miércoles, 13 de febrero de 2013

PLAZA DE LA CONSTITUCIÓN, ANTES "NUEVA" (II)

..................CONTINUACIÓN:

Aclarada la cuestión de la propiedad, se pensó en la construcción de la Plaza, proyecto que fue acogido por el vecindario con el mayor entusiasmo. Faltaban fondos y se abrió una suscripción pública que produjo enseguida 53.000 reales. A principios de 1817 se dió comienzo con estos fondos al relleno de la Plaza y se dispuso que en el caso de que no bastaran para elevar el piso de la Plaza al nivel necesario, los escombros de los edificios que componían el perímetro de la misma, se permitiese traerlos a su costa a los propietarios de otras calles. Se practicaron los trabajos de cimentación en administración por el Ayuntamiento, y construídos que fueron los cimientos de las casas, se prepararon las condiciones para la subasta de los arcos. Sabedores tres entusiastas contratistas de la población de que se iban a rematarlos por trozos, presentaron un escrito al Ayuntamiento, exponiendo que era conveniente para que los arcos tuviesen la debida uniformidad y no resultasen los defectos de que adolecía la Plaza de Vitoria, que unos mismos contratistas se hicieran cargo de toda la obra, y atendida que fue la indicación, los mismos contratistas se hicieron cargo de toda ella en una sola subasta.

Hechos todos los preparativos para la realización de este gran proyecto, se inauguraron las obras con el mayor entusiasmo y pompa el 16 de Agosto de 1817.

Las dimensiones de la Plaza eran 205 pies de largo, 132 de ancho, 26.060 en cuadro.

La entrega de los arcos se hizo el 6 de Noviembre de 1818, quedando el Arquitecto tan satisfecho de la obra por su unidad, corrección y solidez, que consideró a los contratistas con derecho al dos por ciento de premio señalado en las condiciones de subasta, haciéndoles entrega de los 5.597,16 reales a que ascendió dicha cantidad.

Se tuvo con los balcones el mismo criterio que con los arcos, estimando que convendría para la mayor uniformidad y regularidad, el que fuesen trabajados por una misma mano, pues si se dejaba en libertad a los dueños valiéndose ellos de diferentes operarios, aparecerían sensibles variedades, causando mal efecto a la vista. Se presentaron tres artífices con distintas proposiciones : Don Romualdo Zornoza y José María de Uranga, vecinos de San Sebastián y Manuel Felipe Guevara, de Irún, y se acordó dar a cada uno de ellos los balcones de un piso. A uno de ellos, todos los de los primeros pisos de los tres lados y el de los terrados o bocacalles y los antepechos del entresuelo de la arcada pequeña o lado menor de la Plaza. A otro los del segundo y a otro los del tercero.

En esta Plaza se celebraron después, durante muchos años, todos los festejos públicos con inclusión de las corridas de toros, cerrándola en cuadrilongo con barras de hierro y formando andanadas de palcos y asientos de madera. Todos los balcones estaban numerados, como siguen todavía estándolo, y el Ayuntamiento hacía uso de ellos en la forma expuesta.

En los arcos de esta Plaza, tomó asiento el comercio de más lustre de San Sebastián, y ellos constituían el paseo obligado en donde se reunía la flor y nata de Donostia.

El último año en que se subastaron los arbitrios del mercado de esta Plaza, fue el año económico de 1870 a 1871. El siguiente año de 1871 a 1872, se hallaba ya habilitado el mercado de la Brecha, pero continúa el Ayuntamiento cobrando la renta de los puestos de venta de frutas y baratijas que se establecen en dichos arcos.

Siguió llamándose "Plaza Nueva" hasta mediar el año 1820 en que se colocó una lápida de mármol con letras de oro, que decía "Plaza de la Constitución", en memoria del Régimen Constitucional, que se implantó en España, y así continúa llamándose.

Por acuerdo de 13 de Abril de 1897, se dispuso poner en vascuence el rótulo Plaza-Berria, que significa "Plaza Nueva"

(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")

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