Fue en 1903 cuando el Ayuntamiento donostiarra acordó construir un nuevo puente sobre el río Urumea, frente a la estación del Norte, que sustituyese a una pasarela de madera que había en aquel tramo del río.El 15 de septiembre del citado año convocó un concurso de proyectos. Los datos para el proyecto eran: distancia 88 metros entre los muelles; 20 metros de latitud del puente y 2,30 metros de altura del paseo del Urumea de la margen izquierda sobre la pleamar equinoccial. El material de los arcos debía ser de sillería, sillarejo o de hormigón armado. Si se adoptase cemento armado tenía que quedar oculto en los paramentos principales y recubierto con azulejos, mármoles u otros elementos decorativos. El presupuesto no podía pasar de 500.000 pesetas, costeando directamente el Ayuntamiento los gastos de cimentación. Se establecían dos premios, uno de 5.000 ptas.para el autor del proyecto que a juicio del jurado reuniese las cualidades de solidez, economía y belleza, y otro de 3.000 ptas. para el autor del estudio que le siguiera en méritos.(A) (B)
Se presentaron nada menos que catorce proyectos y el jurado, compuesto por don Pablo de Alzola, don Evaristo Churruca, don Enrique Gadea, don Recaredo Uhagón y don Marcelo Sarasola acordó el 5 de diciembre proponer al Ayuntamiento el proyecto presentado por el ingeniero de caminos don José Eugenio de Ribera con la colaboración del arquitecto don Julio María Zapata.
El proyecto premiado era de un puente de tres arcos escarzanos de 24 metros de luz y 1:11,4 de rebajamiento ejecutados en hormigón armado en su cuerpo y con sillería en sus frentes. El pavimento era horizontal a la altura del pase y los arranques de los arcos penetraban 0,44 metros en agua en momento de pleamares equinocciales. El presupuesto de contrata se dividía en dos partidas: presupuesto del puente propiamente dicho con sus faroles, etc. 378.694 ptas.; decoración formada por dos arcos de entrada, 120.340 ptas.
En el fallo del jurado se decía que los señores Ribera y Zapata habían sabido armonizar los preceptos de la ciencia del ingeniero con la experiencia del constructor y las galanuras del arte. "El alzado del proyecto resulta armonioso en sus líneas generales y bello en sus detalles, habiéndose sacado el partido posible de las condiciones fijadas en el programa para darle un aspecto grande y monumental".
El presupuesto de aquel puente, con obras adicionales, era de 700.000 ptas. que el Ayuntamiento no podía invertir en aquellos momentos. Entonces surgió la Caja de Ahorros Municipal que vino a solucionar el problema financiero. La noticia de que la ciudad contaría en breve con un puente más llenó de alegría a los donostiarras. Los periódicos alababan el gesto de la ciudad, y un cronista escribía lo siguiente: "Tiene San Sebastián una institución cuyos beneficios han caído sobre el pobre y el desvalido como rocío sobre las flores, con tanta frecuencia como el agua sobre estas montañas donde es eterno el verdor de las laderas y el candor paradisíaco de sus habitantes, No hay que decir que nos referimos al Monte de Piedad y Caja de Ahorros Municipal. En cada reunión de su junta podría encontrarse motivo para un canto épico; de la importancia de la de ayer celebrada, con consignar sus acuerdos queda hecho el elogio.
Accediendo a la proposición de los individuos que forman su comisión de Hacienda, se acordó por unanimidad anticipar al municipio setecientas mil pesetas para construir el puente de Amara sobre el Urumea.(1). Y la cesión está hecha en condiciones tales, que el cabildo municipal y el pueblo de San Sebastián habrán de conservar memoria eterna de la junta que ayer se celebró".
El gesto de la Caja era que ésta no cobraría interés por el préstamo que tenía un plazo de noventa años de amortización. El acuerdo se había adoptado en la sesión del 26 de agosto de 1903.
El puente tiene cuatro obeliscos monumentales que costaron 120.340 pesetas y que fueron obra del profesor de Bellas Artes don Angel Garcia Diaz, con lo que recuerda algo al puente de Alejandro III de París, tal vez el más bello de los que hay sobre el Sena. En un principio iba a llamarse el Puente de los Fueros, pero fue bautizado con el nombre de Maria Cristina, en homenaje a la Reina Madre, benefactora de la ciudad y fue inaugurado el 20 de enero de 1905.(1)(2)(3)
Poco antes de la inauguración tuvo lugar en el Ayuntamiento la entrega de un premio de cien pesetas a los cinco obreros que más se habían distinguido en las obras del puente, premio creado por el miembro del jurado don Pablo Alzola al renunciar a los honorarios que le correspondían como presidente del jurado. Los premiados fueron Francisco Iglesias, obrero fundidor de Madrid por su trabajo artístico de moldeo de candelabros y farolas; Angel García, también de Madrid, escultor que hizo las figuras alegóricas de la paz y el progreso que coronan los obeliscos; Amadeo Iñurria, de Sevilla, escultor, por sus trabajos decorativos; Bautista Aguirre, de San Sebastián, cantero, por sus trabajos de cantería artística, y Jaime Benas, de San Sebastián, albañil, por sus trabajos de mármol y asiento de figuras decorativas.(1)(2)(3)
A la inauguración asistió el Ayuntamiento en corporación que llegó precedido de la banda de música con su estandarte y lujosos timbales, siguiendo los niños de la academia municipal de música y el Orfeón Donostiarra. El alcalde, don José Elósegui, representaba a la Reina Madre, por lo que la fuerza del Regimiento de Sicilia le rindió honores. Asistieron también el gobernador civil señor García Alix y el militar general Pavía. El arcipreste y párroco del Buen Pastor, don Martín Lorenzo de Urizar Zalduegui, asistido por los reverendos Irizar y Lapeira, bendijo el nuevo puente y acto seguido la banda, el Orfeón y los niños de la Academia ejecutaron el himno del maestro Santesteban con letra del maestro Rododera, escrito para este acto. El alcalde pronunció un discurso.
En la Casa Consistorial tuvo lugar a continuación un lunch al que asistieron trescientos invitados y en el transcurso del cual hablaron los autores del proyecto señores Ribera y Zapata, el presidente del jurado señor Alzola y el alcalde. Aquella noche la ciudad presentaba un brillantísimo aspecto, pues los edificios públicos estaban iluminados y engalanados. Las bandas Iruchulo y La Unión, situadas en el paseo de los Fueros a la entrada de los puentes María Cristina y Santa Catalina, ejecutaron varias piezas. Hubo fuegos artificiales y a continuación el tradicional "cecenzusko".
En el otoño de 1984 se llevaron a cabo diversas obras en el puente, principalmente en los elementos decorativos, con un presupuesto de 130 millones de pesetas.
("Del San Sebastián que fue". Juan María Peña Ibañez)
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