EL DERECHO DE PROPAGANDA
# Estos señores clericales han perdido por completo la necesaria serenidad de todo buen ciudadano, ante el sencillísimo acto de que los elementos contra ellos enfrentados, se dediquen pacíficamente en la española República de trabajadores se dediquen al simpático trabajo de propaganda anticlerical, pegando pasquines en los muros de los edificios públicos, o en las carteleras dedicadas a este efecto; impresos todos ellos legalizados ante la autoridad competente para mayor satisfacción y tranquilidad del pacífico vecindario.
Pero en Bilbao y Donostia, los señores clericales sospechan que los derechos de ciudadanía son sencillamente unos viejos privilegios hechos a su exclusivo beneficio, y corren detrás de los pegadores de manifiestos para arrancar éstos violentamente. Ante la violencia, los trabajadores del engrudo y defensores de la ciudadanía se revuelven airados y surge el inevitable choque, dando por resultado final el que todos ellos vayan a saludar al gobernador civil.
Los señores clericales, detentadores en España de todos los monopolios, hasta que cansado el buen pueblo dio al traste con la Monarquía e implantó la República, no saben portarse en los momentos un poco adversos, ni como personas de regular cultura. Porque pretender acallar o destruir por la violencia la legal propaganda del enemigo, es además de ineficaz, de un gusto harto villano.
Validos de la libertad de imprenta que al amparo de la República pueden ejercitar todos los españoles, a los beatíficos clericales no se les ocurre oponer otros impresos a los impresos de sus contrarios. Su razonamiento troglodítico y torquemadesco es la destrucción por medio del fuego o de la violencia, pero jamás convencer con cristianos ejemplos de mesura y de confraternidad humana.
Ahora, con motivo del acuerdo tomado en el Parlamento contra las órdenes religiosas, cumpliendo así la voluntad nacional, en lugar de dar la nota simpática de humildad y resignación cristiana ante el mandato de la nación, amenazan con provocar una guerra civil.
No consideran que obtendrían mayores beneficios para salvar las almas, despreciando las luchas armadas, y pobremente, humildemente, si son arrojados de los templos suntuosos y hasta de las ermitas, aunque sea en medio de los bosques y alimentándose de bellotas, con la sonrisa en los labios, implora a Dios el perdón de sus enemigos, para que así, ellos también sean perdonados de cuantos males cometieron en este pícaro mundo.
Bienaventurados los mansos.
PEDRO GORRI ( LA VOZ DE GUIPÚZCOA.15 de OCTUBRE de 1935)
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lunes, 14 de octubre de 2019
domingo, 13 de octubre de 2019
Koskas donostiarras: Conmemoración
El cuarto centenario del descubrimiento de América fue solemnemente celebrado no sólo en España sino también en lo que entonces eran territorios unidos a la Madre Patria. Así sucedió en La Habana donde en 1892 ondeaba en el Morro de la ciudad cubana la enseña española.Y fueron los vascos, que en gran número vivían entonces en la capital de la Perla de las Antillas, los que con más calor celebraron la fecha.
El 15 de octubre de aquel año desfiló por las calles de La Habana una procesión en la que figuraban cuatro preciosas carrozas montadas por gente vasco-navarra. Rompían la marcha cuatro alguaciles del Corregimiento, llevando los tradicionales chuzos y ramas de roble y laurel como emblemas de la fuerza y la victoria. A continuación iba una rondalla de jóvenes navarros. Después, la espata-dantza con sus chistularis y un atabalero al frente. Esta comparsa la dirigía el eibarrés don Francisco Ciaran y en ella figuraban los guipuzcoanos Pedro Ortiz, de San Sebastián, Fulgencio Mendía, de Zumarraga e Hipólito Albóñiga, de Azpeitia, amén de otros vizcainos y navarros.
Seguía una carroza tirada por dos parejas simulando el agitado mar Cantábrico y levantando orgullosamente la proa la canoa Euskal-Erria, vencedora de la regata celebrada el primer día de las fiestas. Esta canoa había sido tripulada por seis bermeanos y patroneada por un bilbaíno, y había ganado a otras siete embarcaciones tripuladas por marinos de otras provincias.
Venían inmediatamente los estandartes de las cuatro provincias hermanas. Con el de Guipúzcoa iba un grupo de niños. También figuraba el estandarte "Laurak-Bat" llevado por don Atanasio Querejeta.
Después iba la carroza que simbolizaba el Árbol de Guernica y la Casa Foral. Al pie del Árbol el Anciano Portafuegos custodiado por dos guerreros, uno de ellos don Aniceto Lasa, de Guipúzcoa. A continuación marchaba la escola de la guardia foral, en la que el corneta era don Luis Lerchundi, de Rentería y en la tropa figuraban don Felipe Aguirre, de Ataún, don José María Gurruchaga, de Ichaso y don Saturnino Ozoa, de Zumárraga, perfectamente armados.
Venía después la gran carroza del Descubrimiento de América, representando a Colón , don Vicente Icaran, de Marquina. Luego, varios coches de respeto con las señoras de la Junta directiva de la Asociación de Beneficencia y la compañía de chapelgorris al mando del guipuzcoano don Antonio Maria Artiz, y señoritas con trajes regionales, cerraban con broche de oro el desfile que ofreció la colonia vasco-navarra de La Habana.
(KOXKAS. 13/10/1992)
El 15 de octubre de aquel año desfiló por las calles de La Habana una procesión en la que figuraban cuatro preciosas carrozas montadas por gente vasco-navarra. Rompían la marcha cuatro alguaciles del Corregimiento, llevando los tradicionales chuzos y ramas de roble y laurel como emblemas de la fuerza y la victoria. A continuación iba una rondalla de jóvenes navarros. Después, la espata-dantza con sus chistularis y un atabalero al frente. Esta comparsa la dirigía el eibarrés don Francisco Ciaran y en ella figuraban los guipuzcoanos Pedro Ortiz, de San Sebastián, Fulgencio Mendía, de Zumarraga e Hipólito Albóñiga, de Azpeitia, amén de otros vizcainos y navarros.
Seguía una carroza tirada por dos parejas simulando el agitado mar Cantábrico y levantando orgullosamente la proa la canoa Euskal-Erria, vencedora de la regata celebrada el primer día de las fiestas. Esta canoa había sido tripulada por seis bermeanos y patroneada por un bilbaíno, y había ganado a otras siete embarcaciones tripuladas por marinos de otras provincias.
Venían inmediatamente los estandartes de las cuatro provincias hermanas. Con el de Guipúzcoa iba un grupo de niños. También figuraba el estandarte "Laurak-Bat" llevado por don Atanasio Querejeta.
Después iba la carroza que simbolizaba el Árbol de Guernica y la Casa Foral. Al pie del Árbol el Anciano Portafuegos custodiado por dos guerreros, uno de ellos don Aniceto Lasa, de Guipúzcoa. A continuación marchaba la escola de la guardia foral, en la que el corneta era don Luis Lerchundi, de Rentería y en la tropa figuraban don Felipe Aguirre, de Ataún, don José María Gurruchaga, de Ichaso y don Saturnino Ozoa, de Zumárraga, perfectamente armados.
Venía después la gran carroza del Descubrimiento de América, representando a Colón , don Vicente Icaran, de Marquina. Luego, varios coches de respeto con las señoras de la Junta directiva de la Asociación de Beneficencia y la compañía de chapelgorris al mando del guipuzcoano don Antonio Maria Artiz, y señoritas con trajes regionales, cerraban con broche de oro el desfile que ofreció la colonia vasco-navarra de La Habana.
(KOXKAS. 13/10/1992)
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