martes, 16 de diciembre de 2025

XVI Ensanches

 XVI Ensanches 

También paralelamente a nuestro cambio de personalidad, la Caja de Ahorros y Monte de Piedad Municipal, ampliaba sus iniciativas, mejorando sus actividades en el sentido de no limitarse a su primitiva y originaria función del ahorro y a la benéfico-social de pignoraciones en su Monte de Piedad, sino que el auge de sus funciones y los resultados positivos que obtenía, le exigían para su mejor desarrollo, personal más numeroso y local más amplio. La Junta de Gobierno, decidió pues la adquisición de un solar en el Ensanche, emplazado en lo que hoy es la manzana comprendida entre la calle San Marcial, esquina a la de Guetaria, en sus números impares, y la del Príncipe, hoy de los Hermanos Iturrino, números pares, enfrente de donde estaba la planta eléctrica de la Cía. suministradora del fluído eléctrico a la Ciudad. Salvo este edificio, aquello era un descampado, pues no había más que solares. Para darse idea, solamente diré que aún no existía la Plaza del Buen Pastor, ya que la primera casa que era el número 1, se terminó el verano de 1894, el año que yo me gradué de bachiller. Por aquel entonces, se edificó la primera casa de la hoy dilatada calle de Prim, construida por el Sr. Isasi, a quien muchos calificaron de loco por haber construído un chalet en un descampado y en las afueras de San Sebastián, por el peligro que representaba, por falta de alumbrado público y aislamiento, de un atraco, o falta de seguridad. Pues esa casa es hoy, después de haber cambiado el estilo primitivo de chalet, por una casa de pisos, la señalada con el n.° 9 de la calle de Prim. La Caja de Ahorros, construyó en el solar adquirido, un magní- fico edificio de tres plantas, que ampliado con la adquisición de otros edificios y solares contiguos, constituye hoy uno de los más vistosos y funcionales edificios de los que se enorgullece San Sebastián. Por las razones expuestas, hubo también algunos discrepantes, con el emplazamiento de la sede de la Institución, pero a pesar de la vecindad y los ruidos de los motores de la central eléctrica, con su gran chimenea, hubo propietarios que al reconocer la clarividencia del porvenir, que intuía a la Caja de Ahorros, compraron solares y empezaron a edificar. Uno de ellos, el Sr. Elorza construyó la casa n.° 10 de la calle de Guetaria, donde estuvo instalado por primera vez el Hote! Biarritz y después que éste pasó a la actual Plaza de Zaragoza, le sus- tituyó el Hotel Excelsior. Así la Caja de Ahorros, sirvió de planta pi- loto, como luego lo ha hecho en la Avenida de Sancho el Sabio, para la expansión de las edificaciones. Por cierto, y al propietario de uno de estos hoteles he oído referir varias veces que el Sr. Elorza seguía con mucho interés las mejoras de la Caja de Ahorros, sobre todo las del exterior, como la torre, el reloj, etc. para justificar el anuncio de subida de renta, como si esa plus valía fuese obra suya.

AMARА 

Contribuyó también para semejar a un descampado, el pequeño ferrocarril que la empresa encargada del relleno de las marismas de Amara, cuyo director era el famoso y conocido Ingeniero, don Manuel Alonso Zabala, cuyas máquinas arrastraban vagones de arena desde el amanecer hasta el anochecer, procedentes de las dunas del Barrio de Gros, de las que como recuerdo quedan las lomas de la Plaza de Toros y las de las Oblatas, máquinas que con los nombres de «Amara» y «Victoria», nombres de la zona que se estaba saneando y de la Sra. del Ingeniero Director, doña Victoria Areizaga, nos recordaban su existencia por los continuos e ininterrumpidos pitidos. No duraron mucho estas molestias, pues la fiebre de edificar era tan intensa y activa que al poco tiempo aquellos solares fueron convirtiéndose en lucidas calles. ¡Qué pocos de los que viven en el Ensanche de Amara saben que sus casas están hechas sobre arenales de la Zurriola, verdadero nombre de la Playa de Gros! Como que hay un acuerdo incumplido del Ayuntamiento por el que al Puente llamado del Kursaal y nos permitimos recordárselo al Sr. Alcalde, "se le llame «Puente de la Zurriola» y se ponga ese nombre en una Placa que recuerde al público y especialmente a los donostiarras, el origen de esa palabra que tanto renombre dió a San Sebastián. 

También en la última década del siglo XIX, se empezó estudiar a por la Caja de Ahorros, otra modalidad en sus funciones como es la colaboración de la Caja en todas las iniciativas municipales como la construcción del Puente de María Cristina tan necesario para la Ciudad, ya que el Puente Santa Catalina, era el único que comunicaba a San Sebastián con el Barrio de Gros y con la Estación, para vehículos, pues si bien había uno llamado provisional que era de madera y no servía más que para peatones, era insuficiente, máxime con trazas de convertirse la provisioniladad en definitiva. Pues gracias a la Caja de Ahorros tenemos el magnífico Puente de María Cristina con el liberalísimo crédito, llamémoslo regalo, de 700.000 pesetas, por cien años, sin interés, luego vendrían otras muchas en diversas formas que se irán mencionando, en que se pone de manifiesto el espíritu de iniciativa y proyectos cumplidos por las diversas Juntas y gerencias de la Institución.

Recordamos perfectamente cuando la ría a las horas de la pleamar, formaba un amplio estuario que a las horas de la bajamar, quedaba convertida en una playa fangosa de gran superficie, pero aún no se había canalizado el cauce de la ría. Antes de la canalización, la ría seguía el borde y la curva circular que hoy sigue el «Topo», ferrocarril de la frontera, y como la construcción de este ferrocarril y el desaparecido de Hernani, fueron construídos con anterioridad a la canalización, es por lo que aún se conserva la curva que llevaba la ría. Todo lo que hoy es ensanche de Amara, está edificado entre el Puente del Ferrocarril del Norte (que es donde empieza la desviación de la ría), hasta la curva del «Topo», es lo que se ha ganado con la desviación. El recorrido marcado por la orilla izquierda, era desde la actual fábrica de Gas, las calles que hoy se llaman de José M.ª Salaverría, Errondo, la Estación de Amara, Plaza de Easo, Larramendi, Urbieta, cortando lo que hoy es la Escuela de Ingenieros, Sacristía de la Catedral, Alfonso VIII, Plaza de Bilbao, Guetaria, Vergara, Hnos. Iturrino, para terminar en un pequeño muelle, que al mismo tiempo conocimos como bañadero de caballos cerca de lo que hoy es la casa n.° 2 de la calle San Marcial, donde desembocaba en el primer ojo del Puente de Santa Catalina. Además, al pie de la rampa en que se bañaban los cаballos, había un vivero de ostras. La calle de Easo (hoy Víctor Pradera) se interrumpía en la de San Bartolomé, porque este montículo que hoy está cortado para prolongar la calle de Víctor Pradera continuaba hasta Urbieta donde en los solares en que se edificaron las escuelas, conocimos la Fábrica de Gas. 

En el vestíbulo de la Alcaldía del Ayuntamiento de San Sebastián, hay un cuadro muy interesante para quien guste de estos recuerdos. Es una vista desde la Fuente de la Salud que estaba donde hoy está el n.º 13 de la calle de Tercio de Oriamendi, desde donde se divisa sin obstáculo alguno, el n.º 20 de la calle San Marcial. ¡A ver cuántas casas y calles se interponen en esa visual! También ha desaparecido el simpático y modesto barrio de San Martín, que conocimos con sus casitas bajas de un piso, sus modestos bañistas, que venían provistos de víveres, legumbres secas, algunos embutidos tal cual jamón, etc., como si temiesen, que por la fama de San Sebastián de veraneantes ricos, fuesen explotados, pues ellos venían exclusivamente a tomar baños de mar, que habían de ser impares 7 ó 9. Con esta consigna que traían del pueblo, volvían seguros del éxito de la terapeútica del baño. 

Además del baño de Playa, había balnearios para tomar baños de algas con agua de mar; conocimos un establecimiento de este tipo que era propiedad de un médico de San Sebastián, don Víctor Acha, que estaba en lo que hoy es la Plaza de Pinares. Se llamaba «Higiotrepo>> y se preparaban baños de agua de mar caliente con algas. Un hermano de don Víctor, don Tomás Acha, que fue Teniente de Alcalde y además propietario de otro balneario construído de madera en la Playa de la Concha, donde tenía cabinas para los baños de mar, también proporcionaba baños de algas la llamada «Perla del Océano», situada donde hoy está la Rotonda, que luego se traspasó su propiedad y se constru yó uno de nueva planta de hormigón y es la actual Perla contigua a la antigua caseta Real donde hay un salón de fiestas. También había otro balneario de algas en la calle de San Juan, entre las calles Pescadería e Iñigo, que tenía una verja que nos servía de refugio a los muchachos cuando se corría la soca-muturra. Este balneario se llamaba Gazi-Guezac que en vascuence significa Salado-Insípido. Entre los veraneantes procedentes de Aragón, Navarra, de la Rivera, y los riojanos, tenían mucho favor y practicaban con mucha fe esta cura balnearia, sobre todo los reumáticos y eso que tenían en casa los baños de Fitero y Alhama de Aragón.

BARRIO DE GROS 

San Sebastián, hasta principios de este siglo, lo hemos conocido con una comunicación precaria, con la zona de la orilla derecha del Urumea, pues no contaba más que con el puente de Santa Catalina, ya que hasta para ir a la Estación del Norte, forzosamente tenía que pasar por él, así como para comunicarnos con los vecinos del hoy llamado Barrio de Gros. Hubo pues necesidad de construir otro puente y así vimos construir un puente de madera llamado puente provisional, que únicamente podían utilizar los peatones. No es de extrañar, que el camino Real que pasaba de Francia a Madrid, dejase de lado a San Sebastián, y pasase por las Ventas de Irún, Oyarzun, Astigarraga, Hernani, Urnieta y Andoain, para seguir por Tolosa, Zumárraga y Vergara, Mondragón, por el Valle del Deva, a Vitoria, hasta que más tarde como indicamos en una de las efemérides, se construyese la que hoy pasa por Rentería, Pasajes, San Sebastián, Lasarte, a empalmar con el Camino Real en Andoain, que es la vía hoy normal y corriente. El Puente llamado provisional, estaba ubicado un poco más aguas abajo, que el actual de María Cristina, al nivel de la casa n.° 7 de la calle de Prim y desembocaba entre la Estación del Norte y su Fonda Términus, en la que se había construído una pasarela de paso superior sobre la vía férrea, que abocaba a la Plaza de Toros de Atocha. Esta pasarela fue sustituída por la que hoy está construída al otro extremo de la Estación en la parte Sur, con caracteres de más solidez y con propósitos de más permanencia, ya que San Sebastián por aquel entonces se iba cansando de provisionalidades. Esta pasarela, es la que comunica con el barrio de Eguía, pasando entre la Fábrica de Tabacos y los talleres de Múgica. Don Tomás Gros, compró los arenales, las dunas y algunos terrenos laborables que había entre la vía férrea y la Playa de la Zurriola, entre los que sobresalían los montículos de arena o dunas, cuyo último recuer. do queda en la loma en que está edificada la actual Plaza de Toros del Chofre y el Convento de las Oblatas. El señor Gros, cuyo nombre lleva el citado Barrio, debió hacer un negocio fabuloso, puesto que habiendo hecho su adquisición a un precio bajo, lo redondeó, vendiendo la arena de las dunas y los arenales a la empresa del Ensanche de Amara, para su relleno y explanación, dejándole una gran extensión de terreno llano, con solares y edificaciones y muy revalorizado.

El señor Gros edificó una gran casa, la que actualmente ocupa el n.° 2 de la calle de Miracruz, e inmediatamente fueron edificándose otras más, dando vida a aquel Barrio, cuya primera calle a la derecha lleva el nombre del fundador.

Recordamos algunas de las primeras casas que comenzaban en la calle de Miracruz, en la fila de los impares, la Panadería de Odriozola, la siguiente, la de don José León Lasarte, que tenía un importante servicio de transportes, con grandes coches capitonés tirados por magníficos caballos percherones. Esta casa constituía un perfecto laberinto раra los carteros y para los médicos, por su extraña distribución, pues para conocer el piso había que hacer poco menos que cálculos matemáticos; recibíamos un aviso para visitar en la calle de Miracruz n.º 5 exterior derecha 3.º izda. izda., y otras veces al n.º 5 interior izquierda derecha izquierda, y es que el número 5 tenía un portal muy amplio y dos escaleras a derecha e izquierda, y los cuatro pisos a que servía esta escalera, estaban a su vez divididos en izquierdas y derechas; pero al entrar en el amplio portal, dejando las dos escaleras, se pasaba a un patio que tenía otro portal en cuyos bajos estaban las cuadras y más adelante otras dos escaleras, con la misma distribución que las de la primera entrada. Los médicos municipales que hemos tenido que actuar en aquella zona, no olvidaremos los líos y confusiones que con los encargos de la casa n. 5 de la calle de Miracruz, hemos tenido. A esta casa seguía, hasta la calle de Iparraguirre, los almacenes de maderas y la serrería y carpintería de don Ramón Múgica. Por la otra acera, de los impares, estaban, después de la casa de don Tomás Gros, en la cаlle de su nombre, los almacenes de maderas de los señores Bruno Múgica y del señor Urcola. 

La colonia francesa de San Sebastián, toma verdadera querencia a este Barrio y empezaron a establecerse industrias que aún perduran, como la Tintorería de París de don Edmundo Deslandes, la de productos alimenticios de Louit, más tarde vinieron vinateros y licoristas franceses que, con ocasión de un comercio intenso con los cosecheros españoles, establecieron almacenes en el Puerto de Pasajes, para el «Coupage». Aún habrá quien recuerde las firmas Marmiesse, Henry Garnier, Mons y otros. Vinieron también carroceros que luego, ampliando sus actividades, no se limitaron a fabricar carrocerías, sino motores y reparaciones mecánicas; también recordarán muchos donostiarras a los Taffet, Darrossez, el aviador Garnier, Stinus, etc., luego llegaron toneleros, que después de la primera guerra mundial, se fueron, porque el comercio vinícola con Francia ya no era tan intenso.  

Durante muchos años, nuestra villa fue más francesa que española, más gascona que vasca. Estas gentes convirtieron a San Sebastián en el primer pueblo de Guipúzcoa, merced, entre otras razones, a sus actividades marítimas y mercantiles. Los cargos más importantes honoríficos de nuestra villa, como el de preboste, estaban confiados gascones o con ellos vinculados. Del Bidasoa al Urumea, San Sebastián incluso, territorio y habitantes, pertenecían a la diócesis de Bayona. a Nombres famosos e influyentes de aquella época son, además de los Mans del Prebostazgo, los Hayet, fundadores del Ayete actual; los Miramón, descendientes de los Miremont; los Puyo; los Morlans de Morlaas; los Belloc, cuya casa radicaba en terrenos del actual colegio de Maristas; los Húa, nombre corrompido hoy en Uba; los Montaot; los la Mayson; los Joffre, hoy corrompido él, a su vez, en «Chofre»...; tantos y tantos otros que harían muy difusa la referencia. Algunos de nuestros montes y lugares conservan todavía los nombres de aquellos linajes, cuando no aquellos con los que designaron en su lengua al monte Urgull, por ejemplo; a Mirall, a Mompás, a Molinao, a Trincherpe, a Pumarguer, a Higuer y a tantos otros por el estilo. Abundan los caseríos de gascona denominación y hasta dos o tres de nuestras calles ostentan todavía nombres gascones, como las de Embeltrán y Narrica. Más aún: mientras la lengua vasca no llegó nunca a usarse como idioma oficial escrito en San Sebastián ni en Guipúzcoa, lo fue en nuestra villa el idioma gascón, en cuya lengua estaban redactados determinados documentos municipales, de los que nuestro Libro Becerro, desgraciadamente quemado, conservaba sendas y curiosas copias. Poco a poco, andando el tiempo y evolucionando la población donostiarra, la prepotencia gascona fue debilitándose. El vascongadismo acabó imponiéndose al gasconismo y al francés, lo español.

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