viernes, 14 de diciembre de 2018

LA PESCA DE ANGULAS

"Somos muchos los que en punto a pescados preferimos los que no tienen espinas - la angula, el chipirón, la langosta y el langostino - y de los que la tienen, el salmón y la sardina.
¿Porqué estos dos extremos; es decir, lo fino y lo basto? Nunca me he entretenido en averiguarlo. Solo sé que coincidimos y que, lo repito, los que proclamamos la supremacía del pescado sin espinas, solo admitimos fuera de estos, la sardina y el salmón.
La angula de la Isla, en Bilbao; la angula de Aguinaga, en San Sebastián. Por supuesto que en estas denominaciones entra toda la angula que se pesca desde más allá de San Antón hasta la Salve, en Bilbao; y desde cerca de Usurbil hasta Orio, aqui en Guipúzcoa.
Porque si toda la angula que se vende en Bilbao como de la Isla, fuera de la Isla, y toda la que se vende en San Sebastián como de Aguinaga, fuese de Aguinaga, habría que convenir que en ambos puntos todo el monte es orégano, esto es, todo el agua angulas.
El codiciado pescado, no obstante su abundancia en determinadas épocas, es apenas conocido en muy pocas regiones de España.
En Asturias hasta hace no muchos años era despreciado por los pescadores de aquella costa, y si no fuese porque tal vez se me exigirían pruebas, afirmaría rotundamente que el secreto de pescarlas y sobre todo el de exportarlas le importó a aquel país un veterano militar que hoy pasa los últimos días de su vida en Zarauz.
En el banquete celebrado en Bilbao recientemente en obsequio de los industriales que acudieron al meeting de protesta, figuraba la indispensable angula de la Isla. Para muchos catalanes el plato tenía los encantos de lo desconocido. Y no hay para qué decir que con lo mirados y cumplidos que ellos son, trataron de hacer los honores al típico plato del país, cargando la mano al servirse.
Estaban las angulas tentadoras. Blanquísimas, sueltas, relucientes, fosforescentes como Moret y tan frescas y bien puestas, que "se escurrían del tenedor al levantarlas del plato", condición indispensable, según los bilbaínos, para que la angula sea buena.
En honor a la verdad hay que declarar que a los catalanes no les satisfizo mayormente nuestro plato favorito. Lo celebraron, eso sí, por cortesía; pero si puede decirse que el elogio no salió más que de dientes afuera, también puede decirse que la angula no les pasó de dientes adentro.
Hay que reconocer la superioridad de la angula bilbaina. Es más blanca, más tiesa, más robusta; pero hay que reconocer también que tenemos a nuestro favor una circunstancia estimabilísima : la abundancia.
En Bilbao se paga a veces la libra a cinco duros; pero el precio no suele bajar nunca de cinco pesetas.
Aquí, la de Aguinaga, se ha pagado el día de Nochebuena a siete reales libra.
El atún ha usurpado un nombre a la angula.Si por lo bonito de la pesca se le llama bonito, habría que llamar bonita a la blanquísima y pura angula que cubre la blancura de su cuerpo con el negro del cieno de la ría.
Las orillas del Oria ofrecen estas noches un aspecto fantástico al que viaje por la carretera de la costa.
La angula se pesca con luz, y como me decía un viejo pescador, no hace aún muchas noches, siempre se saca algo. Hay noches que en pocos minutos que se esté en la orilla de la ría se saca un quintal de angula, y noches que estando seis horas se saca un reuma que le deja a uno tronzado. -- Aemece.

(FUENTE : LA VOZ DE GUIPÚZCOA. Diario Republicano. 28 de Diciembre de 1893. pág.01)


martes, 11 de diciembre de 2018

SANTO TOMASE'KO FERIYA.1886


.- LA FERIA.

Desde las primeras horas de la mañana comenzó a llenarse la plaza de la Constitución de puestos en los que se expendían desde el sabroso y curuscante churro hasta la ferrea sartén o el luciente perol, pasando por la infinidad de objetos y baratijas que son de ene...(???) en tales fiestas.

Las fornidas caseras y hermosas aldeanas, acudieron bien de mañana llevando sobre la erguida cabeza, como las estatuarias griegas de la antigua Caria, grandes cestas que repletas de compras más tarde se veían.
A las once de la mañana llenáronse de gente los anchos soportales de la cerrada plaza, hasta el punto de que a las doce el gentío invadía por completo aquel sitio.
El ruido de los silbatos alternaba con el no menor de los tambores, por infantiles manos manejado, y eso unido a las animadas conversaciones de aquella abigarrada y heterogénea multitud daba a la feria un aspecto animado y bullanguero.
Las pollas más bonitas de nuestra capital, animaron con su presencia la feria, y los galantes donostiarras si fueron con ánimo de feriarse novia de seguro que no supieron elegir porque allí había de lo bueno lo mejor y es difícil elegir entre mucho bueno.
(LA VOZ DE GUIPÚZCOA.22/12. pág.02(04))

SANTO TOMASE'KO FERIYA.1885

Al mediodía ofrecían un buen golpe de vista los alrededores de la ciudad, por cuyas avenidas penetraban en variados grupos los habitantes de los pueblos limítrofes y de los caseríos desparramados por la comarca.
La mayor parte de estos huéspedes, a quienes llama a nuestra población el incentivo de la feria de Santo Tomás traían entre otros presentes de Navidad, aves de corral, corderos, cochinillos de leche y crías de otras especies con que obsequian anualmente por esta época a los dueños de los caseríos y tierras arrendadas, a quienes entregan al mismo tiempo la renta del año.
También dieron buen contingente los pueblos inmediatos a la vía del ferrocarril.
La feria estuvo muy animada, por más que a decaído de su antiguo esplendor, como todas ellas. La parte vieja de la ciudad se veía invadida por gente en su mayor parte forastera.
Chorishuá eta oguiyá
Santo-Tomasen feriyá.
Entre esta descollaban infinidad de mujeres hermosas. Desgraciadamente, no había feria de ellas. Más bien se trataba de certamen de belleza, cuyo premio venían a disputar a las niñas donostiarras las muchachas de los caseríos. Puestos a optar entre unas y otras, nos hubieramos quedado con todas juntas, pues cualquiera de ellas es premio harto más efectivo que el de la rifa de las hermanas oblatas, que daban malos muñecos por buenos dineros, y servían a la vanidad a costa de la primera de las virtudes, que no sabemos lo que saldrá ganando de estas fiestas.
(LA VOZ DE GUIPÚZCOA. 22/12. pág.03(02))

viernes, 23 de noviembre de 2018

KOXKAS DONOSTIARRAS : "Curiosidades


Comencemos esta crónica hablando de una comida pantagruélica que tuvo lugar el 16 de diciembre de 1924 en Rentería.
Seis señores, que ese día no tenían otra cosa que hacer, se reunieron y para entretenerse y ahogar las penas se metieron entre pecho y espalda nada más que los siguientes comestibles y bebestibles : dos cabezas de cerdo, dieciocho patas de la misma clase de animalito, diez monumentales morcillas, diez celemines de alubias, dos kilos de torrijas, cincuenta litros de sidra y un barril de cerveza.
El periódico, al dar la noticia, decía que no sabía que más habrían ingerido aquellos comensales después del pequeño vermouth de marras. "Seguramente -agregaba- estarán despachando a estas horas las catorce ovejas que un automóvil mató ayer en las inmediaciones de Rentería. Si es así, que les aproveche y que sigan las tragaderas. Al fin y a la postre, esto vendrá a resultar un gran negocio  para los farmacéuticos, que se van a hinchar de dinero vendiendo purgantes".
Aquellos días daba cuenta el periódico que en el cafe sito en la plaza de Bilbao esquina a Alfonso VIII, habían comenzado los conciertos gracias a un modernísimo aparato fabricado por la Casa Parel Losche de Leipzig.
El repertorio era variadísimo y selecto, trozos de óperas y zarzuelas, operetas españolas y extranjeras, fox, tangos y bailes populares.
El orquestal inaugurado era un mueble lujoso y severo de caoba, que armonizaba con el original decorado del café de Guipúzcoa. "La ejecución es perfecta y agradabilísimo el sonido de los distintos instrumentos que imita el aparato a base de un magnífico piano", escribía el periódico del que tomo estos datos y agregaba que el propietario del café, don Dionisio del Río, " que de antiguo tiene acreditado el buen servicio del café, donde se sirve éste de excelente calidad, y toda clase de licores de las más acreditadas marcas, tiene el propósito establecer un buen servicio de restaurante, a base de pocos pero selectos platos y a precios económicos".
Aquellos años los restaurantes anunciaban en los periódicos los menús que ofrecían a la gente. 
Así, el Hotel Central, sito en la calle Mayor, sucesor del antiguo Parador Real anunciaba para un domingo de otoño de 1924, al precio de ocho pesetas cubierto, el siguiente menú : entremeses variados, huevos escalfados americana, filetes de lenguado Bercy, pollos de Bayona Villeroy, Chateaubriand maitre d'hotel, patatas Chipp, helado Praliné, Pastas, Quesos, Cestitas de frutas .

DV-R.M.-14/12/1994.

jueves, 1 de noviembre de 2018

KOXKAS DONOSTIARRAS : "Las Sepulturas"

Hoy escasean las sepulturas en el cementerio de San Sebastián y se venden y se compran a unos precios altísimos. Al inaugurarse el nuevo cementerio de Polloe el 12 de agosto de 1878, se clausuró el de San Bartolomé, procediéndose al traslado de los restos de esta necrópolis a la nueva. La ciudad tenía alrededor de 20.000 habitantes pero ha crecido, hoy ronda los 175.000 habitantes, y el cementerio, pese a las posteriores ampliaciones, resulta insuficiente. De ahí que se especule con los panteones.
Pero esto no es nuevo en la ciudad, pues hace ya casi cuatro siglos acaecía algo análogo. Prueba de ello es el Mandato del Obispo de Pamplona, don Antonio Zapata, que tras visitar San Sebastián, que por entonces pertenecía a este obispado, escribía en 1600 que "hallaba muchos de los parrochianos de las iglesias de Santa María y San Vicente tienen a diez, doce y veinte sepulturas y que otros no tienen ninguna, de lo cual resulta que son forzados y compelidos a llebar sus defunctos a otras partes y derechamente es esto contra el capitulo quarto de las Constituciones Synodales desde obispado en el título de sepulturas en que se prohibe la dicha pluralidad de sepulturas, sólo permite que puedan tener tres sepulturas para su casa y familia; la qual Constitución es del theno siguiente:
"Por experiencia nos consta que en algunas Yglesias de nuestro obispado donde ay mucha tenuidad, algunas personas poderosas con títulos y licencias que dixen tienen nuestras obtenidas subrepticiamente, diziendo que no tienen sepulturas para si, vienen a ocupar y tener diez, veynte y más sepulturas, y otros parrochianos no hallan desocupado donde se poder enterrar, se van a monasterio, hermictas y otras partes, donde assi las Yglesias como los beneficiados, pierden y se desaparrochian muchos dellos y, lo que peor es, que somos informados que las personas que assí ocupan las dichas sepulturas las venden a otros en tiempo de necesidad como si fuesen cosas profanas, ussando para ello de cautela y modos illicitos en offensa de nuestro Señor y peligro de sus ánimas y consciencias. Queriendo obviar lo sussodicho S.S. I. estatuimos y ordenamos que de aquí adelante ninguna persona de nuestro obispado de qualquier calidad y condición que sea pueda ocupar ni tener más de tres sepulturas para sí y su familia y casa; y los que al presente más de las tres tubieren, dentro de sesenta días las dexen libres y desembarazadas a las dichas Yglesias, y los fabriqueros y mayordomos dentro del dicho templo les vuelvan las limosnas y maravedis que por ellas dieron; lo cual queremos que se entienda, aunque digan que las heredaron , so pena de excomunión; porque Nos desde agora para entonces y viceversa, revocamos y damos porningunos los títulos o licencias que de Nos o nuestros predecesores tengan más de las tres dichas sepulturas que ellos escogieron".
Esta Constitución parece que no se cumplía por lo que el obispo advertía " que muchos de los parroquianos, por supuesto themor y enlasando sus almas con las penas y censuras puestas por derecho, cometen crimen y sacrilegio y simonía vendiendo las dichas sepulturas públicamente por dinero o por cosa que lo valga y haciendo donaciones que aunque suenan serlo libres son con pacto tácito de dinero que se da por ellas, y assí los que tales ventas, compras y donaciones han hecho y hazen, están en mal estado por las penas puestas en un mandato del obispo don Pedro Pacheco". Pero el tema de las sepulturas dio más juego.

KOXKAS.-R.M.- 01/11/1986

KOXKAS DONOSTIARRAS : "Cementerios donostiarras"

No hay muchos datos sobre los cementerios que había en San Sebastián en la Edad Media y en los comienzos de la moderna. Los enterramientos se hacían en las iglesias, donde cada familia tenía una sepultura.
Se sabe que a finales del siglo XVIII, durante la guerra en la que intervino el Duque de Berwick, se enterraba a los muertos en los arenales de Ulía, en el hoy barrio de Gros. La arena arrastrada por el mar llegó a alcanzar la altura del muro del sagrado recinto, por lo que se suspendieron los enterramientos allí.
En 1815 comenzaron a enterrarse los cadáveres en la llamada Huerta de San Francisco, en Atocha. Dos años antes se abrió un cementerio en el barrio de San Martín, según el proyecto del arquitecto Ugartemendia. La superficie era la de un polígono regular cortado por un diámetro. Estaba cerrado por muros de mampostería con espacios abiertos con enverjados de zócalo. En los extremos del diámetro había dos construcciones, una dedicada a capilla y depósito y la otra a casa del sepulturero. En el centro se elevaba un obelisco que simbolizaba lo temporal de la vida humana.
En 1820 fue ampliado. Este cementerio se hallaba donde hoy está la Audiencia y zona próxima. Fue clausurado en 1835, abriéndose en esas fechas otro en la colina de San Bartolomé.
La población crecía y aquel camposanto resultaba insuficiente para las necesidades de la ciudad. El Ayuntamiento encargó al arquitecto Goicoa que hiciera un estudio sobre un nuevo cementerio y realizara un proyecto.
Se eligió el lugar llamado Polloe, y el nuevo cementerio se inauguró el 12 de agosto de 1878. En el centro había un obelisco de piedra arenisca con las fechas de la inauguración del camposanto y la de los traslados de los restos de los cementerios de San Martín, 30 de Abril de 1879, y de San Bartolomé, 18 de junio de 1887.
A un lado del cementerio, en un repliegue del terreno, había una construcción de ladrillo rojo. Cuando al cabo de diez años el cadáver enterrado en fosa común perdía el derecho a descansar bajo tierra, los huesos pasaban al osario y cuanto fue de su pertenencia, desde las astillas del ataúd hasta los zapatos, eran llevados a un horno que allí había, donde eran destruídos por el fuego.
El primitivo cementerio de Polloe ha sido ampliado en varias ocasiones, pues resultaba pequeño, y aun hoy sigue pidiendo más terreno para abrir más tumbas.

KOXKAS .- R.M. - 01/11/1996.

05 - LA LLUVIA DE BOMBAS CARLISTAS ......

La lluvia de bombas carlistas que durante los años 1875 y 1876 cayó sobre San Sebastián testimoniando dramáticamente el asedio puesto por las tropas del Pretendiente, no apagó el humor -el buen humor- de los donostiarras ni de los liberales guipuzcoanos que habían encontrado refugio tras las defensas de la capital. Las tertulias en los cafés, en las Sociedades, en las trastiendas y en las reboticas acreditaban que los sitiados mantenían muy alta la moral y que, a cada nuevo bombardeo, se reafirmaban en el convencimiento de que su opción política era la verdadera.

Precisamente en una de aquellas tertulias - la que se reunía en la farmacia de Irastorza o quizás la de la imprenta de Baroja - surgió una iniciativa de la que, a los pocos años, nacerían los Juegos Florales Euskaros.

D. Canuto Ignacio Muñoz - que luego casó con una Baroja - director del Instituto Municipal de Segunda Enseñanza y su amigo el escritor José Manterola, tuvieron la idea de organizar - el día de Santo Tomás - una competición de bertsolaris - bertsolari-guda - situando a los contendientes en balcones de dos casas de la calle Juan de Bilbao. Con sorpresa primero, con curiosidad creciente después, viandantes y vecinos siguieron la poética pugna premiando con grandes ovaciones las réplicas ingeniosas, agudas, originales de los improvisadores.

Fue tan grande el éxito y tan elogiosos los comentarios que al año siguiente la bertsolari-guda hubo de tener por escenario la Plaza de la Constitución donde, sobre un tablado, contendieron en medio del entusiasmo de los espectadores cuatro inspirados vates populares. Terminada la guerra ya hay, como lo acredita la Memoria de  1879, una organización que corre a cargo de quienes tuvieron la iniciativa, los ya citados Muñoz y Manterola, los cuales , con José Irastorza, Manuel Gorostidi y José Diaz y bajo la presidencia de Don José Manuel Aguirre Miramón redactan, el 31 de enero de 1882, los Estatutos por los que se ha de regir el Consistorio de los Juegos Florales Euskaros que según reza el articulo 1º del título 1º, "tiene por objeto promover por cuantos medios estén a su alcance la conservación y propagación de la lengua bascongada y estimular el cultivo de su especial literatura, pudiendo además extender su esfera de acción, en cuanto se lo permitan los recursos con que cuenta, a la conservación y propagación de nuestra música popular".Aprobados esos Estatutos por la Diputación y por el Ayuntamiento y elevados los "recursos"  a 500 pesetas de dotación anual, por acuerdo municipal  del 4 de mayo, el Consistorio, que celebraba sus reuniones en una sala del Instituto de Segunda Enseñanza, potenció la celebración de los Juegos Florales cuyo órgano, diríamos oficial, era la revista Euskal Erria fundada en 1880 y dirigida por Manterola.

El lema Bizi Bedi Euskera que figuraba en el sello de dicho Consistorio fue cumplido fielmente durante cuarenta años, a lo largo de los cuales se sucedieron en la dirección, tras el ya citado como primer presidente D. José Manuel Aguirre Miramón, D. José Irastorza, D.Luis Mª. de Eleizalde, D. Rufino Machiandarena, D. Manuel Gorostidi, D. José de Olano, D. Alfredo de Laffitte, D. Miguel Salaberria y, en 1918, D. Adrián de Loyarte.

Casi medio siglo lleva la historia del Consistorio de los Juegos Florales Euskaros que, cumpliendo sus fines socio-culturales, organizó concursos literarios para el fomento de la lengua vasca en la que necesariamente debían estar redactados los trabajos literarios, científicos o poéticos. Y todos los años, el día de Santo Tomás, celebraba una gran competición de bertsolaris que llevaba al escenario del Teatro Principal donostiarra a los más famosos improvisadores de Euskalherria.... Coronas de plata, plumas de oro, escribanías damasquinadas y premios en metálico hacían más atrayente aquel Concurso anual.

Cuando Marcelino Soroa entró a formar parte del Consistorio, la fiesta de Santo Tomás adquirió un nuevo carácter. Sin dejar de celebrarse los concursos literarios, ampliados a la Música y la Pintura, el Teatro vasco primó sobre las otras organizaciones. Bajo la dirección de Pepe Artola y luego de D. Toribio Alzaga, el día de Santo Tomás, en el escenario del Principal se representaron, tarde y noche, las creaciones ya cómicas ya dramáticas de Iraola, de Garitaonandía, de Olaizola, de Barriola y de otros meritísimos cultivadores del teatro euskérico.

En 1918, cuando se anunciaba la creación de la Academia donostiarra de Lengua y Declamación Vascas, y cuando ya se había celebrado brillantementeen Oñate el Primer Congreso de Estudios Vascos, el Consistorio de los Juegos Florales, cumplida ampliamente la finalidad para la que en 1882 había sido creado, dejaba de existir.... Eran los días frívolos de la década dorada de San Sebastián, los años locos de la postguerra.

JOSE BERRUEZO RAMIREZ

viernes, 26 de octubre de 2018

La isla de Santa Clara


¿Cuándo a la isla que cierra la bahía de la Concha la bautizaron con el nombre de Clara de Asís, la hija de los condes de Sasso Rosso que supo "trocar los placeres del siglo por el duelo de los sufrimientos del Señor"? Muy joven entró la futura Santa Clara en un convento de benedictinas y sus "trenzas doradas cayeron al suelo y un negro velo cubrió su cabeza. En vez de los vestidos de seda que aquel día habían sido la envidia de sus compañeras, recibió una grosera túnica de lana; en vez del ceñidor adornado de pedrería, una áspera cuerda de nudos; en vez de los zapatos bordados, unas sandalias de madera", según escribió uno de sus biógrafos, Fray Justo Pérez de Urbel. Clara Scifi se había convertido en Sor Clara. Murió en el año 1253, siendo canonizada dos años después por Alejandro IV. Aquí hay testimonios de que en 1489 ya se llamaba Santa Clara al terruño anclado en el mar, cerrando la bahía entre Urgull e Igueldo.

Sobre esta isla se ha escrito mucho. Uno de los que se ocupó de ella fue aquel inglés desconocido que en 1700 publicó un librito sobre San Sebastián y que dos siglos largos después, en 1943, lo descubrió en una librería de Londres Manuel Conde López, propietario de la Librería Internacional de San Sebastián, que lo tradujo y le agregó unas notas, editándolo con dibujos de Carlos Ribera y aguafuertes de Andrés Lambert. En el libro, el desconocido autor, habla del castillo, del modo de vivir en la ciudad, de las casas, de los pescadores, de los trajes que entonces se usaban, de las mujeres y los curas, de las costumbres y las diversiones.... y,¡cómo no! de la isla. De esta escribe :

"A la entrada de la bahía existe un monte que se llama Santa Clara, en donde hace tres meses vivía un ermitaño de la orden de San Francisco. El hombre pedía limosna para vivir y solía contar muchas historias y leyendas. También ayudaba a llenar los barriles de vino, pero el pobre viejo estaba todos los días borracho como una cuba. Según dijeron, lo despacharon de su celda por esa causa; aunque se cree que fue más bien por meter al que tienen ahora.

Se trata de un caballero del Reino de Castilla, de gran posición, a quien por alguna causa le confiscaron sus bienes, confinándole en la isla como ermitaño.

Ha de mendigar su pan durante catorce años, al cabo de los cuales le devolverán su fortuna. Durante ese tiempo la Iglesia y los curas usufructúan las rentas del caballero. Todos los herejes que mueren los entierran allí. Cuando sacan los cadáveres de la ciudad para ser llevados por mar hasta la isla, donde son sepultados, una chusma de hombres y mujeres siguen detrás insultando al muerto y gritando : ¡"Ese va al Infierno!".

El producto de la tierra de la Isla es para el ermitaño, y lo vende según le conviene".

En el manuscrito de la Colección Vargas Ponce que se conserva en el Archivo de la Real Academia de la Historia hay una curiosa descripción de San Sebastián hecha por el presbítero Joaquín Ordoñez en 1761. Este sacerdote, nacido en Mansilla y muerto en nuestra ciudad en 1769, fue enterrado en la parroquia de San Vicente y en la publicación de los contenido en la colección citada hay referencia a la isla de Santa Clara. Escribe el citado presbítero :

"Hay una isla, a poca distancia del castillo, que se llama Santa Clara donde está en lo más alto una ermita bajo la advocación de dicha Santa, con un ermitaño; es toda esta isla del monasterio de San Bartolomé; en ella se dice misa cantada de orden y a expensas de dicho monasterio; aquel día hay otras muchas misas, y entre año su estipendio sueleser por lo menos un peso fuerte, desayuno y barco pagado. Todo el día de Santa Clara hay tamboril y bailes y todo lo registran las señoras (monjas) de San Bartolomé, las del Antiguo y las de Santa Teresa. Es más reducida esta isla y más baja que el Castillo y entre la isla y Castillo, aunque sólo hay como un tiro de fusil, pasan navíos por grandes que sean para entrar en el muelle, porque es un canal muy profundo".

A esta entrada de los barcos en la bahía aludía también el inglés que en 1700 escribió el librito al que me refería al comienzo de este escrito. Y decía: "En medio de la bahía de San Sebastián existe una roca debajo del agua, y por eso es difícil la entrada en la misma, a no ser con viento favorable.

Para indicar el buen camino los mismos prácticos se meten a bordo por fuerza. Esto sería bastante recomendable si no tuviesen el propósito de engañarle a uno, cobrándole lo que les da la gana, que no tiene más remedio usted que pagar, porque si se queja no es amparado por la Justicia.

El cónsul y los comerciantes extranjeros residentes en San Sebastián han tratado de persuadirles con muy buenas razones para llegar a un arreglo, pero hasta ahora todo ha sido inútil, porque cada marino se considera tan importante como el propio señor alcalde. De modo que un hombre debe doblegarse bajo los ultrajes y opresiones, y abstenerse de protestar".

En la "Historia civil-diplomático-eclesiástica anciana y moderna de la ciudad de San Sebastián", escrita por el presbítero Joaquín Antonio Camino y Orella, y que abarca desde los remotos orígenes de nuestra ciudad hasta los comienzos del siglo XIX, también hay referencia a la isla de Santa Clara. Escribe el Historiador:

"Es tradición del monasterio (de San Bartolomé), que por no haber clausura iba la comunidad en otro tiempo a la isla y ermita de Santa Clara a cantar vísperas el día de la santa, cuyos vestigios todavía se observan, pues en dicho día envían las monjas a la ermita sacerdotes y dependientes con misa, repicando las campanas de San Bartolomé desde que sale del melle la lancha, en que van embarcados, hasta llegar a la isla. La ermita es propia de las religiosas, y no está averiguado por dónde, si por dote de alguna monja u otro título. Han tenido pleito en varios tiempos con la ciudad sobre dicha ermita en los tribunales de Pamplona, Burgos y Nunciatura, y siempre se las ha mantenido en la posesión ordinaria, como se vio a principios del siglo pasado, bien que la isla es de la ciudad. No falta quien haya dicho haber sido la primitiva fundación de San Bartolomé en la isla de Santa Clara; pero es inverosímil si se mira a la inclemencia y corto espacio del paraje que no es capaz de semejante establecimiento y sólo sí de una reducida basílica".

Según cuenta la tradición, en el invierno de 1220 San Francisco de Asís, peregrino jacobeo, venía de Burgos acompañado de un mendigo que se le unió. En San Sebastián se hospedó en un mesón que había en el Antiguo. Visitó la isla y en un día de frío y mal vestido como iba se acatarró degenerando aquello en pulmonía. Cuenta Luis Murugarren, que la hospitalera le había advertido: "Para este clima tiene vuesa merced muy poco fundamento en el vestir". , pues iba de saco, descalzo y sin cubrirse la cabeza. El santo de Asís predicó en la iglesia del Antiguo, teniendo que quedarse en San Sebastián hasta que se curó de la pulmonía.

Desapareció la ermita, de la que no hay noticia posterior a 1802. Lo que si se sabe es que en el siglo XVI fue artillada para defender la bahía y que en la guerra de la Independencia fue ocupada la isla el 26 de agosto de 1813 por las tropas anglo-portuguesas, las que cinco días después asaltaron la ciuda y la destruyeron. Pasada aquella contienda y también la primera guerra carlista, se montó en la isla un criadero de conejos, encargándose de su cuidado a José Vicente Arruaberrena, un personaje pintoresco conocido por el nombre de Robinson, por haber vivido durante años en la playa, en las proximidades del llamado Pico del Loro, como el Crusoe, de la novela famosa. Donde estuvo la ermita había una casucha que algunos optimistas llamaban "casa de descanso de los cazadores".

El 15 de septiembre de 1864 comenzó a funcionar un faro y el farero no dispuso de teléfono hasta el 4 de abril de 1966.

("Del San Sebastián que fue". JUAN MARÍA PEÑA IBAÑEZ)

miércoles, 17 de octubre de 2018

SAN SEBASTIÁN Y SU BANDERA

No es la primera vez que el Ayuntamiento de San Sebastián se ha preocupado de poner al día la razón de ser de los símbolos, emblemas, títulos y atributos propios de su pueblo, y tal vez no sea esta la última.
Ya en 1950, con motivo de la Celebración del 8º. Centenario del Fuero de Repoblación, los señores tenientes de Alcalde , don José Joaquín Castañeda y don Martín Augustí , elevaron a examen y consideración del Ayuntamiento un informe sobre el sello, el escudo y la bandera de nuestra ciudad.
Sin entrar en consideraciones en lo que respecta al Sello, Escudo e Himno de la Ciudad, en sus conclusiones respecto a la Bandera nos dejaban claro que, a consecuencia del saqueo e incendio de la Ciudad el 31 de Agosto de 1813, la Bandera de la Ciudad, o bien se convirtió en botín, o lo que es más probable, se convirtió en cenizas como tantas otras cosas de la Ciudad, incluido su Archivo Municipal.
Las exigencias, harto apremiantes, de aquellos difíciles años de la reconstucción, la hicieron perderse en la memoria u oscurecerse y quedar relegada a segundo plano, siendo suplantada, a falta de otra cosa, por la bandera-matrícula de sus embarcaciones.
La bandera-matrícula, por la Ordenanza de Matrículas de 1802, correspondiente a la Capitanía del puerto de San Sebastián es blanca con un dado azul en el ángulo superior, por el lado del mástil, y ha sido conocida y usada como bandera de San Sebastián por antonomasia durante todo el siglo pasado y lo que llevamos del presente, que es casi todo él.
Sin embargo, la bandera de San Sebastián, esto es, la privativa de su Ayuntamiento, la que llevaba el Concejo al frente de sus actos oficiales, y al frente de sus tropas, las milicias donostiarras, antes del incendio de 1813, es una Bandera blanca, cruzada por una cruz roja en aspa (Cruz de Borgoña o aspa de San Andrés) y el ESCUDO DE LA CIUDAD en medio.
Esto se sabe a ciencia cierta por el testimonio ocular de dos escribanos Reales, don Juan Fermin de Echarri y don Antonio Angel Bentura de Arizmendi, que en el transcurrir del año 1785 levantaron acta ocular de lo que vieron en la Iglesia de Santa María, y que a tal efecto fueron expresamente nombrados en el Proceso de San Sebastián: Primicia de la Ciudad contra don Miguel Antonio de Remón, Vicario de Santa María, que consta en documento manuscrito de 413 folios, por ambos lados, en el Archivo Diocesano de Pamplona, con la referencia : Sentenciados, Navarro c/2359-n.º 1, documento que en uno de sus folios, y dentro de una amplia descripción de hechos y situaciones, dan fe de : "QUE LAS PRECIPITADAS DOS BANDERAS SON DE TAFETAN BLANCO, CON SU CRUZ, PINTADA ARTIFICIALMENTE, DE COLOR ENCARNADO, Y TIENEN CADA UNA, EN SUS DOS CARAS, EN CAMPO AZUL, EL ESCUDO DE ARMAS, DE QUE USA ESTA NOBLE CIUDAD, COMPUESTO DE UN NAVÍO, NAVEGANDO VIENTO EN POPA, SEGÚN SU FIGURADA REPRESENTACIÓN, CON DOS S.S. (SIGNIFICATIVAS, A NUESTRO LEAL MODO DE ENTENDER, Y UNIVERSAL DISCERNIMIENTO POPULAR : SAN SEBASTIAN).
EN LA VELA DE LA GAVIA MAYOR  Y EN SUS RESPECTIVAS CIRCUNVALACIONES, LAS INSCRIPCIONES O LETREROS, FORMADOS CON PINTURA Y LETRAS MAYORES DE MOLDE, A MANERA DE LAS DE LA IMPRENTA, QUE DICEN ASÍ: "NOBLEZA Y LEALTAD GANADAS POR FIDELIDAD, SOSTENIDAS DE DOS LEONES PINTADOS TAMBIÉN  CON COLOR AMARILLO, Y OTROS, QUE COMPLETAN LAS FIGURAS, PARA SU MAYOR ADORNO".

Es pues esta y no otra la realidad documental e histórica de la Bandera de San Sebastián, y que como ya he citado al principio, fue sometida a examen y consideración del Ayuntamiento en 1950, quedando el asunto pendiente de consulta de la Real Academia de la Historia, sin que desde aquel entonces hayan vuelto a tenerse noticias.
(ESTEBAN DURAN - San Sebastián-Donostia a 3 de Diciembre de 1997



(Texto completo, extraído de un artículo publicado en su día, por el DIARIO VASCO)

DE LAS FIESTAS, JUEGOS, ENTRETENIMIENTOS Y DANZAS QUE USAN EN GUIPÚZCOA

SOKAMUTURRA EN HERNANI
...."Son los guipuzcoanos de genio alegre y divertido y muy inclinados a ver fiestas, aún los que están todo el año entregados a su labranza y trabajo. Las fiestas en que no hay corridas de toros apenas se tienen por fiestas, aunque hay la mayor alegría del mundo : y si hay toros luego se despueblan los lugares para verlos; y no se cuando se ha pegado a los guipuzcoanos esta manía y bárbaro gusto de toros y moros, común a los demás españoles: y es tal y tan grande esta afición que como se dijo por chiste de los de Salamanca, si en el cielo se corrieran toros los guipuzcoanos todos fueran santos por irlos a ver en el cielo. En ocasiones especiales se traen toros de Castilla y de Navarra, fieros, y que con su catadura sola espantan; pero en las fiestas ordinarias  y anuales se corren toros del país. Los de Castilla y Navarra siempre son toros de muerte; no así los del país, que acabada la corrida los llevan al monte y a sus caserías. Y para los toros de Navarra y Castilla se traen asalariados toreadores de allí mismo y que viven de ese oficio tan peligroso. En Guipúzcoa, con toda la afición que hay a toros, de solo uno he oído que se metió a torero de oficio, que llamaban Chambergo. Es de ver capear a un fiero toro y la destreza con que evitan sus acometidas sacando la capa, ya de un lado, ya del otro, ya por arriba, ya por abajo, repitiendo las suertes hasta dejar rendido al toro. Esto, que es digno de verse en un diestro toreador, no se permite en Guipúzcoa, como que  es cosa fácil y que solo sirve para marear al bruto. Empiezan a gritar: fuera capa, fuera capa, y precisan a los desdichados a torear a cuerpo descubierto con dos banderillas en las manos y a matar al toro sin más defensa que su estoque. A esto llaman destreza, y debieran llamar barbarie, y muy condenable, así en los guapos que la practican como en los cobardes que le miran de talanquera ......."

( Este TEXTO está extraído de una obra inédita , escrita a mediados del siglo XVIII (entre 1760 y 1765) por el docto Padre MANUEL de LARRAMENDI, titulada: " COROGRAFÍA ó DESCRIPCIÓN GENERAL DE LA MUY NOBLE Y MUY LEAL PROVINCIA DE GUIPÚZCOA"  y publicada en 1882, en BARCELONA, en la IMPRENTA DE LA VIUDA E HIJOS DE J. SUBIRANA)

Acerca de las Sociedades Populares

Acerca de las Sociedades Populares extraigo un breve texto sacado de un libro publicado por la Editorial TXERTOA, escrito por FELIX LUENGO, y titulado : "SAN SEBASTIÁN, la vida cotidiana de una Ciudad .... " :
 ..........." Las principales actividades de estas asociaciones de recreo donostiarras de finales del siglo respondían a las características típicas de la sociabilidad popular que ya han sido descritas para otros ámbitos geográficos: eran lugares de encuentro, donde se bebía, se comía, se cantaba, y desde donde se organizaban veladas teatrales, corridas de toros y otros festejos. Aunque SOLO los Reglamentos de la UNIÓN ARTESANA  especificaban la prohibición expresa de la entrada de mujeres en sus locales (en su art. 47), la práctica lo hacía extensivo al resto de las sociedades, confirmando su función de espacio reservado a la sociabilidad masculina, como lo fueron también las tabernas. Algo que no es, en absoluto, como a veces se ha dicho, una excepción donostiarra sino que se corresponde con las características generales de la sociabilidad europea del periodo del liberalismo, como ha sido reiteradamente puesto de manifiesto." .......

(Las sociedades y las tabernas como espacios de sociabilidad exclusivamente masculina han sido suficientemente reseñados y explicados.  Corresponden a las "maison d'hommes" de las que habla Agulhon en su extensa obra, que pueden generalizarse, en esas fechas, para toda Europa. Habría, en este sentido, diversas razones para el "estímulo" a la formación de asociaciones masculinas ( ver A. LÜDLKE, "Sobre los conceptos de vida cotidiana, articulación de las necesidades y "conciencia proletaria", en la revista HISTORIA SOCIAL, nº. 10  (Valencia, 1991), p.57. San Sebastián, no es, por tanto, una excepción, pese al arraigo de la idea de una verdadera peculiaridad donostiarra de sociedades masculinas. F. MÚGICA, por ejemplo, llega a definir como "invento donostiarra", la prohibición de entrada de las mujeres a las sociedades populares.)

sábado, 13 de octubre de 2018

04 - SI EN SAN SEBASTIÁN.....



Si en San Sebastián, en el siglo XVIII, sólo tenía carruaje el Gobernador Militar, en el XIX, después del derribo de las murallas, la aristocracia local y especialmente la burguesía enriquecida con el comercio ultramarino, disponían de coche propio para desplazarse hasta las quintas del otro lado del Urumea, para ir de viaje a Bayona y de excursión a Pasajes o al valle de Loyola, o simplemente para llegar hasta el barrio de San Martín donde en las cocherasde Elósegui podían alquilarse carruajes tan elegantes como los que de Madrid traían todos los veranos los Medinaceli, los Infantado, la duquesa de Bailén o el infante Don Sebastián.... Pero el vehículo que en el último cuarto de siglo puso su simpática estampa en el Bulevar y en la Avenida fue la "cesta", ligera como un tilbury, conducida por un auriga de boina colorada, alegre para ir a los toros entre el restallar de los látigos, rápida para, dejando atrás las villas recién construidas más allá de Ategorrieta, cubrir con presteza el recorrido hasta el Pasajes de las bateleras.

Pero como no todos en San Sebastián disponían de coche propioy como alquilar un fiacre o simón con su cochero enchisterado quedaba reservado para los cortejos fúnebres a San Bartolomé primero y luego a Polloe, el transporte público, a medida que el perímetro urbano se ensanchaba, era un problema que D. Eusebio García y Lejárraga quiso resolver consiguiendo el 1 de marzo de 1884 una concesión de la Diputación guipuzcoana para establecer, desde el Antiguo hasta Rentería, un servicio de tranvías....que no llegaron a arrancar hasta el 18 de julio de 1887, fecha en que una Compañía Anónima se hizo cargo de llevar adelante la iniciativa mediante una suscripción pública de 250 acciones de a 500 pesetas. Fue aquella una empresa animada por D. Ramón de Brunet y Prat como presidente, y por D. José de Brunet y Bermingham, D. Anastasio Osácar y Urrutia, D. Luis Calisalvo y Echandia y D. José Mª. Elizarán y Sarobe, como vocales.

En medio de una salva de aplausos de las autoridades y los curiosos congregados en el Paseo de la Concha, el 18 de julio de 1887 arrancó el trío de mulas que arrastraba uno de los "elegantes carruajes" que la Compañía ponía a disposición del público.

Ocho vehículos cerrados y seis abiertos, veintiuna mulas y doce caballos eran el "parque móvil" que desde el Antiguo hasta Ategorrieta sirvió el día de la inauguración del servicio a la curiosidad de 2.380 personas que se sintieron viajeras a través de la geografía urbana del San Sebastián finisecular; 2.380 usuarios del transporte "en común" que pagaron a diez céntimos el kilómetro y dos más -lo que entonces llamaban un ochavo- si tenían el capricho de que en el recorrido les acompañase su perro.... Aunque para entonces -valga el inciso- había aquí perros "capitalistas": los de aguas que formaban parte de la tripulación de las embarcaciones pesqueras en las que cobraban su "partiya" como un marinero más.

Los tranvías que pasaban por el túnel de Miramar abierto por la Compañía, a la que más adelante el Ayuntamiento abonó el 75% de lo gastado en la obra, prolongaron su recorrido, el 27 de julio de 1888, hasta Pasajes Ancho donde se sincronizó el servicio el servicio de las bateleras con la llegada y la salida del nuevo medio de locomoción.

El 22 de agosto de 1897 se introdujo una importante novedad en los tranvías: la electricidad, que sustituyó la tracción de sangre por el impulso de los invisibles H.P.... Los bigotudos conductores hubieron de cambiar el látigo por la manivela, pero conservaron la campana cuyo tintineo sonó y resonó por las calles donostiarras hasta el año 1948, en que los autobuses -línea de Amara- y los trolebuses -a Venta Berri e Igueldo- relevaron a los blancos tranvías de larga percha y a sus remolques las simpáticas y ventiladas jardineras.

Otros transportes colectivos tuvo San sebastián ya entrado el siglo XX : el tranvía a Ulía y el que trepaba por la ladera hasta la cumbre de Igueldo. El primero fue inaugurado el 8 de junio de 1907 y en tres cuartos de hora hacía el recorrido desde la Plaza Vieja, o sea desde el Bulevar, hasta el Casino levantado a unos centenares de metros de la cima del monte. El funicular de Igueldo, como se llamó al pequeño ferrocarril de cremallera, tardó algún tiempo en ser inaugurado pues un sector de la población veía en él el riesgo de una catástrofe si llegaba a romperse el cable de tracción. Pero vencidos los temores, el 25 de agosto de 1912 - con el pretexto de una fiesta benéfica - quedó abierto al público que pagaba 50 céntimos por el billete de ida y vuelta.

Tanto en Ulía como en Igueldo fueron instalados sendos Casinos con restaurantes y atracciones, pistas de baile, "skating", etc. Junto al de Ulía destacaban las grandes ruedas metálicas del transbordador ideado por el ingeniero Torres Quevedo, artilugio mecánico inaugurado el 30 de septiembre de 1907, que en una frágil barquilla llevaba a los curiosos por encima de una honda vaguada hasta el Tiro de Pichón, ofreciéndoles una espléndida panorámica del monte y el del mar... que no a todos el miedo dejaba gustar.

Pasaron los años y decayó el interés de la gente por Ulía, mientras iba creciendo hacia Igueldo. La razón me la explicó hace cincuenta años Rufino San Martín, uno de los navarros promotores de este último: la rapidez del acceso. Si los empresarios de Ulía hubiesen instalado - desde Manteo o desde Montpas - un funicular en vez deoptar por las lentas y traqueteantes "jardineras" del tranvía, otro gallo habría cantado al Casino, al restaurant, al Tiro y a las demás atracciones esparcidas por aquel bello rincón de la geografía guipuzcoana.

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El 24 de diciembre de 1898 el ingeniero D. Manuel Garbayo presentó en el Gobierno Civil un proyecto para la instalación de un tranvía eléctrico entre Hernani y San Sebastián.

Otro tranvía interurbano fue el de la capital a Tolosa nacido de una reunión de fuerzas vivas celebrada en el Palacio de Bellas Artes el día 12 de enero de 1902. En el proyecto eléctrico intervino el ingeniero D. Miguel Landi, padre del que sería notable pintor Carlos Landi, y hubo de esperar para ser realidad hasta las cuatro de la tarde del 16 de agosto de 1911 en que se inauguró el tramo San Sebastián - Andoain recorrido por aquel tranvía eléctrico - que muchos todavía han conocido - en 50 minutos.


JOSE BERRUEZO RAMIREZ

LOS SUCESOS DE SAN SEBASTIÁN (GRABADO



viernes, 12 de octubre de 2018

KOXKAS DONOSTIARRAS : "Crónica marítima"


La vida en el mar, la actividad de nuestros pescadores, la pesca obtenida cada día por nuestros arrantzales interesaba a la gente que vivía por aquí hace casi un siglo. Y los periódicos dedicaban todos los días un espacio de sus páginas para contar las novedades que sucedían en la costa. Voy a reproducir lo que publicaba La Voz de Guipúzcoa el día 17 de julio de 1903.

Poco movimiento se notaba en el muelle. Un vapor que descargaba carbón; una balandra arrimada a continuación del muelle derruido; cuatro o cinco "muquizus" que surcaban las aguas de la dársena en un bote con peligro de hacerlo zozobrar por el movimiento que la imprimían haciendo travesuras dentro de él; dos barcos pesqueros, obreros que picaban sus cascos de hierro, produciendo un ¡tan, tan! de caldero viejo golpeando; un balandro de regatas, limpio, pintado de blanco con las velas recogidas; la superficie de las aguas negras, reflejando los negros nubarrones que durante el día se cernían en la atmósfera: he aquí lo que había entre muelles el día de ayer.

Salieron a pescar lo mismo los vapores de rastra que las lanchas a vapor. Estas trajeron 40 millares de sardinas que se cotizaron a 40 pesetas el millar. No extraña este precio: debe tenerse en cuenta la escasez de la pesca de esta especie y además, por la afluencia de forasteros, que hace todo comestible mayor precio que el de antes. Los vapores de rastra trajeron cerca de dos mil merluzas distribuidas en la forma siguiente: los de Mercader 800, los de Aristeguieta 500 y 600 los de Otermin.

Desembarcaron también las embarcaciones pequeñas atún, aunque en escasa cantidad, y algo de langosta.
EL MUELLE HACIA 1910 (Colección STM)


En la Pescadería ingresaron 350 kilogramos de merluza que se vendieron de una a 1,80 pesetas el kilogramo; la langosta hizo de 2,60 a 3,60 y unas piezas de salmón y lubina se vendieron a 7,50 y 6 pesetas, respectivamente.

Seguía el periódico diciendo que aquel día se esperaba en el puerto el vapor Solis procedente de Amberes, que había hecho antes escala en Pasajes. Traía carga general y fondearía en la bahía de la Concha, donde haría el alijo de las mercancias consignadas a San Sebastián. Terminaba el periódico su crónica marítima diciendo que las amenazas que habían hecho algunos armadores de abanderar los barcos con que fuesen a aumentar sus flotas, registrándoles en matrículas extranjeras si el Gobierno español no  rebajaba las ominosas tarifas que tenían establecidas, se iban cumpliendo. A Bilbao habían llegado con insignias del Uruguay los vapores Uriarte num 4, Otoyo y Masota adquiridos por armadores bilbainos.

(R.M. - KOXKAS.-DV. 16/07/2000)

03 - UNA PERRA AL AGUA ......

Una perra al agua, caballero, que se coge con la boca!: esta invitación resonaba con voces infantiles en la pequeña dársena donostiarra. Los chavales tenían el entrenamiento adquirido durante la recién terminada guerra civil, cuando esperaban en la Concha la "champa" de los proyectiles artilleros carlistas para recuperarlos, dentro del agua, sin estalla. Ahora el arriesgado oficio se ha hecho para ellos alegre juego, a la vez que entretenimiento para los veraneantes que matan a la tarde en el puerto viendo llegar las lanchas con el pescado fresco .... ¡Una perra al agua, caballero ....!anuncia la proeza natatoria de la chiquillería .....

Enmarcada en el barrio de la Jarana con el telón de fondo de Urgull, la dársena, creación del ingeniero Peironcely, es uno de los atractivos que la ciudad ofrece al que la visita, y en ella, en el puerto, el veraneante asiste entretenido a las distintas manifestaciones de la vida marítima donostiarra : desde la arribada de las embarcaciones cargadas con la plata viva de las sardinas y las anchoas, hasta su golosa degustación junto a los hornillos de carbón vegetal donde se asan,manjar que pringa las manos inexpertas y que pide los anchos vasos de la refrescante "sagardoa". Pero antes la curiosidad se detuvo junto al corro donde se subasta una buena parte de la pesca que luego, cuando al atardecer matiza de violeta las calles de la ciudad, será pregonado con agudas voces femeninas : !Sardiña...sardiña... prescua ta aundiya!Más tarde en el café de Oteiza, en el del Comercio o en el de la marina la taza de chocolate "a la francesa" señalará en el horario veraniego el comienzo del anochecer ..... El farolero con su larga pértiga al hombro recorrerá las calles prendiendo el gas en los reverberos. Y el telón del Principal se levantará para dar paso a las emociones de un drama de Echegaray.
El veraneante llegado aquí en el ferro-carril, que hacía poco había sustituído a las "Diligencias Peninsulares", a las del "Norte y Mediodía de España " y a "La Victoria", tres empresas que en competencia cubrían el trayecto de Madrid a Bayona, se alojaba en el Parador Real de la Calle Mayor, en el de Isabel en la Plaza de las Escuelas, en la Fonda de Berdejo o en la de Martín Ezcurra, en la posada de "Tripaqui" o en "Sucaldenea" o quizás en el recién inaugurado Hotel Inglés.

Pero ¿como transcurría la jornada veraniega en el San Sebastián del pasado siglo? Completaré lo hasta ahora dicho con la descripción que hace algunos años bosquejé : 

De siete a nueve de la mañana exhibiendo las damas aquellas amplias blusas de estameña azul y aquellas pampalinas de hule con las que a conveniente distancia de los caballeros se sumergían en las aguas del Cantábrico. Lo elegante era bañarse temprano para luego desayunar e ir a dar unas vueltas bajo los arcos dela Plaza Nueva hasta las doce, o salir "de tiendas" hasta la hora de comer. Por la tarde siesta, merienda y más vueltas, esta vez por el Paseo de Santa Catalina. Cuando se encendían los quinqués de aceite -sesenta había en toda la ciudad antes de la guerra carlista- de nuevo a la Plaza para seguir paseando hasta la hora de cenar.... Y así un día y otro hasta completar la novena o la quincena de baños, durante la que se hacía la obligada excursión a Pasajes donde, atravesando la bahía en bote impulsado por la fuerte remada de las bateleras, se visitaba la fábrica de porcelana.

La industria de alquiler de pisos ya existía entonces, costando la estancia diaria cinco o seis pesetas a las personas mayores y tres a los niños y sirvientes. Esta distinción de tarifa también se hacía en las fondas que cobraban por pensión completa treinta y quince reales respectivamente. Por aquel dinero pagado en sonante oro o plata, los veraneantes de hace un siglo gustaban como desayuno : chocolate, vaso de leche con azucarillo y panecillos o bizcochos; a mediodía sopa de puchero, dos cocidos, dos o tres clases de pescado y ternera y pollo asados, postre, vino y sidra ; a las cinco de la tarde, para merendar, chocolate o leche y dulce; y de cena pajeles fritos, merluza, sardinas, ensalada cocida y unas chuletillas, postre y vino.

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A medida que aumenta la afluencia de forasteros crece el número de hoteles y de fondas cuya calidad testimonia el atractivo que ejerce la playa y la importancia y fama que como ciudad turística va cobrando San Sebastián.

Al año justo de terminada la guerra carlista un francés, M. Dupouy, construye el Hotel de Londres -luego Hotel du Palais-, que ocupa la manzana limitada por las calles Fuenterrabía San Marcial, Guetaria y la Avenida. Es una suntuosa residencia en la que se alojarán ilustres viajeros: el príncipe de Gales, la archiduquesa Isabel de Austria, los reyes de Servia y de Portugal, la aristocracia española y extranjeraEra un auténtico "palace" pensado para luchar contra la competencia de la vecina playa de Biarritz. Sus verjas y su parque sirvieron de telón de fondo para una tragedia local : los sangrientos sucesos del 27 de agosto de 1893 conocidos por la "noche de los tiros de Sagasta", motín popular que tuvo origen en la supresión del "Gernicaco Arbola" en el concierto nocturno del Bulevar. Aquella torpeza gubernativa costó un muerto y varios heridos a los donostiarras que gritaban su protesta contra las autoridades y de manera especial contra el presidente del Consejo de Ministros D. Práxedes Mateo Sagasta que, a la sazón, se hospedaba en el Hotel.

Monsieur Flagey, un pastelero francés establecido en la capital guipuzcoana, publicó en 1898 una curiosa Guía en la que bajo el título de St. Sebastien et sa Province recoge todo cuanto podía interesar a un turista: refiriéndose a los establecimientos hosteleros califica al "Londres" como el hotel de la aristocracia y dice del "Continental" que es "alegre pudiéndose gustar en él las comodidades de la vida". Construido en 1884 frente a la Concha, en el se albergaban la infanta Isabel, los grandes duques de Rusia Alexis y Vladimiro y el príncipe Obolenski. Lo dirigía en aquella época M. Estrade.
Otro hotel menos caro regido por M. Bonnehon, era el de "France", propio para una clientela que busca una hospitalidad tranquila y burguesa. Hacía ángulo en las calls Oquendo y Camino. También en ángulo -en el que forman las calles Guetaria y San Marcial- estaba el de "Berdejo" con clientela escogida y fiel .... frecuentado por viajeros y turists y recomendado para familias.Todos esos hoteles, nos dirá M. Flagey, tienen omnibus a la Estación y están alumbrados por luz eléctrica.En cuanto a restaurantes -donde se puede comer desde diez hasta catorce reales- había en el último tercio del pasado siglo, la "Urbana", "Bourdette", "La Mallorquina" y la "Pastelería Francesa". "La Urbana" estuvo siempre bajo los arcos de la Plaza de Guipúzcoa. Una comida en ella -dice M. Flagey- es una de las locuras favoritas de la juventud. La cocina la tenía a su cargo el Sr. Echave.
La "Pastelería Francesa" en el núm. 4 de la calle Miramar, junto al Gran Casino - contaba como anexo con el Restaurant Flagey-Lacay en el que podía encontrarse una cocina siempre sana y cuidada que no estropea el estómago ni estraga el gusto ..... Los turistas extranjeros que se propongan pasar una temporada aquí deben anotar con tinta roja en su carnet la "Pàtisserie FranÇaise", escribe en su libro M. Flagey haciendo la propaganda de su negocio.


("100 años de vida de San Sebastián. 1879-1979.- JOSE BERRUEZO RAMIREZ)

Espagne (Grabado)


ESPAGNE

("100 años de vida de San Sebastián. 1879-1979.- JOSE BERRUEZO RAMIREZ)

miércoles, 10 de octubre de 2018

KOXKAS DONOSTIARRAS: "Campaña moralizadora de los taberneros"


Ahora se lamentan muchos padres, educadores, religiosos, etcétera, que los chicos, siendo muy jóvenes , de 15 o 16 años, abusan del alcohol. Van a tabernas y bares, a centros de diversión en los que se acostumbran a beber. Esto sucede ahora, pero sucedía también ayer, en un ayer un tanto lejano. Veamos lo que sucedía en 1907.
Era presidente de la sociedad del gremio de taberneros de San Sebastián el señor Berástegui y tuvo una feliz idea que sometió a la aprobación de sus compañeros. Les dirigió un escrito inspirado en nobles fines, escrito en el que , después de una entrada, decía así :"Me refiero a esos jovenzuelos de 15 a 18 años que acostumbran a frecuentar los establecimientos de bebidas, con un afán por lo visto de emprender desde muchachos la senda del vicio y adquirir el hábito de la embriaguez, tan perjudicial para la sociedad si que también para el propio individuo.
Estos jovencitos llegan a los establecimientos de bebidas, piden un cuartillo como las personas mayores, reclaman una baraja y juegan y blasfeman de una manera tan escandalosa como digna de correctivo. Los que somos padres sabemos cual es el sistema más apropiado para nuestros hijos: la escuela o el taller, nunca la taberna.
Y como taberneros tenemos la obligación de dignificar el gremio, censurado por algunos que no ven con buenos ojos que en nuestros establecimientos demos albergue a la juventud, porque bebiendo, jugando y blasfemando se pervierte, como padres tenemos igualmente el deber de impedir por todos los medios posibles que la juventud adquiera desde su más tierna edad unos hábitos que tarde o nunca desaparecen y pueden ser tal vez su perdición.
Por las razones expuestas y por otras que dejo a la consideración de ustedes, entiendo que se impone una acción común y que todos los que componemos el gremio de taberneros debemos llevar a la práctica para no expender en nuestros establecimientos ninguna clase de licores ni vinos a jóvenes menores de 18 años y menos facilitarles barajas ni otros instrumentos de juego".
La idea del presidente del gremio de taberneros fue acogida por sus compañeros en la profesión con calor y el periódico comentaba: "Repetimos el aplauso que concedemos con gusto al gremio de taberneros, si, como esperamos, secunda la noble idea de su presidente".
Parece que el gremio de taberneros siguió las ideas expuestas por su presidente, pero con el paso de los días se volvió poco a poco a lo denunciado.

DV- R.M.- 05/07/2000 

02 - LA SEGUNDA GUERRA CARLISTA......

La segunda guerra carlista había frenado el resurgimiento de San Sebastián cuando en todos los aspectos urbanísticos comenzaba a rehacerse de las pérdidas sufridas durante la primera contienda civil. El derribo de las murallas en 1864 fue el símbolo de aquel afán que los regidores de la vida cudadana tenían por recuperar el ritmo de crecimiento que la capital había visto cortado por los cañones de Carlos VII.
De 1872 a 1876 otras ciudades, especialmente Santander, se beneficiaron de lo que comenzaba a ser una óptima fuente de riqueza y de prestigio: el turismo, conocido entonces como el veraneo. Y en consecuencia, San Sebastián hubo de esforzarse no sólo para reparar los daños causados en su caserío por las granadas carlistas sino para que aquella corriente de turistas que la guerra desvió hacia otras playas volviese hacia la Concha, donde una pareja de la Benemérita había dejado de montar guardia junto a la sirga que delimitaba la rigurosa separación de sexos. Y tampoco la Familia Real se lanzaba a las aguas de la bahía desde aquella caseta de líneas orientales, trampolín para las proezas natatorias de la regordeta majestad de Isabel II. Pronto, cuando el Palacio de Miramar -la Real Casa de Campo de Miramar- elevase su británica silueta sobre el Pico del Loro o de Loreto, la Real Familia podría acceder directamente a la Concha. Pero para ello aún habrían de pasar algunos años: los que van desde el final de la guerra carlista hasta el comienzo de la regencia Dª.María Cristina, cuya presencia en San Sebastián -el 21 de agosto de 1887- elevó a la ciudad al rango de capital veraniega de la nación....Mas durante ese lapso las autoridades donostiarras no permanecieron inactivas: apenas repuestas del susto de la guerray tomando como referencia el año 1879, en el que se inauguró la Caja de Ahorros Municipal, veremos como se aceleran las obras de explanación del antiguo Campo de Maniobras para convertirlo en Parque de Alderdi-Eder; cómo se vencen dificultades legales para edificar casas en la Plaza de Guipúzcoa -antes Plaza del Ensanche- donde en julio de 1878 había comenzado a levantarse el Palacio Provincial, sede de la Diputación ..., con lo que no prosperó la iniciativa de Arana de construir allí una Plaza de Toros; cómo se crea en Polloe un nuevo Cementerio para sustiruir al de San Martín, que no admite ampliación y que queda muy a la vista de la ciudad.Los tranvías de mulas unen Ondarreta a Pasajes, que con sus restaurantes y sus bodegones será fin de etapa turistico-gastronómica para los forasteros -para los agüistas- que vienen a pasar la temporda en San Sebastián. Para ellos el Ayuntamiento tiene la atención de colocar en las farolas de gas letreros con los nombres de las calles, y de instalar durante el verano dos relojes en la Concha con una esfera hacia la playa y otra hacia el paseo.D. José Arana al que El Urumea, periódico "no político" que también comenzó a publicarse en 1879, califica de "activo empresario e inteligente industrial de esta ciudad y de Madrid", está ya en su escritorio del Bulevar preparando los festejos del verano que prefigurarán la que pronto habrá de ser culminación de la temporada veraniega: la Semana Grande donostiarra.Por cierto que ese año, Arana organizó para el 24 de agosto una corrida extraordinaria en la que Rafael Molina "Lagartijo" y Francisco Arjona Reyes "Currito" lidiaron seis toros de la gandería del Excmo. Sr. D. Nazario Carriquiri de Tudela (Navarra), costando la barrera de sombra 7 pesetas, la contrabarrera 4 y el tendido 3,25.


("100 años de vida de San Sebastián. 1879-1979.- JOSE BERRUEZO RAMIREZ)