lunes, 4 de febrero de 2019

TRADICIÓN: COROS DE SANTA AGUEDA (1931)

Los coros de Santa Águeda recorrieron anoche la ciudad.

No sabemos que en San Sebastián existiera la tradición de los coros de Santa Águeda; pero si ha existido en la antigüedad, o si nunca se ha conocido, desde ayer podemos decir que ha entrado ya en nuestras costumbres -porque suponemos que seguirá en años sucesivos- el que los coros vascos visiten autoridades, periódicos y gentes conocidas cantando las coplas de Santa Águeda en la noche de la víspera en que la Iglesia conmemora el martirio de la Virgen a quien quiso prostituir el emperador Quinciano.
Costumbre es esta que nació en Guipúzcoa, en Mondragón y más seguramente en su anteiglesia de Santa Águeda. Alguien quiso cantar la pureza de aquella doncella cristiana que pasó por todos los martirios físicos y morales y se creo la costumbre de que unos mozos, alumbrados con faroles, acompañados del tintineo de una campanilla y armados con "makillas", visitaran los caseríos para cantar coplas uno de los mozos, que luego es coreado por todos los demás, marcando el ritmo los golpes de "makilla" sobre el suelo.
La copla es de salutación cuando empieza la canción de ronda; pero si esta no queda satisfecha por la sordidez de los obsequiados, la copla dice cosas desagradables, que alguna vez dieron lugar a estacazos y aun a reyertas fuertes.
Costumbre es que se pide permiso para cantar, y cuando del interior de la casa niegan el permiso, sabido es que guardan luto por la muerte de algún pariente. Entonces la ronda se arrodilla y en vez de copla hay una oración por el alma del muerto, lo que también vale óbolo en moneda o en especie. 
La costumbre corrió hacia Vizcaya, y en Bilbao es donde más firmemente se ha conservado; en Guipúzcoa -que nosotros sepamos- ha llegado a muchos pueblos, aun cercanos a la capital. Y en todas partes la música es la misma, melodía vasca, sencilla, cargada de melancolía que rompe quizás el coro al cantar el refrán.
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Vimos en época en que queremos hacer revivir o dar a conocer viejas costumbres vascas. Hacen bien quienes así proceden, porque en esto no hay nada malo y en cambio aprendemos todos muchas cosas que ignorábamos.
Entre las agrupaciones que han emprendido este noble intento se encuentra la "Euskaltzale Gaztedia", que ya en la Nochebuena resucitó otra vieja costumbre. Anoche, unos treinta mozos y muchachos formaron la cuadrilla de Santa Águeda y se dedicaron a visitar centros oficiales, Redacciones de periódicos, personajes de la ciudad, ataviados de "casheros", con faroles y con consabidas campanilla y "makillas". Cantaron la copla y el refrán de Santa Águeda, que nos trajo recuerdos ya viejos de Goyerri. Porque también visitaron la Redacción de LA VOZ DE GUIPÚZCOA, donde nos dedicaron sus coplas, que oímos con deleite.
Y cuando hubieron terminado, los cantores de las "makillas" que componían los Coros de Santa Águeda recibieron nuestro agradecimiento por su fina atención, y porque nos creíamos también nosotros obligados a ofrecerles así nuestro óbolo en esta noche en que un grupo de jóvenes resucitaba la vieja costumbre que nació en honor de la doncella mártir maltesa.

(FUENTE: LA VOZ DE GUIPÚZCOA. 05 de Febrero de 1931. Página 16)

domingo, 3 de febrero de 2019

LOS CALDEREROS DE "GAZTELUPE" (1932)


No fue obstáculo el fresquillo de la noche para que antes de las diez las calles de la parte vieja presentasen el animadísimo aspecto de las solemnidades populares. Pero no era solamente el vecindario "koshkero" el que esperaba la salida de los nómadas "húngaros", que componían sartenes y calderas a los sones de una banda que interpretaba la música de Sarriegui. Era también la gente joven de la parte nueva, mucha de la cual no conocía este festejo humorístico más que por referencias.
Poco después de las diez salieron los "húngaros" del domicilio social de Gaztelupe, que es su casa. ¡Qué facilidad de adaptación tenemos los donostiarras! Los músicos franceses de "Les Enfants de Gaztelup" que integran la "Fanfare" famosa; los castizos componentes del "Orfeón de la Castaña", que a pesar de su denominación -que parece una "chufla"- son unos meritísimos artistas -y no quitamos nada del calificativo-, salieron a la calle del 31 de Agosto convertidos en unos artífices del sartén y de la caldera, con un aspecto que infundiría pavor a las más arrogantes aves de corral.
Cerrando la caravana iba el tradicional carro con los víveres, en el que iban dos "húngaras" encantadoras.....como nacidas en el corazón de Donostia. Eran ellas Leonor Solaverrieta, nieta del popular patrón "Txhario", y Teresita Vaqueriza, hija del no menos popular marino "Sotherocho". La presencia de las bellas jóvenes arrancó muchos piropos, no precisamente en húngaro.
Al son de la música recorrieron el itinerario señalado, deteniéndose ante los domicilios de las Sociedades populares enclavadas en el trayecto, donde ejecutaron diversas composiciones, y después de las once irrumpieron en la Plaza de la Constitución, encuadrados por los portadores de las antorchas y precedidos y seguidos por un público enorme que se apretujaba en la "koshkera" plaza.
Allí ejecutaron con verdadera maestría -¿qué tiene ello de extraño, siendo vos quien sois?- diversas composiciones, que fueron muy aplaudidas por el numerosísimo público que guerdo un profundo silencio.
Gaztelupe tuvo anoche un éxito más. ¡Enhorabuena!

(FUENTE: LA VOZ DE GUIPÚZCOA. 3 de Febrero de 1932. Página 16)