LA VOZ DE ESPAÑA. 03 de ENERO de 1968 |
Que puede hacerse para mejorar el veraneo en San Sebastián.
Hecho el resumen de este inestimable dossier de UNIDAD en torno a los problemas y realidades del verano donostiarra, nos toca ahora ensayar un balance sobre los resultados adquiridos. Un balance que vamos a realizar, en principio, siguiendo los mismos temas examinados por UNIDAD.
Alimentación.
El problema me parece más complejo; el tema está necesitado de un estudio más profundo. Opino como Gulliver, de ABC, en su editorial del día 19: "No debemos decir a los españoles que se resignen a ser pobres con una austeridad miserable dentro de una Europa rica. Tienen derecho a vivir cada vez mejor y hay recursos para no enarbolar el sacrificio como única bandera".
Turismo.
En estos diez últimos años el turismo ha pasado de un millón de extranjeros a diecisiete. Hoy es, en frase muy gráfica, nuestro primer producto de exportación.
Sin embargo, la realidad del turismo guipuzcoano no responde a este salto espectacular: nuestro porcentaje de aumento en el negocio turístico es mucho más modesto.
Esto hace que hoy sintamos muchos la necesidad de un planteamiento nuevo, dejando al margen la nostalgia por el pasado. Un planteamiento no ya a escala provincial, sino a escala regional. Necesitamos también nosotros un Concilio: el Concilio turístico de la Costa Verde.
El extranjero y buena parte del nacional buscan hoy en sus vacaciones veinte días de sol.¿Qué es lo que nosotros podemos ofrecerle a la hora de su elección? He ahí el tema del Concilio.
Decir que San Sebastián se ha transformado en industria y que el turismo ocupa un segundo rango es enfrentar dos mundos que, lejos de estar encarados, se condicionan mutuamente. Sigo creyendo que un incremento poderoso en el turismo tendría una repercusión inmediata no sólo en el comercio de la ciudad, sino en la industria que lo abastece, es decir en la comunidad guipuzcoana entera. No se trata aquí de pronunciar un acto de fe en la misión de nuestra ciudad, sino de tomar conciencia nuevamente de nuestras posibilidades turísticas.
Festival de Jazz.
Decía Javier de Arce que el Festival había que dejarlo porque, por una parte, da satisfacción a los aficionados y, por otra, da un prestigio a la ciudad sin que le cueste un céntimo. Esta opinión revela una enorme sensatez y pone las cosas en su sitio. Lo que me parece una afirmación gratuita es decir que el festival donostiarra supone hoy la avanzadilla del jazz nacional: esto es querer minimizar movimientos tan importantes como el catalán, por ejemplo. La idea de querer transformarlo en festival nacional responde más al entusiasmo de unos pocos que a la realidad de las cosas. Con una inteligente campaña de publicidad y las aportaciones señaladas por la encuesta puede adquirir el festival verdadera categoría y financiación propia.
Festival del Cine.
El cine ha sido durante muchos años un mero espectáculo de evasión. Hoy es un arte con entidad propia, como puede serlo la música o la danza.
En el cine, como en el teatro o la obra literaria, se juegan todas lasa bazas de la creación artística: la intención estética, la intención humana, la intención científica, la intención social.....
El cine es, sencillamente, una expresión artística nueva. Un arte nuevo. El arte de nuestro tiempo.
Si se hubiera creado una Quincena Cinematográfica Donostiarra a principios de siglo, hubiera discurrido entre sesiones de gala, estrellas invitadas, reuniones sociales.....
Hacer esto hoy, crear un festival del cine hoy, con una estructura como la descrita, resulta anacrónico y hiere la sensibilidad menos cultivada.
En esta misma línea, creo que mantener un festival de este tipo por la propaganda que pueda reportar a nuestra ciudad es confundir la naturaleza del Festival y sus fines.
Festivales de España.
El tema ha pasado por la encuesta sin pena ni gloria: No ha suscitado polémica alguna.
El hecho de que ante una protesta colectiva del vecindario de la plaza del 18 de Julio se decidiera llevarlos a local cerrado, de menor aforo y de entradas no populares, es una prueba más del error en la apreciación de la naturaleza de los mismos.
Si hablamos del Festival del Cine como manifestación eminentemente cultural y por lo mismo de alcance popular, ¿qué diremos de unos festivales que se crearon para hacer llegar al pueblo espectáculos que por su costoso montaje le eran inaccesibles?.
La decisión que se tomó en su día y la persistencia en mantenerla año tras año, es algo que produce asombre e indignación.
Cierre del balance.
Alguien dice en la encuesta al hablar del juego, que San Sebastián tiene urgente necesidad de liberarse de un particular complejo de quietismo e inferioridad. El que las previsiones de nuevos alojamientos hechas el 62 no se hayan cumplido o el hecho de que haya fracasado el intento de constitución de un patronato de congresos no son muestras precisamente de dinamismo o altanería.
Además de quietismo existe en nuestra ciudad una falta de toma de conciencia con el tiempo actual y su problemática: el hecho de que durante varios años Festivales de España haya sido asumido or la Quincena Musical no sólo en fechas, sino en precios, o la orientación dada al Festival del Cine indica claramente una falta de sensibilización con la problemática social y cultural de hoy.
Asimismo la ausencia de coordinación entre los diversos grupos promotores del veraneo donostiarra deja poco lugar a dudas; el espectáculo de una multitud de festivales y acontecimientos de todo tipo, de dudosa calidad e interés alguno de ellos, en competencia incluso de horario en la programación, es buena prueba de lo que venimos diciendo.
Podríamos hablar también de un falso pietismo que hace que temas como el juego o la vida nocturna sean temas desterrados de nuestro horizonte empresarial o simplemente cívico. Sin embargo, el setenta por ciento de la clientela de los casinos franceses habla español; y no hace falta salir de la provincia para encontrar una vida nocturna de mayor aliciente que la ciudadana.
AGUIRRE
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