LA VOZ DE ESPAÑA. 05 de ENERO de 1968. |
En aquel largo ciclo histórico, la economía de la ciudad destruyó la economía aldeana. La ciudad -pavimenta entonces sus calles y mercados- redujo las aldeas a un régimen de subordinación. Los productos del campo no irían ya a la sede del señor, sino al mercado de la ciudad más próxima, adonde se llevaban los excesos de las cosechas. Ya no se pagaban las deudas "en servicios", sino con moneda (existía un respeto religioso por la deuda). Así nació el nexo monetario de nuestra sociedad, y con él la competencia.
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