por Alfonso VIII a Fuenterrabía en 1203 y a Motrico y Guetaria en 1204, y Fernando III, por una Real Orden fechada en Burgos el 28 de septiembre de 1237 dio iguales privilegios a Zarauz. Este documento prueba la antiguedad de la pesca de la ballena, pues se establece una condición de conformidad con la costumbre (sicut forum et) el Rey debería tener una porción de cada ballena, a lo largo del hueso espaldar de la cabeza hasta la cola. Algunos pueblos tienen en su escudo de armas una ballena y en una casa de Guetaria hay uno consistente en una ballena entre las olas.

EL DIARIO VASCO /09/04/1991 - KOXKAS- R.M.

jueves, 1 de marzo de 2012

BARES Y TABERNAS

Al final de la década de los cuarenta, las aficiones o las modas llevaban a la gente a abandonar los cafés y los grandes bares y se iban a los pequeños establecimientos de bebidas y a las tabernas. Desde un día de abril que se abrió el "Borda Berri" nuevos nombres hubo que añadir a la lista de establecimientos de bebidas. Se habían cerrado el Viena, Toledo, Marina, Iribas, Oriental y se abrieron, hasta noviembre de 1950 el Chistu, el Nuevo Mesón, Paco Bueno, Gu, Acuarium, Aloña, Kox-kak, La viña, Gazpio y en Gros el Recalde, Julián, Felipe, Antonio y Miguelcho, y sólo uno había cerrado por entonces, el Anastasio. La gente prefería las barras de los bares que los divanes de los antiguos cafés.

Según datos que recojo de un Anuario correspondiente a 1950, en San Sebastián había a comienzos del año 299 bares y tabernas. Ninguna otra clase de establecimientos o despachos superaba esa cifra. Había más bares y tabernas que carnicerías, que fruterías, que zapaterías, que consultas de médicos y abogados. Había más establecimientos de bebidas que tiendas de comestibles. En el citado Anuario contamos 299 bares y tabernas y sólo 272 tiendas donde la gente podía surtirse del comestible diario.

La Parte Vieja era donde había más establecimientos de bebidas. En la parte comprendida entre la calle San Juan, Alameda, Igentea y Muelle, con exclusión del Ensanche oriental, había 83 bares, tabernas, bodegones y sidrerías. Si a esta cifra se suman las dieciséis sociedades populares que entonces tenían su sede en la Parte Vieja, la cifra llegaba a 99.

En lo viejo, donde habitaba menos de la décima parte de la población donostiarra, se hallaba la cuarta parte de los establecimientos de bebidas.

En Francia existían dos leyes de 1886 y 1913 por las que se facultaba a los Alcaldes para dictar los decretos en los que se fijarían las distancias mínimas a iglesias y escuelas en las que podían situarse los establecimientos de bebidas. En Madrid hace unos cincuenta años los representantes sindicales de restaurantes económicos y bodegones adoptaron el acuerdo de fijar en 150 metros la distancia mínima que tenían que guardar los establecimientos de ese género que se abriesen en lo sucesivo. Aquí no había nada de eso y así vemos un auténtico cinturón de tabernas cercando a Santa María y San Vicente.

Y para terminar un dato: expendía cada establecimiento de bebidas un promedio diario de 50 litros de vino, algunos como Casa Alcalde más, que era el equivalente a 750 chiquitos.