viernes, 16 de marzo de 2012

DE SIDRAS


El manzano, árbol que abunda por nuestros campos, es el primero de los que se cita en los textos bíblicos. albergó en su trono al genio del mal, al mismísimo Lucifer y un fruto de éste árbol fue el que , al ser mordido por Eva, hizo que fueran echados del Paraíso nuestros primeros padres.

Dice un cronista local que el hombre, "contrariado por la pérdida de tantos bienes, estrujó con rabia la manzana, mas ¡oh sorpresa! las lágrimas de esta, expelidas en zumo, produjeron el exquisito néctar vascongado que se conoce con el nombre de sidra o sagardua, vino de manzana".

La gente de nuestra tierra es desde hace tiempo gran bebedora de sidra. Cuando corría la voz que en el caserío tal o en el caserío cual iba a abrirse un tonel, se reúnen adictos del exquisito néctar. "Las cubas enormes en su negrura de establo, parecen elefantes adormecidos. Braseros de piedra entre sus candentes cenizas asan sardinas, trozos de bacalao, trimpollas y kokotxas; y chirriantes sartenes fríen sabrosos comestibles. Esto era antes - escribía en 1935 Alfredo Laffitte -, ahora el progreso ha llegado hasta los caseríos, que tienen cocina económica y se merienda con mesa y manteles".

La contabilidad de las escanciadoras no ofrece quebraderos de cabeza; se fían de la buena fe de los parroquianos; cada consumidor al tomarse el vaso lleno va cantando el número de los que bebe: bigarrena, laugarrena, amargarrena y ogusy: segundo, cuarto, décimi, vigésimo. Y la cuenta salía perfecta.

Los buenos bebedores de ese zumo de oro del pecado original como lo denominó Felipe Sassone, decían que para que surtiera sus prodigiosos efectos había que beberlo al pie de la cuba.

Y relacionado con el tema de los bebedores de sidra está el de los coperos que eran quienes tenían por oficio el llevar la copa y dar de beber a su señor.

Así, el copero mayor del Rey era el que en los antiguos palacios de los monarcas tenía empleo de servirle la copa en la mesa, y en imitación de esto, escribía Gil Baré, en lo antiguo los regidores preeminentes de nuestras villas tal vez hayan tenido el encargo de servir con la copa al alcalde o al preboste o añl personaje que la villa tenía en honor, según se menciona en una escritura guardada en el archivo de la Cámara de Comptos de Navarra. Pero el documento no aclara si sólo bebía el alcalde o preboste la copa que le servía el copero, pero es de suponer que tanto éstos como los cargos de menor importancia se entregarían con motivo de todo acto oficial a repetidas libaciones.

DIARIO VASCO -29/01/1995- KOXKAS - R.M.

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