domingo, 12 de septiembre de 2021

SUR

 Viento sur sobre la bahía de San Sebastián.

La Concha aquietada. El mar, sereno, embellecido con tonalidades de bronce y líneas de plata. Y el cielo, transpirante de un azul de dureza castellana.

El viento sur afina los límites sinuosos de los montes, alarga, con suave estremecimiento, los horizontes, resalta los perfiles de los valles, arrastra las brumas y los grises, tan maravillosos como no los hay fuera de este País.

Resulta curioso que el refranero vasco alambique entre dos clases de viento sur. El "ego zuri", suave abanico que abrasa los campos, enemigo del casero, y el "ego aize", "caprichoso como pensamiento de mujer".

Y notabilísimo resulta que los legisladores encuadrasen el "ego aize" como atenuente en los crímenes cometidos bajo su soplo.

Poco duran estas suaves y tibias horas del viento sur. Ya surge la "enbata", apretado bloque de nubes espesas. Se arrastra rozando montes, enredándose entre las ramas, deshecha en pedazos de niebla húmeda.

Cambia el viento, se agita el mar, como sacudido por el celo, y ya sobrepasan Urgull las avanzadas de la bruma pegajosa, refrescante y vivificadora.

Al fin, las Peñas de Aya, montaña límite de los Pirineos ístmicos, se hunde en las nubes bajas, arrastradas por el viento.

Llueve quieta, suave, generosamente.


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