No figura la Calle del Angel en el padrón de vecinos de 1566, ni en las Ordenanzas de 1630.
Esa parte de la población que existía de antiguo en forma de anfiteatro en la colina derecha, se hallaba unida por el Norte con la rampa de la torre del Campanario.
Tenía de ancho esta vía antes del incendio de 1813, cinco y medio pies en algunas partes y hasta catorce en otras. Era pesada, poco aseada y mal sana, con alineación tortuosa. Las casas por lo común eran pequeñas. Todos los edificios quedaron destruídos, asi por los proyectiles, como por el incendio,y reducidos los más a fragmentos de piedra.
Este nombre tiene su origen, sin duda, en alguna efigie de Angel, colocada en aquella parte de la población.
Por acuerdo del Ayuntamiento de 13 de Abril de 1897, se dispuso rotularle en vascuence con el nombre de Aingeru-Kalea, que es traducción de "Calle del Angel".
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
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martes, 26 de febrero de 2013
CALLE DE AMASORRAIN
Figura esta calle en el padrón de vecinos del año 1566 con el nombre de Amasorrarain, y en las Ordenanzas de edificación de 1630 con el de Amasorrain.
De muy antiguo existe en el barrio rural de Añorga la casa solar y armera de Amasorrain, y descendiente de esta casa era Ascensio de Amasorrarayn, que figura como vecino de la calle de la Trinidad en el padrón citado de 1566.
El nombre de esta vía no tendría seguramente más encumbrado origen que el de haber construído alguna casa y pasar a habitar en ella algún descendiente de este solar.
La "Calle de Amasorrain", se hallaba próximamente continuación de la actual calle de la Pescadería, en dirección a la calle de San Jerónimo. Derribando los edificios de la citada calle y los de la calle de Embeltrán, se abrió el año 1722, la actual Plaza de la Constitución, como se dirá más adelante al hablar de ésta.
En la indicada fecha, desapareció la vía pública de aquel nombre , que ya no existe.
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
De muy antiguo existe en el barrio rural de Añorga la casa solar y armera de Amasorrain, y descendiente de esta casa era Ascensio de Amasorrarayn, que figura como vecino de la calle de la Trinidad en el padrón citado de 1566.
El nombre de esta vía no tendría seguramente más encumbrado origen que el de haber construído alguna casa y pasar a habitar en ella algún descendiente de este solar.
La "Calle de Amasorrain", se hallaba próximamente continuación de la actual calle de la Pescadería, en dirección a la calle de San Jerónimo. Derribando los edificios de la citada calle y los de la calle de Embeltrán, se abrió el año 1722, la actual Plaza de la Constitución, como se dirá más adelante al hablar de ésta.
En la indicada fecha, desapareció la vía pública de aquel nombre , que ya no existe.
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
jueves, 14 de febrero de 2013
COMPARSAS DE AYER
Las alegres fiestas de San Sebastián después de la destrucción de la ciudad en 1813 se centraban principalmente en las comparsas que salían a las calles en fechas determinadas como eran el día del Patrono, la Candelaria y sobre todo en Carnaval sin olvidarse cuando nos visitaba algún personaje de alcurnia.
Existe un manuscrito hecho por don Pío Baroja, abuelo del novelista, que ignoro en que manos estará, pero resulta curiosísimo y muy importante para conocer la historia del aspectolúdico de la ciudad en la primera mitad del siglo XIX. Lleva por título "Comparsas representadas en la M.N. y M.L. ciudad de San Sebastián arregladas para flauta por J.M.I. Copiadas para su uso particular por Pio Baroja".
Las hojas coleccionadas, según relataron los que tuvieron el manuscrito en sus manos son las siguientes : "Estudiantina de los jóvenes de San Sebastián el domingo de Carnaval del año 1820". Es una tirana y un bolero y no lleva pie de imprenta. "Comparsa de gitanos andaluces en San Sebastián eldomingo de Carnaval de 1827". La música de Albeniz esta coleccionada por Pio Baroja y es una tirana y un bolero y tampoco lleva pie de imprenta. "Comparsa de los Caldereros turcos por la tertulia de la juventud de San Sebastián el lunes de Carnaval de 1828", sin pie de imprenta. "Comparsa de panaderos franceses en la Plaza Nueva de San Sebastián el lunes de Carnaval de 1830", sin pie de imprenta. "Donostiako Gazteak languille maisuen festa 1832 garren urteko. Zampanzart eguerdian". Tampoco lleva pie de imprenta."La Estudiantina comparsa que ha de ejecutarse en San Sebastián el jueves de Carnaval, 14 de Febrero de 1833". Sin pie de imprenta. "Himno a la Reina Nuestra Señora, por don Pedro de Mena cantado en la noche del 6 de enero de 1834 por los jóvenes de San Sebastián". Música de Santesteban. Litografia de Alcain en San Sebastián. "Comparsa alegórica que ha de ejecutarse en la Ciudad de San Sebastián por jóvenes de ambos sexos el domingo de Carnaval de 1839". San Sebastián, imprenta de Ignacio Ramón Baroja.
"Los estudiantes de San Sebastián en el Carnaval de 1841" Tolosa, imprenta de la viuda de Mendizábal. "Donostiaco gaztechoac onenzaro gabean 1842 garren urtean". San Sebastián en la imprenta de Pio Baroja, Plaza Nueva nº 10. "Donostiaco gaztechoac onenzaro gabean 1843 garren urtean". Imprenta de Pio Baroja. "Himno cantado la noche del 15 de febrero de 1852 en el Teatro de San Sebastián", imprenta de Ignacio Ramón Baroja. "Oda", sin fecha ni pie de imprenta. "Al Estatuto Real. Himno". Sin fecha ni pie de imprenta. "A SS.AA. los pastores del valle de Loyola" Sin fecha ni pie de imprenta. "Comparsa de jardineros con canto y baile en los públicos regocijos con que esta Muy Noble y Muy Leal ciudad de San Sebastián celebra el feliz alumbramiento de la Reina Nuestra Señora". No lleva pie de imprenta. "Himno con ocasión de la comida patriótica de los guardias nacionales de San Sebastián y Tolosa en celebridad de los días de S.M. la Reina Nuestra Señora doña Isabel II". San Sebastián, imprenta de Ignacio Ramón Baroja.
Mañana seguiré con el tema de las comparsas de antaño, pèro no quiero acabar sin insinuar que sería interesante que el Centro de Atracción y Turismo sacara a la calle alguna comparsa como estas de hace más de siglo y medio.
KOXKAS - R.M. -30/01/1991
Existe un manuscrito hecho por don Pío Baroja, abuelo del novelista, que ignoro en que manos estará, pero resulta curiosísimo y muy importante para conocer la historia del aspectolúdico de la ciudad en la primera mitad del siglo XIX. Lleva por título "Comparsas representadas en la M.N. y M.L. ciudad de San Sebastián arregladas para flauta por J.M.I. Copiadas para su uso particular por Pio Baroja".
Las hojas coleccionadas, según relataron los que tuvieron el manuscrito en sus manos son las siguientes : "Estudiantina de los jóvenes de San Sebastián el domingo de Carnaval del año 1820". Es una tirana y un bolero y no lleva pie de imprenta. "Comparsa de gitanos andaluces en San Sebastián eldomingo de Carnaval de 1827". La música de Albeniz esta coleccionada por Pio Baroja y es una tirana y un bolero y tampoco lleva pie de imprenta. "Comparsa de los Caldereros turcos por la tertulia de la juventud de San Sebastián el lunes de Carnaval de 1828", sin pie de imprenta. "Comparsa de panaderos franceses en la Plaza Nueva de San Sebastián el lunes de Carnaval de 1830", sin pie de imprenta. "Donostiako Gazteak languille maisuen festa 1832 garren urteko. Zampanzart eguerdian". Tampoco lleva pie de imprenta."La Estudiantina comparsa que ha de ejecutarse en San Sebastián el jueves de Carnaval, 14 de Febrero de 1833". Sin pie de imprenta. "Himno a la Reina Nuestra Señora, por don Pedro de Mena cantado en la noche del 6 de enero de 1834 por los jóvenes de San Sebastián". Música de Santesteban. Litografia de Alcain en San Sebastián. "Comparsa alegórica que ha de ejecutarse en la Ciudad de San Sebastián por jóvenes de ambos sexos el domingo de Carnaval de 1839". San Sebastián, imprenta de Ignacio Ramón Baroja.
"Los estudiantes de San Sebastián en el Carnaval de 1841" Tolosa, imprenta de la viuda de Mendizábal. "Donostiaco gaztechoac onenzaro gabean 1842 garren urtean". San Sebastián en la imprenta de Pio Baroja, Plaza Nueva nº 10. "Donostiaco gaztechoac onenzaro gabean 1843 garren urtean". Imprenta de Pio Baroja. "Himno cantado la noche del 15 de febrero de 1852 en el Teatro de San Sebastián", imprenta de Ignacio Ramón Baroja. "Oda", sin fecha ni pie de imprenta. "Al Estatuto Real. Himno". Sin fecha ni pie de imprenta. "A SS.AA. los pastores del valle de Loyola" Sin fecha ni pie de imprenta. "Comparsa de jardineros con canto y baile en los públicos regocijos con que esta Muy Noble y Muy Leal ciudad de San Sebastián celebra el feliz alumbramiento de la Reina Nuestra Señora". No lleva pie de imprenta. "Himno con ocasión de la comida patriótica de los guardias nacionales de San Sebastián y Tolosa en celebridad de los días de S.M. la Reina Nuestra Señora doña Isabel II". San Sebastián, imprenta de Ignacio Ramón Baroja.
Mañana seguiré con el tema de las comparsas de antaño, pèro no quiero acabar sin insinuar que sería interesante que el Centro de Atracción y Turismo sacara a la calle alguna comparsa como estas de hace más de siglo y medio.
KOXKAS - R.M. -30/01/1991
miércoles, 13 de febrero de 2013
PLAZA DE LA CONSTITUCIÓN, ANTES "NUEVA" (II)
..................CONTINUACIÓN:
Aclarada la cuestión de la propiedad, se pensó en la construcción de la Plaza, proyecto que fue acogido por el vecindario con el mayor entusiasmo. Faltaban fondos y se abrió una suscripción pública que produjo enseguida 53.000 reales. A principios de 1817 se dió comienzo con estos fondos al relleno de la Plaza y se dispuso que en el caso de que no bastaran para elevar el piso de la Plaza al nivel necesario, los escombros de los edificios que componían el perímetro de la misma, se permitiese traerlos a su costa a los propietarios de otras calles. Se practicaron los trabajos de cimentación en administración por el Ayuntamiento, y construídos que fueron los cimientos de las casas, se prepararon las condiciones para la subasta de los arcos. Sabedores tres entusiastas contratistas de la población de que se iban a rematarlos por trozos, presentaron un escrito al Ayuntamiento, exponiendo que era conveniente para que los arcos tuviesen la debida uniformidad y no resultasen los defectos de que adolecía la Plaza de Vitoria, que unos mismos contratistas se hicieran cargo de toda la obra, y atendida que fue la indicación, los mismos contratistas se hicieron cargo de toda ella en una sola subasta.
Hechos todos los preparativos para la realización de este gran proyecto, se inauguraron las obras con el mayor entusiasmo y pompa el 16 de Agosto de 1817.
Las dimensiones de la Plaza eran 205 pies de largo, 132 de ancho, 26.060 en cuadro.
La entrega de los arcos se hizo el 6 de Noviembre de 1818, quedando el Arquitecto tan satisfecho de la obra por su unidad, corrección y solidez, que consideró a los contratistas con derecho al dos por ciento de premio señalado en las condiciones de subasta, haciéndoles entrega de los 5.597,16 reales a que ascendió dicha cantidad.
Se tuvo con los balcones el mismo criterio que con los arcos, estimando que convendría para la mayor uniformidad y regularidad, el que fuesen trabajados por una misma mano, pues si se dejaba en libertad a los dueños valiéndose ellos de diferentes operarios, aparecerían sensibles variedades, causando mal efecto a la vista. Se presentaron tres artífices con distintas proposiciones : Don Romualdo Zornoza y José María de Uranga, vecinos de San Sebastián y Manuel Felipe Guevara, de Irún, y se acordó dar a cada uno de ellos los balcones de un piso. A uno de ellos, todos los de los primeros pisos de los tres lados y el de los terrados o bocacalles y los antepechos del entresuelo de la arcada pequeña o lado menor de la Plaza. A otro los del segundo y a otro los del tercero.
En esta Plaza se celebraron después, durante muchos años, todos los festejos públicos con inclusión de las corridas de toros, cerrándola en cuadrilongo con barras de hierro y formando andanadas de palcos y asientos de madera. Todos los balcones estaban numerados, como siguen todavía estándolo, y el Ayuntamiento hacía uso de ellos en la forma expuesta.
En los arcos de esta Plaza, tomó asiento el comercio de más lustre de San Sebastián, y ellos constituían el paseo obligado en donde se reunía la flor y nata de Donostia.
El último año en que se subastaron los arbitrios del mercado de esta Plaza, fue el año económico de 1870 a 1871. El siguiente año de 1871 a 1872, se hallaba ya habilitado el mercado de la Brecha, pero continúa el Ayuntamiento cobrando la renta de los puestos de venta de frutas y baratijas que se establecen en dichos arcos.
Siguió llamándose "Plaza Nueva" hasta mediar el año 1820 en que se colocó una lápida de mármol con letras de oro, que decía "Plaza de la Constitución", en memoria del Régimen Constitucional, que se implantó en España, y así continúa llamándose.
Por acuerdo de 13 de Abril de 1897, se dispuso poner en vascuence el rótulo Plaza-Berria, que significa "Plaza Nueva"
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
Aclarada la cuestión de la propiedad, se pensó en la construcción de la Plaza, proyecto que fue acogido por el vecindario con el mayor entusiasmo. Faltaban fondos y se abrió una suscripción pública que produjo enseguida 53.000 reales. A principios de 1817 se dió comienzo con estos fondos al relleno de la Plaza y se dispuso que en el caso de que no bastaran para elevar el piso de la Plaza al nivel necesario, los escombros de los edificios que componían el perímetro de la misma, se permitiese traerlos a su costa a los propietarios de otras calles. Se practicaron los trabajos de cimentación en administración por el Ayuntamiento, y construídos que fueron los cimientos de las casas, se prepararon las condiciones para la subasta de los arcos. Sabedores tres entusiastas contratistas de la población de que se iban a rematarlos por trozos, presentaron un escrito al Ayuntamiento, exponiendo que era conveniente para que los arcos tuviesen la debida uniformidad y no resultasen los defectos de que adolecía la Plaza de Vitoria, que unos mismos contratistas se hicieran cargo de toda la obra, y atendida que fue la indicación, los mismos contratistas se hicieron cargo de toda ella en una sola subasta.
Hechos todos los preparativos para la realización de este gran proyecto, se inauguraron las obras con el mayor entusiasmo y pompa el 16 de Agosto de 1817.
Las dimensiones de la Plaza eran 205 pies de largo, 132 de ancho, 26.060 en cuadro.
La entrega de los arcos se hizo el 6 de Noviembre de 1818, quedando el Arquitecto tan satisfecho de la obra por su unidad, corrección y solidez, que consideró a los contratistas con derecho al dos por ciento de premio señalado en las condiciones de subasta, haciéndoles entrega de los 5.597,16 reales a que ascendió dicha cantidad.
Se tuvo con los balcones el mismo criterio que con los arcos, estimando que convendría para la mayor uniformidad y regularidad, el que fuesen trabajados por una misma mano, pues si se dejaba en libertad a los dueños valiéndose ellos de diferentes operarios, aparecerían sensibles variedades, causando mal efecto a la vista. Se presentaron tres artífices con distintas proposiciones : Don Romualdo Zornoza y José María de Uranga, vecinos de San Sebastián y Manuel Felipe Guevara, de Irún, y se acordó dar a cada uno de ellos los balcones de un piso. A uno de ellos, todos los de los primeros pisos de los tres lados y el de los terrados o bocacalles y los antepechos del entresuelo de la arcada pequeña o lado menor de la Plaza. A otro los del segundo y a otro los del tercero.
En esta Plaza se celebraron después, durante muchos años, todos los festejos públicos con inclusión de las corridas de toros, cerrándola en cuadrilongo con barras de hierro y formando andanadas de palcos y asientos de madera. Todos los balcones estaban numerados, como siguen todavía estándolo, y el Ayuntamiento hacía uso de ellos en la forma expuesta.
En los arcos de esta Plaza, tomó asiento el comercio de más lustre de San Sebastián, y ellos constituían el paseo obligado en donde se reunía la flor y nata de Donostia.
El último año en que se subastaron los arbitrios del mercado de esta Plaza, fue el año económico de 1870 a 1871. El siguiente año de 1871 a 1872, se hallaba ya habilitado el mercado de la Brecha, pero continúa el Ayuntamiento cobrando la renta de los puestos de venta de frutas y baratijas que se establecen en dichos arcos.
Siguió llamándose "Plaza Nueva" hasta mediar el año 1820 en que se colocó una lápida de mármol con letras de oro, que decía "Plaza de la Constitución", en memoria del Régimen Constitucional, que se implantó en España, y así continúa llamándose.
Por acuerdo de 13 de Abril de 1897, se dispuso poner en vascuence el rótulo Plaza-Berria, que significa "Plaza Nueva"
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
PLAZA DE LA CONSTITUCIÓN, ANTES "NUEVA" (I)
Por el Doctor Camino, sabemos que dicha Plaza se hizo en 1722, comprando y derribando los edificios que componían las calles de Embeltrán y Amasorrain, que se hallaban en aquel lugar, siendo la traza de Hércules Torrelli, de quien era también el frontispicio del Monasterio de San Bartolomé. Su coste ascendió a 1.016.619 reales, sin contar la casa concejil que costó más de 40.000 pesos. Con esta nueva Plaza se quisieron evitar los desórdenes que ocurrían entre militares y paisanos en la Plaza Vieja, en donde había tres cuarteles,en los concursos de espectáculos públicos, y también colocar en situación más ventajosa la Casa Consistorial y la del Consulado, que se hallaban en donde se pusieron luego a Lonja y los almacenes de la Compañía de Filipinas. Todos los edificios de esta Plaza, fueron construídos por cuenta del Ayuntamiento, y se obligó a todos los vendedores de comestibles al por menor a que vendiesen sus mercancias en esta Plaza y no en la Plaza Vieja, ni por las calles, como se venía haciendo.
Al efecto, el Ayuntamiento dispuso en Febrero de 1722 el cumplimiento de dicho acuerdo, que fue ratificado por R. Provisión de 16 de Octubre del año indicado, aclarando que se pusieran además en los arrabales dos o tres tiendas en sitios adecuados.
Tenía la Plaza, como ahora, sus soportales o arcadas en sus cuatro frentes, interceptados por otras tantas bocacalles, que en ella entraban. Dos de ellas, que seguían de la Calle Iñigo, eran capaces para paso de carros y coches, y las otras solo de caballerías. Su posición, más que horizontal, se hallaba hundida con respecto del todo. En la cabeza del Poniente, se hallaba situada la casa Concejil y del Consulado, con un soportal o arcada espacioso. Este edificio era bastante capaz y de excelentes salones, pero el estilo Churrigueresco de sus formas exteriores, hacía ridícula su decoración. Los demás costados del cuadrilongo, se componían de tres series de arcadas uniformes, como así mismo, las casas o frentes que sobre ellas se cargaban.
Las azarosas circunstancias que sobrevinieron con motivo de la guerra de la Independencia, a principios del siglo XIX, obligaron al Ayuntamiento a vender la propiedad de dichas casas en 1810, reservándose diferentes derechos, sobre dichas fincas, como son el derecho del cobertizo y arcos, los balcones para los casos de corridas y otros regocijos, noches de iluminación etcétera, para atender con sus rendimientos a los gastos de la función.
Al sobrevenir el incendio de la ciudad en 1813, siguieron aquellos 25 edificios que circunvalaban la Plaza, la suerte de los demás, siendo destruídos completamente. Toda la fachada de la casa concejil, quedó destruída y desplomada hasta los cimientos, permaneciendo en pie los dos costados y espalda, pero resentido e inutilizados.
Así mismo quedaron destruídos los frentes totales de los lados más largos de la Plaza, conservándose únicamente en pie una parte del lado opuesto a la casa Concejil, aunque resentida y amenazando peligro. Igualmente se arruinaron la mayor parte de las paredes medianiles, y solo quedaron las paredes de las espaldas, las que fueron desmoronadas con la acción de las lluvias y vientos. Los expresados tres lados de la Plaza, se componían de casas muy angostas, de poco frente y poco fondo, por cuyo motivo todas las escaleras eran estrechas, oscuras y agudas, y los cuartos interiores y cocinas, faltos de luz, que recibian por pequeños patines parciales que tenían por la espalda, hasta el punto de que casi todo el año, se veían obligados a hacer uso de la luz artificial, efecto de la defectuosa distribución.
Después de la catástrofe, muchos propietarios de estos solares, los vendieron haciendo caso omiso del censo o gravamen que tenían para con el Municipio, y al proyectar la construcción de nuevos edificios, sobrevinieron multitud de reclamaciones y quejas, que dieron lugar a una reunión que se celebró entre los interesados y el Ayuntamiento, bajo la presidencia del Corregidor. En dicha reunión acordaron que la ciudad librase los indicados solares de toda responsabilidad, que las fachadas se ejecutasen conforme al plano del Arquitecto Ugartemendía, abonando de los fondos públicos la diferencia que resultase en su coste, comparadas con las de la casa de la Viuda de Echagüe que debía servir de punto de partida; que el Ayuntamiento pudiese disponer de los balcones, cuando hubiese corridas de muerte, para venderlos al público, reservando para el propietario el derecho a un balcón torero, esto es, a una ventana o medio balcón en la habitación de la casa que pidiese y dos si era vecino Concejante, pagando por él lo que el Ayuntamiento señalare por punto general para todos los balcones.
El Ayuntamiento propuso además, y así se acordó, que se le concediera el derecho de gravar con un impuesto los bancos del Mercado, que habían de establecerse en los arcos de la Plaza, destinando los fondos recaudados a beneficio del Hospital y Misericordia, sin que pudieran practicarlo los dueños ni los inquilinos, en cuyo caso se haría por cuenta de la Ciudad, todo el balconaje de hierro del primer piso, de todas las casas.
...............CONTINUARÁ.
Al efecto, el Ayuntamiento dispuso en Febrero de 1722 el cumplimiento de dicho acuerdo, que fue ratificado por R. Provisión de 16 de Octubre del año indicado, aclarando que se pusieran además en los arrabales dos o tres tiendas en sitios adecuados.
Tenía la Plaza, como ahora, sus soportales o arcadas en sus cuatro frentes, interceptados por otras tantas bocacalles, que en ella entraban. Dos de ellas, que seguían de la Calle Iñigo, eran capaces para paso de carros y coches, y las otras solo de caballerías. Su posición, más que horizontal, se hallaba hundida con respecto del todo. En la cabeza del Poniente, se hallaba situada la casa Concejil y del Consulado, con un soportal o arcada espacioso. Este edificio era bastante capaz y de excelentes salones, pero el estilo Churrigueresco de sus formas exteriores, hacía ridícula su decoración. Los demás costados del cuadrilongo, se componían de tres series de arcadas uniformes, como así mismo, las casas o frentes que sobre ellas se cargaban.
Las azarosas circunstancias que sobrevinieron con motivo de la guerra de la Independencia, a principios del siglo XIX, obligaron al Ayuntamiento a vender la propiedad de dichas casas en 1810, reservándose diferentes derechos, sobre dichas fincas, como son el derecho del cobertizo y arcos, los balcones para los casos de corridas y otros regocijos, noches de iluminación etcétera, para atender con sus rendimientos a los gastos de la función.
Al sobrevenir el incendio de la ciudad en 1813, siguieron aquellos 25 edificios que circunvalaban la Plaza, la suerte de los demás, siendo destruídos completamente. Toda la fachada de la casa concejil, quedó destruída y desplomada hasta los cimientos, permaneciendo en pie los dos costados y espalda, pero resentido e inutilizados.
Así mismo quedaron destruídos los frentes totales de los lados más largos de la Plaza, conservándose únicamente en pie una parte del lado opuesto a la casa Concejil, aunque resentida y amenazando peligro. Igualmente se arruinaron la mayor parte de las paredes medianiles, y solo quedaron las paredes de las espaldas, las que fueron desmoronadas con la acción de las lluvias y vientos. Los expresados tres lados de la Plaza, se componían de casas muy angostas, de poco frente y poco fondo, por cuyo motivo todas las escaleras eran estrechas, oscuras y agudas, y los cuartos interiores y cocinas, faltos de luz, que recibian por pequeños patines parciales que tenían por la espalda, hasta el punto de que casi todo el año, se veían obligados a hacer uso de la luz artificial, efecto de la defectuosa distribución.
Después de la catástrofe, muchos propietarios de estos solares, los vendieron haciendo caso omiso del censo o gravamen que tenían para con el Municipio, y al proyectar la construcción de nuevos edificios, sobrevinieron multitud de reclamaciones y quejas, que dieron lugar a una reunión que se celebró entre los interesados y el Ayuntamiento, bajo la presidencia del Corregidor. En dicha reunión acordaron que la ciudad librase los indicados solares de toda responsabilidad, que las fachadas se ejecutasen conforme al plano del Arquitecto Ugartemendía, abonando de los fondos públicos la diferencia que resultase en su coste, comparadas con las de la casa de la Viuda de Echagüe que debía servir de punto de partida; que el Ayuntamiento pudiese disponer de los balcones, cuando hubiese corridas de muerte, para venderlos al público, reservando para el propietario el derecho a un balcón torero, esto es, a una ventana o medio balcón en la habitación de la casa que pidiese y dos si era vecino Concejante, pagando por él lo que el Ayuntamiento señalare por punto general para todos los balcones.
El Ayuntamiento propuso además, y así se acordó, que se le concediera el derecho de gravar con un impuesto los bancos del Mercado, que habían de establecerse en los arcos de la Plaza, destinando los fondos recaudados a beneficio del Hospital y Misericordia, sin que pudieran practicarlo los dueños ni los inquilinos, en cuyo caso se haría por cuenta de la Ciudad, todo el balconaje de hierro del primer piso, de todas las casas.
...............CONTINUARÁ.
martes, 12 de febrero de 2013
LOURDES-CHIQUI
Al entrar en vigor en Francia las leyes antireligiosas de Combes y Waldeck-Rousseau fueron bastantes los que tuvieron que abandonar sus conventos y su país. A España vinieron algunos religiosos y dada la proximidad fronteriza no pocos quedaron en Guipúzcoa, la mayoría en conventos de su orden y algunos en los que fundaron los emigrantes.
Entre los frailes que llegaron aquellos años figuraban los dominicos, de gran tradición en nuestra ciudad donde residieron hasta las leyes desamortizadoras de Mendizabal en el convento de San Telmo. Fue en 1903 cuando vinieron los dominicos franceses procedentes del colegio que tenían en Arcachon y un periódico donostiarra daba cuenta de eso en estas líneas :"Los frailes dominicos, que se trasladan a causa de la ley de asociaciones francesas, salieron ayer de Francia para instalarse en su nueva residencia. Son varias las comunidades que, por la clausura de los conventos en Francia, se han trasladado a España y muchas de ellas a nuestra provincia".
Aquel grupo de dominicos exiliados, capitaneados por el P. Urbano, de blanca y abacial barba de porte distinguido, de gran cultura y de mucho mundo, tras no pocas negociaciones adquirieron una finca en la falda de Igueldo que era de los señores Coll y Ripoll, propietarios de "La Mallorquina". El lugar era umbroso y silente, propicio para la meditación y el estudio. Y allí, en una especie de cueva, colocaron una imagen de Nuestra Señora de Lourdes. No hacía muchos años el 18 de enero de 1862, el obispo de Tarbes declaraba "Juzgamos que la Inmaculada Virgen María, se apareció realmente a Bernardette Soubirous el 11 de febrero de 1858 y días siguientes, en número de dieciocho veces, en la gruta de Masabielle, cerca de Lourdes, y que tal aparición contiene todas las características de la verdad y que los fieles pueden creerla por cierta. En aquella gruta se colocó dos años después la imagen de la Virgen según la había visto Bernardette iniciandose en 1873 las peregrinaciones.
La devoción a la Virgen de Lourdes fue extendiéndose por Francia y después por toda Europa, y los donostiarras no fueron ajenosa aquel culto a Nuestra Señora, y al tener noticia de que los dominicos en su nuevo colegio llamado de San Vicente Ferrer o del Captier habían colocado una imagen de la Virgen de Lourdes, comenzaron a acercarse al lugar que desde entonces fue conocido con el nombre de Lourdes-chiqui.
Aquel colegio que funcionó hasta 1920, era pequeño y a él acudían un número reducido de alumnos, casi todos en régimen de internado, de las buenas y adineradas familias, en su mayoría francesas. No faltaban los chicos donostiarras, pro también los había de otros paises. Entre aquellos alumnos el cronista conoció a un muchacho uruguayo, Alberto Guani, cuyo padre había sido ministro de Asuntos Exteriores en su país y entonces era embajador en Bruselas. Los abuelos del escolar, don Camino y doña Anita Guani vivían en San Sebastián, en el barrio de San Martín, y tal vez por eso el nieto estaba en el Captier. Pocas noticias hay de aquel colegio que según cuenta Luis Murugarren quiso en 1904 instalar dos casetas de baño en Ondarreta para sus alumnos, pues en verano también había clases. La finca la compraron luego don Manuel Rezola y doña Luisa Lizariturry, fue después de unas monjas y desde hace quince años de la Escuela de Ekintza
KOXKAS - R.M.- 11/02/1991
Entre los frailes que llegaron aquellos años figuraban los dominicos, de gran tradición en nuestra ciudad donde residieron hasta las leyes desamortizadoras de Mendizabal en el convento de San Telmo. Fue en 1903 cuando vinieron los dominicos franceses procedentes del colegio que tenían en Arcachon y un periódico donostiarra daba cuenta de eso en estas líneas :"Los frailes dominicos, que se trasladan a causa de la ley de asociaciones francesas, salieron ayer de Francia para instalarse en su nueva residencia. Son varias las comunidades que, por la clausura de los conventos en Francia, se han trasladado a España y muchas de ellas a nuestra provincia".
Aquel grupo de dominicos exiliados, capitaneados por el P. Urbano, de blanca y abacial barba de porte distinguido, de gran cultura y de mucho mundo, tras no pocas negociaciones adquirieron una finca en la falda de Igueldo que era de los señores Coll y Ripoll, propietarios de "La Mallorquina". El lugar era umbroso y silente, propicio para la meditación y el estudio. Y allí, en una especie de cueva, colocaron una imagen de Nuestra Señora de Lourdes. No hacía muchos años el 18 de enero de 1862, el obispo de Tarbes declaraba "Juzgamos que la Inmaculada Virgen María, se apareció realmente a Bernardette Soubirous el 11 de febrero de 1858 y días siguientes, en número de dieciocho veces, en la gruta de Masabielle, cerca de Lourdes, y que tal aparición contiene todas las características de la verdad y que los fieles pueden creerla por cierta. En aquella gruta se colocó dos años después la imagen de la Virgen según la había visto Bernardette iniciandose en 1873 las peregrinaciones.
La devoción a la Virgen de Lourdes fue extendiéndose por Francia y después por toda Europa, y los donostiarras no fueron ajenosa aquel culto a Nuestra Señora, y al tener noticia de que los dominicos en su nuevo colegio llamado de San Vicente Ferrer o del Captier habían colocado una imagen de la Virgen de Lourdes, comenzaron a acercarse al lugar que desde entonces fue conocido con el nombre de Lourdes-chiqui.
Aquel colegio que funcionó hasta 1920, era pequeño y a él acudían un número reducido de alumnos, casi todos en régimen de internado, de las buenas y adineradas familias, en su mayoría francesas. No faltaban los chicos donostiarras, pro también los había de otros paises. Entre aquellos alumnos el cronista conoció a un muchacho uruguayo, Alberto Guani, cuyo padre había sido ministro de Asuntos Exteriores en su país y entonces era embajador en Bruselas. Los abuelos del escolar, don Camino y doña Anita Guani vivían en San Sebastián, en el barrio de San Martín, y tal vez por eso el nieto estaba en el Captier. Pocas noticias hay de aquel colegio que según cuenta Luis Murugarren quiso en 1904 instalar dos casetas de baño en Ondarreta para sus alumnos, pues en verano también había clases. La finca la compraron luego don Manuel Rezola y doña Luisa Lizariturry, fue después de unas monjas y desde hace quince años de la Escuela de Ekintza
KOXKAS - R.M.- 11/02/1991
CALLE DE SAN JUAN
No figura con este nombre en el padrón de vecinos de 1566, ni en las Ordenanzas de 1630. Figura en estos documentos la "Calle de Maese Lope", que era la misma, según hemos visto al hablar de ésta, y acaso se llamara también "de los Toneleros" a toda o parte de ella.
Antes de 1813, tenía esta calle sus tortuosidades parciales y diferencia sensible en sus anchuras, que variaban de 9 a 20 pies. Principiaba en la calle del Pozo, inmediato al Cubo del Horno, y finaba en la Calle de San Vicente, quedando algo interrumpida con la fortificación de la Calle de Santa Ana.
Después de 1813, al igual de lo que decimos al referirnos a la Calle de Santa Ana, quedó ocupada por la autoridad militar con obras de fortificación que se levantaron en aquella parte, y no se pudo edificar en mucho tiempo.
Sin duda alguna, debe su nombre a la efigie de dicho Santo, colocada en aquella parte de la población.
Por acuerdo de 13 de Abril de 1897, se la rotuló también San Juan-Kalea.
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
Antes de 1813, tenía esta calle sus tortuosidades parciales y diferencia sensible en sus anchuras, que variaban de 9 a 20 pies. Principiaba en la calle del Pozo, inmediato al Cubo del Horno, y finaba en la Calle de San Vicente, quedando algo interrumpida con la fortificación de la Calle de Santa Ana.
Después de 1813, al igual de lo que decimos al referirnos a la Calle de Santa Ana, quedó ocupada por la autoridad militar con obras de fortificación que se levantaron en aquella parte, y no se pudo edificar en mucho tiempo.
Sin duda alguna, debe su nombre a la efigie de dicho Santo, colocada en aquella parte de la población.
Por acuerdo de 13 de Abril de 1897, se la rotuló también San Juan-Kalea.
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
KOXKAS DONOSTIARRAS: "Pepe Artola"
Uno de los hombres más populares, queridos y admirados en el San Sebastián de hace un siglo fue José Artola. El hizo reir con su gracia inimitable, con su ingenio chispeante, con sus improvisaciones inspiradas a nuestros abuelos. En los interminables días del invierno, cuando la ciudad se aburría y esperaba ansiosa la llegada del verano, corría la voz : " ¡Que Artola va a intervenir en la velada que organiza "La Fraternal"! Y la gente alegraba el rostro pensando disfrutar con la actuación de Pepe Artola, un hombre polifacético que era poeta, actor músico, linternero ....
"Los que le conocen en su oficio habitual -escribía en 1891 el periódico "La Voz de Guipúzcoa"- dicen que es un excelente obrero. Los que leen sus poesías en vascuence, dicen que es un ingeniosísimo poeta. Los músicos, que es un buen contrabajo. El público donostiarra, que no hay un artista con más gracia. Todos deben estar en lo cierto".
Como la gente le conocía más era como actor de teatro. Era el actor cómico perfecto. Salía al escenario y ya sin decir nada la gente comenzaba a reir. Tenía, decían, "una cara risueña y picaresca que presta la mitad del chiste a la frase que dice y una serenidad, un dominio que le presta la otra mitad".
Pudo haber sido un gran profesional de las tablas, pero eso le hubiera supuesto el enrolarse en una compañía y haber ido de ciudad en ciudad a representar juguetes cómicos. Y él no quería abandonar su pueblo natal donde era feliz con sus amigos, compartiendo con ellos ratos interminables en una sidrería, donde le brotaba espontanea la gracia innata, donde competía con otros bersolaris en inolvidables duelos dialécticos.
Su corazón generoso le hacía participar en cuantas veladas benéficas se organizaban en San Sebastián. Y al saberse que iba a trabajar Pepe Artola, el teatro se llenaba. Se cuenta que en 1889 La Fraternal puso en escena una excentricidad musical traducida del alemán. los autores del arreglo terminaron su trabajo la misma madrugada del estreno y a primera hora de la mañana se ensayó dos veces la obrita. Al representarse esta, el apuntador encerrado en su concha no podía articular palabra pues estallaba en carcajadas al ver a Pepe Artola actuando con personalidad propia. sin la ayuda del apuntador. Artola seguía actuando, llenando la escena, inventando frases, improvisando chistes, que fueron los más celebrados.
Quienes escribieron su semblanza y que le conocían bien,decían que tenía como privilegio una gracia natural única, inimitable, que le convertía en el artista más popular de nuestro pueblo. Todos los autores cómicos de la época escribieron obras para él, pues sabían que interpretadas por Pepe Artola el éxito estaba asegurado. "Y es que su cara -decía un periodista- , tiene un no se qué, una sonrisa mezcla de bondad y de picardía que delata en un instante el carácter espontáneo y simpático del jocoso actor. Fuera del arte, en su trato particular, es un niño grande en quien se puede explotar la gracia como una mina haciendo demarcaciones para extraer chistes a montones".
Momentos antes de representar el monólogo "Ida y vuelta", en el que tenía que echarse al coleto un trago de sidra decía que "si la sidra es buena, trabajaré bien".
En aquella época circulaban entre la gente chistes anónimos referidos a autoridades locales o a personas importantes de la ciudad. Su autor era siempre el inimitable, el único, el genial Pepe Artola
KOXKAS - R.M. - 27/02/1991
"Los que le conocen en su oficio habitual -escribía en 1891 el periódico "La Voz de Guipúzcoa"- dicen que es un excelente obrero. Los que leen sus poesías en vascuence, dicen que es un ingeniosísimo poeta. Los músicos, que es un buen contrabajo. El público donostiarra, que no hay un artista con más gracia. Todos deben estar en lo cierto".
Como la gente le conocía más era como actor de teatro. Era el actor cómico perfecto. Salía al escenario y ya sin decir nada la gente comenzaba a reir. Tenía, decían, "una cara risueña y picaresca que presta la mitad del chiste a la frase que dice y una serenidad, un dominio que le presta la otra mitad".
Pudo haber sido un gran profesional de las tablas, pero eso le hubiera supuesto el enrolarse en una compañía y haber ido de ciudad en ciudad a representar juguetes cómicos. Y él no quería abandonar su pueblo natal donde era feliz con sus amigos, compartiendo con ellos ratos interminables en una sidrería, donde le brotaba espontanea la gracia innata, donde competía con otros bersolaris en inolvidables duelos dialécticos.
Su corazón generoso le hacía participar en cuantas veladas benéficas se organizaban en San Sebastián. Y al saberse que iba a trabajar Pepe Artola, el teatro se llenaba. Se cuenta que en 1889 La Fraternal puso en escena una excentricidad musical traducida del alemán. los autores del arreglo terminaron su trabajo la misma madrugada del estreno y a primera hora de la mañana se ensayó dos veces la obrita. Al representarse esta, el apuntador encerrado en su concha no podía articular palabra pues estallaba en carcajadas al ver a Pepe Artola actuando con personalidad propia. sin la ayuda del apuntador. Artola seguía actuando, llenando la escena, inventando frases, improvisando chistes, que fueron los más celebrados.
Quienes escribieron su semblanza y que le conocían bien,decían que tenía como privilegio una gracia natural única, inimitable, que le convertía en el artista más popular de nuestro pueblo. Todos los autores cómicos de la época escribieron obras para él, pues sabían que interpretadas por Pepe Artola el éxito estaba asegurado. "Y es que su cara -decía un periodista- , tiene un no se qué, una sonrisa mezcla de bondad y de picardía que delata en un instante el carácter espontáneo y simpático del jocoso actor. Fuera del arte, en su trato particular, es un niño grande en quien se puede explotar la gracia como una mina haciendo demarcaciones para extraer chistes a montones".
Momentos antes de representar el monólogo "Ida y vuelta", en el que tenía que echarse al coleto un trago de sidra decía que "si la sidra es buena, trabajaré bien".
En aquella época circulaban entre la gente chistes anónimos referidos a autoridades locales o a personas importantes de la ciudad. Su autor era siempre el inimitable, el único, el genial Pepe Artola
KOXKAS - R.M. - 27/02/1991
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