martes, 12 de febrero de 2013

LOURDES-CHIQUI

Al entrar en vigor en Francia las leyes antireligiosas de Combes y Waldeck-Rousseau fueron bastantes los que tuvieron que abandonar sus conventos y su país. A España vinieron algunos religiosos y dada la proximidad fronteriza no pocos quedaron en Guipúzcoa, la mayoría en conventos de su orden y algunos en los que fundaron los emigrantes.

Entre los frailes que llegaron aquellos años figuraban los dominicos, de gran tradición en nuestra ciudad donde residieron hasta las leyes desamortizadoras de Mendizabal en el convento de San Telmo. Fue en 1903 cuando vinieron los dominicos franceses procedentes del colegio que tenían en Arcachon y un periódico donostiarra daba cuenta de eso en estas líneas :"Los frailes dominicos, que se trasladan a causa de la ley de asociaciones francesas, salieron ayer de Francia para instalarse en su nueva residencia. Son varias las comunidades que, por la clausura de los conventos en Francia, se han trasladado a España y muchas de ellas a nuestra provincia".

Aquel grupo de dominicos exiliados, capitaneados por el P. Urbano, de blanca y abacial barba de porte distinguido, de gran cultura y de mucho mundo, tras no pocas negociaciones adquirieron  una finca en la falda de Igueldo que era de los señores Coll y Ripoll, propietarios de   "La Mallorquina". El lugar era umbroso y silente, propicio para la meditación y el estudio. Y allí, en una especie de cueva, colocaron una imagen de Nuestra Señora de Lourdes. No hacía muchos años el 18 de enero de 1862, el obispo de Tarbes declaraba "Juzgamos que la Inmaculada Virgen María, se apareció realmente a Bernardette Soubirous el 11 de febrero de 1858 y días siguientes, en número de dieciocho veces, en la gruta de Masabielle, cerca de Lourdes, y que tal aparición contiene todas las características de la verdad y que los fieles pueden creerla por cierta. En aquella gruta se colocó dos años después la imagen de la Virgen según la había visto Bernardette iniciandose en 1873 las peregrinaciones.

La devoción a la Virgen de Lourdes fue extendiéndose por Francia y después por toda Europa, y los donostiarras no fueron ajenosa aquel culto a Nuestra Señora, y al tener noticia de que los dominicos en su nuevo colegio llamado de San Vicente Ferrer o del Captier habían colocado una imagen de la Virgen de Lourdes, comenzaron a acercarse al lugar que desde entonces fue conocido con el nombre de Lourdes-chiqui.

Aquel colegio que funcionó hasta 1920, era pequeño y a él acudían un número reducido de alumnos, casi todos en régimen de internado, de las buenas y adineradas familias, en su mayoría francesas. No faltaban los chicos donostiarras, pro también los había de otros paises. Entre aquellos alumnos el cronista conoció a un muchacho uruguayo, Alberto Guani, cuyo padre había sido ministro de Asuntos Exteriores en su país y entonces era embajador en Bruselas. Los abuelos del escolar, don Camino y doña Anita Guani vivían en San Sebastián, en el barrio de San Martín, y tal vez por eso el nieto estaba en el Captier. Pocas noticias hay de aquel colegio que según cuenta Luis Murugarren quiso en 1904 instalar dos casetas de baño en Ondarreta para sus alumnos, pues en verano también había clases. La finca la compraron luego don Manuel Rezola y doña Luisa Lizariturry, fue después de unas monjas y desde hace quince años de la Escuela de Ekintza

KOXKAS - R.M.- 11/02/1991


1 comentario:

  1. Colegios religiosos - El Captier

    Los religiosos dominicos, que poseían en Arcachon una Escuela de Náutica y Comercio, también vinieron a nuestra ciudad a principios de este siglo (XX) instalándose en la falda de Igueldo, en las antiguas villas Mallorquina y Juanlianategui, en el lugar donde hoy está la gruta de Nuestra Señora de Lourdes. En Arcachon tenían un barco para la enseñanza y costeaban parte de ésta con la pesca. Aquí daban clases de náutica, comercio, idiomas, dibujo, música y equitación, pues no querían dedicarse a enseñanzas oficiales para evitar la competencia con otros colegios. Tenían 76 alumnos internos, franceses en su mayoría, que pagaban 300 pesetas al mes por la enseñanza y la pensión, y doce mediopensionistas españoles. Entre los alumnos internos figuraba Alberto Guani, uruguayo, cuyo padre había sido ministro de Asuntos Exteriores en su país y que en aquellos años, al término de la Guerra Europea, era embajador de Montevideo en Bruselas. Este muchacho tenía en San Sebastián sus abuelos, que vivían en el barrio de San Martín, y a visitarles acudía con mucha frecuencia llegando a tener amigos en el barrio. El P. Urbano, que durante años dirigió el colegio, fue apreciado en San Sebastián, donde su figura, con unas respetables barbas de pope ruso era bien conocida.

    "DEL SAN SEBASTIÁN QUE FUE" (JUAN MARÍA PEÑA IBAÑEZ.)

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