lunes, 27 de marzo de 2023

9.- CRISTO ENTRE LAS PIEDRAS

 9.-CRISTO ENTRE LAS PIEDRAS


San Sebastián tenía en la Puerta de Tierra un Cristo que humanizaba y divinizaba a la vez el cinturón de piedra que, como hemos visto, la protegía.


El, bajo una bovedilla que cubría un nicho, recibía el adiós de los que se iban. Las despedidas eran entonces como ahora. El coche, con los caballos atados, no podía retrasarse. Separados por las portezuelas, los que se iban decían adiós a los que quedaban.


Y cuando la diligencia era ya un punto en la marisma de tan lejana, la viejecita que fue a decir adiós a los hijos y a los nietos se volvía para el pueblo, y antes se arrodillaba ante el Cristo y a El recomendaba el viaje y la vida de aquéllos que se iban.


En otras ocasiones los viajeros que llegaban por primera vez a San Sebastián, descargados los cofres, curioseaban por aquella muralla, y con facilidad tropezaban la mirada con aquel Cristo derrumbado.


Tenemos la fortuna de conservar entre nosotros esta imagen. Es del llamado estilo plateresco, parece de la primera mitad del siglo XVI. Jesús está exánime, con el cuerpo muy arqueado, atenazado, aprisionado por los clavos. Su expresión es de intenso dolor.


Muchos años permaneció la imagen conocida con el nombre de «Santo Cristo de Paz y Paciencia»- en la penumbra de Santa María, debajo del coro. Algunos rezos, algún entendido que adivinaba el valor de la talla, el culto del Viernes Santo. Y muchos desconocedores de su valor religioso e histórico.


Recientemente ha sido trasladado a una capilla reservada y nueva de la misma iglesia. Convenientemente colocado, con luz apropiada y en un ambiente de devoción, el Cristo tiene como fondo una sobria pared de ladrillos. Al pie de la cruz es frecuente ver un ramo de claveles. A veces son rojos como la sangre que una vez gotearon sus pies.


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