jueves, 6 de septiembre de 2012

TOROS EN SAN SEBASTIÁN


WENCESLAO Fernández F1órez, que veraneaba en San Sebastián, solía acudir a las corridas de toros y no faltaban después sus críticas, agudas y llenas de humor, sobre lo que había visto en el Chofre. Hace ochenta años escribía un día de agosto y decía que las corridas tenían un carácter especial en San Sebastián. «En Madrid se celebran corridas para que gocen los aficionados; en Sevilla para que las comenten los que no van; en la distinguida y bella Easo, las corridas se han organizado siempre para los franceses, y esto las ha dotado de singularidades con las que es preciso transigir.
Claro está que ahora con la guerra (la guerra europea) no hay franceses en San Sebastián, pero el señor Ucelayeta, como hombre amante de las tradiciones, ha querido que esa fiesta conservase todos los usos primitivos. Por ejemplo, el toro verdadero, el toro bravo que suele lidiarse en las demás plazas de España, no le sirve para nada al señor Ucelayeta, El toro bravo puede matar a los caballos, puede voltear a los toreros, acaso saltar la barrera.... Comete, en fin, una porción de atrocidades de mal gusto que podrian herir la natural delicadeza de un francés, no habituado a esta clase de espectáculos, Estos toros, pues, tienen que ser distintos.Los de ayer habían sido meticulosamente elegidos por la empresa entre todas las ganaderías de España y eran los más pequeños que se pudieron encontrar. En verdad no eran ocho toros, sino ocho mitades de toro. Además habían sido sometidos a un régimen de ayuno especial que les hacía caerse cada cinco minutos, VÍctimas de la anemia.
Pero aún así, no es esto lo que se busca. El ideal de la empresa es llegar a tener toros de patas cortas, como cierta raza de perros, amaestrados de tal manera que toquen la guitarra y vayan a tenderse a morir delante de la localidad donde está la mujer más guapa. Esto seria muy español. Intefin no alcanza este resultado, la empresa estudia medios de suplido. Para el año que viene es probable que se decida. a prescindir de toda clase de toros y los sustituya por empleados adictos que corran ocultos bajo un manto negro, con una cabeza de buey, mugiendo roncamente y clamando al recibir la estocada: 'iViva España y la Francia...! (...)'.
La empresa se propone sustituir los intestinos de los caballos por serpentinas de distintos colores e introducir otras modificaciones que atraerán a los extranjeros abundantemente,:.
Corría el año 1917 cuando se publicó esta crónica del señor Femández Flórez.

LAS REUNIONES DE ZUBIETA

Había pasado el triste y trágico 31 de agosto de 1813, todavía humeaban algunas ruinas, la vecindad, en su inmensa mayoria, había abandonado la ciudad y se había acogido en caseríos y pueblos próximos. Ya no quedaba nada de lo que fue San Sebastián, todo había sido pasto de las llamas. 
El cronistaFrancisco López Alénescribió bastantes años después: «Llegó el 8 de septiembre y algunos vecinos donostiarras consiguieron congregarse en la Comunidad de Zubieta, en la casa solar Aizpurua, y en medio de la mayor angustia, medio desnudos, hubo todavía bastante serenidad, pues de entre los reunidos surgió una voz, aún vigorosa, que en estos términos sacudió el desfallecimiento: ¡ Señores, si la Patria necesita más sacrificios estamos dispuestos a más; nada importa que nuestras casas y nuestras haciendas se hayan perdido y que nuestros solares hayan quedado convertidos en montones de escombros; si precisos fueran otros sacrificios, aquí están todavía nuestras vidas dispuestas siempre a darlas por la patria».
Aquellas palabras levantaron los ánimos de todos los presentes y comenzaron las Juntas que, como escribió el historiadorModesto Lafuente, son «de inmortal memoria». El acta de la primera reunión de Zubieta comienza así: «Después de tomada, saqueada e incendiada la ciudad y estando ardiendo sus edificios... y después de un gran rato de tristeza y profundo silencio, interrumpido por los sollozos y lágrimas excitadas al verse reunidos los señores concurrentes, pálidos, macilentos, traspasados de dolor y desarropados los más, hablaron alternativamente los dos alcaldes, aplaudiendo el celo patriótico que manifestaban todos los señores con haberse reunido aquí, abandonando sus familias y olvidando sus particulares desgracias, a tratar del partido que había de tomarse en estas tristes circunstancias a favor de todo el vecindario». 
Uno de los primeros acuerdos fue el de reconstruir la población: «Erijamos un Ayuntamiento que reúna la voz, representación y derechos de todos los vecinos, y lleve el nombre de Ciudad San Sebastián, para que suene su existencia política, ya que ha desaparecido la física por su quema total». 
Al cabo de los años se realizó lo que en las Juntas de Zubieta se inició el 8 de septiembre de 1813, y como escribió López Alén los donostiarras «con serenidad pasmosa, limpiaron de escombros el suelo, removieron la tierra trazaron calles, levantaron casas, etcétera, dando así, con fe y energía, principio glo- rioso a la nueva era de la ciudad de San Sebastián».

KOXKAS - R.M. - DV - 08 SEPTIEMBRE 2001  

LA SOCAMUTURRA

Una de las fiestas más populares que había en el San Sebastián de hace un siglo era la socamuturra, que no podía faltar el 20 de enero, en la Candelaria, los Carnavales .... Había comparsas, tamborradas, iñudes, caldereros.. y junto a estas manifestaciones de la popular alegría y del jolgorio más o menos desenfrenado, la socamuturra.
La gente acudía por las calle San Jerónimo, Narrica, Puerto a la Plaza de la Constitución. Un celador abría al final de la calle de Iñigo la cuadra donde se encontraban las reses destinadas al matadero y unas horas antes un empleado municipal dejaba al descubierto el anillo que se hallaba enterrado en el centro de la plaza. Todo estaba a punto para comenzar la fiesta que como nadie cantó el popular Marcelino Soroa y hasta llegó a cantar Vilinch. El buey atado a una cuerda que controlaba un carnicero, llegaba dando carreras a distro y siniestro, los muquizus corrían, algunos caían al suelo, sobre los cuerpos de otros pasaba el buey, el jolgorio y los sustos eran generales.
Un cronista de la época describió en pocas líneas aquel juego, infantil, espectacular y a la vez peligroso: "La lidia en el cuadrilátero,, lleno de gente, se reduce a que el animal dé vueltas y más vueltas buscando la salida; enredándose con la cuerda y molesto con tanta hostilidad concluye por sacudir cornadas. Se ocasionan algunos tumultos y se forma una resaca humana en los arcos de la plaza, en los que cuando entra el buey el chillido de las mujeres es espantoso. De aquellos atropellos fue víctima el ex-ministro Fermín Calbetón que una tarde salió con toda la ropa destrozada.
El carnicero, fijo en la argolla del centro, procura que la maroma esté tirante y a fin de evitar caídas grita de vez en cuando, moviendo la cuerda: "teine"...."teine" para que se percate la gente y salte.
Al ser conducido el animal a la "baca" (cuadra de donde salió), la multitud se desmanda por las calles adyacentes a esperar su tránsito cobijada en las esquinas, y si el buey se distrae por otra, a lo que se llamaba hacer carrera, el público corre y se guarnece en los portales".
A ver el espectáculo acudía medio San Sebastián y no faltaban las mujeres, "desde la princesa altiva a la que pesca en ruin barca", que seguían la fiesta desde los balcones. Los koskeros, los joshemaritarras, los choriburus, los kaskariñas, después de asistir a la fiesta iban a la sidrería de la Bárbara en la calle del Angel o la de Kupeleta en la de Pescadería, a comentar, a comparar con otras socamuturras y a refrescar el gaznate reseco tras las corridas.
Saturday, 06-May-2006
KOXKAS - R.M. - DV - XX ENERO 1994

EL RINCONCITO DE ARANA


En el Boulevard, esquina a la calle Elcano, tenía su tienda José Arana el empresario al que tanto debe San Sebastián de finales de siglo. Alli vendía los billetes para las corridas de la plaza de toros, entonces la de Atocha, y vendía ultramarinos y tenía una casa de banca. En los escaparates había bastantes peluconas de Carlos III.
Allí se reunía una tertulia todos los días, de 12 a 1 de la tarde en verano y de 6 a 7 de la tarde en invierno. Allí acudían los archidonostiarras, igual que en París los archiparisienses se reunían en la librería de Lewy y en Madrid los archimadrileños en la librería de Fe. El sitio era pequeño y allí estaba Arana de pie, y los amigos como podían. Alguién lo calificó de periódico hablado."Se ha muerto Fulano", "ha llegado Mengano", "que viene Guerrita". Allí se hablaba de todo. "En invierno las discusiones son a veces literarias, escribió Eusebio Blasco. También andamos acá escasos de eso. Hay buenos cuadros, buenas alubias, buen empedrado, buenos celadores, excelentes serenos, buenas mozas, buenos presbíteros y sus diez o doce mil chiquillos que cantan a todas horas. Pero de literatura andamos un poco apurados, porque la juventud requiere comer bien y beber buen vino. Hay sólo un grupo de escritores de la tierra que honran mucho a este país. Gracias a ellos viven aquí las letras". Y citaba a algunos, que iban de Serafín Baroja a Marcelino Soroa , "que hacen muy lindos versos, excelentes estudios de costumbres públicas, revistas locales muy populares".
En invierno entre el Palacio de Bellas Artes y el rinconcito de Arana se podía hablar de algo. En verano, cuando se organizaban corridas de toros, por allí pasaban todos los habitantes de la ciudad, todos los forasteros, y todos los franceses. Los niños acudían a pedir prospectos con cromos y los mayores a por entradas.
Desde el rinconcito de Arana se veía pasar "títulos con alpargatas, modistas sin sombrero, criadas sin zapatos, periodistas sin periódico, porque allí llamamos periodistas a los que venden los papeles públicos".
Dentro de la tienda se discutía de todo. "Arana se pasea, es decir, da dos pasos adelante y dos pasos atrás, porque no hay más sitio, y el público entra y compra y cambia y deja dinero. Y afuera, por el lado del Boulevard, hay siempre tres o cuatro personas contemplando las onzas del escaparate. Los que miran las peluconas son personas que no han podido poseerlas nunca. Pero nadie detesta al que allí las tiene porque sabe que las ha hecho trabajando".
En invierno entre el Palacio de Bellas Artes y el rinconcito de Arana se podía hablar de algo. En verano, cuando se organizaban corridas de toros, por allí pasaban todos los habitantes de la ciudad, todos los forasteros, y todos los franceses. Los niños acudían a pedir prospectos con cromos y los mayores a por entradas.Desde el rinconcito de Arana se veía pasar "títulos con alpargatas, modistas sin sombrero, criadas sin zapatos, periodistas sin periódico, porque allí llamamos periodistas a los que venden los papeles públicos".Dentro de la tienda se discutía de todo. "Arana se pasea, es decir, da dos pasos adelante y dos pasos atrás, porque no hay más sitio, y el público entra y compra y cambia y deja dinero. Y afuera, por el lado del Boulevard, hay siempre tres o cuatro personas contemplando las onzas del escaparate. Los que miran las peluconas son personas que no han podido poseerlas nunca. Pero nadie detesta al que allí las tiene porque sabe que las ha hecho trabajando".

DE TOROS Y OTRAS COSAS


Un cierto aire machista existía antaño que se puso de manifiesto en la sesión de nuestro Ayuntamiento del 29 de diciembre de 1613. Acordaron nuestros munícipes escribir a don Alonso de Idiacaiz, virrey de Navarra felicitándole las Pascuas y la salida y entrada de año. Se planteó la cuestión de felicitar también por carta particular a su esposa la duquesa, pero un regidor, Francisco de Hoiosaedo, dijo que no había costumbre en la villa de escribir cartas a las mujeres, pues con escribir a los maridos se cumplía con la cortesía debida, «sin poner nuevo estilo ni sumisión». Y la señora duquesa se quedó sin recibir la felicitación de nuestros munícipes.
Para vigilar la salud de los donostiarras, el Ayuntamiento ajustó con el médico Larralde sus servicios el 7 de octubre de 1613 en cien ducados al año. El 13 de diciembre de 1618 se ajusta por cuatro años con tres médicos, un doctor y dos licenciados, pagando cien ducados al primero y 150 a cada uno de los licenciados. En cuanto a boticarios, acordo el Ayuntamiento el 6 de diciembre de 1651 que., sólo hubiese cuatro en la villa, y a la muerte de uno entrara otro, examinado y aprobado, .presentando sus títulos al Regimiento, .dando preferencia al natural de la villa.
La fiesta de tos toros ocupaba tiempo a nuestros. regidores y en el trabajo que llevó a cabo don Serapio Múgica sobre las disposiciones de nuestros Ayuntamientos en los siglos XVI y XVII hay abundantes pruebas de ello. El 3 de agosto de 1587 acordaron nuestros regidores pagar 342 reales por las barreras puestas para los toros del día de Santiago. El 24 de junio de 1621 se encomienda al jurado Francisco de Lasarte disponga que se traigan para las fiestas de Santiago y San Roque doce toros para cada tarde y alguna colación. EI 21 de junio de 1651 se acuerda traer ocho toros de la Ribera para correr con motivo del feliz parto que se espera de la Reina. Unos días después, el 1 de julio, se dice que se traigan ocho, toros bravos de la Ribera de Navarra para las fiestas de Santiago y San Roque, y el 3 se acuerda se traigan más toros de esa provincia porque serán pocos los ochos navarros y el día 6 se envían a Pamplona 3.500 reales de plata para pago de los ocho toros, aprobándose ajustar ciertas invenciones de fuegos de pólvora pará las dichas fiestas en 110 ducados de plata». El 19 de agosto se decide vender en publica subasta los toros navarros sobrantes «porque hacen mucho daño en las heredades de la jurisdicción».
En 1581 las ocho cargas de leña se vendían a doce reales. La medida del largo de la leña era de tres codos y medio, y se puso por orden del Ayunyamiento en la pared de la iglesia de Santa Catalina un modelo de fresno para que en casos de duda pudiera el público confrontar la largura de la leña que compraba. Si no alcanzaba dicha medida, sería decomisada. Más tarde se dispuso que la carga de leña verde habría de tener dieciséis arrobas y la seca catorce arrobas. Así nuestro Ayuntamiento defendía los intereses de1 vecindario y luchaba contra el agio y el fraude.

DE TOROS Y COMIDAS


José Arana era un hombre inteligente, activo, emprendedor. Sabía hacer de los espectáculos que organizaba una propaganda indirecta - además de la directa - que tal vez fuese más eficaz que ninguna otra. De las corridas de toros que daba en la plaza de Atocha hacía propaganda en la zona sur de Francia, pues la afición era grande en la vecina nación. En el "Boletín de Loterías y Toros»que en 1883 se editaba, leemos en el número del mes de junio:
«El activo empresario de la plaza de toros de San Sebastián, señor Arana, tiene casi ultimados los ajustes y preparativos para las cinco corridas que este año en agosto se celebrarán en aquel circo taurino. Están contratados «Lagartijo» y «Frascuelo» para torear en cuatro de las cinco funciones. En la última se lidiarán ocho toros y habrá cuatro matadores, tomando parte en la fiesta caballeros en plaza y pegadores portugueses, la cuadrilla de indios que tantas suertes hace y varios franceses de las Landas que saltarán y harán quiebro a los toros.

Los trajes de los pajes y demás acompañamiento de los caballeros en plaza. los hace con todo lujo el señor París, pues la empresa no quiere economizar gasto a.fin de que la corrida en cuestión forme época en los anales taurinos de Guipúzcoa. Los carteles encomendados a Salvi serán tan lujosos y elegantes como los de años anteriores, las banderillas serán de flores chinescas y demás adornos y la plaza estará adornada con el buen gusto que sabe imprimir a todas sus obras el señor Arana. Los desvelos y sacrificios de la empresa no dudamos en asegurar que serán recompensados largamente por el público».
Esta es una de las noticias de aquellos últimos días de la primavera de 1883 y junto a ella conocemos otras. Como si fuese una información más, el periódico «Diario de San Sebastián» publicaba el 19 de junio este suelto. «Este balneario de San Sebastián es terrible: comer y comer y siempre dispuesto a echar algo entre pecho y espalda.
Corolario: pues nada, señora o caballero, cualquiera que seáis, cualquier idioma en que os expreséis, no hay que apurarse. Además de que todos 'los días se abren nuevas fondas, a pesar de las que siempre han hecho las delicias de los gastronomos,llamense Ezcurra, Londres, Inglés, Berdejo y Andamais, hay, así "sotto voce", diremos al oído, que acaba de abrir su salón comedor, con magnífico jefe de cocina y dispuesto a dar satisfacción cumplida a los bañistas, el ya acreditado Restaurant des Etrangers. Sirva a usted de gobierno y aquí paz y después gloria».