20.-EXPANSION VASCA
Hemos visto cómo se pescaban las ballenas en chalupas cuando los atalayeros las descubrían cerca de la costa.
Más tarde, los donostiarras, con pinazas y barcos veleros, se lanzaban por los mares en persecución de los mamíferos cuando ya se aproximaban menos al litoral.
Y en un alarde de valentía y tesón, propios de la raza, llegaron en tiempos muy antiguos hasta Terranova, donde existen tumbas con laudas sepulcrales, algunas de ellas escritas en vascuence.
El esfuerzo y riesgo que exigían aquellas aventuras eran extraordinarios.
En primer lugar hacían falta barcos. Y los prepararon. Con hornos en cubierta para hacer allí las operaciones que hemos visto ejecutar en los puertos. Llevaban también barricas estibadas en las bodegas, donde, descuartizada la ballena, preparaban el aceite.
Iban provistos de cablotes, velas, jarcias y anclas, cuántas de ellas fabricadas en el Urumea, y de alimentos necesarios para un viaje tan largo: pan, carne, vino y sidra, galletas y habas.
No eran pocos los peligros que amenazaban a los pescadores: temporales, galernas, falta de viento con espantosas quietudes de días y semanas. Fiebres y escorbuto con hinchazón dolorosa y pus en las encías. Y el angustioso bloqueo del navío ballenero por los hielos, entre los que quedaba aprisionado como en una tela de araña.
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