15.-ESTUDIO DEL FUERO
Fuero es ley o código dados para un Municipio durante la Edad Media. Y en otro sentido, cada uno de los privilegios y exenciones que se conceden a una ciudad, villa o clase.
Vamos a estudiar, a grandes rasgos, qué fue el Fuero de San Sebastián, el primero de Guipúzcoa, otorgado por Don Sancho el Sabio de Navarra «para que la villa se poblase».
Para grabar bien en vosotros la idea de la importancia de nuestro Fuero, ya sabéis que cuando nace un niño se le inscribe en el Registro, con sus nombres, el de sus padres, y la fecha y el lugar e incluso la hora de su nacimiento.
Esta primera inscripción es la más importante. Todo girará a su alrededor. La necesitará en las ocasiones más trascendentales. Y se cerrará, en su día, con la del fallecimiento.
En cierto sentido el Fuero de San Sebastián es para nuestra Ciudad lo que la inscripción de nacimiento para las personas: punto de arranque, principio de conocimiento, base de desarrollo.
¿Cómo se originó?
Dado el Fuero hacia el año 1180 y conociéndose muy poco sobre Guipúzcoa en aquella época, se cree que su motivación, su causa, fue el ansia de agrupación de tantos pobladores dispersos. No cabe duda de que por entre tantos valles y montes la población estaba esparcida, alejada, y de que comprendían que la unificación les convenía les daría fuerza. Además, usos como el de Valles y Parientes Mayores, costumbres y albedríos resultaban imperfectos e insuficientes.
Esto supuesto, ¿qué zona abarcaba?
La extensión municipal de San Sebastián alcanzaba, en los tiempos de la concesión del Fuero, Orio, Usúrbil, Aduna, Zubieta, Andoain, Urnieta, Hernani y Astigarraga, Alza y Rentería, Pasajes, Urdaburu, Landarbaso, Oyarzun, Lezo, Irún y Fuenterrabía. ¡Extensión enorme! Seis veces mayor que la actual, una quinta parte de la totalidad de Guipúzcoa.
Poco a poco, tanta tierra fue disgregándose y formando Municipios independientes. Tan sólo siguen siendo donostiarras Urdaburu, Alza, Astigarraga, Landarbaso -muy conocida en vuestras excursiones escolares- y la inmortal Zubieta, a la que encontramos más adelante.
Otorgado exclusivamente para nuestra Villa, al anexionarse Guipúzcoa en 1200 al Reino de Castilla, Alfonso VIII lo otorgó a otros municipios fundados a su alrededor. En esto radica su importancia, en su gran influencia. Fuenterrabía, Guetaria, Motrico, Zarauz, Zumaya, Oyarzun, Rentería, Orio y Usúrbil tuvieron Fueros muy inspirados en el de San Sebastián. E incluso traspasó los límites guipuzcoanos, y en el de San Vicente de la Barquera, en Santander, se hallan claras huellas de su influencia.
Además, el Fuero va a iniciar una nueva organización en las relaciones humanas. Durante la Edad Media había subsistido en la Provincia un régimen de Valles y Parientes Mayores, especie de agrupamiento de derechos y obligaciones de carácter familiar, normas no escritas, basadas en costumbres y usos muy viejos, poco rígidos y elementales. Con el crecimiento de las villas y la complicación de la convivencia social, se hizo imprescindible la redacción de unas leyes más amplias. Así, por estas necesidades, los ordenamientos fueron apareciendo poco a poco.
El Fuero supone entrar en una nueva etapa, la municipal, que concluirá al hermanarse los municipios en la segunda mitad del siglo XIV, naciendo entonces la Guipúzcoa Foral, que dura hasta la mitad aproximadamente del siglo XX.
¿Cómo estaba redactado el Fuero?
En latín, como lo eran los documentos más importantes de aquella época. Pero en un latín muy complicado e imperfecto, plagado de barbarismos y de difícil traducción.
¿Cómo ha llegado hasta nosotros?
Naturalmente que el original se perdió, aquel original sellado con el signo del Rey. Se ha transmitido por medio de dos copias. En estas copias siempre existe el peligro del error, bien por mala intención -deformando a sabiendas el texto original- o por descuido. Sin embargo, en el caso concreto de nuestro Fuero, los autores que han estudiado esta cuestión se inclinan por conceder a las copias una fidelidad grande para con el original. Dan, pues, suficientes garantías para creerlas dignas de crédito.
¿Fue original nuestro Fuero?
Sólo en las cuestiones marinas o marineras que él regula. En este aspecto influirá en otros Fueros posteriores. Pero en su núcleo general está muy inspirado en los de Jaca y Estella.
Y, finalmente, ¿a quiénes se dirigía el Fuero?
Claro que a San Sebastián. Pero dentro de ella, ¿qué hombres vivían? Más allá de las murallas, los caseros, entregados día a día a ese duro trabajo del cultivo de la tierra, los «baseritarrak». De las murallas para adentro, los llamados «kaletarrak», comerciantes en su mayoría gascones, es decir, vascofranceses, a los que el Fuero protegía. Gente pacífica, alegre y laboriosa, que, sin pensarlo ni proponérselo, estaba destinada a marcar huella profunda en nuestro carácter. A su lado los «<jauntxoak», señores propietarios de tierras y casas-fuertes, que mantuvieron normalmente relaciones cordiales con los otros dos elementos de población, si bien eran pendencieros. Y los «arrantzaleak»>.
El Fuero de San Sebastián tuvo, por esto, una gran virtud: supo armonizar las relaciones entre caseros, comerciantes y propietarios, y también con los pescadores, los que bien podían verse en ocasiones enfrentados por intereses, lengua y caracteres distintos. Porque el casero, pacífico, de mentalidad poco dada, entonces, a innovaciones, podía chocar con el gascón inquieto, ambicioso, comerciante ansioso de novedad, o con el arrantzale, pescador generoso. Y unos y otros con el señor de mentalidad dominadora.
El futuro se habría de inclinar por los gascones. La protección decidida del Fuero a las cosas del mar y al comercio marítimo modo de vida particularmente gascón- les dio una baza muy importante para su desarrollo y prepotencia. Su influencia y su prestigio serían por otra parte cada vez mayores.
Pero, ¿cómo llegaron aquí los gascones?
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