12.-EL CARBONERO BUENO
No hay ninguna otra vacación como la de Navidad. Todo colabora a hacerla inolvidable: esa fiesta íntima de la Nochebuena, el misterio del Belén en el rincón más entrañable de la habitación, y del árbol cuajado de luces; la llegada de los familiares, y esa alegría indescifrable que existe en todos. Y luego las fuentes con los turrones, la proximidad de los Reyes Magos...
Pues bien, en esos días de frío en la calle, de escaparates luminosos, nacimientos en los jardines y abetos en las aceras, precisamente entonces, llega a San Sebastián, en la misma Nochebuena, un gigante de cartón vestido con traje vasco, al que llevan los chicos y las chicas en una silla.
Viene a eso, a festejar también con nosotros el nacimiento de Jesús. Se encuentra solo y busca nuestra compañía. Llega para decirnos que el dulce Jesús ha nacido. Así lo dice una canción tan antigua como Olentzero así se llama- el carbonero comilón, sucio y sonriente.
Veamos en las calles, en la Nochebuena, a este bondadoso leñador que pasa delante nuestro con el corro danzarín de muchachas muchachos que recogen monedas en sábanas extendidas. Y deseemos sólo una cosa desde el fondo del alma: que Olentzero nos encuentre el año que viene, cuando vuelva otra vez a la Ciudad, con la misma felicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario