El día 1.º de marzo, va a cumplir sus noventa años de vida, de la-bor social, benéfica y eficaz, la Caja de Ahorros y Monte de Piedad Mu-nicipal de San Sebastián. Se acostumbra a celebrar a los 25 años del nacimiento, las bodas de Plata, a los 50, las de Oro, a los 75, las de Dia-mante, y... cuando se llega a los 100, las del Centenario. No es corriente el que una persona física llegue a celebrar la conmemoración de todas estas fases, aunque una Institución pueda hacerlo, ya que los indivi-duos, llegando a edades provectas, ven llegar el término de las suyas y viven de propina y como el nonagenario que suscribe, ha venido fe-licitando a la Institución citada, sus tres bodas citadas y es probable que no pueda hacerlo en su centenario, se anticipa a conmemorar los 90 años, dedicándole, como recuerdo de nuestros noventa años, que tam-bién los cumple el día 27 de abril, algunos fragmentos de su vida, en cuyo curso ambos nonagenarios hemos convivido y relacionado en el cumplimiento de nuestras respectivas funciones. De este modo procu-rará evocar episodios, hechos, efemérides y personas, con quienes con-vivió y cuyos nombres, muchos ya desaparecidos, harán rejuvenecer a quienes tengan la paciencia de leerlos y darán pie para comentar la di-ferencia de la vida en San Sebastián entre los últimos años del siglo XIX y los primeros del siglo XX. Sé que con ocasión de la conmemoración del derribo de las murallas, se ha escrito mucho y bien, lo relativo al San Sebastián antiguo y me veré obligado a tener que referirme a muchas cosas ya conocidas pero procuraré en lo posible limitarme a las que personalmente haya intervenido, en mi adolescencia, mi juventud, mi madurez y aún a algunas de mi vejez, tratando evitar, como digo, algunas repeticiones, que al tratar varios temas, salgan como cerezas enredadas, cuando se propone uno sacarlas de un cesto. Como quiera que el relatar y comentar hechos y sucesos ocurridos durante 90 años es obra de historiadores, hay lo que los franceses llaman la «petite histoire», las intimidades de los pueblos, que sólo interesan a sus habitantes y que disfrutan conociéndolos y esto es lo que yo desearía hacer, pero teniendo en cuenta que no nací en San Sebastián y que he de referirme a cosas de aquí, sucedidas cuando aún no residía en esta Ciudad, he tenido que recurrir a escritos, conferencias dadas, y referencias de personas que han vivido en aquellos días; los demás, son los que si no he presenciado o tomado parte en ellas, las he comentado con quienes las conocieron.
Así como a dos niños amamantados por nodrizas, de los que sólo uno es hijo de la misma, sin que tenga parentesco con el otro, se les llama hermanos de leche y esto crea entre ellos relaciones de afecto, así yo me considero hermano de leche con la Caja de Ahorros Munici-pal de San Sebastián por las concomitancias que con ella he tenido, hasta en lo de la leche, ya que una de las hijas de la Institución, fue «La Gota de Leche», primera en su clase fundada en España y yo fui el primer Médico-Director. Este hecho más otros que en el transcurso de este escrito se irán conociendo, hace que tenga un verdadero afecto por la Institución a cuyo desarrollo y labor he seguido con interés, des-de mi juventud.
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