16.-LOS GASCONES
En 1152 la Guyena pasó del señorío de Francia al de Inglaterra por el matrimonio de Doña Leonor con el Duque de Normandía, futuro Enrique II Plantagenet.
Los gascones, hermanos de raza, honrados y alegres, muy apegados a sus tradiciones, carácter vivo y fiero, laboriosos y tercos, no se conformaron con la autoridad inglesa y mostraron su oposición con repetidas rebeliones.
Cansados al fin de tanto inútil esfuerzo, no se sabe con exactitud el momento en que se les ocurrió la feliz idea de dar comienzo al éxodo, a la huída hacia San Sebastián. Don Sancho el Sabio les autorizó a afincarse en nuestra Villa.
Durante el siglo XII, los gascones se instalaron en los arenales del Urumea. ¡De nuevo nuestro río estrechamente unido a nuestra historia!
Podemos reconstruir la llegada de los extranjeros, normalmente por mar, trayendo consigo todo lo que poseían. Sobre las marismas del Urumea se irían extendiendo las sombras de sus habitaciones, siempre amenazadas por la embestida de las aguas y por el viento.
La situación de aquellos auténticos refugiados, originarios de Pau y de Olorón, de la que habían conocido Bayona en su camino, infundiría pena a los donostiarras, y lentamente se irían introduciendo con sus enseres en la Villa misma.
Aquí encontraron paz, trabajo, acogida cordial y afectuosa. ¿Qué más podían pedir?
El destino histórico tenía reservado a aquellos extranjeros ejercer sobre los naturales un gran influjo, dominarles poco a poco, desarrollar nuestro comercio -tenían grandes aptitudes mercantiles- y vincular espiritualmente a los donostiarras con una manera de ser entonces extraña, hoy profundamente enraizada en nuestro temperamento.
Subsisten todavía entre nosotros apellidos gascones, topónimos muchos detalles pequeños que a cada momento brotan en nuestra existencia de todos los días.
Tuvo, pues, gran importancia la aparición en nuestro horizonte del primer navío gascón con un grupo de hombres, mujeres y niños que huían de una opresión inaguantable.
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