martes, 11 de diciembre de 2018

SANTO TOMASE'KO FERIYA.1885

Al mediodía ofrecían un buen golpe de vista los alrededores de la ciudad, por cuyas avenidas penetraban en variados grupos los habitantes de los pueblos limítrofes y de los caseríos desparramados por la comarca.
La mayor parte de estos huéspedes, a quienes llama a nuestra población el incentivo de la feria de Santo Tomás traían entre otros presentes de Navidad, aves de corral, corderos, cochinillos de leche y crías de otras especies con que obsequian anualmente por esta época a los dueños de los caseríos y tierras arrendadas, a quienes entregan al mismo tiempo la renta del año.
También dieron buen contingente los pueblos inmediatos a la vía del ferrocarril.
La feria estuvo muy animada, por más que a decaído de su antiguo esplendor, como todas ellas. La parte vieja de la ciudad se veía invadida por gente en su mayor parte forastera.
Chorishuá eta oguiyá
Santo-Tomasen feriyá.
Entre esta descollaban infinidad de mujeres hermosas. Desgraciadamente, no había feria de ellas. Más bien se trataba de certamen de belleza, cuyo premio venían a disputar a las niñas donostiarras las muchachas de los caseríos. Puestos a optar entre unas y otras, nos hubieramos quedado con todas juntas, pues cualquiera de ellas es premio harto más efectivo que el de la rifa de las hermanas oblatas, que daban malos muñecos por buenos dineros, y servían a la vanidad a costa de la primera de las virtudes, que no sabemos lo que saldrá ganando de estas fiestas.
(LA VOZ DE GUIPÚZCOA. 22/12. pág.03(02))

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