lunes, 17 de junio de 2019

San Sebastián, puerta del Mediterraneo

Tal pudiera titularse un proyecto de canalización que estuvo muy en boga y fue muy discutido en el primer tercio del sigo pasado (s.XIX) y que, de haberse llevado a cabo, hubiera hecho de nuestra ciudad el lazo de unión marítima de la Europa mediterránea con la del norte.
El arquitecto de San Sebastián don José Ignacio de Zunzunegui publicó en 1807 una memoria, dando la descripción de un nuevo trozo del camino real de Francia para Madrid que intentaba construir por la cordillera de San Adrián, en consecuencia de las reales órdenes de 24 de Mayo de 1803 y 7 de Abril de 1804, adoptando en parte la ruta que antiguamente seguían las reales postas, carruajes y demás caminantes por las villas de Segura y Cegama , en la provincia de Guipúzcoa, y varios pueblos de la de Álava. Añadía el señor Zunzunegui a su memoria un proyecto de comunicación de los dos mares, el Océano y el Mediterráneo, por las inmediaciones del mismo camino.
Esta segunda parte de la publicación no era más que un resumen de los estudios efectuados en años anteriores en la alta Guipúzcoa por el ingeniero don Carlos Lemaur y fechados por él en Segura el 4 de Octubre de 1805. Este señor, que era hijo del sabio brigadier que estudió las obras de canalización del Guadarrama, recorrió durante una larga temporada la divisoria del Aralar para ver si era factible la unión de alguno de los cauces de los ríos que van al Ebro con alguno de los que vierten sus aguas al Océano. Al fin halló en las proximidades del túnel de San Adrián el arroyo Otzaurte, en cuya hondonada, entre los altos de Atsu y Añabaso, está el origen de las vertientes del Oria por un lado y la del Urdaluz por otro, que envían respectivamente sus aguas al Atlántico y al Mediterráneo. Dicen que hay allí un árbol que despide la mitad del agua que cae en sus hojas al Oria y la otra al Ebro.
"En este punto de Otzaurte -dice la memoria- que está de 300 a 400 pies más bajo que el de Aldaola, por el cual se hacen verter al Oria las aguas del Iturbeguieta, se podrán tomar también las de este mismo río a una altura conveniente y de modo que, conducidas por el valle en una acequia, lleguen al mismo punto de Otzaurte, desde el cual se podría ejecutar un canal cuyas aguas bajasen de uno y otro lado hacia esta parte por el valle del Oria y por la otra por el Urdaluz".
Este canal podría seguir por este último, pasando en la inmediación de Alsasua, continuaría por el valle del Ebro para incorporarse con el actual canal o acequia Imperial hasta Tortosa. Por la otra parte, bajaría desde Otzaurte por el valle del río Oria hasta la proximidad de Andoain , a cuya altura vendrían las aguas del Leizaur. Seguiría después o bien por el valle de este último hasta cierto punto para finalizar en el puerto de Pasajes, o bien desde cierta altura podría separarse de aquel para dirigirlo por el del Antiguo terminando en la bahía de San Sebastián.
Olvidado este proyecto durante la francesada, volvió a resurgir al ponerlo sobre el tapete don Luis de Astigarraga y Ugarte, publicando en Bilbao en 1821 un folleto tratando del asunto.Esta vez se adoptaba definitivamente el puerto donostiarra como boca oceánica del canal. Enterado de estoa planes el famoso matemático don José Mariano Vallejo, visitó nuestra provincia en 1829, acompañado de varias personas, y quedando plenamente convencido de la posibilidad de llevar a la práctica el proyecto, concibiendo la idea de formar una Compañía para hacerlo. Llegóse a levantar actas ante justicias y escribanos sobre minas que en el itinerario se encontraran; pero nada más. Poco tiempo después el asunto quedaba obstaculizado para siempre. T. de I.
(LA VOZ DE GUIPUZCOA. 18 DE JUNIO DE 1926)

jueves, 6 de junio de 2019

El viejo problema de la vivienda y sus alquileres


VIDA SOCIAL

LOS PROPIETARIOS Y LOS INQUILINOS: AYER LO MISMO QUE HOY

Todo el mundo cree que el problema del inquilinato es un problema de actualidad. La luchas entre caseros e inquilinos son tan viejas como las casas.
Un profesor italiano acaba de publicar unas notas muy interesantes sobre el precio de las viviendas en la antigua Roma, y sobre las diferencias que, ya en esta época, existían entre propietarios e inquilinos.
Ciento cincuenta años antes de Jesucristo, un senador presentó una reclamación porque su propietario le amenazaba con hacerle pagar seis mil sextercios por una villa alquilada hasta entonces en tres mil.
En cuanto a Crassias, cuya riqueza es proverbial, adquirió su fortuna haciendo construir casas que alquilaba por años.
Tuvo que verse con la justicia por haber pretendido que le pagaran 15.000 sextercios por una elegante “garconniere” situada en el Palatino. Ante estos abusos, César promulgó una Ley, según la cual los propietarios no podían exigir más que 2.000 sextercios por el alquiler de las villas de Roma y 500 sextercios en el resto del Imperio.
Por lo que se ve el problema de las viviendas no es tan nuevo como parece.

(EL PAIS VASCO. 7 de Junio de 1923)