viernes, 26 de octubre de 2018

La isla de Santa Clara


¿Cuándo a la isla que cierra la bahía de la Concha la bautizaron con el nombre de Clara de Asís, la hija de los condes de Sasso Rosso que supo "trocar los placeres del siglo por el duelo de los sufrimientos del Señor"? Muy joven entró la futura Santa Clara en un convento de benedictinas y sus "trenzas doradas cayeron al suelo y un negro velo cubrió su cabeza. En vez de los vestidos de seda que aquel día habían sido la envidia de sus compañeras, recibió una grosera túnica de lana; en vez del ceñidor adornado de pedrería, una áspera cuerda de nudos; en vez de los zapatos bordados, unas sandalias de madera", según escribió uno de sus biógrafos, Fray Justo Pérez de Urbel. Clara Scifi se había convertido en Sor Clara. Murió en el año 1253, siendo canonizada dos años después por Alejandro IV. Aquí hay testimonios de que en 1489 ya se llamaba Santa Clara al terruño anclado en el mar, cerrando la bahía entre Urgull e Igueldo.

Sobre esta isla se ha escrito mucho. Uno de los que se ocupó de ella fue aquel inglés desconocido que en 1700 publicó un librito sobre San Sebastián y que dos siglos largos después, en 1943, lo descubrió en una librería de Londres Manuel Conde López, propietario de la Librería Internacional de San Sebastián, que lo tradujo y le agregó unas notas, editándolo con dibujos de Carlos Ribera y aguafuertes de Andrés Lambert. En el libro, el desconocido autor, habla del castillo, del modo de vivir en la ciudad, de las casas, de los pescadores, de los trajes que entonces se usaban, de las mujeres y los curas, de las costumbres y las diversiones.... y,¡cómo no! de la isla. De esta escribe :

"A la entrada de la bahía existe un monte que se llama Santa Clara, en donde hace tres meses vivía un ermitaño de la orden de San Francisco. El hombre pedía limosna para vivir y solía contar muchas historias y leyendas. También ayudaba a llenar los barriles de vino, pero el pobre viejo estaba todos los días borracho como una cuba. Según dijeron, lo despacharon de su celda por esa causa; aunque se cree que fue más bien por meter al que tienen ahora.

Se trata de un caballero del Reino de Castilla, de gran posición, a quien por alguna causa le confiscaron sus bienes, confinándole en la isla como ermitaño.

Ha de mendigar su pan durante catorce años, al cabo de los cuales le devolverán su fortuna. Durante ese tiempo la Iglesia y los curas usufructúan las rentas del caballero. Todos los herejes que mueren los entierran allí. Cuando sacan los cadáveres de la ciudad para ser llevados por mar hasta la isla, donde son sepultados, una chusma de hombres y mujeres siguen detrás insultando al muerto y gritando : ¡"Ese va al Infierno!".

El producto de la tierra de la Isla es para el ermitaño, y lo vende según le conviene".

En el manuscrito de la Colección Vargas Ponce que se conserva en el Archivo de la Real Academia de la Historia hay una curiosa descripción de San Sebastián hecha por el presbítero Joaquín Ordoñez en 1761. Este sacerdote, nacido en Mansilla y muerto en nuestra ciudad en 1769, fue enterrado en la parroquia de San Vicente y en la publicación de los contenido en la colección citada hay referencia a la isla de Santa Clara. Escribe el citado presbítero :

"Hay una isla, a poca distancia del castillo, que se llama Santa Clara donde está en lo más alto una ermita bajo la advocación de dicha Santa, con un ermitaño; es toda esta isla del monasterio de San Bartolomé; en ella se dice misa cantada de orden y a expensas de dicho monasterio; aquel día hay otras muchas misas, y entre año su estipendio sueleser por lo menos un peso fuerte, desayuno y barco pagado. Todo el día de Santa Clara hay tamboril y bailes y todo lo registran las señoras (monjas) de San Bartolomé, las del Antiguo y las de Santa Teresa. Es más reducida esta isla y más baja que el Castillo y entre la isla y Castillo, aunque sólo hay como un tiro de fusil, pasan navíos por grandes que sean para entrar en el muelle, porque es un canal muy profundo".

A esta entrada de los barcos en la bahía aludía también el inglés que en 1700 escribió el librito al que me refería al comienzo de este escrito. Y decía: "En medio de la bahía de San Sebastián existe una roca debajo del agua, y por eso es difícil la entrada en la misma, a no ser con viento favorable.

Para indicar el buen camino los mismos prácticos se meten a bordo por fuerza. Esto sería bastante recomendable si no tuviesen el propósito de engañarle a uno, cobrándole lo que les da la gana, que no tiene más remedio usted que pagar, porque si se queja no es amparado por la Justicia.

El cónsul y los comerciantes extranjeros residentes en San Sebastián han tratado de persuadirles con muy buenas razones para llegar a un arreglo, pero hasta ahora todo ha sido inútil, porque cada marino se considera tan importante como el propio señor alcalde. De modo que un hombre debe doblegarse bajo los ultrajes y opresiones, y abstenerse de protestar".

En la "Historia civil-diplomático-eclesiástica anciana y moderna de la ciudad de San Sebastián", escrita por el presbítero Joaquín Antonio Camino y Orella, y que abarca desde los remotos orígenes de nuestra ciudad hasta los comienzos del siglo XIX, también hay referencia a la isla de Santa Clara. Escribe el Historiador:

"Es tradición del monasterio (de San Bartolomé), que por no haber clausura iba la comunidad en otro tiempo a la isla y ermita de Santa Clara a cantar vísperas el día de la santa, cuyos vestigios todavía se observan, pues en dicho día envían las monjas a la ermita sacerdotes y dependientes con misa, repicando las campanas de San Bartolomé desde que sale del melle la lancha, en que van embarcados, hasta llegar a la isla. La ermita es propia de las religiosas, y no está averiguado por dónde, si por dote de alguna monja u otro título. Han tenido pleito en varios tiempos con la ciudad sobre dicha ermita en los tribunales de Pamplona, Burgos y Nunciatura, y siempre se las ha mantenido en la posesión ordinaria, como se vio a principios del siglo pasado, bien que la isla es de la ciudad. No falta quien haya dicho haber sido la primitiva fundación de San Bartolomé en la isla de Santa Clara; pero es inverosímil si se mira a la inclemencia y corto espacio del paraje que no es capaz de semejante establecimiento y sólo sí de una reducida basílica".

Según cuenta la tradición, en el invierno de 1220 San Francisco de Asís, peregrino jacobeo, venía de Burgos acompañado de un mendigo que se le unió. En San Sebastián se hospedó en un mesón que había en el Antiguo. Visitó la isla y en un día de frío y mal vestido como iba se acatarró degenerando aquello en pulmonía. Cuenta Luis Murugarren, que la hospitalera le había advertido: "Para este clima tiene vuesa merced muy poco fundamento en el vestir". , pues iba de saco, descalzo y sin cubrirse la cabeza. El santo de Asís predicó en la iglesia del Antiguo, teniendo que quedarse en San Sebastián hasta que se curó de la pulmonía.

Desapareció la ermita, de la que no hay noticia posterior a 1802. Lo que si se sabe es que en el siglo XVI fue artillada para defender la bahía y que en la guerra de la Independencia fue ocupada la isla el 26 de agosto de 1813 por las tropas anglo-portuguesas, las que cinco días después asaltaron la ciuda y la destruyeron. Pasada aquella contienda y también la primera guerra carlista, se montó en la isla un criadero de conejos, encargándose de su cuidado a José Vicente Arruaberrena, un personaje pintoresco conocido por el nombre de Robinson, por haber vivido durante años en la playa, en las proximidades del llamado Pico del Loro, como el Crusoe, de la novela famosa. Donde estuvo la ermita había una casucha que algunos optimistas llamaban "casa de descanso de los cazadores".

El 15 de septiembre de 1864 comenzó a funcionar un faro y el farero no dispuso de teléfono hasta el 4 de abril de 1966.

("Del San Sebastián que fue". JUAN MARÍA PEÑA IBAÑEZ)

miércoles, 17 de octubre de 2018

SAN SEBASTIÁN Y SU BANDERA

No es la primera vez que el Ayuntamiento de San Sebastián se ha preocupado de poner al día la razón de ser de los símbolos, emblemas, títulos y atributos propios de su pueblo, y tal vez no sea esta la última.
Ya en 1950, con motivo de la Celebración del 8º. Centenario del Fuero de Repoblación, los señores tenientes de Alcalde , don José Joaquín Castañeda y don Martín Augustí , elevaron a examen y consideración del Ayuntamiento un informe sobre el sello, el escudo y la bandera de nuestra ciudad.
Sin entrar en consideraciones en lo que respecta al Sello, Escudo e Himno de la Ciudad, en sus conclusiones respecto a la Bandera nos dejaban claro que, a consecuencia del saqueo e incendio de la Ciudad el 31 de Agosto de 1813, la Bandera de la Ciudad, o bien se convirtió en botín, o lo que es más probable, se convirtió en cenizas como tantas otras cosas de la Ciudad, incluido su Archivo Municipal.
Las exigencias, harto apremiantes, de aquellos difíciles años de la reconstucción, la hicieron perderse en la memoria u oscurecerse y quedar relegada a segundo plano, siendo suplantada, a falta de otra cosa, por la bandera-matrícula de sus embarcaciones.
La bandera-matrícula, por la Ordenanza de Matrículas de 1802, correspondiente a la Capitanía del puerto de San Sebastián es blanca con un dado azul en el ángulo superior, por el lado del mástil, y ha sido conocida y usada como bandera de San Sebastián por antonomasia durante todo el siglo pasado y lo que llevamos del presente, que es casi todo él.
Sin embargo, la bandera de San Sebastián, esto es, la privativa de su Ayuntamiento, la que llevaba el Concejo al frente de sus actos oficiales, y al frente de sus tropas, las milicias donostiarras, antes del incendio de 1813, es una Bandera blanca, cruzada por una cruz roja en aspa (Cruz de Borgoña o aspa de San Andrés) y el ESCUDO DE LA CIUDAD en medio.
Esto se sabe a ciencia cierta por el testimonio ocular de dos escribanos Reales, don Juan Fermin de Echarri y don Antonio Angel Bentura de Arizmendi, que en el transcurrir del año 1785 levantaron acta ocular de lo que vieron en la Iglesia de Santa María, y que a tal efecto fueron expresamente nombrados en el Proceso de San Sebastián: Primicia de la Ciudad contra don Miguel Antonio de Remón, Vicario de Santa María, que consta en documento manuscrito de 413 folios, por ambos lados, en el Archivo Diocesano de Pamplona, con la referencia : Sentenciados, Navarro c/2359-n.º 1, documento que en uno de sus folios, y dentro de una amplia descripción de hechos y situaciones, dan fe de : "QUE LAS PRECIPITADAS DOS BANDERAS SON DE TAFETAN BLANCO, CON SU CRUZ, PINTADA ARTIFICIALMENTE, DE COLOR ENCARNADO, Y TIENEN CADA UNA, EN SUS DOS CARAS, EN CAMPO AZUL, EL ESCUDO DE ARMAS, DE QUE USA ESTA NOBLE CIUDAD, COMPUESTO DE UN NAVÍO, NAVEGANDO VIENTO EN POPA, SEGÚN SU FIGURADA REPRESENTACIÓN, CON DOS S.S. (SIGNIFICATIVAS, A NUESTRO LEAL MODO DE ENTENDER, Y UNIVERSAL DISCERNIMIENTO POPULAR : SAN SEBASTIAN).
EN LA VELA DE LA GAVIA MAYOR  Y EN SUS RESPECTIVAS CIRCUNVALACIONES, LAS INSCRIPCIONES O LETREROS, FORMADOS CON PINTURA Y LETRAS MAYORES DE MOLDE, A MANERA DE LAS DE LA IMPRENTA, QUE DICEN ASÍ: "NOBLEZA Y LEALTAD GANADAS POR FIDELIDAD, SOSTENIDAS DE DOS LEONES PINTADOS TAMBIÉN  CON COLOR AMARILLO, Y OTROS, QUE COMPLETAN LAS FIGURAS, PARA SU MAYOR ADORNO".

Es pues esta y no otra la realidad documental e histórica de la Bandera de San Sebastián, y que como ya he citado al principio, fue sometida a examen y consideración del Ayuntamiento en 1950, quedando el asunto pendiente de consulta de la Real Academia de la Historia, sin que desde aquel entonces hayan vuelto a tenerse noticias.
(ESTEBAN DURAN - San Sebastián-Donostia a 3 de Diciembre de 1997



(Texto completo, extraído de un artículo publicado en su día, por el DIARIO VASCO)

DE LAS FIESTAS, JUEGOS, ENTRETENIMIENTOS Y DANZAS QUE USAN EN GUIPÚZCOA

SOKAMUTURRA EN HERNANI
...."Son los guipuzcoanos de genio alegre y divertido y muy inclinados a ver fiestas, aún los que están todo el año entregados a su labranza y trabajo. Las fiestas en que no hay corridas de toros apenas se tienen por fiestas, aunque hay la mayor alegría del mundo : y si hay toros luego se despueblan los lugares para verlos; y no se cuando se ha pegado a los guipuzcoanos esta manía y bárbaro gusto de toros y moros, común a los demás españoles: y es tal y tan grande esta afición que como se dijo por chiste de los de Salamanca, si en el cielo se corrieran toros los guipuzcoanos todos fueran santos por irlos a ver en el cielo. En ocasiones especiales se traen toros de Castilla y de Navarra, fieros, y que con su catadura sola espantan; pero en las fiestas ordinarias  y anuales se corren toros del país. Los de Castilla y Navarra siempre son toros de muerte; no así los del país, que acabada la corrida los llevan al monte y a sus caserías. Y para los toros de Navarra y Castilla se traen asalariados toreadores de allí mismo y que viven de ese oficio tan peligroso. En Guipúzcoa, con toda la afición que hay a toros, de solo uno he oído que se metió a torero de oficio, que llamaban Chambergo. Es de ver capear a un fiero toro y la destreza con que evitan sus acometidas sacando la capa, ya de un lado, ya del otro, ya por arriba, ya por abajo, repitiendo las suertes hasta dejar rendido al toro. Esto, que es digno de verse en un diestro toreador, no se permite en Guipúzcoa, como que  es cosa fácil y que solo sirve para marear al bruto. Empiezan a gritar: fuera capa, fuera capa, y precisan a los desdichados a torear a cuerpo descubierto con dos banderillas en las manos y a matar al toro sin más defensa que su estoque. A esto llaman destreza, y debieran llamar barbarie, y muy condenable, así en los guapos que la practican como en los cobardes que le miran de talanquera ......."

( Este TEXTO está extraído de una obra inédita , escrita a mediados del siglo XVIII (entre 1760 y 1765) por el docto Padre MANUEL de LARRAMENDI, titulada: " COROGRAFÍA ó DESCRIPCIÓN GENERAL DE LA MUY NOBLE Y MUY LEAL PROVINCIA DE GUIPÚZCOA"  y publicada en 1882, en BARCELONA, en la IMPRENTA DE LA VIUDA E HIJOS DE J. SUBIRANA)

Acerca de las Sociedades Populares

Acerca de las Sociedades Populares extraigo un breve texto sacado de un libro publicado por la Editorial TXERTOA, escrito por FELIX LUENGO, y titulado : "SAN SEBASTIÁN, la vida cotidiana de una Ciudad .... " :
 ..........." Las principales actividades de estas asociaciones de recreo donostiarras de finales del siglo respondían a las características típicas de la sociabilidad popular que ya han sido descritas para otros ámbitos geográficos: eran lugares de encuentro, donde se bebía, se comía, se cantaba, y desde donde se organizaban veladas teatrales, corridas de toros y otros festejos. Aunque SOLO los Reglamentos de la UNIÓN ARTESANA  especificaban la prohibición expresa de la entrada de mujeres en sus locales (en su art. 47), la práctica lo hacía extensivo al resto de las sociedades, confirmando su función de espacio reservado a la sociabilidad masculina, como lo fueron también las tabernas. Algo que no es, en absoluto, como a veces se ha dicho, una excepción donostiarra sino que se corresponde con las características generales de la sociabilidad europea del periodo del liberalismo, como ha sido reiteradamente puesto de manifiesto." .......

(Las sociedades y las tabernas como espacios de sociabilidad exclusivamente masculina han sido suficientemente reseñados y explicados.  Corresponden a las "maison d'hommes" de las que habla Agulhon en su extensa obra, que pueden generalizarse, en esas fechas, para toda Europa. Habría, en este sentido, diversas razones para el "estímulo" a la formación de asociaciones masculinas ( ver A. LÜDLKE, "Sobre los conceptos de vida cotidiana, articulación de las necesidades y "conciencia proletaria", en la revista HISTORIA SOCIAL, nº. 10  (Valencia, 1991), p.57. San Sebastián, no es, por tanto, una excepción, pese al arraigo de la idea de una verdadera peculiaridad donostiarra de sociedades masculinas. F. MÚGICA, por ejemplo, llega a definir como "invento donostiarra", la prohibición de entrada de las mujeres a las sociedades populares.)

sábado, 13 de octubre de 2018

04 - SI EN SAN SEBASTIÁN.....



Si en San Sebastián, en el siglo XVIII, sólo tenía carruaje el Gobernador Militar, en el XIX, después del derribo de las murallas, la aristocracia local y especialmente la burguesía enriquecida con el comercio ultramarino, disponían de coche propio para desplazarse hasta las quintas del otro lado del Urumea, para ir de viaje a Bayona y de excursión a Pasajes o al valle de Loyola, o simplemente para llegar hasta el barrio de San Martín donde en las cocherasde Elósegui podían alquilarse carruajes tan elegantes como los que de Madrid traían todos los veranos los Medinaceli, los Infantado, la duquesa de Bailén o el infante Don Sebastián.... Pero el vehículo que en el último cuarto de siglo puso su simpática estampa en el Bulevar y en la Avenida fue la "cesta", ligera como un tilbury, conducida por un auriga de boina colorada, alegre para ir a los toros entre el restallar de los látigos, rápida para, dejando atrás las villas recién construidas más allá de Ategorrieta, cubrir con presteza el recorrido hasta el Pasajes de las bateleras.

Pero como no todos en San Sebastián disponían de coche propioy como alquilar un fiacre o simón con su cochero enchisterado quedaba reservado para los cortejos fúnebres a San Bartolomé primero y luego a Polloe, el transporte público, a medida que el perímetro urbano se ensanchaba, era un problema que D. Eusebio García y Lejárraga quiso resolver consiguiendo el 1 de marzo de 1884 una concesión de la Diputación guipuzcoana para establecer, desde el Antiguo hasta Rentería, un servicio de tranvías....que no llegaron a arrancar hasta el 18 de julio de 1887, fecha en que una Compañía Anónima se hizo cargo de llevar adelante la iniciativa mediante una suscripción pública de 250 acciones de a 500 pesetas. Fue aquella una empresa animada por D. Ramón de Brunet y Prat como presidente, y por D. José de Brunet y Bermingham, D. Anastasio Osácar y Urrutia, D. Luis Calisalvo y Echandia y D. José Mª. Elizarán y Sarobe, como vocales.

En medio de una salva de aplausos de las autoridades y los curiosos congregados en el Paseo de la Concha, el 18 de julio de 1887 arrancó el trío de mulas que arrastraba uno de los "elegantes carruajes" que la Compañía ponía a disposición del público.

Ocho vehículos cerrados y seis abiertos, veintiuna mulas y doce caballos eran el "parque móvil" que desde el Antiguo hasta Ategorrieta sirvió el día de la inauguración del servicio a la curiosidad de 2.380 personas que se sintieron viajeras a través de la geografía urbana del San Sebastián finisecular; 2.380 usuarios del transporte "en común" que pagaron a diez céntimos el kilómetro y dos más -lo que entonces llamaban un ochavo- si tenían el capricho de que en el recorrido les acompañase su perro.... Aunque para entonces -valga el inciso- había aquí perros "capitalistas": los de aguas que formaban parte de la tripulación de las embarcaciones pesqueras en las que cobraban su "partiya" como un marinero más.

Los tranvías que pasaban por el túnel de Miramar abierto por la Compañía, a la que más adelante el Ayuntamiento abonó el 75% de lo gastado en la obra, prolongaron su recorrido, el 27 de julio de 1888, hasta Pasajes Ancho donde se sincronizó el servicio el servicio de las bateleras con la llegada y la salida del nuevo medio de locomoción.

El 22 de agosto de 1897 se introdujo una importante novedad en los tranvías: la electricidad, que sustituyó la tracción de sangre por el impulso de los invisibles H.P.... Los bigotudos conductores hubieron de cambiar el látigo por la manivela, pero conservaron la campana cuyo tintineo sonó y resonó por las calles donostiarras hasta el año 1948, en que los autobuses -línea de Amara- y los trolebuses -a Venta Berri e Igueldo- relevaron a los blancos tranvías de larga percha y a sus remolques las simpáticas y ventiladas jardineras.

Otros transportes colectivos tuvo San sebastián ya entrado el siglo XX : el tranvía a Ulía y el que trepaba por la ladera hasta la cumbre de Igueldo. El primero fue inaugurado el 8 de junio de 1907 y en tres cuartos de hora hacía el recorrido desde la Plaza Vieja, o sea desde el Bulevar, hasta el Casino levantado a unos centenares de metros de la cima del monte. El funicular de Igueldo, como se llamó al pequeño ferrocarril de cremallera, tardó algún tiempo en ser inaugurado pues un sector de la población veía en él el riesgo de una catástrofe si llegaba a romperse el cable de tracción. Pero vencidos los temores, el 25 de agosto de 1912 - con el pretexto de una fiesta benéfica - quedó abierto al público que pagaba 50 céntimos por el billete de ida y vuelta.

Tanto en Ulía como en Igueldo fueron instalados sendos Casinos con restaurantes y atracciones, pistas de baile, "skating", etc. Junto al de Ulía destacaban las grandes ruedas metálicas del transbordador ideado por el ingeniero Torres Quevedo, artilugio mecánico inaugurado el 30 de septiembre de 1907, que en una frágil barquilla llevaba a los curiosos por encima de una honda vaguada hasta el Tiro de Pichón, ofreciéndoles una espléndida panorámica del monte y el del mar... que no a todos el miedo dejaba gustar.

Pasaron los años y decayó el interés de la gente por Ulía, mientras iba creciendo hacia Igueldo. La razón me la explicó hace cincuenta años Rufino San Martín, uno de los navarros promotores de este último: la rapidez del acceso. Si los empresarios de Ulía hubiesen instalado - desde Manteo o desde Montpas - un funicular en vez deoptar por las lentas y traqueteantes "jardineras" del tranvía, otro gallo habría cantado al Casino, al restaurant, al Tiro y a las demás atracciones esparcidas por aquel bello rincón de la geografía guipuzcoana.

-------- ------- -------- ---------- 

El 24 de diciembre de 1898 el ingeniero D. Manuel Garbayo presentó en el Gobierno Civil un proyecto para la instalación de un tranvía eléctrico entre Hernani y San Sebastián.

Otro tranvía interurbano fue el de la capital a Tolosa nacido de una reunión de fuerzas vivas celebrada en el Palacio de Bellas Artes el día 12 de enero de 1902. En el proyecto eléctrico intervino el ingeniero D. Miguel Landi, padre del que sería notable pintor Carlos Landi, y hubo de esperar para ser realidad hasta las cuatro de la tarde del 16 de agosto de 1911 en que se inauguró el tramo San Sebastián - Andoain recorrido por aquel tranvía eléctrico - que muchos todavía han conocido - en 50 minutos.


JOSE BERRUEZO RAMIREZ

LOS SUCESOS DE SAN SEBASTIÁN (GRABADO



viernes, 12 de octubre de 2018

KOXKAS DONOSTIARRAS : "Crónica marítima"


La vida en el mar, la actividad de nuestros pescadores, la pesca obtenida cada día por nuestros arrantzales interesaba a la gente que vivía por aquí hace casi un siglo. Y los periódicos dedicaban todos los días un espacio de sus páginas para contar las novedades que sucedían en la costa. Voy a reproducir lo que publicaba La Voz de Guipúzcoa el día 17 de julio de 1903.

Poco movimiento se notaba en el muelle. Un vapor que descargaba carbón; una balandra arrimada a continuación del muelle derruido; cuatro o cinco "muquizus" que surcaban las aguas de la dársena en un bote con peligro de hacerlo zozobrar por el movimiento que la imprimían haciendo travesuras dentro de él; dos barcos pesqueros, obreros que picaban sus cascos de hierro, produciendo un ¡tan, tan! de caldero viejo golpeando; un balandro de regatas, limpio, pintado de blanco con las velas recogidas; la superficie de las aguas negras, reflejando los negros nubarrones que durante el día se cernían en la atmósfera: he aquí lo que había entre muelles el día de ayer.

Salieron a pescar lo mismo los vapores de rastra que las lanchas a vapor. Estas trajeron 40 millares de sardinas que se cotizaron a 40 pesetas el millar. No extraña este precio: debe tenerse en cuenta la escasez de la pesca de esta especie y además, por la afluencia de forasteros, que hace todo comestible mayor precio que el de antes. Los vapores de rastra trajeron cerca de dos mil merluzas distribuidas en la forma siguiente: los de Mercader 800, los de Aristeguieta 500 y 600 los de Otermin.

Desembarcaron también las embarcaciones pequeñas atún, aunque en escasa cantidad, y algo de langosta.
EL MUELLE HACIA 1910 (Colección STM)


En la Pescadería ingresaron 350 kilogramos de merluza que se vendieron de una a 1,80 pesetas el kilogramo; la langosta hizo de 2,60 a 3,60 y unas piezas de salmón y lubina se vendieron a 7,50 y 6 pesetas, respectivamente.

Seguía el periódico diciendo que aquel día se esperaba en el puerto el vapor Solis procedente de Amberes, que había hecho antes escala en Pasajes. Traía carga general y fondearía en la bahía de la Concha, donde haría el alijo de las mercancias consignadas a San Sebastián. Terminaba el periódico su crónica marítima diciendo que las amenazas que habían hecho algunos armadores de abanderar los barcos con que fuesen a aumentar sus flotas, registrándoles en matrículas extranjeras si el Gobierno español no  rebajaba las ominosas tarifas que tenían establecidas, se iban cumpliendo. A Bilbao habían llegado con insignias del Uruguay los vapores Uriarte num 4, Otoyo y Masota adquiridos por armadores bilbainos.

(R.M. - KOXKAS.-DV. 16/07/2000)

03 - UNA PERRA AL AGUA ......

Una perra al agua, caballero, que se coge con la boca!: esta invitación resonaba con voces infantiles en la pequeña dársena donostiarra. Los chavales tenían el entrenamiento adquirido durante la recién terminada guerra civil, cuando esperaban en la Concha la "champa" de los proyectiles artilleros carlistas para recuperarlos, dentro del agua, sin estalla. Ahora el arriesgado oficio se ha hecho para ellos alegre juego, a la vez que entretenimiento para los veraneantes que matan a la tarde en el puerto viendo llegar las lanchas con el pescado fresco .... ¡Una perra al agua, caballero ....!anuncia la proeza natatoria de la chiquillería .....

Enmarcada en el barrio de la Jarana con el telón de fondo de Urgull, la dársena, creación del ingeniero Peironcely, es uno de los atractivos que la ciudad ofrece al que la visita, y en ella, en el puerto, el veraneante asiste entretenido a las distintas manifestaciones de la vida marítima donostiarra : desde la arribada de las embarcaciones cargadas con la plata viva de las sardinas y las anchoas, hasta su golosa degustación junto a los hornillos de carbón vegetal donde se asan,manjar que pringa las manos inexpertas y que pide los anchos vasos de la refrescante "sagardoa". Pero antes la curiosidad se detuvo junto al corro donde se subasta una buena parte de la pesca que luego, cuando al atardecer matiza de violeta las calles de la ciudad, será pregonado con agudas voces femeninas : !Sardiña...sardiña... prescua ta aundiya!Más tarde en el café de Oteiza, en el del Comercio o en el de la marina la taza de chocolate "a la francesa" señalará en el horario veraniego el comienzo del anochecer ..... El farolero con su larga pértiga al hombro recorrerá las calles prendiendo el gas en los reverberos. Y el telón del Principal se levantará para dar paso a las emociones de un drama de Echegaray.
El veraneante llegado aquí en el ferro-carril, que hacía poco había sustituído a las "Diligencias Peninsulares", a las del "Norte y Mediodía de España " y a "La Victoria", tres empresas que en competencia cubrían el trayecto de Madrid a Bayona, se alojaba en el Parador Real de la Calle Mayor, en el de Isabel en la Plaza de las Escuelas, en la Fonda de Berdejo o en la de Martín Ezcurra, en la posada de "Tripaqui" o en "Sucaldenea" o quizás en el recién inaugurado Hotel Inglés.

Pero ¿como transcurría la jornada veraniega en el San Sebastián del pasado siglo? Completaré lo hasta ahora dicho con la descripción que hace algunos años bosquejé : 

De siete a nueve de la mañana exhibiendo las damas aquellas amplias blusas de estameña azul y aquellas pampalinas de hule con las que a conveniente distancia de los caballeros se sumergían en las aguas del Cantábrico. Lo elegante era bañarse temprano para luego desayunar e ir a dar unas vueltas bajo los arcos dela Plaza Nueva hasta las doce, o salir "de tiendas" hasta la hora de comer. Por la tarde siesta, merienda y más vueltas, esta vez por el Paseo de Santa Catalina. Cuando se encendían los quinqués de aceite -sesenta había en toda la ciudad antes de la guerra carlista- de nuevo a la Plaza para seguir paseando hasta la hora de cenar.... Y así un día y otro hasta completar la novena o la quincena de baños, durante la que se hacía la obligada excursión a Pasajes donde, atravesando la bahía en bote impulsado por la fuerte remada de las bateleras, se visitaba la fábrica de porcelana.

La industria de alquiler de pisos ya existía entonces, costando la estancia diaria cinco o seis pesetas a las personas mayores y tres a los niños y sirvientes. Esta distinción de tarifa también se hacía en las fondas que cobraban por pensión completa treinta y quince reales respectivamente. Por aquel dinero pagado en sonante oro o plata, los veraneantes de hace un siglo gustaban como desayuno : chocolate, vaso de leche con azucarillo y panecillos o bizcochos; a mediodía sopa de puchero, dos cocidos, dos o tres clases de pescado y ternera y pollo asados, postre, vino y sidra ; a las cinco de la tarde, para merendar, chocolate o leche y dulce; y de cena pajeles fritos, merluza, sardinas, ensalada cocida y unas chuletillas, postre y vino.

----------------- ------------- ---------------------- ---------------------
A medida que aumenta la afluencia de forasteros crece el número de hoteles y de fondas cuya calidad testimonia el atractivo que ejerce la playa y la importancia y fama que como ciudad turística va cobrando San Sebastián.

Al año justo de terminada la guerra carlista un francés, M. Dupouy, construye el Hotel de Londres -luego Hotel du Palais-, que ocupa la manzana limitada por las calles Fuenterrabía San Marcial, Guetaria y la Avenida. Es una suntuosa residencia en la que se alojarán ilustres viajeros: el príncipe de Gales, la archiduquesa Isabel de Austria, los reyes de Servia y de Portugal, la aristocracia española y extranjeraEra un auténtico "palace" pensado para luchar contra la competencia de la vecina playa de Biarritz. Sus verjas y su parque sirvieron de telón de fondo para una tragedia local : los sangrientos sucesos del 27 de agosto de 1893 conocidos por la "noche de los tiros de Sagasta", motín popular que tuvo origen en la supresión del "Gernicaco Arbola" en el concierto nocturno del Bulevar. Aquella torpeza gubernativa costó un muerto y varios heridos a los donostiarras que gritaban su protesta contra las autoridades y de manera especial contra el presidente del Consejo de Ministros D. Práxedes Mateo Sagasta que, a la sazón, se hospedaba en el Hotel.

Monsieur Flagey, un pastelero francés establecido en la capital guipuzcoana, publicó en 1898 una curiosa Guía en la que bajo el título de St. Sebastien et sa Province recoge todo cuanto podía interesar a un turista: refiriéndose a los establecimientos hosteleros califica al "Londres" como el hotel de la aristocracia y dice del "Continental" que es "alegre pudiéndose gustar en él las comodidades de la vida". Construido en 1884 frente a la Concha, en el se albergaban la infanta Isabel, los grandes duques de Rusia Alexis y Vladimiro y el príncipe Obolenski. Lo dirigía en aquella época M. Estrade.
Otro hotel menos caro regido por M. Bonnehon, era el de "France", propio para una clientela que busca una hospitalidad tranquila y burguesa. Hacía ángulo en las calls Oquendo y Camino. También en ángulo -en el que forman las calles Guetaria y San Marcial- estaba el de "Berdejo" con clientela escogida y fiel .... frecuentado por viajeros y turists y recomendado para familias.Todos esos hoteles, nos dirá M. Flagey, tienen omnibus a la Estación y están alumbrados por luz eléctrica.En cuanto a restaurantes -donde se puede comer desde diez hasta catorce reales- había en el último tercio del pasado siglo, la "Urbana", "Bourdette", "La Mallorquina" y la "Pastelería Francesa". "La Urbana" estuvo siempre bajo los arcos de la Plaza de Guipúzcoa. Una comida en ella -dice M. Flagey- es una de las locuras favoritas de la juventud. La cocina la tenía a su cargo el Sr. Echave.
La "Pastelería Francesa" en el núm. 4 de la calle Miramar, junto al Gran Casino - contaba como anexo con el Restaurant Flagey-Lacay en el que podía encontrarse una cocina siempre sana y cuidada que no estropea el estómago ni estraga el gusto ..... Los turistas extranjeros que se propongan pasar una temporada aquí deben anotar con tinta roja en su carnet la "Pàtisserie FranÇaise", escribe en su libro M. Flagey haciendo la propaganda de su negocio.


("100 años de vida de San Sebastián. 1879-1979.- JOSE BERRUEZO RAMIREZ)

Espagne (Grabado)


ESPAGNE

("100 años de vida de San Sebastián. 1879-1979.- JOSE BERRUEZO RAMIREZ)

miércoles, 10 de octubre de 2018

KOXKAS DONOSTIARRAS: "Campaña moralizadora de los taberneros"


Ahora se lamentan muchos padres, educadores, religiosos, etcétera, que los chicos, siendo muy jóvenes , de 15 o 16 años, abusan del alcohol. Van a tabernas y bares, a centros de diversión en los que se acostumbran a beber. Esto sucede ahora, pero sucedía también ayer, en un ayer un tanto lejano. Veamos lo que sucedía en 1907.
Era presidente de la sociedad del gremio de taberneros de San Sebastián el señor Berástegui y tuvo una feliz idea que sometió a la aprobación de sus compañeros. Les dirigió un escrito inspirado en nobles fines, escrito en el que , después de una entrada, decía así :"Me refiero a esos jovenzuelos de 15 a 18 años que acostumbran a frecuentar los establecimientos de bebidas, con un afán por lo visto de emprender desde muchachos la senda del vicio y adquirir el hábito de la embriaguez, tan perjudicial para la sociedad si que también para el propio individuo.
Estos jovencitos llegan a los establecimientos de bebidas, piden un cuartillo como las personas mayores, reclaman una baraja y juegan y blasfeman de una manera tan escandalosa como digna de correctivo. Los que somos padres sabemos cual es el sistema más apropiado para nuestros hijos: la escuela o el taller, nunca la taberna.
Y como taberneros tenemos la obligación de dignificar el gremio, censurado por algunos que no ven con buenos ojos que en nuestros establecimientos demos albergue a la juventud, porque bebiendo, jugando y blasfemando se pervierte, como padres tenemos igualmente el deber de impedir por todos los medios posibles que la juventud adquiera desde su más tierna edad unos hábitos que tarde o nunca desaparecen y pueden ser tal vez su perdición.
Por las razones expuestas y por otras que dejo a la consideración de ustedes, entiendo que se impone una acción común y que todos los que componemos el gremio de taberneros debemos llevar a la práctica para no expender en nuestros establecimientos ninguna clase de licores ni vinos a jóvenes menores de 18 años y menos facilitarles barajas ni otros instrumentos de juego".
La idea del presidente del gremio de taberneros fue acogida por sus compañeros en la profesión con calor y el periódico comentaba: "Repetimos el aplauso que concedemos con gusto al gremio de taberneros, si, como esperamos, secunda la noble idea de su presidente".
Parece que el gremio de taberneros siguió las ideas expuestas por su presidente, pero con el paso de los días se volvió poco a poco a lo denunciado.

DV- R.M.- 05/07/2000 

02 - LA SEGUNDA GUERRA CARLISTA......

La segunda guerra carlista había frenado el resurgimiento de San Sebastián cuando en todos los aspectos urbanísticos comenzaba a rehacerse de las pérdidas sufridas durante la primera contienda civil. El derribo de las murallas en 1864 fue el símbolo de aquel afán que los regidores de la vida cudadana tenían por recuperar el ritmo de crecimiento que la capital había visto cortado por los cañones de Carlos VII.
De 1872 a 1876 otras ciudades, especialmente Santander, se beneficiaron de lo que comenzaba a ser una óptima fuente de riqueza y de prestigio: el turismo, conocido entonces como el veraneo. Y en consecuencia, San Sebastián hubo de esforzarse no sólo para reparar los daños causados en su caserío por las granadas carlistas sino para que aquella corriente de turistas que la guerra desvió hacia otras playas volviese hacia la Concha, donde una pareja de la Benemérita había dejado de montar guardia junto a la sirga que delimitaba la rigurosa separación de sexos. Y tampoco la Familia Real se lanzaba a las aguas de la bahía desde aquella caseta de líneas orientales, trampolín para las proezas natatorias de la regordeta majestad de Isabel II. Pronto, cuando el Palacio de Miramar -la Real Casa de Campo de Miramar- elevase su británica silueta sobre el Pico del Loro o de Loreto, la Real Familia podría acceder directamente a la Concha. Pero para ello aún habrían de pasar algunos años: los que van desde el final de la guerra carlista hasta el comienzo de la regencia Dª.María Cristina, cuya presencia en San Sebastián -el 21 de agosto de 1887- elevó a la ciudad al rango de capital veraniega de la nación....Mas durante ese lapso las autoridades donostiarras no permanecieron inactivas: apenas repuestas del susto de la guerray tomando como referencia el año 1879, en el que se inauguró la Caja de Ahorros Municipal, veremos como se aceleran las obras de explanación del antiguo Campo de Maniobras para convertirlo en Parque de Alderdi-Eder; cómo se vencen dificultades legales para edificar casas en la Plaza de Guipúzcoa -antes Plaza del Ensanche- donde en julio de 1878 había comenzado a levantarse el Palacio Provincial, sede de la Diputación ..., con lo que no prosperó la iniciativa de Arana de construir allí una Plaza de Toros; cómo se crea en Polloe un nuevo Cementerio para sustiruir al de San Martín, que no admite ampliación y que queda muy a la vista de la ciudad.Los tranvías de mulas unen Ondarreta a Pasajes, que con sus restaurantes y sus bodegones será fin de etapa turistico-gastronómica para los forasteros -para los agüistas- que vienen a pasar la temporda en San Sebastián. Para ellos el Ayuntamiento tiene la atención de colocar en las farolas de gas letreros con los nombres de las calles, y de instalar durante el verano dos relojes en la Concha con una esfera hacia la playa y otra hacia el paseo.D. José Arana al que El Urumea, periódico "no político" que también comenzó a publicarse en 1879, califica de "activo empresario e inteligente industrial de esta ciudad y de Madrid", está ya en su escritorio del Bulevar preparando los festejos del verano que prefigurarán la que pronto habrá de ser culminación de la temporada veraniega: la Semana Grande donostiarra.Por cierto que ese año, Arana organizó para el 24 de agosto una corrida extraordinaria en la que Rafael Molina "Lagartijo" y Francisco Arjona Reyes "Currito" lidiaron seis toros de la gandería del Excmo. Sr. D. Nazario Carriquiri de Tudela (Navarra), costando la barrera de sombra 7 pesetas, la contrabarrera 4 y el tendido 3,25.


("100 años de vida de San Sebastián. 1879-1979.- JOSE BERRUEZO RAMIREZ)

La Corte en San Sebastián



La Corte en San Sebastián
("100 años de vida de San Sebastián 1879-1979".- José BERRUEZO)

martes, 9 de octubre de 2018

KOXKAS DONOSTIARRAS: "Los toldos de los cafés"

LA moda -si se la puede llamar moda- de los cafés ha pasado. Ya no quedan casi en la ciudad.

Y uno al observar la escasez de estos lugares, antes tan típicos en las ciudades, se pregunta :"¿ dónde se reúnen las tertulias?¿O es que ya no hay tertulias? Porque las barras de los bares no son sitio apto y adecuado para aquellas tertulias, que los más viejos hemos conocido y a las que hemos acudido en muchas ocasiones. ¡Tertulias del Rhin, de la Marina, del Guría, del Oriental!¿Cómo no recordarlas con nostalgia, como algo entrañable que ya hemos perdido?".

Pues bien, estos y otros cafés al llegar la época de los calores ampliaban su espacio extendiéndose por el paseo o por la calle que era frontera de sus dominios.

Colocaban los toldos, "esas sombrillas que han de cobijar, en las siestas ardorosas de la canícula, escrbía un cronista en 1897, a tanto forastero distinguido, a tanta gentona de Madrid, de Salamanca, de Grijota, confundida en una sola selección, por esa mezcla de distinciones cortesanas y distinciones de provincia que se hacen todos los estíos en las estaciones veraniegas".

Los toldos de los cafés eran la sordina del sol que atenuaban sus ímpetus abrasadores, eran la frescura, la sombra incomparable en los rigores del verano.

Debajo de esos lienzos, y copio al cronista citado, "¡qué animación y qué bullicio!¡Qué hervor de gentes, qué ratos de placer indefinible a las horas del paseo, cuando la música suena en el kiosko de la Alameda, y desfilan a su compás, por el asfalto del Boulevard, cientos y cientos de bellezas, las mujeres, hermosas, las mujeres elegantes, el encanto de los salones de Madrid y de las tertulias aristocráticas de provincias!".

Cuando el sol caía de plano sobre la ciudad, los toldos impedían que se filtraran sus rayos, y en las mesas que invadían las aceras y paseos, se podía beber la gaseosa fría, la cerveza espumosa o deleitarse con la manteca helada.

Allí estaban y se reunían, sigo copiando al ya citado cronista de la época, "las caras bonitas coronadas con los sombrerillos de paja y flores; los cuerpos airosos vestidos con las holgadas blusas de fina seda, los inquietos abanicos, que acarician y perfuman el aire, llenando de vida y de color la esquina aquella, convertida durante muchas horas del verano en el centro de la riqueza, del talento, de la elegancia y del "sprit" de España".

Leyendo lo que aquel cronista escribió hace un siglo, pienso que la poesía envuelve el recuerdo y la añoranza.

KOXKAS - R.M. - DV. 07/06/1998

01 - El 28 de Febrero de 1876 .....

El 28 de Febrero de 1876 el pretendiente Carlos VII se refugió en Francia poniendo fin en el Norte a la guerra que había comenzado cuatro años antes. Este desenlace sorprendió a los donostiarras, ya que hasta hacía pocos días los cañones carlistas de Arratsain lanzaban sus granadas contra la que El Cuartel Real - periódico que se imprimía en Tolosa- llamó "la ciudad rebelde". Y dolorosa secuencia del continuado bombardeo, el 20 de Enero uno de aquellos proyectiles había segado las dos piernas a Indalecio Bizcarrondo, el popular "Bilinch", cantor de las cosas y de las gentes sencillas de nuestra tierra.

San Sebastián podía respirar tras cinco meses de sitio y asedio, a cuyo constante riesgo hubo de añadir la saturación ciudadana pues el censo de población había doblado al tener como huéspedes a casi diez mil refugiados, gentes de la provincia, liberales, milicianos y sus familias que, al comienzo de la guerra y al quedar desguarnecidas las villas del interior, hubieron de venir a la capital al amparo de algún pariente o fiadas en la ayuda de las autoridades.

Casi cuatro años de vivir desplazados de sus pueblos, donde habían abandonado casas, tierras, negocios y ocupaciones, sumieron a aquellos centenares de familias en una grave crisis económica que se prolongó durante largo tiempo puesto que las deudas contraídas para poder subsistir dentro de San Sebastián ampliaron sus plazos de amortización más allá del final de la guerra. Durante ella los negociantes habían hecho su agosto suministrando a los ejércitos contendientes desde armas y municiones hasta víveres y uniformes; pero no les fueron a la zaga los prestamistas que, en la capital sitiada y con muy raras excepciones, medraron a toda costa de la desgracia de aquellos guipuzcoanos. Las alhajas que pudieron salvar en la precipitada evacuación de las localidades amenazadas por el enemigo, las casas y los campos, de cuyas rentas se beneficiaba la administración carlista, fueron pasando a manos de usureros que así amasaron pingües fortunas .... Pero la guerra hizo también pagar amargo tributo a las gentes del País que, aun estando en el bando vencedor, vieron como el Gobierno de Alfonso XII, por cuyo triunfo habían ofrecido tantos sacrificios, les imponía la misma sanción que a los vencidos: la pérdida de los Fueros.
SAN SEBASTIÁN - Miqueletes de Guipúzcoa

Si la ruina, debida al fraude político, era inevitable y Guipúzcoa y con ella las otras provincias vascas hubieron de renunciar a su tradicional régimen administrativo, su repercusión económica tuvo en el ámbito familiar un paliativo : el que ofreció la Caja de Ahorros y Monte de Piedad Municipal -autorizada por Real Orden de 4 de febrero de 1879- que pronto empezó a funcionar en los bajos del edificio municipal, en la Plaza de la Constitución, sirviendo desde el primer momento para remediar urgencias económicas de donostiarras y guipuzcoanos.


( 100 años de vida de San Sebastián. 1879-1979.-JOSE BERRUEZO RAMIREZ)

lunes, 8 de octubre de 2018

KOXKAS DONOSTIARRAS : "Comercios y locales de ayer"

Pasan los años y cambian las tiendas, desaparecen los hoteles, se cierran los restaurantes. Los lectores de cierta edad se acordarán de los nombres que voy a citar a continuación que estaban abiertos al público hace cincuenta años, muchos de los cuales han fenecido. Comienzo por los hoteles que aquel verano estaban abiertos al público. Eran estos :

Hotel Avenida, en la Avenida nº 11, Europa, en Prim, 2. Arana, en Vergara, 7 . María Cristina, en La Zurriola. Continental, en Zubieta, 22. Ursula, en Miraconcha , 10. Izpura, en Easo, 2. Biarritz, en plaza de Zaragoza, 3. Niza en Zubieta, 56. Florida , en Easo, 4. La Estrella, plaza de Sarriegui, 1. Regina, Guetaria, 2. Shanti, Miracruz, 24. Residencia Navarra, Infante don Jaime, 6. Correo, Urbieta, 41. San Ignacio, Easo, 25. Internacional, San Martín, 59. París, Fuenterrabia, 11. Comercio, Urdaneta, 24. Londres, Zubieta, 2. Hispano Americano, Prim, 1. Alameda, Boulevard, 23. Excelsior, Guetaria, 8.

Cafeterías había en 1952 sólo dos : California, en Hernani, 17 y Argentina, en Mayor, 3.

Bares y restaurantes había muchos, procuraré citar a todos. Politena, en San Jerónimo, 3. Alcalde, Mayor 19. Irunesas, San Marcial, 5. Uranga, Guetaria, 12. Juanito, San Bartolomé, 6. Sutegui, Puerto, 17. Victor, Pescadería, 8. Caserío, San Jerónimo, 6. Iskiña, Fermín Calbetón, 4. Dana Ona, San Martín, 29. Barandiarán, Boulevard, 26. Urbieta, Urbieta, 12. Hípica, barrio de Loyola. Virgen del Carmen, Puerto, 2. Metropol, Usandizaga, 8. Choco-chiqui, Iñigo, 1. San Martín, en San Martín 66. Cervera, San Martín, 9. Derteano, Mari, 13. Zumeta, plaza de Easo, 5. Echeverría, Iñigo, 8. Eguía, Fermín Calbetón, 25. Esnaola, Easo, 59. Tiburcio, Fermín Calbetón, 40. Zarauztarra, plaza de Sarriegui, 8. Zumaya, Esterlines, 5. Cantábrico, San Francisco, 20. España, Esterlines, 22. Euskalduna, Easo, 69. Esperanza, Embeltrán, 16. Pedro Mari, Iñigo, 9. Oquendo, en Oquendo, 8. Irizar, Fermín Calbetón sin número. Flores, Puerto, 21. Lasarte, Elcano, 7. Melchor, Hermanos Iturrino, 5. Salduba, Pescadería, 6. El Chaval, Miracruz, 25. José Mari, Fermín Calbetón, 5. Domingo, San Jerónimo, 25. La Bandera, Alfonso VIII, 6. Múgica, San Jerónimo, 9. Izaskun, Carquizano, 4. Cojuenea, plaza de Sarriegui, 4. Sport, Fermín Calbetón, 6. Gure Txoko, Usandizaga, 5. Avión, Matía 10. Bartolo, Fermín Calbetón, 38. Marina, Marina, 11.

Los lectores jóvenes se llevarán una sorpresa al ver cuantos bares, comercios, restaurantes y tabernas había, que han desaparecido. Los años no pasan en balde .....

(KOXKAS - R.M. - DV. Sábado, 1 de Junio de 2002)

KOXKAS DONOSTIARRAS : "Florentino Rojo"

AQUEL mozo más bien bajo y algo rechoncho dio el salto que muchos jóvenes de su época se vieron obligados a dar. De su pueblo natal, Velilla del Duero en Valladolid, perdido entre las tierras mesetarias y en los páramos en los que trincaban las liebres y pateaban los cazadores cuando se levantaba la veda, marchó a Cuba en aquellos últimos años de nuestro imperio colonial, cuando ardía la guerra en la perla antillana y en las lejanas islas del Pacífico.

Al volver a España terminada la guerra, vino a San Sebastián y comenzó a trabajar como camarero en el Café Oteiza. Se llamaba Florentino Rojo y estaba llamado a convertirse en el magnate de los cafés donostiarras. Pronto sería el encargado del café, despertándose en él dotes de iniciativa y de organización.

Pocos años después era propietario de un café y luego de otro siendo en un momento determinado de cuatro: el Café del Norte y el de la Marina en el Boulevard, y el del Rhin y el Royalty en la Avenida de la Libertad.

Supo aprovechar la edad de oro de los cafés, cuando la guerra europea, 1914-18, volcó sobre San Sebastián "aquella fauna heteróclita y hasta multitudinaria de refugiados y huidos de todos los pueblos beligerantes, entre quienes bullían o se agrupaban ex ministros, espías, contraespías, desertores, revolucionarios, vividores y gentes que sólo aspiraban a vivir, artistas, patriotas y apátridas, diplomáticos, hampones de alto y bajo copete, jugadores, mujeres equívocas y bellas...", según escribía años después un cronista de la época.

En aquellos años, no sólo se tomaban aperitivos y cafés en aquellos establecimientos que daban cobijo a tertulias interminables entre los parroquianos y a viajantes que sobre las mesas de mármol hacían sus cuentas, sino que se oía música, se veía cine y se podían leer los periódicos de aquí, los de madrid y del extranjero. Y entre la gente cómodamente sentada circulaban los "echadores" repartiendo por las mesas leche y humeante café.

Florentino Rojo impuso su personalidad a sus cafés. Aunque nacido en otras tierras, era un donostiarra más que paseaba con su sombrero de paja en cuanto apretaba el sol como adelantándose a la temporada veraniega.

Lo que fue Arana para los espectáculos taurinos en los veranos de nuestra ciudad, lo fue Florentino Rojo para los cafés donostiarras.

Fue trayendo de su pueblo a familiares que trabajaron con él o se independizaron abriendo otros cafés, como los recordados café Madrid y café Raga en la Avenida.

Murió Florentino Rojo en Madrid el 14 de junio de 1952.

(KOXKAS - R.M. - DV. VIERNES 11 de Junio de 1999)

Los puentes del Urumea

El Urumea es un río humilde, no tiene el caudal que otros ni su cuenca es tan extensa como la de muchos ríos españoles. Desde su nacimiento, en los manantiales de Leiza y Ezcurra, discurre hasta su desembocadura a través de cincuenta kilómetros de bellos paisajes, de verdes prados, de campos sembrados de maíz, con caserías y árboles y vacas. Muere en el mar y a veces las galernas del bravo Cantábrico llegan hasta el río y las olas baten el último puente y echando una capa de espuma a las aguas que metros antes eran dulces. Las gaviotas revolotean por encima de él, en las horas en que la corriente fluye mansamente, se posan en sus aguas.

Ha sido nuestro río testigo de algunos fastos históricos y lo han cruzado bastantes ejércitos en son de guerra y personajes de alcurnia, y no lejos de sus orillas la pequeña historia escribió muchos de sus capítulos.

Hasta no hace muchos años, en sus aguas se pescaban salmones, pero llegó la revolución industrial y comenzaron  los vertidos y la polución, y los salmones eligieron otros ríos para puerto de sus periplos oceánicos. Rendían viaje en el Urumea como lo siguen haciendo en el Bidasoa o en el Cares, hasta que las aguas de nuestro río dejaron de ser cristalinas y puras y los salmones abandonaron el Urumea. Ya no quedan más pescadores en nuestro río que aquellos con paciencia y tenacidad manejan la caña en los puentes en busca de corcones.

Varios puentes unen las dos orillas y dejando el de Loyola y el de Ergobia en Astigarraga, voy a escribir algo sobre los más famosos, empezando por el más dilatada historia, el de Santa Catalina. Fue antaño este puente de madera y según refiere el historiador Joaquín Antonio del Camino, tenía 224 pasos de largo y 9 de ancho."Antiguamente había en su centro una válvula que se levantaba las veces que hubiese de atravesar dicho puente algún navío y cuidaba de ello un hombre asalariado con título de pontero, a quien pagaban derechos los bajeles que subían o bajaban, y además por una Ordenanza de 1337 se mandaba que de todos los salmones que se cogiesen con redes desde la barra de Seriola o Surriola hasta el puente de la Nasa, se diese a los maniobreros del puente de Santa Catalina el diezmo de lo que valiesen dichos salmones, y lo mismo el diezmo de los mules que se matasen con redes en el puerto grande y Concha hasta Santa Clara".

Según un cronista del siglo XVII era "grande", de madera que se extendía sobre el "desemboque" del Urumea, de "gentil artificio". Se abría por el centro para que "los navíos y bajeles e pinazas entraran e salieran río arriba e mar adentro".

El entretenimiento del puente de madera dañado por los temporales era elevado, y el municipio pnsó en construir uno de piedra. En 1659 el ingeniero Cristóbal de Zumarrieta, maestro mayor en fortificaciones de Guipúzcoa, proyectó uno con pilastras de piedra. Años después el ingeniero Felipe Crame presentó otro proyecto. El puente tenía 14 ojos y los planos tienen fecha de 1757. No se construyó. Con posterioridad Joseph de Arzadun presenta un proyecto y Juan Ascensio de Chocorro otro, el primero de 5 ojos y de 9 el segundo. Tampoco se llevan a efecto. Es el arquitecto Francisco de Ibero quien hace un nuevo proyecto con 7 ojos, 6 de cantería y uno de madera. Este proyecto levantó una polémica, publicándose un folleto en contra, "Hidráulico consumado en pluma de un profesor y ciudadano de San Sebastián", al que siguió otro en el que se defendía el proyecto de Ibero, "Demostraciones justificativas dirigidas a desvanecer los errores de un Hidráulico consumado", por un arquitecto guipuzcoano. Intervienen las autoridades, llega el asunto hasta la Corte, se interesan ministros y es el Rey CarlosIII quie ordena se estudien los planos por una comisión. Pero poco después murió el Rey y el puente no se hizo.

Sobre el puente de madera pasaron en 1793 los soldados de la Convención. Estas tropas, que levantaron en la plaza Nueva una guillotina en la que decapitaron a un cura y a un desertor francés, abandonaron San Sebastián tras la paz de Basilea, dejando el puente bastante deteriorado. En 1813 el puente es destruido y hasta 1819 hubo uno provisional. Es en esta última fecha cuando se construye uno más sólido que entró en funcionamiento en 1823 y que fue destruido en 1835 por los liberales al acercarse las tropas carlistas. El general Evans mandó construir uno en 1836 y tras el convenio de Vergara se hizo otro más sólido, pero también de madera.

La ciudad pensó en serio en construir un nuevo puente y salvada la cuestión del peaje gracias a Joaquin Jamar y Maximino Aguirre, se aprobó un proyecto y en enero de 1870 se subastaron las obras comenzando la empresa de José Antonio de Arsuaga la construcción dirigida por el arquitecto Antonio Cortazar. El 23 de Junio de 1872 se inauguró y es el actual con algunas modificaciones posteriores. Tenía 127 metros de longitud de estribo a estribo y 12 de ancho, cinco arcos rebajados y cada arco tiene 23 metros de luz con 6 metros 60 centímetros de flechas. Las pilas están fundadas sobre 6 hilados de pilotes separados entre sí 80 cms. Estos pilotes están cortados a 2,90 metros de la línea de estiaje. La cimentación se construyó por pilotaje y hormigón utilizándose piedras de Motrico y caliza de Loyola. Su coste fue de dos millones y medio de reales y se dejó de cobrar el peaje que tantos pleitos había originado.

En 1911 cegaron uno de los ojos debido a las obras que se realizaron en el muro de la margen derecha del río y a la vez fue ensanchado, siendo nuevamente objeto de obras de ensanchamiento en 1924 y 1974 y desde entonces, con su calzada y andenes es uno de los puentes más anchos de España. Es un bello puente que da acceso a la principal avenida de la ciudad, la que termina en el mirador natural de la Concha.

("Del San Sebastián que fue" . Juan María Peña Ibañez)

Prólogo en el Boulevard

SAN SEBASTIÁN, verano de 1879 : Son las ocho de la noche; la Alameda , hasta no hace mucho Paseo del Hornabeque, presenta el aspecto que describe así un cronista de la época : "Hermosura, gala, distinción, donaire, fina galantería, tertulias de confianza, suspiros, miradas, sonrisas, tributos a la hermosura, culto a Cupido; de todo esto se encontraba, todo se sucedía en agradable confusión y bello desorden en el precioso paseo de la Alameda, iluminado a la Veneciana, presentando un cuadro de "Las Mil y Una Noches ...."
En el kiosko la Banda del Tercero de Artillería ataca las primeras notas de la obertura de Rosamunda... Y en una de aquellas "tertulias de confianza", entre miradas, sonrisas y suspiros de la gente joven, este diálogo:
-¡Qué alegría, doña Clotilde! Otra vez por aquí....
-Sí,sí: han sido dos años de veraneo forzoso en el pueblo, pero ahora nos tomamos el desquite.
-¡La guerra, hija, la guerra!¿Quién nos lo iba a decir el año 72?
- Ciertamente ... pero este San Sebastián no ha cambiado en nada. Siempre igual: tan limpio, tan bonito, tan acogedor. Como que nosotros nos contentamos con su recuerdo y ni ánimos tuvimos para ir a Santander.
-Pues a mí me picó un poco la aventura y ....
-Esper, espere un momento que la Banda va a interpretar la Marcha Turca .... Por cierto: ¿donde se hospedan ustedes?
- Donde siempre: en el Hotel Inglés. ¿Y ustedes?
-Por no variar, en la Fonda de Madrid.
-¿Mañana nos veremos en La Concha?
-Sí, sí; allí estaré porque llevo ya el cuarto día de la novena ....
La Banda del Tercero de Artillería sigue desgranando sobre "la agradable confusión y el bello desorden de la Alameda" las notas brillantes de Mozart.
En el otro extremo del paseo y bajo un farolillo a la Veneciana, un coronel de Cazadores -altas polainas charoladas, brandeburgos, charreteras y chacó- mientras atusa sus patillas de boca de hacha, expresión de su fervor alfonsino, recuerda los recientes episodios de la guerra.
-Tenaz y firme este pueblo de San Sebastián, mi querido amigo.
-Si señor; como que en los días del Sitio hasta cantaba coplillas alusivas a las bombas carlistas. Igual que en Cádiz cuando la francesada.
-Han sido tres años de prueba, de sufrimientos, de sacrifico ....
-Y de heroismo; pero ya ve, mi coronel, aquí todo está como si no hubiese pasado nada. No podemos decir que San Sebastián renace; porque jamás, ni en las más duras jornadas, dejó de vivir. Y mucho menos de pensar que era la primera playa española.
-En efecto, y a la vista está el resultado: once mil forasteros hemos venido este año a la Bella Easo. Lo acabo de leer en la estadística que publica hoy El Urumea
-Parece imposible que podamos tener todos acomodo.
-Un poquito justos. Pero en fin,San Sebastián es San Sestabien.....
Un silencio sepulcral "como pocas veces se observa entre la multitud" -testimoniará al día siguiente la prensa local- se hizo en los cientos de veraneantes reunidos en la Alameda. Era que los sesenta maestros cantores del Orfeón Easonense iban a actuar por vez primera en público guiados por la batuta del maestro Sarriegui....
Las últimas notas del Contzesirentzat se pierden entre las altas frondas del paseo y una salva de aplausos premia la labor insuperable de los cantantes donostiarras.
-¡Estas son voces, mi coronel, y no las de la compañía italiana del Circo ...!
Junto al escritorio de D. José Arana la peña de los taurófilos comenta las incidencias de la corrida del día anterior.
-¡Mala tarde Salvaor!
Frascuelo asiente porque lo contrario sería mentir, máxime cuando las caras del Badila, del Colita y de Agujetas acusan la pasada tormenta.
-¡Aquel maldito "Caballero"!
-Lástima de toro; porque como carnes las tenía. Y cuernos y nervio y bravura.
Sonríe D. José poniendo de manifiesto el muestrario de marfil de su famosa dentadura.
-Mañana te sacas la espina.
-Sí; y que luego se gasten chuflillas en la Prensa. Mire usted que decir eso de que dí más pases que franchutes había en la plaza y que sufrí más desarmes que los que ha tenido la Milicia Nacional.... ¡Con "Dió", señores....!
Hay un revuelo de gestos, voces y miradas: entre un grupo de admiradores, Julián Gayarre, el gran tenor roncalés, marcha hacia el Hotel de Londres donde esta noche le obsequian con una cena. A los postres ofrecerá el regalo de su voz cantando el Spirito gentile del cuarto acto de Favorita .....
Y habrá tema para hilvanar al día siguiente cien conversaciones bajo otras tantas sombrillas en la fina acera de la Concha, mientras en el puerto la chiquillería estará en sus gloris viendo las cucañas y la caza de patos, regalos que el Municipio ofrece a los veraneantes para animación de la que comienza a ser la Semana Grande.
************* **************
San Sebastián, recién salido de los horrores de una guerra civil durante la cual permaneció aislado del resto de España, se rehace de manera pasmosa y reivindica sus derechos a ser la primera playa peninsular. Las escenas precedentes, que no pasarían inadvertidas a los redactores de la prensa donostiarra, inspiraron seguramente al editorialista del Diario de San Sebastián estos atinados comentarios, certera visión de la realidad easonense que, pese a los cien años transcurridos, conservan jugosa actualidad:
Hay pues motivos para congratularse de lo que a siendo la temporada de 1879. Debe de infundir ánimos a la digna Corporación Municipal para completar en breve plazo las mejoras indispensables para poner a San Sebastián al abrigo de toda rivalidad.
Es muy posible que dentro de cuatro años los puertos asturianos y gallegos se hallen en comunicación ferrea con Madrid y provincias de España. No creemos que San Sebastián tenga nada temer de esos nuevos competidores, pues amén de otras muchas circunstancias debidas a la energía de sus habitantes, hay dos : su playa y la situación geográfica que ocupa, que la favorece muy por encima de todas sus rivales.
Prueba terminante de ello fue que sin embargo de quedarse San Sebastián aislado durante tres años de guerra del resto de España y teniendo Santander por decirlo así el privilegio exclusivo de recibir a los forasteros en tan larga época, acabó la guerra en marzo de 1876 y pocos meses después acudían a San Sebastian 57.000 personas ratificando su preferencia sobre otros puntos de baños.
Para asentar sobre base indestructible su ya especial situación, deben terminarse el Palacio de la Plaza de Guipúzcoa y el Parque de Alderdi-Eder, y levantar en el sitio destinado un magnífico Casino.
*********************
El palacio de la Plaza de Guipúzcoa, sede de la Diputación, cuya terminación reclamaba el editorialista del Diario de San Sebastián había comenzadoi a ser construído un año antes -en junio de 1878- bajo la dirección del arquitecto municipal D. José Goicoa. Un incendio ocurrido la noche de Navidad de 1885 lo destruiría totalmente, siendo reconstruído por los arquitectos Morales de los Ríos y Aladrén, que el 1 de julio de 1887 habrían de ver terminadas las obras del Gran Casino por ellos dirigidas junto al Parque de Alderdi-Eder, nombre que se dió, el 28 de mayo de 1879, al antiguo campo de maniobras militares


JOSE BERRUEZO RAMIREZ