Domenjón González de Andía, hijo de la villa de Tolosa , fue en su tiempo de los personajes más importantes de Guipúzcoa. Don Juan II le hizo gracia del oficio e Alcaldía de Sacas y cosas vedadas de la Provincia, merced que renunció en 1475 a favor de ésta. Don Enrique IV le dió privilegio de la Escribanía fiel de Juntas de la misma, que ejerció hasta su muerte; de ocho mil maravedís de lanzas mareantes de por mar y tierra; de otros diez mil maravedís de juro perpetuo de heredad. Fue Coronel de la gente de Guipúzcoa, cuando en el año 1471 entró en Francia a auxiliar a Eduardo IV, Rey de Inglaterra, en la guerra que tenía con Luis XI.
El año 1481, fue comisionado por la Provincia a Barcelona con el objeto de obtener la licencia del Rey para celebrar con el de Inglaterra el tratado de paz y comercio, que se verificó en Londres el año siguiente entre Inglaterra y Guipúzcoa.
Verdadero patriota, siguió el partido de la Provincia en los disturbios que hubo en ella con motivo de los bandos, y fue uno de los que más trabajaron en abatir la prepotencia de los Parientes Mayores, que asolaban el territorio guipuzcoano.
Murió en 1489, causando general sentimiento en el país.
La fecha del acuerdo de conmemorar este nombre, rotulando con él una calle de la ciudad, es de 12 de Septiembre de 1866.
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
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jueves, 5 de diciembre de 2013
UN DÍA TRISTE DE DICIEMBRE DE 1688
FUE aquel 7 de diciembre de 1688 un día triste en San Sebastián. Sobre las dos de la tarde comenzó a levantarse un viento huracanado, se encapotó de nubes el cielo, alborotóse el mar. Creció a las 3 de la tarde la marea, subía ei golpe de las olas a tanta altura que excedió a los muros de la ciudad que miraban al muelle, entrando el agua dentro de ella por la parte que llamaban el Ingente. Sobre las cuatro comenzó a descargar con horrible estrépito infinidad de rayos y centellas. Cayó un rayo en el castillo de Urgull, prendió la pólvora del almacén en el que había unos 780 quintales, produdéndose tan horrible estrépito que a toda la ciudad alcanzó la conmoción.
Los que se encontraban fuera de sus casas pensaron que en ella sería el siniestro; los que estaban en los templos al amparo de sus espesos muros, temieron que se arruinaran al sentir la fuerte conmoción y llenos de pavor buscaban la salida huyendo de un peligro que creían cierto, para caer en otro, pues las piedras, tablas, tejas y materiales del Castillo volaron por los aires a causa de la explosión, cayendo en los tejados, calles y plazas de la ciudad.En todos los edificios se desencajaron las puertas y ventanas, rompiendo los cristales, cayendo tabiques y paredes, saliendo los vecinos despavoridos de sus viviendas para huir de un peligro y caer en otro. Los que estaban en los templos huian y los que se encontraban en las calles pugnaban por entrar en ellos.Los destrozos, daños y desgracias causados por aquel suceso fueron muchos. Parecieron diez soldados que estaban de guardia en el castillo, cuyos miembros volaron entre los .escombros y fueron hallados al día siguiente en distintos puntos de la ciudad; quedaron sepultados entre las ruinas del castillo dos presos que en él había; un pintor que trabajaba en su taller fue muerto por una piedra que le alcanzó; un obrero que se hallaba en el muelle murió por un golpe de proyectil; un niño quedó aplastado bajo una chimenea que se derrumbó; multitud de personas fueron heridas por la lluvia de materiales que cayó por toda la ciudad; los tejados de muchos edificios quedaron destrozados y tanto en las iglesias como en muchas casas entraba el agua en abundancia, pues el temporal de lluvias continuó varios días.Aquel aciago día 7 de diciembrede 1688 quedó grabado en la memoria de todos los que fueron testigos de la explosión del polvorín del Castillo.Y cada aniversario lo recordaban con tristeza acudiendo a las iglesias a rezar por los que ya no estaban con ellos.
KOXKAS - R.M. - DV - 07 / 12 / 2001
Los que se encontraban fuera de sus casas pensaron que en ella sería el siniestro; los que estaban en los templos al amparo de sus espesos muros, temieron que se arruinaran al sentir la fuerte conmoción y llenos de pavor buscaban la salida huyendo de un peligro que creían cierto, para caer en otro, pues las piedras, tablas, tejas y materiales del Castillo volaron por los aires a causa de la explosión, cayendo en los tejados, calles y plazas de la ciudad.En todos los edificios se desencajaron las puertas y ventanas, rompiendo los cristales, cayendo tabiques y paredes, saliendo los vecinos despavoridos de sus viviendas para huir de un peligro y caer en otro. Los que estaban en los templos huian y los que se encontraban en las calles pugnaban por entrar en ellos.Los destrozos, daños y desgracias causados por aquel suceso fueron muchos. Parecieron diez soldados que estaban de guardia en el castillo, cuyos miembros volaron entre los .escombros y fueron hallados al día siguiente en distintos puntos de la ciudad; quedaron sepultados entre las ruinas del castillo dos presos que en él había; un pintor que trabajaba en su taller fue muerto por una piedra que le alcanzó; un obrero que se hallaba en el muelle murió por un golpe de proyectil; un niño quedó aplastado bajo una chimenea que se derrumbó; multitud de personas fueron heridas por la lluvia de materiales que cayó por toda la ciudad; los tejados de muchos edificios quedaron destrozados y tanto en las iglesias como en muchas casas entraba el agua en abundancia, pues el temporal de lluvias continuó varios días.Aquel aciago día 7 de diciembrede 1688 quedó grabado en la memoria de todos los que fueron testigos de la explosión del polvorín del Castillo.Y cada aniversario lo recordaban con tristeza acudiendo a las iglesias a rezar por los que ya no estaban con ellos.
KOXKAS - R.M. - DV - 07 / 12 / 2001
UN PUEBLO JUNTO AL MAR
Un periodista burgalés vino a pasar unos días de descanso a Guipúzcoa y eligió un pueblo junto al mar. Esto era hacia 1890 y después escribió esta deliciosa crónica que reproduzco: "Aún viven en mi memoria los días tranquilos que residí allí, libre de preocupaciones y de luchas; y aún recuerdo con íntimo regocijo las deliciosas horas que pasaba el domingo frente al pórtico de la vetusta iglesia, donde se juntan los habitantes del pueblo, calzando los hombres bordadas alpargatas, sobre las cuales se apoya el ancho pantalón, ceñido al cuerpo por oscura blusa entreabierta, que descubre la blanca camisa; cubierta la cabeza por azul boina caída sobre la frente, y cuidadosamente afeitado el rostro, curtido por los vientos del mar.
Visten las mujeres airoso zagalejo, limitado por el tentador contorno de una pierna robusta, tirante corpiño que demarca las robusteces del seno, y rebocillo afelpado, tras cuyos mil pliegues se ocultan las abundosas trenzas.
Apenas escuchan el postrer acento de la campana, disuélvense los grupos, y por lados opuestos, según el sexo, y ocupando lugares también distintos, oyen la misa cantada que comienza a las diez y termina a las once y media largas, y muy largas, merced a los sermones que se predican.
Terminada la misa, bajan los hombres al puerto, dirigiéndose unos a la taberna donde apuran de un sorbo una copa de ginebra, y formando otros pequeños grupos discuten sobre faenas del mar, mientras los chiquillos se desperezan groseramente al sol o asaltan las barcas ideando mil travesuras.
Las doce campanadas del mediodía señala el desfile general. La comida espera. Es la única manifestación de la vida en que la puntualidad es española.
Después, todo el mundo a la plaza, donde unos juegan a la pelota, otros danzan al armonioso compás de un tamboril y de una flauta, y los demás charlan y ríen ocupados con múltiples entretenimientos. Así llega la noche: con ella las horas de reposo.
Y es de advertir que dichas fiestas no se ven turbadas por ninguna disputa, siendo como buenos marineros buenos bebedores los naturales de aquella población. Aún no dan las once y se restablece el silencio, que sólo interrumpen algunos perezosos al retirarse entonando el zortziko.
¡Lástima grande que la furia del Cantábrico lleve al pueblo días de lágrimas y luto!¡Lástima también que las pasiones lleguen en ciertos momentos a turbar aquella idílica calma! Dormía el mar y en sus palpitaciones enviaba besos de espuma a los acantilados que en días de temporal azotaba y asaltaba frenético.
R.M.
Visten las mujeres airoso zagalejo, limitado por el tentador contorno de una pierna robusta, tirante corpiño que demarca las robusteces del seno, y rebocillo afelpado, tras cuyos mil pliegues se ocultan las abundosas trenzas.
Apenas escuchan el postrer acento de la campana, disuélvense los grupos, y por lados opuestos, según el sexo, y ocupando lugares también distintos, oyen la misa cantada que comienza a las diez y termina a las once y media largas, y muy largas, merced a los sermones que se predican.
Terminada la misa, bajan los hombres al puerto, dirigiéndose unos a la taberna donde apuran de un sorbo una copa de ginebra, y formando otros pequeños grupos discuten sobre faenas del mar, mientras los chiquillos se desperezan groseramente al sol o asaltan las barcas ideando mil travesuras.
Las doce campanadas del mediodía señala el desfile general. La comida espera. Es la única manifestación de la vida en que la puntualidad es española.
Después, todo el mundo a la plaza, donde unos juegan a la pelota, otros danzan al armonioso compás de un tamboril y de una flauta, y los demás charlan y ríen ocupados con múltiples entretenimientos. Así llega la noche: con ella las horas de reposo.
Y es de advertir que dichas fiestas no se ven turbadas por ninguna disputa, siendo como buenos marineros buenos bebedores los naturales de aquella población. Aún no dan las once y se restablece el silencio, que sólo interrumpen algunos perezosos al retirarse entonando el zortziko.
¡Lástima grande que la furia del Cantábrico lleve al pueblo días de lágrimas y luto!¡Lástima también que las pasiones lleguen en ciertos momentos a turbar aquella idílica calma! Dormía el mar y en sus palpitaciones enviaba besos de espuma a los acantilados que en días de temporal azotaba y asaltaba frenético.
R.M.
lunes, 2 de diciembre de 2013
CALLE DE AMASORRAIN
Figura esta calle en el padrón de vecinos del año 1566 con el nombre de Amasorrarain, y en las Ordenanzas de edificación de 1630 con el de Amasorrain.
De muy antiguo existe en el barrio rural de Añorga la casa solar y armera de Amasorrain, y descendiente de esta casa era Ascensio de Amasorrarayn, que figura como vecino de la calle de la Trinidad en el padrón citado de 1566.
El nombre de esta vía no tendría seguramente más encumbrado origen que el de haber construído alguna casa y pasar a habitar en ella algún descendiente de este solar.
La "Calle de Amasorrain", se hallaba próximamente continuación de la actual calle de la Pescadería, en dirección a la calle de San Jerónimo. Derribando los edificios de la citada calle y los de la calle de Embeltrán, se abrió el año 1722, la actual Plaza de la Constitución, como se dirá más adelante al hablar de ésta.
En la indicada fecha, desapareció la vía pública de aquel nombre , que ya no existe.
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
De muy antiguo existe en el barrio rural de Añorga la casa solar y armera de Amasorrain, y descendiente de esta casa era Ascensio de Amasorrarayn, que figura como vecino de la calle de la Trinidad en el padrón citado de 1566.
El nombre de esta vía no tendría seguramente más encumbrado origen que el de haber construído alguna casa y pasar a habitar en ella algún descendiente de este solar.
La "Calle de Amasorrain", se hallaba próximamente continuación de la actual calle de la Pescadería, en dirección a la calle de San Jerónimo. Derribando los edificios de la citada calle y los de la calle de Embeltrán, se abrió el año 1722, la actual Plaza de la Constitución, como se dirá más adelante al hablar de ésta.
En la indicada fecha, desapareció la vía pública de aquel nombre , que ya no existe.
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
CALLE DE AMARA
Sin duda para perpetuar el nombre de Amara, que de muy antiguo lleva el barrio que ocupa hoy el extremo del ensanche meridional, se acordó en sesión de 16 de Noviembre de 1891, imponer esta denominación a una de las vías de aquel paraje.
Llamaban así los vecinos de aquel lugar a la calle que comienza en la Plaza de Easo, y se dirige a los lavaderos de Arroka, y por acuerdo de 8 de Marzo de 1816 se dispuso que se colocara la placa con dicho rótulo.
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
Llamaban así los vecinos de aquel lugar a la calle que comienza en la Plaza de Easo, y se dirige a los lavaderos de Arroka, y por acuerdo de 8 de Marzo de 1816 se dispuso que se colocara la placa con dicho rótulo.
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
domingo, 1 de diciembre de 2013
CURIOSIDADES
Fueron aquellos años -1925, 1926, 1927- de crisis económica que en San Sebastián se hacía sentir más en la vida comercial de la Parte Vieja.
Se había suprimido el juego en el Casino, que irradiaba sobre los comercios modestos de la Parte Vieja benéfica influencia, decían los comerciantes.
Después fue el cierre del Teatro Principal,"el viejo y glorioso edificio, donde han quedado enterradas las alegrías, los amores, las más sentidas emociones de varias generaciones de donostiarras".
Después fue el traslado del Regimiento de Sicilia de los Cuarteles de San Telmo a los nuevos de Loyola, "cuya convivencia con el vecindario de la Parte Vieja proporcionaba a ésta animación y vida".
Los koskeros se dirigían en abril de 1927 al Ayuntamiento, no para que se abriese de nuevo el Casino ni que el vetusto San Telmo albergara de nuevo a los soldados, sino para que se restaurara y que se pusiera en explotación el Teatro Principal, pues ello "aliviará la situación de la Parte Vieja de la ciudad, tan digna de apoyo, como constituirá una saneada fuente de ingresos, no solamente a las arcas municipales, sino a las de la Beneficencia".
Firmaban la solicitud medio centenar de koskeros, entre ellos Germán Cendoya, presidente de la Unión Artesana;Mauricio Echaniz, presidente de Euskal Billera; Luis Irastorza, presidente de Gaztelupe ....
El Principal fue restaurado y abierto .... unos años después.
El 21 de Abril de 1927 fueron desembalados los diez cuadros legados al Ayuntamiento donostiarra en su testamento por don Luis de Errazu y Rubio de Tejada.
Los cuadros fueron llevados al Museo Municipal y estaban valorados en medio millón de pesetas.
Eran los siguientes: Boceto al óleo "Muchacho desnudo acostado boca abajo en la playa de Portocí", de Mariano Fortuny, con un artístico marco de ébano; cuadro al óleo titulado "Estanque en una casa árabe", del mismo autor; otro óleo de Raimundo de Madrazo titulado "Figura de medio cuerpo con blusa blanca"; de Martín Rico era uno titulado "Vista del Sena en Croissy", y otro una vista del gran canal de Venecia; el séptimo era un "Retrato de Canga Argüelles", pintado por Vicente López; otro era un óleo de Villegas, "Mujer con falda amarilla"; el noveno era un Cristo atribuido a El Greco y el décimo un retrato al óleo debido al pincel de Eduard Dubupe, fechado en el año 1868, al pie del cual estaban las iniciales J.M.E., y aunque estas iniciales no coincidía con las del donante, Luis Errazu, se suponía era un retrato del testador .
DV-R:M:-19/4/1996
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CURIOSIDADES
El largo y aburrido otoño e invierno lo combatían en 1883 los donostiarras de diversas maneras. Una de ellas eran los bailes. Abundaban, sobre todo los sábados y domingos. El 2 de diciembre de 1883 hubo tres, todos ellos muy concurridos. Uno en la elegante Tertulia de Recreo con acompañamiento de canto.
Esta sociedad era la que más actividad desplegaba entonces. Otro baile, en la alegre Fratenal, popular sociedad que junto con la Artesana organizaba muchas fiestas. En este baile hubo acompañamiento coreográfico. Y el tercero en el Teatro Variedades, que se hallaba en la Calle Igentea, donde poco después se levantaría el Gobierno Militar. Según decía el peródico El Eco de San Sebastián, la orquestra que en este teatro actuó era afinada y en el baile hubo un surtido ambigú.
El citado periódico escribía al llegar diciembre que se trataba de "resucitar" aquel año la Misa del Gallo, el día de Nochebuena, costumbre que había desaparecido de San Sebastián a causa de los escándalos que se registraban. Y decía que "teniendo solamente abiertos los postillos de los atrios y ejerciendo rigurosa vigilancia los agentes de la autoridad a la vez que estando profusamente iluminado el interior, podría evitarse el más pequeño altercado".
Como se ve, los gamberros abundaban en aquellos tiempos, y el periódico constantemente denunciaba sus actuaciones. Uno de los lugares en los que se manifestaban era en las casas de Gorriya y en las de Ategorrieta, donde era constante la gritería y el espectáculo de taberna, en sus intermedios de cante flamenco, unas juergas que hacían imposible que las señoras y los niños pasearan por la bonita campiña. En las tardes de los domingos los "templos" de Baco ofrecían un aspecto indigno de San Sebastián.
En la calle Garibay, esquina a Peñaflorida, edificio hoy de la Caja de Ahorros, había en 1883 un gimnasio municipal que dirigía Marcelino Soroa, el escritor y poeta. Allí acudían muchachos que querían hacer realidad el mens sana in corpore sano de los antiguos. Los alumnos de este gimnasio adquirían un envidiable desarrollo a la vez que llegaban a hacer ejercicios propios de consumados artistas.
El caserío Artola, situado en lo alto que domina la vega del Antiguo, acababa de ser reconstruido aquel año. Durante la segunda guerra carlista, la colina estuvo ocupada por una batería que respondía al fuego de los cañones del célebre reducto legitimista de Ventasiquiñ. Del caserío sólo quedaron en pie las cuatro paredes y el tejado.
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CURIOSIDADES
El primer anuncio de la próxima llegada de las Navidades aparecía en los escaparates. Junto a otrsas golosinas, allí estaba en cajón o en barras el turrón, teniendo a su lado las olorosas aceitunas, las encendidas granadas, las peladillas bien envueltas en su capa de azúcar, los anises confitados, la garrapiñada, todo ese mundo de delicias.
Al turrón le siguen el ejército de botellas y capones, de fiembres y pavos, de frutas sabrosísimas, de manjares incontables. Si en los días de Navidad sabe mejor el turrón, ¡qué deseado es siempre!¡Qué dulce es gustar siempre un cachito del azucarado postre!.
La llegada del turrón era saludada en los periódicos de hace un siglo, que daban cuenta de que establecimiento había sido el primero en ponerlo en sus escaparates, como aviso urgente de que las Navidades estaban llegando.
El cine llegó a nuestra ciudad hace un siglo. Entonces se llamaba Cinebiógrafo y las sesiones que daban eran cortas pero variadísimas. Vea el lector el programa que anunciaba el Cinebiógrafo Lumiére para el domingo 8 de diciembre de 1901.
Primera sesión, a las 4 de la tarde : escenas cómicas. Magia moderna. Gabinete encantado. En la ratonera. El diablo en el convento. Regalo: rifa de una carabina Eureka.
Segunda sesión, a las 5 de la tarde: Escenas marítimas. Seis retratos una peseta. Los apuros de don Cleto. Pirámides humanas. La luna, a un metro. Regalo: rifa de un servicio de porcelana para su muñeca.
Tercera sesión, a las 6 de la tarde: Desfiles militares. Baile en el Olimpia. Entierro de la reina Victoria. Llegada de un tren. La Cenicienta. Regalo: rifa de un tren.
Cuarta sesión, a las 7 de la tarde : Escenas infantiles. Danza de fuego. La portera burlada. Episodios del Fausto. Corrida de toros. Regalo: rifa de una preciosa muñeca.
El cinebiógrafo de Bellas Artes, aquellos primeros días de diciembre de 1901, proyectaba Noel y anunciaba La caperuza roja, el popular cuento que todos los niños conocían, para los próximos días. Antes había proyectado la Cenicienta y Juana de Arco.
Por aquellos días, en un par de escenarios hacían sus galas y su modo de retorcerse siete u ocho chiquillas "de esas que van de bellas".
Con la cabeza coquetonamente cubierta por un sombrero, con la vistosa falta de colorines "previamente recogida como si estuviera pasando a pie un río, y el pañolón de Manila rodeado al cuerpo", comienza la suerte del tirabuzón, o sea, la del sacacorchos.
Aquellas chicas se retuercen, hacen cosas raras con los pies, con las manos, con todo el cuerpo, volviendo locos a los espectadores.
Al turrón le siguen el ejército de botellas y capones, de fiembres y pavos, de frutas sabrosísimas, de manjares incontables. Si en los días de Navidad sabe mejor el turrón, ¡qué deseado es siempre!¡Qué dulce es gustar siempre un cachito del azucarado postre!.
La llegada del turrón era saludada en los periódicos de hace un siglo, que daban cuenta de que establecimiento había sido el primero en ponerlo en sus escaparates, como aviso urgente de que las Navidades estaban llegando.
El cine llegó a nuestra ciudad hace un siglo. Entonces se llamaba Cinebiógrafo y las sesiones que daban eran cortas pero variadísimas. Vea el lector el programa que anunciaba el Cinebiógrafo Lumiére para el domingo 8 de diciembre de 1901.
Primera sesión, a las 4 de la tarde : escenas cómicas. Magia moderna. Gabinete encantado. En la ratonera. El diablo en el convento. Regalo: rifa de una carabina Eureka.
Segunda sesión, a las 5 de la tarde: Escenas marítimas. Seis retratos una peseta. Los apuros de don Cleto. Pirámides humanas. La luna, a un metro. Regalo: rifa de un servicio de porcelana para su muñeca.
Tercera sesión, a las 6 de la tarde: Desfiles militares. Baile en el Olimpia. Entierro de la reina Victoria. Llegada de un tren. La Cenicienta. Regalo: rifa de un tren.
Cuarta sesión, a las 7 de la tarde : Escenas infantiles. Danza de fuego. La portera burlada. Episodios del Fausto. Corrida de toros. Regalo: rifa de una preciosa muñeca.
El cinebiógrafo de Bellas Artes, aquellos primeros días de diciembre de 1901, proyectaba Noel y anunciaba La caperuza roja, el popular cuento que todos los niños conocían, para los próximos días. Antes había proyectado la Cenicienta y Juana de Arco.
Por aquellos días, en un par de escenarios hacían sus galas y su modo de retorcerse siete u ocho chiquillas "de esas que van de bellas".
Con la cabeza coquetonamente cubierta por un sombrero, con la vistosa falta de colorines "previamente recogida como si estuviera pasando a pie un río, y el pañolón de Manila rodeado al cuerpo", comienza la suerte del tirabuzón, o sea, la del sacacorchos.
Aquellas chicas se retuercen, hacen cosas raras con los pies, con las manos, con todo el cuerpo, volviendo locos a los espectadores.
jueves, 21 de noviembre de 2013
NIEVA EN LA CIUDAD
Una nevada cubrió de blanco San Sebastián a principios de enero de 1894. Y no faltó la prosa política de Marcelino Soroa para describir el paisaje de la ciudad y sus alrededores envueltos en el blanco sudario de los copos de nieve.(LA UNION VASCONGADA,Jueves 4/01/1894, nº.843, portada)
Qué delicioso es ver nevar sin experimentar los rigores del frío! Observad el lento descenso de los copos que caprichosamente tienden, bien a reunirse aumentando por lo tanto de volumen, o bien parecen desdeñarse, aislándose frívolamente como si anduvieran a 'bules' hasta llegar a posarse de una manera incierta al punto menos determinado en su caída.
Después el esmalte del suelo tapizado por delicadísimas láminas que a la acción de la luz producen brillantes colores».¿Y los pajarillos, qué es de los pajarillos cuando la nevada cubre calles, casas, jardines y paseos?«Los ateridos pajarillos que apenas pueden tender su vuelo, llegan en pos de algún abrigo al amparo de las calles y plazas. Buen amparo les espera! Ya se encargarán los 'muquizus' de hacerlos ver que se hallan en España. Pues ya se sabe que en los jardines de París y otros puntos de Francia, los pajarillos se acercan a comer unas migas de pan de manos de los mismos chicos; porque allí no hay muquizus. Esta es una fruta genuinamente coskera. Así pues, por esta vertiente de los Pirineos, perseguidos y acosados los pobres pajarillos, con la red de emboscadas que les arman, sucumben al nutrido fuego de las bombas de campo. ¡Inocentes víctimas!».Todos gozaban de la nieve, al decir de Marcelino Soroa. «Desde el tierno 'muguizu' que recientemente se ha colgado sus greguescos hasta el octogenario que al amor de una bien encendida estufa contempla la caída de esa infinita variedad de copos, goza cada cual a su guisa.El placer del primero estriba en lanzarse a la calle, formar una pelotilla y mostrar regocijado en casa, gritando: ¡Ya tengo nieve, ya tengo nieve! El anciano, compara la temperatura exterior con la que él disfruta, entra en cabildeos acerca de nevadas que en sus mocedades duraron más o menos tiempo, aviva un poco el fuego, se arrellana en su sillón y concluye por exclamar: "aquí me las den todas!".Las bolas de nieve se dirigían a los paraguas que llevaban abiertos algunos transeúntes, los atacaban con brío produciendo estrepitosos ruidos que provocaban la hilaridad de otros individuos...Así disfrutaban aquellos chicos de hace un siglo cuando la nieve caía sobre la ciudad.
Después el esmalte del suelo tapizado por delicadísimas láminas que a la acción de la luz producen brillantes colores».¿Y los pajarillos, qué es de los pajarillos cuando la nevada cubre calles, casas, jardines y paseos?«Los ateridos pajarillos que apenas pueden tender su vuelo, llegan en pos de algún abrigo al amparo de las calles y plazas. Buen amparo les espera! Ya se encargarán los 'muquizus' de hacerlos ver que se hallan en España. Pues ya se sabe que en los jardines de París y otros puntos de Francia, los pajarillos se acercan a comer unas migas de pan de manos de los mismos chicos; porque allí no hay muquizus. Esta es una fruta genuinamente coskera. Así pues, por esta vertiente de los Pirineos, perseguidos y acosados los pobres pajarillos, con la red de emboscadas que les arman, sucumben al nutrido fuego de las bombas de campo. ¡Inocentes víctimas!».Todos gozaban de la nieve, al decir de Marcelino Soroa. «Desde el tierno 'muguizu' que recientemente se ha colgado sus greguescos hasta el octogenario que al amor de una bien encendida estufa contempla la caída de esa infinita variedad de copos, goza cada cual a su guisa.El placer del primero estriba en lanzarse a la calle, formar una pelotilla y mostrar regocijado en casa, gritando: ¡Ya tengo nieve, ya tengo nieve! El anciano, compara la temperatura exterior con la que él disfruta, entra en cabildeos acerca de nevadas que en sus mocedades duraron más o menos tiempo, aviva un poco el fuego, se arrellana en su sillón y concluye por exclamar: "aquí me las den todas!".Las bolas de nieve se dirigían a los paraguas que llevaban abiertos algunos transeúntes, los atacaban con brío produciendo estrepitosos ruidos que provocaban la hilaridad de otros individuos...Así disfrutaban aquellos chicos de hace un siglo cuando la nieve caía sobre la ciudad.
KOXKAS - R.M.
miércoles, 20 de noviembre de 2013
CALLE DE ALFONSO VIII
La Provincia de Guipúzcoa, en tiempos antiguos, estuvo incorporada periódicamente, ya a Navarra, ya a Castilla, hasta el año 1200 en que siendo Rey Don Alfonso VIII el de las Navas,se unió voluntariamente y definitivamente a la Corona de Castilla a condición de que se le respetaran los antiguos fueros y costumbres con que vivía desde su primera población.
Se ha querido rememorar esta alianza con el nombre de este Monarca Castellano, puesto a una de las calles de la capital de Guipúzcoa, por el Ayuntamiento de la misma, en sesión de 16 de Noviembre de 1891.
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
Se ha querido rememorar esta alianza con el nombre de este Monarca Castellano, puesto a una de las calles de la capital de Guipúzcoa, por el Ayuntamiento de la misma, en sesión de 16 de Noviembre de 1891.
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
CALLE DE ALDAMAR
El Excmo. Sr. D. Joaquín Francisco Baldomero Barroeta-Aldamar y Hurtado de Mendoza, nació en Guetaria el 28 de Febrero de 1796.
Fue Alcalde de su pueblo natal en 1815 y asistió como Procurador Juntero a las juntas generales de Cestona en 1816, siendo nombrado individuo de la Comisión permanente en Madrid.
En 1828, fue elegido Diputado general de la Provincia. Más tarde se le confirió el mando de uno de los ocho batallones de Tercios voluntarios de Guipúzcoa, y en 1844 fue nombrado Senador del Reino.
Comisionado en Corte por Guipúzcoa en 1845, lo fue también durante el mismo año de parte del Gobierno para la recepción en Irún de los Duques de Nemours y de Aumale, y en 1846 para la del Duque de Montpensier.
Su brillante defensa de los Fueros Vascongados en el Senado Español en junio de 1864 le valió una grande y justísima popularidad en el país, que le nombró por aclamación primer Diputado General de Guipúzcoa en sus juntas generales de Irún.
Era Padre de Provincia en Alava y Vizcaya, Caballero de la Orden de Santiago y Gran Cruz de Isabel la Católica. Falleció este inolvidable adalid de la causa vascongada en Madrid a 30 de Octubre de 1866. Su cadáver fue trasladado a Guetaria y enterrado en el panteón que le erigió la Provincia en la Capilla de Nuestra Señra de la Piedad de su pueblo natal, situado en la cripta de la Parroquia de San Salvador.
Trabajó para conseguir el derribo de las murallas, como se hizo constar en acta del Ayuntamiento de 4 de Mayo de 1864.
Por acuerdo del Ayuntamiento de fecha 24 de Agosto de 1887, se dispuso imponer su nombre a una de las calles que se hallaban a continuación de la calle de Oquendo.
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
Fue Alcalde de su pueblo natal en 1815 y asistió como Procurador Juntero a las juntas generales de Cestona en 1816, siendo nombrado individuo de la Comisión permanente en Madrid.
En 1828, fue elegido Diputado general de la Provincia. Más tarde se le confirió el mando de uno de los ocho batallones de Tercios voluntarios de Guipúzcoa, y en 1844 fue nombrado Senador del Reino.
Comisionado en Corte por Guipúzcoa en 1845, lo fue también durante el mismo año de parte del Gobierno para la recepción en Irún de los Duques de Nemours y de Aumale, y en 1846 para la del Duque de Montpensier.
Su brillante defensa de los Fueros Vascongados en el Senado Español en junio de 1864 le valió una grande y justísima popularidad en el país, que le nombró por aclamación primer Diputado General de Guipúzcoa en sus juntas generales de Irún.
Era Padre de Provincia en Alava y Vizcaya, Caballero de la Orden de Santiago y Gran Cruz de Isabel la Católica. Falleció este inolvidable adalid de la causa vascongada en Madrid a 30 de Octubre de 1866. Su cadáver fue trasladado a Guetaria y enterrado en el panteón que le erigió la Provincia en la Capilla de Nuestra Señra de la Piedad de su pueblo natal, situado en la cripta de la Parroquia de San Salvador.
Trabajó para conseguir el derribo de las murallas, como se hizo constar en acta del Ayuntamiento de 4 de Mayo de 1864.
Por acuerdo del Ayuntamiento de fecha 24 de Agosto de 1887, se dispuso imponer su nombre a una de las calles que se hallaban a continuación de la calle de Oquendo.
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
KOXKAS DONOSTIARRAS: "Unión de Pasajes y San Sebastián"
AHORA nadie pide que Pasajes, cuyo crecimiento en los últimos años ha sido realmente espectacular, forme parte del Ayuntamiento de San Sebastián, como lo fue antaño. En el libro que responde al título de Cosas memorables de Guipúzcoa, Gorosabel dice lo siguiente : "Que San Sebastián debe su repoblación y aumento a don Sancho el Sabio, rey de Navarra, quien para el efecto, le dio los oportunos Fueros, franquicias y libertades, mediante el privilegio expedido por los años 1180".
Una de las cosas más notables de este fuero es el extenso término jurisdiccional que señaló a esta ciudad, entonces Villa. Otorgóla en efecto por tal, todo el territorio comprendido entre los ríos Bidasoa y Oria por la costa marítima, y desde ésta hasta la jurisdicción de la villa de San Martín de Arano, de Navarra, en dirección al interior.
"Doy a los pobladores de San Sebastián por término, dice, desde Ondarribia hasta Orio y de Aranga hasta San Martín de Arano, todo el trecho que yo tengo en aquel término, etcétera".
Los Fueros, privilegios, usos y términos a que se refiere el precedente instrumento, se confirmaron por D. Alfonso VIII en virtud del que libró en Burgos el 16 de agosto de 1202, en latín, cuyas palabras sustanciales en lengua castellana son como sigue: "Notorio sea a todos los presentes como venideros, como yo, Don Alfonso, rey de Castilla etcétera con ánimo libre y espontánea voluntad, concedo en mi reino y confirmo a vos, el Concejo general de San Sebastián presente y futuro, todos los fueros, costumbres y libertades vuestras, a saber: de los términos, fueros, costumbres, peajes, libertades y demás cosas, que Sancho, hijo del rey de Navarra, mi abuelo, os dio y concedió en su reino cuando construyó de nuevo la misma, según se contiene más plena y expresivamente en el propio instrumento, para que todas las cosas susodichas se observen firmemente, etcétera".
Se observa, pues, cómo después de la agregación de Guipúzcoa a la Corona de Castilla, rigió la carta-puebla expedida por el rey don Sancho de Navarra para la realización de San SEbastián.
Y entonces, en esta ciudad amurallada apenas se contaba con 7.000 habitantes y un regidor de ella, llamado semanero, ejercía la jurisdicción en Pasajes, instalado en la torre de Santa Isabel, hace muchos años derruida.
Los partidarios de la unión de Pasajes y San Sebastián alegaban que si antaño, con su pobreza de habitantes se extendía tanto, ahora les resultaba lógico que aspirasen a lo que proponían.
KOXKAS - R.M.
Una de las cosas más notables de este fuero es el extenso término jurisdiccional que señaló a esta ciudad, entonces Villa. Otorgóla en efecto por tal, todo el territorio comprendido entre los ríos Bidasoa y Oria por la costa marítima, y desde ésta hasta la jurisdicción de la villa de San Martín de Arano, de Navarra, en dirección al interior.
"Doy a los pobladores de San Sebastián por término, dice, desde Ondarribia hasta Orio y de Aranga hasta San Martín de Arano, todo el trecho que yo tengo en aquel término, etcétera".
Los Fueros, privilegios, usos y términos a que se refiere el precedente instrumento, se confirmaron por D. Alfonso VIII en virtud del que libró en Burgos el 16 de agosto de 1202, en latín, cuyas palabras sustanciales en lengua castellana son como sigue: "Notorio sea a todos los presentes como venideros, como yo, Don Alfonso, rey de Castilla etcétera con ánimo libre y espontánea voluntad, concedo en mi reino y confirmo a vos, el Concejo general de San Sebastián presente y futuro, todos los fueros, costumbres y libertades vuestras, a saber: de los términos, fueros, costumbres, peajes, libertades y demás cosas, que Sancho, hijo del rey de Navarra, mi abuelo, os dio y concedió en su reino cuando construyó de nuevo la misma, según se contiene más plena y expresivamente en el propio instrumento, para que todas las cosas susodichas se observen firmemente, etcétera".
Se observa, pues, cómo después de la agregación de Guipúzcoa a la Corona de Castilla, rigió la carta-puebla expedida por el rey don Sancho de Navarra para la realización de San SEbastián.
Y entonces, en esta ciudad amurallada apenas se contaba con 7.000 habitantes y un regidor de ella, llamado semanero, ejercía la jurisdicción en Pasajes, instalado en la torre de Santa Isabel, hace muchos años derruida.
Los partidarios de la unión de Pasajes y San Sebastián alegaban que si antaño, con su pobreza de habitantes se extendía tanto, ahora les resultaba lógico que aspirasen a lo que proponían.
KOXKAS - R.M.
martes, 19 de noviembre de 2013
CALLE DE LA ALAMEDA
Por acuerdo de 12 de Septiembre de 1866, se acordó denominar así a la calle que se halla en la parte Sur del "Paseo de la Alameda", llamado también Boulevard.
La otra parte que se hallaba en el lado Norte del indicado paseo, se denominaba calle del Pozo, hasta que se verificaron en ella las obras de reforma de que se hace mención al ocuparnos de esta vía. Aprovechando el indicado motivo, el Ayuntamiento en sesión de 6 de Febrero de 1900, acordó que en lo sucesivo se titulara "Calle de la Alameda" la antigua calle del Pozo, y desde esta fecha, llevan aquella denominación ambos lados del Boulevard o Paseo de la Alameda.
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
La otra parte que se hallaba en el lado Norte del indicado paseo, se denominaba calle del Pozo, hasta que se verificaron en ella las obras de reforma de que se hace mención al ocuparnos de esta vía. Aprovechando el indicado motivo, el Ayuntamiento en sesión de 6 de Febrero de 1900, acordó que en lo sucesivo se titulara "Calle de la Alameda" la antigua calle del Pozo, y desde esta fecha, llevan aquella denominación ambos lados del Boulevard o Paseo de la Alameda.
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
CALLE DE LA ADUANA
Por acuerdo del 12 de Septiembre de 1866, se dispuso llamar así a la actual calle de Hernani, porque en ella se hallaba emplazado el edificio de la Aduana, en el proyecto de ensanche de la ciudad, aprobado en 1864, pero más tarde se cambió de parecer y la Aduana se estableció en la actual Plazuela de Lasala, que por esta razón se llamó en su principio "Plazuela de la Aduana".
Ya no tenía razón de ser el que se impusiera aquel nombre a la calle mencionada y por acuerdo de 22 de Septiembre de 1875, se dispuso cambiarle por el de calle de Herneni.
De modo que hoy no existe calle ni plazuela que lleve el nombre que a a la cabeza de estas líneas.
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
Ya no tenía razón de ser el que se impusiera aquel nombre a la calle mencionada y por acuerdo de 22 de Septiembre de 1875, se dispuso cambiarle por el de calle de Herneni.
De modo que hoy no existe calle ni plazuela que lleve el nombre que a a la cabeza de estas líneas.
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
EL CLIMA QUE REGISTRA LA CIUDAD
LA estación meteorológica de San Sebastián solía publicar resúmenes de las observaciones llevadas a cabo por sus técnicos, datos que leídos cien años después de publicados resultan cuando menos curiosos.En 1900 publicó datos de 1898 y 1899.
Durante 1898 cayó en San Sebastián lluvia representada por por 1.201 milímetros, esto es un metro y quinto de agua, que ya es caer.
El año 1899 no llegó a tanto, ya que la cantidad total fue de 974 milímetros.
En 1898 la temperatura máxima a la sombra fue de 35,4 grados, registrándose ese dato el 12 de agosto. Mayor fue en 1899, que llegó a 37,6 el día 4 de agosto.
Fue más frío el año 1899 que 1898, pues la temperatura mínima de aquel fue de tres grados bajo cero, el 27 de enero, y de éste de 2 bajo cero según la medida tomada el 22 de diciembre.
La temperatura media de todo el año 98 fue de 14,6 grados y la del año siguiente fue de 15,4 grados.
En 1898 hubo: días de lluvia, 153, de niebla, 10; días de nieve, 2; días de rocío, 58; días de escarcha, 3, días de granizo, 4; días de tempestad, 26; días de calma, 126; días de brisa, 195; días de viento, 38; días de viento fuerte, 6; días despejados, 57; días nubosos, 153; días cubiertos, 155.
En el año 1899, hubo: días de lluvia, 115; días de niebla, 10; días de nieve, 1; días de rocío, 28; días de escarcha, 8; días de granizo, 3; días de tempestad, 13; días de calma,97; días de brisa, 228; días de viento, 33; días de viento fuerte, 7; días despejados, 63; días nubosos, 154; días cubiertos, 138.
Durante los últimos diez años del siglo XIX los elementos climatológicos de San Sebastián fueron estos:
*Temperatura media anual, 14,2 centígrados.
*Oscilación media del día, 7,6 centígrados.
*Temperaturas máximas a la sombra , mayor (1892), 40,3; menor (1896), 32,5.
*Temperaturas mínimas, mayor (1898), 2,0; menor (1894), 8,2.
*Humedad relativa media, 73.
*Lluvia media anual, 1.276 milímetros.
*Año de mayor lluvia (1899), 1.571 milímetros.
*Promedio anual días de llavia, 160.
*Año de más días de lluvia(1892), 188.
*Año de menos días de lluvia (1899), 115.
*Vientos dominantes , NOS.
*El promedio anual de días despejados fue 49; y los días nubosos fueron 168.
*La presión atmosférica alcanzó una media de 761,8 milímetros.
(KOXKAS - R.M.)
Durante 1898 cayó en San Sebastián lluvia representada por por 1.201 milímetros, esto es un metro y quinto de agua, que ya es caer.
El año 1899 no llegó a tanto, ya que la cantidad total fue de 974 milímetros.
En 1898 la temperatura máxima a la sombra fue de 35,4 grados, registrándose ese dato el 12 de agosto. Mayor fue en 1899, que llegó a 37,6 el día 4 de agosto.
Fue más frío el año 1899 que 1898, pues la temperatura mínima de aquel fue de tres grados bajo cero, el 27 de enero, y de éste de 2 bajo cero según la medida tomada el 22 de diciembre.
La temperatura media de todo el año 98 fue de 14,6 grados y la del año siguiente fue de 15,4 grados.
En 1898 hubo: días de lluvia, 153, de niebla, 10; días de nieve, 2; días de rocío, 58; días de escarcha, 3, días de granizo, 4; días de tempestad, 26; días de calma, 126; días de brisa, 195; días de viento, 38; días de viento fuerte, 6; días despejados, 57; días nubosos, 153; días cubiertos, 155.
En el año 1899, hubo: días de lluvia, 115; días de niebla, 10; días de nieve, 1; días de rocío, 28; días de escarcha, 8; días de granizo, 3; días de tempestad, 13; días de calma,97; días de brisa, 228; días de viento, 33; días de viento fuerte, 7; días despejados, 63; días nubosos, 154; días cubiertos, 138.
Durante los últimos diez años del siglo XIX los elementos climatológicos de San Sebastián fueron estos:
*Temperatura media anual, 14,2 centígrados.
*Oscilación media del día, 7,6 centígrados.
*Temperaturas máximas a la sombra , mayor (1892), 40,3; menor (1896), 32,5.
*Temperaturas mínimas, mayor (1898), 2,0; menor (1894), 8,2.
*Humedad relativa media, 73.
*Lluvia media anual, 1.276 milímetros.
*Año de mayor lluvia (1899), 1.571 milímetros.
*Promedio anual días de llavia, 160.
*Año de más días de lluvia(1892), 188.
*Año de menos días de lluvia (1899), 115.
*Vientos dominantes , NOS.
*El promedio anual de días despejados fue 49; y los días nubosos fueron 168.
*La presión atmosférica alcanzó una media de 761,8 milímetros.
(KOXKAS - R.M.)
viernes, 15 de noviembre de 2013
CRÍTICAS
LOS donostiarras de hace un siglo eran muy críticos con la labor municipal. Comentaban los acuerdos del Ayuntamiento y mostraban públicamente sus puntos de vista distintos a los que aprobaban los concejales.
En los periódicos de la época se publicaban artículos mostrando los desacuerdos sobre temes concretos. En marzo de 1902 en La Voz de Guipúzcoa se publicaba un trabajo de un colaborador que voy a resumir. Lo firmaba Mendiz Mendi y era muy exigente y crítico. Tienen interés sus líneas leídas cien años después de publicadas.
Critica que al monumento que en el muelle se levantó a José María Zubía, "Mary", se le hubiera colocado una placa en la que se decía que se dedicaba a Aita Mary. ¿De donde se había sacado el Aita? Ni en lo que se había escrito sobre él, ni en las láminas y dibujos que tenían relación con la epopeya del recordado pescador, en ninguna parte constaba que a José María Zubía se le conociera por Aita Mari. Pedía que desapareciera del monumento el Aita Mari y en su lugar se pusiera Mari, José María Zubía.
Se refería también el escrito a la titulación de calle de Camino. La gente decía voy a la calle del Camino o vivo en la calle del Camino.
Algunos creerán que se denominaba la calle de referencia del Camino por alguna carretera que hubo en aquel lugar. No era así. El nombre conmemora el del historiador que escribió la historia de San Sebastián. Por eso pedía que se pusiera en las placas calle del Doctor Camino.
Muy exigente el autor del escrito, pedía que se cambiase el nombre de la calle de Miramar, pues no hay necesidad de que se diga, pues ya se sabe que mira al mar. "Llámese calle del Astillero, porque en el lugar que ocupa el edificio del Club Cantábrico (entonces estaba en la esquina de Andía y Miramar donde hoy hay unas oficinas del Gobierno Vasco) existieron fábricas de bajeles en los reinados de Felipe III y Felipe IV y ambos monarcas vieron votar al agua las obras de la ingeniería naval guipuzcoana".
El Hornabeque era un precioso paseo, el principal con que contaba San Sebastián hace siglo y medio. "En él pasearon los novios donostiarras de más de veinte generaciones. Allí suspiró sus amores todo el San Sebastián que se fue. En aquel paseo lució su primer vestido largo la bella donostiarra. Nosotros recordamos el nombre de Hornabeque. La calle de Elcano es calle muy chiquita para nombre tan universal y para quien rodeó por vez primera el planeta es justo que con su nombre se le designe el mejor paseo que poseemos. Y a esta calle llamémosle del Hornabeque, porque ahí se emplazaba el olvidado y famoso paseo donostiarra."
KOXKAS.
En los periódicos de la época se publicaban artículos mostrando los desacuerdos sobre temes concretos. En marzo de 1902 en La Voz de Guipúzcoa se publicaba un trabajo de un colaborador que voy a resumir. Lo firmaba Mendiz Mendi y era muy exigente y crítico. Tienen interés sus líneas leídas cien años después de publicadas.
Critica que al monumento que en el muelle se levantó a José María Zubía, "Mary", se le hubiera colocado una placa en la que se decía que se dedicaba a Aita Mary. ¿De donde se había sacado el Aita? Ni en lo que se había escrito sobre él, ni en las láminas y dibujos que tenían relación con la epopeya del recordado pescador, en ninguna parte constaba que a José María Zubía se le conociera por Aita Mari. Pedía que desapareciera del monumento el Aita Mari y en su lugar se pusiera Mari, José María Zubía.
Se refería también el escrito a la titulación de calle de Camino. La gente decía voy a la calle del Camino o vivo en la calle del Camino.
Algunos creerán que se denominaba la calle de referencia del Camino por alguna carretera que hubo en aquel lugar. No era así. El nombre conmemora el del historiador que escribió la historia de San Sebastián. Por eso pedía que se pusiera en las placas calle del Doctor Camino.
Muy exigente el autor del escrito, pedía que se cambiase el nombre de la calle de Miramar, pues no hay necesidad de que se diga, pues ya se sabe que mira al mar. "Llámese calle del Astillero, porque en el lugar que ocupa el edificio del Club Cantábrico (entonces estaba en la esquina de Andía y Miramar donde hoy hay unas oficinas del Gobierno Vasco) existieron fábricas de bajeles en los reinados de Felipe III y Felipe IV y ambos monarcas vieron votar al agua las obras de la ingeniería naval guipuzcoana".
El Hornabeque era un precioso paseo, el principal con que contaba San Sebastián hace siglo y medio. "En él pasearon los novios donostiarras de más de veinte generaciones. Allí suspiró sus amores todo el San Sebastián que se fue. En aquel paseo lució su primer vestido largo la bella donostiarra. Nosotros recordamos el nombre de Hornabeque. La calle de Elcano es calle muy chiquita para nombre tan universal y para quien rodeó por vez primera el planeta es justo que con su nombre se le designe el mejor paseo que poseemos. Y a esta calle llamémosle del Hornabeque, porque ahí se emplazaba el olvidado y famoso paseo donostiarra."
KOXKAS.
martes, 26 de febrero de 2013
CALLE DEL ANGEL
No figura la Calle del Angel en el padrón de vecinos de 1566, ni en las Ordenanzas de 1630.
Esa parte de la población que existía de antiguo en forma de anfiteatro en la colina derecha, se hallaba unida por el Norte con la rampa de la torre del Campanario.
Tenía de ancho esta vía antes del incendio de 1813, cinco y medio pies en algunas partes y hasta catorce en otras. Era pesada, poco aseada y mal sana, con alineación tortuosa. Las casas por lo común eran pequeñas. Todos los edificios quedaron destruídos, asi por los proyectiles, como por el incendio,y reducidos los más a fragmentos de piedra.
Este nombre tiene su origen, sin duda, en alguna efigie de Angel, colocada en aquella parte de la población.
Por acuerdo del Ayuntamiento de 13 de Abril de 1897, se dispuso rotularle en vascuence con el nombre de Aingeru-Kalea, que es traducción de "Calle del Angel".
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
Esa parte de la población que existía de antiguo en forma de anfiteatro en la colina derecha, se hallaba unida por el Norte con la rampa de la torre del Campanario.
Tenía de ancho esta vía antes del incendio de 1813, cinco y medio pies en algunas partes y hasta catorce en otras. Era pesada, poco aseada y mal sana, con alineación tortuosa. Las casas por lo común eran pequeñas. Todos los edificios quedaron destruídos, asi por los proyectiles, como por el incendio,y reducidos los más a fragmentos de piedra.
Este nombre tiene su origen, sin duda, en alguna efigie de Angel, colocada en aquella parte de la población.
Por acuerdo del Ayuntamiento de 13 de Abril de 1897, se dispuso rotularle en vascuence con el nombre de Aingeru-Kalea, que es traducción de "Calle del Angel".
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
CALLE DE AMASORRAIN
Figura esta calle en el padrón de vecinos del año 1566 con el nombre de Amasorrarain, y en las Ordenanzas de edificación de 1630 con el de Amasorrain.
De muy antiguo existe en el barrio rural de Añorga la casa solar y armera de Amasorrain, y descendiente de esta casa era Ascensio de Amasorrarayn, que figura como vecino de la calle de la Trinidad en el padrón citado de 1566.
El nombre de esta vía no tendría seguramente más encumbrado origen que el de haber construído alguna casa y pasar a habitar en ella algún descendiente de este solar.
La "Calle de Amasorrain", se hallaba próximamente continuación de la actual calle de la Pescadería, en dirección a la calle de San Jerónimo. Derribando los edificios de la citada calle y los de la calle de Embeltrán, se abrió el año 1722, la actual Plaza de la Constitución, como se dirá más adelante al hablar de ésta.
En la indicada fecha, desapareció la vía pública de aquel nombre , que ya no existe.
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
De muy antiguo existe en el barrio rural de Añorga la casa solar y armera de Amasorrain, y descendiente de esta casa era Ascensio de Amasorrarayn, que figura como vecino de la calle de la Trinidad en el padrón citado de 1566.
El nombre de esta vía no tendría seguramente más encumbrado origen que el de haber construído alguna casa y pasar a habitar en ella algún descendiente de este solar.
La "Calle de Amasorrain", se hallaba próximamente continuación de la actual calle de la Pescadería, en dirección a la calle de San Jerónimo. Derribando los edificios de la citada calle y los de la calle de Embeltrán, se abrió el año 1722, la actual Plaza de la Constitución, como se dirá más adelante al hablar de ésta.
En la indicada fecha, desapareció la vía pública de aquel nombre , que ya no existe.
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
jueves, 14 de febrero de 2013
COMPARSAS DE AYER
Las alegres fiestas de San Sebastián después de la destrucción de la ciudad en 1813 se centraban principalmente en las comparsas que salían a las calles en fechas determinadas como eran el día del Patrono, la Candelaria y sobre todo en Carnaval sin olvidarse cuando nos visitaba algún personaje de alcurnia.
Existe un manuscrito hecho por don Pío Baroja, abuelo del novelista, que ignoro en que manos estará, pero resulta curiosísimo y muy importante para conocer la historia del aspectolúdico de la ciudad en la primera mitad del siglo XIX. Lleva por título "Comparsas representadas en la M.N. y M.L. ciudad de San Sebastián arregladas para flauta por J.M.I. Copiadas para su uso particular por Pio Baroja".
Las hojas coleccionadas, según relataron los que tuvieron el manuscrito en sus manos son las siguientes : "Estudiantina de los jóvenes de San Sebastián el domingo de Carnaval del año 1820". Es una tirana y un bolero y no lleva pie de imprenta. "Comparsa de gitanos andaluces en San Sebastián eldomingo de Carnaval de 1827". La música de Albeniz esta coleccionada por Pio Baroja y es una tirana y un bolero y tampoco lleva pie de imprenta. "Comparsa de los Caldereros turcos por la tertulia de la juventud de San Sebastián el lunes de Carnaval de 1828", sin pie de imprenta. "Comparsa de panaderos franceses en la Plaza Nueva de San Sebastián el lunes de Carnaval de 1830", sin pie de imprenta. "Donostiako Gazteak languille maisuen festa 1832 garren urteko. Zampanzart eguerdian". Tampoco lleva pie de imprenta."La Estudiantina comparsa que ha de ejecutarse en San Sebastián el jueves de Carnaval, 14 de Febrero de 1833". Sin pie de imprenta. "Himno a la Reina Nuestra Señora, por don Pedro de Mena cantado en la noche del 6 de enero de 1834 por los jóvenes de San Sebastián". Música de Santesteban. Litografia de Alcain en San Sebastián. "Comparsa alegórica que ha de ejecutarse en la Ciudad de San Sebastián por jóvenes de ambos sexos el domingo de Carnaval de 1839". San Sebastián, imprenta de Ignacio Ramón Baroja.
"Los estudiantes de San Sebastián en el Carnaval de 1841" Tolosa, imprenta de la viuda de Mendizábal. "Donostiaco gaztechoac onenzaro gabean 1842 garren urtean". San Sebastián en la imprenta de Pio Baroja, Plaza Nueva nº 10. "Donostiaco gaztechoac onenzaro gabean 1843 garren urtean". Imprenta de Pio Baroja. "Himno cantado la noche del 15 de febrero de 1852 en el Teatro de San Sebastián", imprenta de Ignacio Ramón Baroja. "Oda", sin fecha ni pie de imprenta. "Al Estatuto Real. Himno". Sin fecha ni pie de imprenta. "A SS.AA. los pastores del valle de Loyola" Sin fecha ni pie de imprenta. "Comparsa de jardineros con canto y baile en los públicos regocijos con que esta Muy Noble y Muy Leal ciudad de San Sebastián celebra el feliz alumbramiento de la Reina Nuestra Señora". No lleva pie de imprenta. "Himno con ocasión de la comida patriótica de los guardias nacionales de San Sebastián y Tolosa en celebridad de los días de S.M. la Reina Nuestra Señora doña Isabel II". San Sebastián, imprenta de Ignacio Ramón Baroja.
Mañana seguiré con el tema de las comparsas de antaño, pèro no quiero acabar sin insinuar que sería interesante que el Centro de Atracción y Turismo sacara a la calle alguna comparsa como estas de hace más de siglo y medio.
KOXKAS - R.M. -30/01/1991
Existe un manuscrito hecho por don Pío Baroja, abuelo del novelista, que ignoro en que manos estará, pero resulta curiosísimo y muy importante para conocer la historia del aspectolúdico de la ciudad en la primera mitad del siglo XIX. Lleva por título "Comparsas representadas en la M.N. y M.L. ciudad de San Sebastián arregladas para flauta por J.M.I. Copiadas para su uso particular por Pio Baroja".
Las hojas coleccionadas, según relataron los que tuvieron el manuscrito en sus manos son las siguientes : "Estudiantina de los jóvenes de San Sebastián el domingo de Carnaval del año 1820". Es una tirana y un bolero y no lleva pie de imprenta. "Comparsa de gitanos andaluces en San Sebastián eldomingo de Carnaval de 1827". La música de Albeniz esta coleccionada por Pio Baroja y es una tirana y un bolero y tampoco lleva pie de imprenta. "Comparsa de los Caldereros turcos por la tertulia de la juventud de San Sebastián el lunes de Carnaval de 1828", sin pie de imprenta. "Comparsa de panaderos franceses en la Plaza Nueva de San Sebastián el lunes de Carnaval de 1830", sin pie de imprenta. "Donostiako Gazteak languille maisuen festa 1832 garren urteko. Zampanzart eguerdian". Tampoco lleva pie de imprenta."La Estudiantina comparsa que ha de ejecutarse en San Sebastián el jueves de Carnaval, 14 de Febrero de 1833". Sin pie de imprenta. "Himno a la Reina Nuestra Señora, por don Pedro de Mena cantado en la noche del 6 de enero de 1834 por los jóvenes de San Sebastián". Música de Santesteban. Litografia de Alcain en San Sebastián. "Comparsa alegórica que ha de ejecutarse en la Ciudad de San Sebastián por jóvenes de ambos sexos el domingo de Carnaval de 1839". San Sebastián, imprenta de Ignacio Ramón Baroja.
"Los estudiantes de San Sebastián en el Carnaval de 1841" Tolosa, imprenta de la viuda de Mendizábal. "Donostiaco gaztechoac onenzaro gabean 1842 garren urtean". San Sebastián en la imprenta de Pio Baroja, Plaza Nueva nº 10. "Donostiaco gaztechoac onenzaro gabean 1843 garren urtean". Imprenta de Pio Baroja. "Himno cantado la noche del 15 de febrero de 1852 en el Teatro de San Sebastián", imprenta de Ignacio Ramón Baroja. "Oda", sin fecha ni pie de imprenta. "Al Estatuto Real. Himno". Sin fecha ni pie de imprenta. "A SS.AA. los pastores del valle de Loyola" Sin fecha ni pie de imprenta. "Comparsa de jardineros con canto y baile en los públicos regocijos con que esta Muy Noble y Muy Leal ciudad de San Sebastián celebra el feliz alumbramiento de la Reina Nuestra Señora". No lleva pie de imprenta. "Himno con ocasión de la comida patriótica de los guardias nacionales de San Sebastián y Tolosa en celebridad de los días de S.M. la Reina Nuestra Señora doña Isabel II". San Sebastián, imprenta de Ignacio Ramón Baroja.
Mañana seguiré con el tema de las comparsas de antaño, pèro no quiero acabar sin insinuar que sería interesante que el Centro de Atracción y Turismo sacara a la calle alguna comparsa como estas de hace más de siglo y medio.
KOXKAS - R.M. -30/01/1991
miércoles, 13 de febrero de 2013
PLAZA DE LA CONSTITUCIÓN, ANTES "NUEVA" (II)
..................CONTINUACIÓN:
Aclarada la cuestión de la propiedad, se pensó en la construcción de la Plaza, proyecto que fue acogido por el vecindario con el mayor entusiasmo. Faltaban fondos y se abrió una suscripción pública que produjo enseguida 53.000 reales. A principios de 1817 se dió comienzo con estos fondos al relleno de la Plaza y se dispuso que en el caso de que no bastaran para elevar el piso de la Plaza al nivel necesario, los escombros de los edificios que componían el perímetro de la misma, se permitiese traerlos a su costa a los propietarios de otras calles. Se practicaron los trabajos de cimentación en administración por el Ayuntamiento, y construídos que fueron los cimientos de las casas, se prepararon las condiciones para la subasta de los arcos. Sabedores tres entusiastas contratistas de la población de que se iban a rematarlos por trozos, presentaron un escrito al Ayuntamiento, exponiendo que era conveniente para que los arcos tuviesen la debida uniformidad y no resultasen los defectos de que adolecía la Plaza de Vitoria, que unos mismos contratistas se hicieran cargo de toda la obra, y atendida que fue la indicación, los mismos contratistas se hicieron cargo de toda ella en una sola subasta.
Hechos todos los preparativos para la realización de este gran proyecto, se inauguraron las obras con el mayor entusiasmo y pompa el 16 de Agosto de 1817.
Las dimensiones de la Plaza eran 205 pies de largo, 132 de ancho, 26.060 en cuadro.
La entrega de los arcos se hizo el 6 de Noviembre de 1818, quedando el Arquitecto tan satisfecho de la obra por su unidad, corrección y solidez, que consideró a los contratistas con derecho al dos por ciento de premio señalado en las condiciones de subasta, haciéndoles entrega de los 5.597,16 reales a que ascendió dicha cantidad.
Se tuvo con los balcones el mismo criterio que con los arcos, estimando que convendría para la mayor uniformidad y regularidad, el que fuesen trabajados por una misma mano, pues si se dejaba en libertad a los dueños valiéndose ellos de diferentes operarios, aparecerían sensibles variedades, causando mal efecto a la vista. Se presentaron tres artífices con distintas proposiciones : Don Romualdo Zornoza y José María de Uranga, vecinos de San Sebastián y Manuel Felipe Guevara, de Irún, y se acordó dar a cada uno de ellos los balcones de un piso. A uno de ellos, todos los de los primeros pisos de los tres lados y el de los terrados o bocacalles y los antepechos del entresuelo de la arcada pequeña o lado menor de la Plaza. A otro los del segundo y a otro los del tercero.
En esta Plaza se celebraron después, durante muchos años, todos los festejos públicos con inclusión de las corridas de toros, cerrándola en cuadrilongo con barras de hierro y formando andanadas de palcos y asientos de madera. Todos los balcones estaban numerados, como siguen todavía estándolo, y el Ayuntamiento hacía uso de ellos en la forma expuesta.
En los arcos de esta Plaza, tomó asiento el comercio de más lustre de San Sebastián, y ellos constituían el paseo obligado en donde se reunía la flor y nata de Donostia.
El último año en que se subastaron los arbitrios del mercado de esta Plaza, fue el año económico de 1870 a 1871. El siguiente año de 1871 a 1872, se hallaba ya habilitado el mercado de la Brecha, pero continúa el Ayuntamiento cobrando la renta de los puestos de venta de frutas y baratijas que se establecen en dichos arcos.
Siguió llamándose "Plaza Nueva" hasta mediar el año 1820 en que se colocó una lápida de mármol con letras de oro, que decía "Plaza de la Constitución", en memoria del Régimen Constitucional, que se implantó en España, y así continúa llamándose.
Por acuerdo de 13 de Abril de 1897, se dispuso poner en vascuence el rótulo Plaza-Berria, que significa "Plaza Nueva"
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
Aclarada la cuestión de la propiedad, se pensó en la construcción de la Plaza, proyecto que fue acogido por el vecindario con el mayor entusiasmo. Faltaban fondos y se abrió una suscripción pública que produjo enseguida 53.000 reales. A principios de 1817 se dió comienzo con estos fondos al relleno de la Plaza y se dispuso que en el caso de que no bastaran para elevar el piso de la Plaza al nivel necesario, los escombros de los edificios que componían el perímetro de la misma, se permitiese traerlos a su costa a los propietarios de otras calles. Se practicaron los trabajos de cimentación en administración por el Ayuntamiento, y construídos que fueron los cimientos de las casas, se prepararon las condiciones para la subasta de los arcos. Sabedores tres entusiastas contratistas de la población de que se iban a rematarlos por trozos, presentaron un escrito al Ayuntamiento, exponiendo que era conveniente para que los arcos tuviesen la debida uniformidad y no resultasen los defectos de que adolecía la Plaza de Vitoria, que unos mismos contratistas se hicieran cargo de toda la obra, y atendida que fue la indicación, los mismos contratistas se hicieron cargo de toda ella en una sola subasta.
Hechos todos los preparativos para la realización de este gran proyecto, se inauguraron las obras con el mayor entusiasmo y pompa el 16 de Agosto de 1817.
Las dimensiones de la Plaza eran 205 pies de largo, 132 de ancho, 26.060 en cuadro.
La entrega de los arcos se hizo el 6 de Noviembre de 1818, quedando el Arquitecto tan satisfecho de la obra por su unidad, corrección y solidez, que consideró a los contratistas con derecho al dos por ciento de premio señalado en las condiciones de subasta, haciéndoles entrega de los 5.597,16 reales a que ascendió dicha cantidad.
Se tuvo con los balcones el mismo criterio que con los arcos, estimando que convendría para la mayor uniformidad y regularidad, el que fuesen trabajados por una misma mano, pues si se dejaba en libertad a los dueños valiéndose ellos de diferentes operarios, aparecerían sensibles variedades, causando mal efecto a la vista. Se presentaron tres artífices con distintas proposiciones : Don Romualdo Zornoza y José María de Uranga, vecinos de San Sebastián y Manuel Felipe Guevara, de Irún, y se acordó dar a cada uno de ellos los balcones de un piso. A uno de ellos, todos los de los primeros pisos de los tres lados y el de los terrados o bocacalles y los antepechos del entresuelo de la arcada pequeña o lado menor de la Plaza. A otro los del segundo y a otro los del tercero.
En esta Plaza se celebraron después, durante muchos años, todos los festejos públicos con inclusión de las corridas de toros, cerrándola en cuadrilongo con barras de hierro y formando andanadas de palcos y asientos de madera. Todos los balcones estaban numerados, como siguen todavía estándolo, y el Ayuntamiento hacía uso de ellos en la forma expuesta.
En los arcos de esta Plaza, tomó asiento el comercio de más lustre de San Sebastián, y ellos constituían el paseo obligado en donde se reunía la flor y nata de Donostia.
El último año en que se subastaron los arbitrios del mercado de esta Plaza, fue el año económico de 1870 a 1871. El siguiente año de 1871 a 1872, se hallaba ya habilitado el mercado de la Brecha, pero continúa el Ayuntamiento cobrando la renta de los puestos de venta de frutas y baratijas que se establecen en dichos arcos.
Siguió llamándose "Plaza Nueva" hasta mediar el año 1820 en que se colocó una lápida de mármol con letras de oro, que decía "Plaza de la Constitución", en memoria del Régimen Constitucional, que se implantó en España, y así continúa llamándose.
Por acuerdo de 13 de Abril de 1897, se dispuso poner en vascuence el rótulo Plaza-Berria, que significa "Plaza Nueva"
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
PLAZA DE LA CONSTITUCIÓN, ANTES "NUEVA" (I)
Por el Doctor Camino, sabemos que dicha Plaza se hizo en 1722, comprando y derribando los edificios que componían las calles de Embeltrán y Amasorrain, que se hallaban en aquel lugar, siendo la traza de Hércules Torrelli, de quien era también el frontispicio del Monasterio de San Bartolomé. Su coste ascendió a 1.016.619 reales, sin contar la casa concejil que costó más de 40.000 pesos. Con esta nueva Plaza se quisieron evitar los desórdenes que ocurrían entre militares y paisanos en la Plaza Vieja, en donde había tres cuarteles,en los concursos de espectáculos públicos, y también colocar en situación más ventajosa la Casa Consistorial y la del Consulado, que se hallaban en donde se pusieron luego a Lonja y los almacenes de la Compañía de Filipinas. Todos los edificios de esta Plaza, fueron construídos por cuenta del Ayuntamiento, y se obligó a todos los vendedores de comestibles al por menor a que vendiesen sus mercancias en esta Plaza y no en la Plaza Vieja, ni por las calles, como se venía haciendo.
Al efecto, el Ayuntamiento dispuso en Febrero de 1722 el cumplimiento de dicho acuerdo, que fue ratificado por R. Provisión de 16 de Octubre del año indicado, aclarando que se pusieran además en los arrabales dos o tres tiendas en sitios adecuados.
Tenía la Plaza, como ahora, sus soportales o arcadas en sus cuatro frentes, interceptados por otras tantas bocacalles, que en ella entraban. Dos de ellas, que seguían de la Calle Iñigo, eran capaces para paso de carros y coches, y las otras solo de caballerías. Su posición, más que horizontal, se hallaba hundida con respecto del todo. En la cabeza del Poniente, se hallaba situada la casa Concejil y del Consulado, con un soportal o arcada espacioso. Este edificio era bastante capaz y de excelentes salones, pero el estilo Churrigueresco de sus formas exteriores, hacía ridícula su decoración. Los demás costados del cuadrilongo, se componían de tres series de arcadas uniformes, como así mismo, las casas o frentes que sobre ellas se cargaban.
Las azarosas circunstancias que sobrevinieron con motivo de la guerra de la Independencia, a principios del siglo XIX, obligaron al Ayuntamiento a vender la propiedad de dichas casas en 1810, reservándose diferentes derechos, sobre dichas fincas, como son el derecho del cobertizo y arcos, los balcones para los casos de corridas y otros regocijos, noches de iluminación etcétera, para atender con sus rendimientos a los gastos de la función.
Al sobrevenir el incendio de la ciudad en 1813, siguieron aquellos 25 edificios que circunvalaban la Plaza, la suerte de los demás, siendo destruídos completamente. Toda la fachada de la casa concejil, quedó destruída y desplomada hasta los cimientos, permaneciendo en pie los dos costados y espalda, pero resentido e inutilizados.
Así mismo quedaron destruídos los frentes totales de los lados más largos de la Plaza, conservándose únicamente en pie una parte del lado opuesto a la casa Concejil, aunque resentida y amenazando peligro. Igualmente se arruinaron la mayor parte de las paredes medianiles, y solo quedaron las paredes de las espaldas, las que fueron desmoronadas con la acción de las lluvias y vientos. Los expresados tres lados de la Plaza, se componían de casas muy angostas, de poco frente y poco fondo, por cuyo motivo todas las escaleras eran estrechas, oscuras y agudas, y los cuartos interiores y cocinas, faltos de luz, que recibian por pequeños patines parciales que tenían por la espalda, hasta el punto de que casi todo el año, se veían obligados a hacer uso de la luz artificial, efecto de la defectuosa distribución.
Después de la catástrofe, muchos propietarios de estos solares, los vendieron haciendo caso omiso del censo o gravamen que tenían para con el Municipio, y al proyectar la construcción de nuevos edificios, sobrevinieron multitud de reclamaciones y quejas, que dieron lugar a una reunión que se celebró entre los interesados y el Ayuntamiento, bajo la presidencia del Corregidor. En dicha reunión acordaron que la ciudad librase los indicados solares de toda responsabilidad, que las fachadas se ejecutasen conforme al plano del Arquitecto Ugartemendía, abonando de los fondos públicos la diferencia que resultase en su coste, comparadas con las de la casa de la Viuda de Echagüe que debía servir de punto de partida; que el Ayuntamiento pudiese disponer de los balcones, cuando hubiese corridas de muerte, para venderlos al público, reservando para el propietario el derecho a un balcón torero, esto es, a una ventana o medio balcón en la habitación de la casa que pidiese y dos si era vecino Concejante, pagando por él lo que el Ayuntamiento señalare por punto general para todos los balcones.
El Ayuntamiento propuso además, y así se acordó, que se le concediera el derecho de gravar con un impuesto los bancos del Mercado, que habían de establecerse en los arcos de la Plaza, destinando los fondos recaudados a beneficio del Hospital y Misericordia, sin que pudieran practicarlo los dueños ni los inquilinos, en cuyo caso se haría por cuenta de la Ciudad, todo el balconaje de hierro del primer piso, de todas las casas.
...............CONTINUARÁ.
Al efecto, el Ayuntamiento dispuso en Febrero de 1722 el cumplimiento de dicho acuerdo, que fue ratificado por R. Provisión de 16 de Octubre del año indicado, aclarando que se pusieran además en los arrabales dos o tres tiendas en sitios adecuados.
Tenía la Plaza, como ahora, sus soportales o arcadas en sus cuatro frentes, interceptados por otras tantas bocacalles, que en ella entraban. Dos de ellas, que seguían de la Calle Iñigo, eran capaces para paso de carros y coches, y las otras solo de caballerías. Su posición, más que horizontal, se hallaba hundida con respecto del todo. En la cabeza del Poniente, se hallaba situada la casa Concejil y del Consulado, con un soportal o arcada espacioso. Este edificio era bastante capaz y de excelentes salones, pero el estilo Churrigueresco de sus formas exteriores, hacía ridícula su decoración. Los demás costados del cuadrilongo, se componían de tres series de arcadas uniformes, como así mismo, las casas o frentes que sobre ellas se cargaban.
Las azarosas circunstancias que sobrevinieron con motivo de la guerra de la Independencia, a principios del siglo XIX, obligaron al Ayuntamiento a vender la propiedad de dichas casas en 1810, reservándose diferentes derechos, sobre dichas fincas, como son el derecho del cobertizo y arcos, los balcones para los casos de corridas y otros regocijos, noches de iluminación etcétera, para atender con sus rendimientos a los gastos de la función.
Al sobrevenir el incendio de la ciudad en 1813, siguieron aquellos 25 edificios que circunvalaban la Plaza, la suerte de los demás, siendo destruídos completamente. Toda la fachada de la casa concejil, quedó destruída y desplomada hasta los cimientos, permaneciendo en pie los dos costados y espalda, pero resentido e inutilizados.
Así mismo quedaron destruídos los frentes totales de los lados más largos de la Plaza, conservándose únicamente en pie una parte del lado opuesto a la casa Concejil, aunque resentida y amenazando peligro. Igualmente se arruinaron la mayor parte de las paredes medianiles, y solo quedaron las paredes de las espaldas, las que fueron desmoronadas con la acción de las lluvias y vientos. Los expresados tres lados de la Plaza, se componían de casas muy angostas, de poco frente y poco fondo, por cuyo motivo todas las escaleras eran estrechas, oscuras y agudas, y los cuartos interiores y cocinas, faltos de luz, que recibian por pequeños patines parciales que tenían por la espalda, hasta el punto de que casi todo el año, se veían obligados a hacer uso de la luz artificial, efecto de la defectuosa distribución.
Después de la catástrofe, muchos propietarios de estos solares, los vendieron haciendo caso omiso del censo o gravamen que tenían para con el Municipio, y al proyectar la construcción de nuevos edificios, sobrevinieron multitud de reclamaciones y quejas, que dieron lugar a una reunión que se celebró entre los interesados y el Ayuntamiento, bajo la presidencia del Corregidor. En dicha reunión acordaron que la ciudad librase los indicados solares de toda responsabilidad, que las fachadas se ejecutasen conforme al plano del Arquitecto Ugartemendía, abonando de los fondos públicos la diferencia que resultase en su coste, comparadas con las de la casa de la Viuda de Echagüe que debía servir de punto de partida; que el Ayuntamiento pudiese disponer de los balcones, cuando hubiese corridas de muerte, para venderlos al público, reservando para el propietario el derecho a un balcón torero, esto es, a una ventana o medio balcón en la habitación de la casa que pidiese y dos si era vecino Concejante, pagando por él lo que el Ayuntamiento señalare por punto general para todos los balcones.
El Ayuntamiento propuso además, y así se acordó, que se le concediera el derecho de gravar con un impuesto los bancos del Mercado, que habían de establecerse en los arcos de la Plaza, destinando los fondos recaudados a beneficio del Hospital y Misericordia, sin que pudieran practicarlo los dueños ni los inquilinos, en cuyo caso se haría por cuenta de la Ciudad, todo el balconaje de hierro del primer piso, de todas las casas.
...............CONTINUARÁ.
martes, 12 de febrero de 2013
LOURDES-CHIQUI
Al entrar en vigor en Francia las leyes antireligiosas de Combes y Waldeck-Rousseau fueron bastantes los que tuvieron que abandonar sus conventos y su país. A España vinieron algunos religiosos y dada la proximidad fronteriza no pocos quedaron en Guipúzcoa, la mayoría en conventos de su orden y algunos en los que fundaron los emigrantes.
Entre los frailes que llegaron aquellos años figuraban los dominicos, de gran tradición en nuestra ciudad donde residieron hasta las leyes desamortizadoras de Mendizabal en el convento de San Telmo. Fue en 1903 cuando vinieron los dominicos franceses procedentes del colegio que tenían en Arcachon y un periódico donostiarra daba cuenta de eso en estas líneas :"Los frailes dominicos, que se trasladan a causa de la ley de asociaciones francesas, salieron ayer de Francia para instalarse en su nueva residencia. Son varias las comunidades que, por la clausura de los conventos en Francia, se han trasladado a España y muchas de ellas a nuestra provincia".
Aquel grupo de dominicos exiliados, capitaneados por el P. Urbano, de blanca y abacial barba de porte distinguido, de gran cultura y de mucho mundo, tras no pocas negociaciones adquirieron una finca en la falda de Igueldo que era de los señores Coll y Ripoll, propietarios de "La Mallorquina". El lugar era umbroso y silente, propicio para la meditación y el estudio. Y allí, en una especie de cueva, colocaron una imagen de Nuestra Señora de Lourdes. No hacía muchos años el 18 de enero de 1862, el obispo de Tarbes declaraba "Juzgamos que la Inmaculada Virgen María, se apareció realmente a Bernardette Soubirous el 11 de febrero de 1858 y días siguientes, en número de dieciocho veces, en la gruta de Masabielle, cerca de Lourdes, y que tal aparición contiene todas las características de la verdad y que los fieles pueden creerla por cierta. En aquella gruta se colocó dos años después la imagen de la Virgen según la había visto Bernardette iniciandose en 1873 las peregrinaciones.
La devoción a la Virgen de Lourdes fue extendiéndose por Francia y después por toda Europa, y los donostiarras no fueron ajenosa aquel culto a Nuestra Señora, y al tener noticia de que los dominicos en su nuevo colegio llamado de San Vicente Ferrer o del Captier habían colocado una imagen de la Virgen de Lourdes, comenzaron a acercarse al lugar que desde entonces fue conocido con el nombre de Lourdes-chiqui.
Aquel colegio que funcionó hasta 1920, era pequeño y a él acudían un número reducido de alumnos, casi todos en régimen de internado, de las buenas y adineradas familias, en su mayoría francesas. No faltaban los chicos donostiarras, pro también los había de otros paises. Entre aquellos alumnos el cronista conoció a un muchacho uruguayo, Alberto Guani, cuyo padre había sido ministro de Asuntos Exteriores en su país y entonces era embajador en Bruselas. Los abuelos del escolar, don Camino y doña Anita Guani vivían en San Sebastián, en el barrio de San Martín, y tal vez por eso el nieto estaba en el Captier. Pocas noticias hay de aquel colegio que según cuenta Luis Murugarren quiso en 1904 instalar dos casetas de baño en Ondarreta para sus alumnos, pues en verano también había clases. La finca la compraron luego don Manuel Rezola y doña Luisa Lizariturry, fue después de unas monjas y desde hace quince años de la Escuela de Ekintza
KOXKAS - R.M.- 11/02/1991
Entre los frailes que llegaron aquellos años figuraban los dominicos, de gran tradición en nuestra ciudad donde residieron hasta las leyes desamortizadoras de Mendizabal en el convento de San Telmo. Fue en 1903 cuando vinieron los dominicos franceses procedentes del colegio que tenían en Arcachon y un periódico donostiarra daba cuenta de eso en estas líneas :"Los frailes dominicos, que se trasladan a causa de la ley de asociaciones francesas, salieron ayer de Francia para instalarse en su nueva residencia. Son varias las comunidades que, por la clausura de los conventos en Francia, se han trasladado a España y muchas de ellas a nuestra provincia".
Aquel grupo de dominicos exiliados, capitaneados por el P. Urbano, de blanca y abacial barba de porte distinguido, de gran cultura y de mucho mundo, tras no pocas negociaciones adquirieron una finca en la falda de Igueldo que era de los señores Coll y Ripoll, propietarios de "La Mallorquina". El lugar era umbroso y silente, propicio para la meditación y el estudio. Y allí, en una especie de cueva, colocaron una imagen de Nuestra Señora de Lourdes. No hacía muchos años el 18 de enero de 1862, el obispo de Tarbes declaraba "Juzgamos que la Inmaculada Virgen María, se apareció realmente a Bernardette Soubirous el 11 de febrero de 1858 y días siguientes, en número de dieciocho veces, en la gruta de Masabielle, cerca de Lourdes, y que tal aparición contiene todas las características de la verdad y que los fieles pueden creerla por cierta. En aquella gruta se colocó dos años después la imagen de la Virgen según la había visto Bernardette iniciandose en 1873 las peregrinaciones.
La devoción a la Virgen de Lourdes fue extendiéndose por Francia y después por toda Europa, y los donostiarras no fueron ajenosa aquel culto a Nuestra Señora, y al tener noticia de que los dominicos en su nuevo colegio llamado de San Vicente Ferrer o del Captier habían colocado una imagen de la Virgen de Lourdes, comenzaron a acercarse al lugar que desde entonces fue conocido con el nombre de Lourdes-chiqui.
Aquel colegio que funcionó hasta 1920, era pequeño y a él acudían un número reducido de alumnos, casi todos en régimen de internado, de las buenas y adineradas familias, en su mayoría francesas. No faltaban los chicos donostiarras, pro también los había de otros paises. Entre aquellos alumnos el cronista conoció a un muchacho uruguayo, Alberto Guani, cuyo padre había sido ministro de Asuntos Exteriores en su país y entonces era embajador en Bruselas. Los abuelos del escolar, don Camino y doña Anita Guani vivían en San Sebastián, en el barrio de San Martín, y tal vez por eso el nieto estaba en el Captier. Pocas noticias hay de aquel colegio que según cuenta Luis Murugarren quiso en 1904 instalar dos casetas de baño en Ondarreta para sus alumnos, pues en verano también había clases. La finca la compraron luego don Manuel Rezola y doña Luisa Lizariturry, fue después de unas monjas y desde hace quince años de la Escuela de Ekintza
KOXKAS - R.M.- 11/02/1991
CALLE DE SAN JUAN
No figura con este nombre en el padrón de vecinos de 1566, ni en las Ordenanzas de 1630. Figura en estos documentos la "Calle de Maese Lope", que era la misma, según hemos visto al hablar de ésta, y acaso se llamara también "de los Toneleros" a toda o parte de ella.
Antes de 1813, tenía esta calle sus tortuosidades parciales y diferencia sensible en sus anchuras, que variaban de 9 a 20 pies. Principiaba en la calle del Pozo, inmediato al Cubo del Horno, y finaba en la Calle de San Vicente, quedando algo interrumpida con la fortificación de la Calle de Santa Ana.
Después de 1813, al igual de lo que decimos al referirnos a la Calle de Santa Ana, quedó ocupada por la autoridad militar con obras de fortificación que se levantaron en aquella parte, y no se pudo edificar en mucho tiempo.
Sin duda alguna, debe su nombre a la efigie de dicho Santo, colocada en aquella parte de la población.
Por acuerdo de 13 de Abril de 1897, se la rotuló también San Juan-Kalea.
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
Antes de 1813, tenía esta calle sus tortuosidades parciales y diferencia sensible en sus anchuras, que variaban de 9 a 20 pies. Principiaba en la calle del Pozo, inmediato al Cubo del Horno, y finaba en la Calle de San Vicente, quedando algo interrumpida con la fortificación de la Calle de Santa Ana.
Después de 1813, al igual de lo que decimos al referirnos a la Calle de Santa Ana, quedó ocupada por la autoridad militar con obras de fortificación que se levantaron en aquella parte, y no se pudo edificar en mucho tiempo.
Sin duda alguna, debe su nombre a la efigie de dicho Santo, colocada en aquella parte de la población.
Por acuerdo de 13 de Abril de 1897, se la rotuló también San Juan-Kalea.
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
KOXKAS DONOSTIARRAS: "Pepe Artola"
Uno de los hombres más populares, queridos y admirados en el San Sebastián de hace un siglo fue José Artola. El hizo reir con su gracia inimitable, con su ingenio chispeante, con sus improvisaciones inspiradas a nuestros abuelos. En los interminables días del invierno, cuando la ciudad se aburría y esperaba ansiosa la llegada del verano, corría la voz : " ¡Que Artola va a intervenir en la velada que organiza "La Fraternal"! Y la gente alegraba el rostro pensando disfrutar con la actuación de Pepe Artola, un hombre polifacético que era poeta, actor músico, linternero ....
"Los que le conocen en su oficio habitual -escribía en 1891 el periódico "La Voz de Guipúzcoa"- dicen que es un excelente obrero. Los que leen sus poesías en vascuence, dicen que es un ingeniosísimo poeta. Los músicos, que es un buen contrabajo. El público donostiarra, que no hay un artista con más gracia. Todos deben estar en lo cierto".
Como la gente le conocía más era como actor de teatro. Era el actor cómico perfecto. Salía al escenario y ya sin decir nada la gente comenzaba a reir. Tenía, decían, "una cara risueña y picaresca que presta la mitad del chiste a la frase que dice y una serenidad, un dominio que le presta la otra mitad".
Pudo haber sido un gran profesional de las tablas, pero eso le hubiera supuesto el enrolarse en una compañía y haber ido de ciudad en ciudad a representar juguetes cómicos. Y él no quería abandonar su pueblo natal donde era feliz con sus amigos, compartiendo con ellos ratos interminables en una sidrería, donde le brotaba espontanea la gracia innata, donde competía con otros bersolaris en inolvidables duelos dialécticos.
Su corazón generoso le hacía participar en cuantas veladas benéficas se organizaban en San Sebastián. Y al saberse que iba a trabajar Pepe Artola, el teatro se llenaba. Se cuenta que en 1889 La Fraternal puso en escena una excentricidad musical traducida del alemán. los autores del arreglo terminaron su trabajo la misma madrugada del estreno y a primera hora de la mañana se ensayó dos veces la obrita. Al representarse esta, el apuntador encerrado en su concha no podía articular palabra pues estallaba en carcajadas al ver a Pepe Artola actuando con personalidad propia. sin la ayuda del apuntador. Artola seguía actuando, llenando la escena, inventando frases, improvisando chistes, que fueron los más celebrados.
Quienes escribieron su semblanza y que le conocían bien,decían que tenía como privilegio una gracia natural única, inimitable, que le convertía en el artista más popular de nuestro pueblo. Todos los autores cómicos de la época escribieron obras para él, pues sabían que interpretadas por Pepe Artola el éxito estaba asegurado. "Y es que su cara -decía un periodista- , tiene un no se qué, una sonrisa mezcla de bondad y de picardía que delata en un instante el carácter espontáneo y simpático del jocoso actor. Fuera del arte, en su trato particular, es un niño grande en quien se puede explotar la gracia como una mina haciendo demarcaciones para extraer chistes a montones".
Momentos antes de representar el monólogo "Ida y vuelta", en el que tenía que echarse al coleto un trago de sidra decía que "si la sidra es buena, trabajaré bien".
En aquella época circulaban entre la gente chistes anónimos referidos a autoridades locales o a personas importantes de la ciudad. Su autor era siempre el inimitable, el único, el genial Pepe Artola
KOXKAS - R.M. - 27/02/1991
"Los que le conocen en su oficio habitual -escribía en 1891 el periódico "La Voz de Guipúzcoa"- dicen que es un excelente obrero. Los que leen sus poesías en vascuence, dicen que es un ingeniosísimo poeta. Los músicos, que es un buen contrabajo. El público donostiarra, que no hay un artista con más gracia. Todos deben estar en lo cierto".
Como la gente le conocía más era como actor de teatro. Era el actor cómico perfecto. Salía al escenario y ya sin decir nada la gente comenzaba a reir. Tenía, decían, "una cara risueña y picaresca que presta la mitad del chiste a la frase que dice y una serenidad, un dominio que le presta la otra mitad".
Pudo haber sido un gran profesional de las tablas, pero eso le hubiera supuesto el enrolarse en una compañía y haber ido de ciudad en ciudad a representar juguetes cómicos. Y él no quería abandonar su pueblo natal donde era feliz con sus amigos, compartiendo con ellos ratos interminables en una sidrería, donde le brotaba espontanea la gracia innata, donde competía con otros bersolaris en inolvidables duelos dialécticos.
Su corazón generoso le hacía participar en cuantas veladas benéficas se organizaban en San Sebastián. Y al saberse que iba a trabajar Pepe Artola, el teatro se llenaba. Se cuenta que en 1889 La Fraternal puso en escena una excentricidad musical traducida del alemán. los autores del arreglo terminaron su trabajo la misma madrugada del estreno y a primera hora de la mañana se ensayó dos veces la obrita. Al representarse esta, el apuntador encerrado en su concha no podía articular palabra pues estallaba en carcajadas al ver a Pepe Artola actuando con personalidad propia. sin la ayuda del apuntador. Artola seguía actuando, llenando la escena, inventando frases, improvisando chistes, que fueron los más celebrados.
Quienes escribieron su semblanza y que le conocían bien,decían que tenía como privilegio una gracia natural única, inimitable, que le convertía en el artista más popular de nuestro pueblo. Todos los autores cómicos de la época escribieron obras para él, pues sabían que interpretadas por Pepe Artola el éxito estaba asegurado. "Y es que su cara -decía un periodista- , tiene un no se qué, una sonrisa mezcla de bondad y de picardía que delata en un instante el carácter espontáneo y simpático del jocoso actor. Fuera del arte, en su trato particular, es un niño grande en quien se puede explotar la gracia como una mina haciendo demarcaciones para extraer chistes a montones".
Momentos antes de representar el monólogo "Ida y vuelta", en el que tenía que echarse al coleto un trago de sidra decía que "si la sidra es buena, trabajaré bien".
En aquella época circulaban entre la gente chistes anónimos referidos a autoridades locales o a personas importantes de la ciudad. Su autor era siempre el inimitable, el único, el genial Pepe Artola
KOXKAS - R.M. - 27/02/1991
jueves, 10 de enero de 2013
CALLE DEL 31 DE AGOSTO, ANTES DE LA TRINIDAD
Hay referencias de la Calle de la Trinidad en el padrón de 1566 y en las Ordenanzas de 1630.
En esta calle se hallaban edificios tan importantes como las dos parroquias de Santa María y San Vicente, el Convento de Religiosas de Santa Teresa, Convento de San Telmo, Colegio de la Compañía de Jesús y la Cárcel pública y algunas casas particulares de bastante capacidad y buena forma.
Tenía la calle algunas tortuosidades parciales que le privaban de hermosura, y su anchura variaba de 20 ó 30 pies.Su pavimento desde la torre del campanario, punto el más elevado de la colina, bajaba en descenso suave hasta encontrar la rampa de la subida al Castillo, en el ángulo de la iglesia de Santa María y la escalinata que se hallaba en él, de donde descendía al atrio de dicha iglesia, y desde este punto a la calle por otra escalinata menor. En tiempo de aguas, se reunían en gran cantidad en esta calle, y a veces ocurría que se obstruía la boca del caño de la rampa del Castillo, y el torrente de aguas engrosadas con las tierras, bajaba por las escalinatas indicadas y entraba en la iglesia, causando grandes daños.
Con estas escalinatas, quedaba interrumpida la comunicación con la Calle Mayor, y los transportes del muelle tenían que dar una gran vuelta para llegar a la parte alta de dicha calle.
Se libraron del incendio todas las casas de la acera del lado del Castillo, en donde se acuartelaron las tropas portuguesas al entrar en la plaza, ero se quemaron todas las de la acera de enfrente, buenas en general, llenándose la calle de escombros, y hubo que derribar las paredes que quedaron en pie por evitar desgracias.
Esta calle al ocurrir el incendio de 1813, principiaba en la calle de la Zurriola, por el costado de la iglesia de San Vicente y terminaba en el atrio de la torre del campanario de Santa María. Pero no hay duda alguna que en tiempos antiguos no estaba limitada esta calle a las dimensiones que tenía en 1813, como se deduce del padrón de 1566. En este documento, con referencia a esta vía se dice : "Trinidad alrededor de la villa", y también "Trinidad a la redonda". En cambio no figuraban en dicho padrón las calles del Campanario, Ingente, Pozo, San Juan ni otras varias. ¿Se englobarían con aquel nombre algunas de ellas?.
Otro dato tenemos para creer en la mucha extensión de esta vía en aquel tiempo. Y es que de los 466 vecinos que aparecen en dicho padrón, en la fecha indicada, 155 corresponden a esta calle; es decir la tercera parte del vecindario.
En tiempos más próximos a los nuestros, debía suceder lo mismo, pues solo así se comprende que los números con que estaban señaladas las casas cuando ocurrió el incendio de 1813, comenzaran en el 198 para terminar en el 238, que llevaba la casa inmediata al atrio de Santa María. Es de lamentar que nadie nos haya dicho donde tenía su principio esta numeración y donde el fin, pues es posible que continuase más adelante del atrio en alguna otra dirección.
Se ha dicho oficial y particularmente, que esta calle se llamaba de la Trinidad, por la circunstancia de que en ella se hallaban enclavadas las tres iglesias de Santa María,San Vicente y la del Convento de San Telmo. Sin embargo, esto no resulta cierto, por la sencilla razón de que antes de edificar el convento, existía ya la calle de este nombre. Ya se sabe por otra parte, que las iglesias de Santa Teresa y la de la Compañía de Jesús, se levantaron más tarde y no pudieron por tanto contribuir a la adopción de aquel nombre. Nos parece más verosímil que se llamara así, porque hubiera en dicha calle una efigie de la Santísima Trinidad.
Era tan frecuente en tiempos pasados el poner efigies de Santos en las entradas de calles y plazas y en otros lugares públicos, que no deben extrañarse nuestros lectores de que atribuyamos a esta pía costumbre la existencia de esta clase de nombres. Con motivo de cualquier cataclismo público, un incendio, una epidemia, inundaciones, etc., se hacían votos y se ponían efigies de Santos al público, y en muchos casos sin más causa que la devoción particular. Al contacto de la muralla del Mediodía hemos visto que había el baluarte de San Felipe y el de Santiago y el cuartel de San Roque. Frente al Cubo el Hornabeque de San Carlos. Aún existe en Santa María, la imagen de Cristo Crucificado, que se ostentaba en la puerta de entrada de la Plaza Vieja hasta el derribo de las murallas.
Se sabe que existía la efigie de Nuestra Señora de la Piedad en la casa que hace esquina a las calles de Narrica y de Embeltrán. La de San Jerónimo en el arco que daba acceso a la calle de este nombre. El arco de Santiago se tituló así por la imagen del Patrón de España que figuraba en él. Además existían hasta el año 1848 a 1859, una imagen de San Ignacio de Loyola y otra de Nuestra Señora de Méjico en el cuartelillo en que estuvieron las escuelas públicas.
En sesión de 26 de Septiembre de 1877, el teniente alcalde Sr. Echeverría, propuso que la Calle de la Trinidad, que ya no respondía a su significación por haber desaparecido de ella la iglesia de San Telmo, podía llamarse en adelante "Calle del 31 de Agosto", en conmemoración del acontecimiento de aquella fecha y por ser la única que se salvó. Así se acordó, y desde entonces lleva el nombre actual .
Por acuerdo del 13 de Abril de 1897, se la rotuló también, San Telmo-Kalea, que significa "Calle de San Telmo".
Uno de los callejones que daba acceso al punto en donde se levantó el Convento de San Telmo, se denominaba "Calle de Santa Corda" por el año 1516.
(D. SERAPIO MÚGICA - "Las calles de San Sebastián. Explicación de sus nombres")
En esta calle se hallaban edificios tan importantes como las dos parroquias de Santa María y San Vicente, el Convento de Religiosas de Santa Teresa, Convento de San Telmo, Colegio de la Compañía de Jesús y la Cárcel pública y algunas casas particulares de bastante capacidad y buena forma.
Tenía la calle algunas tortuosidades parciales que le privaban de hermosura, y su anchura variaba de 20 ó 30 pies.Su pavimento desde la torre del campanario, punto el más elevado de la colina, bajaba en descenso suave hasta encontrar la rampa de la subida al Castillo, en el ángulo de la iglesia de Santa María y la escalinata que se hallaba en él, de donde descendía al atrio de dicha iglesia, y desde este punto a la calle por otra escalinata menor. En tiempo de aguas, se reunían en gran cantidad en esta calle, y a veces ocurría que se obstruía la boca del caño de la rampa del Castillo, y el torrente de aguas engrosadas con las tierras, bajaba por las escalinatas indicadas y entraba en la iglesia, causando grandes daños.
Se libraron del incendio todas las casas de la acera del lado del Castillo, en donde se acuartelaron las tropas portuguesas al entrar en la plaza, ero se quemaron todas las de la acera de enfrente, buenas en general, llenándose la calle de escombros, y hubo que derribar las paredes que quedaron en pie por evitar desgracias.
Esta calle al ocurrir el incendio de 1813, principiaba en la calle de la Zurriola, por el costado de la iglesia de San Vicente y terminaba en el atrio de la torre del campanario de Santa María. Pero no hay duda alguna que en tiempos antiguos no estaba limitada esta calle a las dimensiones que tenía en 1813, como se deduce del padrón de 1566. En este documento, con referencia a esta vía se dice : "Trinidad alrededor de la villa", y también "Trinidad a la redonda". En cambio no figuraban en dicho padrón las calles del Campanario, Ingente, Pozo, San Juan ni otras varias. ¿Se englobarían con aquel nombre algunas de ellas?.
Otro dato tenemos para creer en la mucha extensión de esta vía en aquel tiempo. Y es que de los 466 vecinos que aparecen en dicho padrón, en la fecha indicada, 155 corresponden a esta calle; es decir la tercera parte del vecindario.
En tiempos más próximos a los nuestros, debía suceder lo mismo, pues solo así se comprende que los números con que estaban señaladas las casas cuando ocurrió el incendio de 1813, comenzaran en el 198 para terminar en el 238, que llevaba la casa inmediata al atrio de Santa María. Es de lamentar que nadie nos haya dicho donde tenía su principio esta numeración y donde el fin, pues es posible que continuase más adelante del atrio en alguna otra dirección.
Era tan frecuente en tiempos pasados el poner efigies de Santos en las entradas de calles y plazas y en otros lugares públicos, que no deben extrañarse nuestros lectores de que atribuyamos a esta pía costumbre la existencia de esta clase de nombres. Con motivo de cualquier cataclismo público, un incendio, una epidemia, inundaciones, etc., se hacían votos y se ponían efigies de Santos al público, y en muchos casos sin más causa que la devoción particular. Al contacto de la muralla del Mediodía hemos visto que había el baluarte de San Felipe y el de Santiago y el cuartel de San Roque. Frente al Cubo el Hornabeque de San Carlos. Aún existe en Santa María, la imagen de Cristo Crucificado, que se ostentaba en la puerta de entrada de la Plaza Vieja hasta el derribo de las murallas.
Se sabe que existía la efigie de Nuestra Señora de la Piedad en la casa que hace esquina a las calles de Narrica y de Embeltrán. La de San Jerónimo en el arco que daba acceso a la calle de este nombre. El arco de Santiago se tituló así por la imagen del Patrón de España que figuraba en él. Además existían hasta el año 1848 a 1859, una imagen de San Ignacio de Loyola y otra de Nuestra Señora de Méjico en el cuartelillo en que estuvieron las escuelas públicas.
En sesión de 26 de Septiembre de 1877, el teniente alcalde Sr. Echeverría, propuso que la Calle de la Trinidad, que ya no respondía a su significación por haber desaparecido de ella la iglesia de San Telmo, podía llamarse en adelante "Calle del 31 de Agosto", en conmemoración del acontecimiento de aquella fecha y por ser la única que se salvó. Así se acordó, y desde entonces lleva el nombre actual .
Por acuerdo del 13 de Abril de 1897, se la rotuló también, San Telmo-Kalea, que significa "Calle de San Telmo".
Uno de los callejones que daba acceso al punto en donde se levantó el Convento de San Telmo, se denominaba "Calle de Santa Corda" por el año 1516.
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