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lunes, 27 de febrero de 2012
EL CAFÉ DE LA MARINA
La arquitectura de la casa del café de la Marina y la dirección de la obra fue del inolvidable donostiarra don José Galo Aguirresarobe. El decorado del café estaba muy logrado, estilo Luis XVI. Su primer propietario, don Martín de Oteiza, intervino en la decoración del local.
Los testeros del café estaban ilustrados con unos retratos de ilustres guipuzcoanos, entre ellos una mujer. Fue su autor Eugenio de Azcue.
En 1907 se llevaron a cabo unos arreglos en el café y al efectuar la pintura del techo y las paredes se retiraron los retratos, que hoy los tiene la Caja de Ahorros. He aquí la relación de aquellos ya históricos retratos:
Juan de Urbieta, de Hernani, que apresó a Francisco I rey de Francia en Pavía.
Manuel de Larramendi, de Andoain, autor de importantes obras escritas en vascuence.
El conde de Peñaflorida, de Azpeitia, creador de la Sociedad de Amigos del País.
Cosme Damián Churruca y Elorza, de Motrico, ilustre marino.
Catalina de Erauso, la Monja Alférez, de San Sebastián, protagonista de una asombrosa historia desarrollada en las Américas.
Juan de Idiáquez, de San Sebastián, diplomático de los tiempos de Felipe II.
Andrés de Urdaneta, de Villafranca, navegante insigne.
Esteban de Garibay, de Mondragón, historiador.
González de Andía, de Tolosa, hombre de leyes.
Juan de Echaide, de San Sebastián, navegante famoso.
Miguel de Bidazábal, de Motrico, ilustre almirante.
Juan Sebastián Elcano, de Guetaria, primero que dió la vuelta al mundo.
Ignacio de Loyola, de Azpeitia, fundador de la Compañía de Jesús.
Blas de Lezo, de Pasajes, célebre marino de guerra.
Miguel López de Legazpi, de Zumárraga, conquistador de Filipinas.
Antonio de Oquendo, de San Sebastián, marino famoso.
Juan de Lazcano, del concejo de Lazcano, general de gran prestigio.
SOBRE LAS "KOSHKAS"
La pequeña historia de San Sebastián está llena de curiosidades que algunos pocos, no muchos, eruditos y amantes del ayer de nuestro pueblo, estudian y luego difunden para conocimiento de los que no somos muy expertos en la pequeña historia de nuestro pueblo. Yo soy uno de éstos, poco conocedor del ayer de San Sebastián y tengo que acudir a fuentes que me van dando noticias que ignoraba. Hoy voy a escribir sobre una palabra que es la que da nombre a esta sección que hago a diario y que titulo Koskas. sección que nació en 1982 con el título Desde las koxkas y que sigue adelante. La pregunta que hoy me hago es ésta :¿qué quiere decir exactamente la palabra koskas y cómo nació?
Dos fueron las posturas sobre el origen y razón de la palabra koshkas y sus derivados (el koshkerismo); una de ellas la defendió Andrés Irazoqui, un herrero de la calle de San Vicente.
La otra la mantenía el sacerdote Ramón Inzagaray, perteneciente a la vieja parroquia de San Vicente. Ambos defendieron en vida con férrea entereza sus puntos de vista:
Sostenía uno que la palabra koshkas tuvo su origen y razón de ser en las esquinas, ángulos, entrantes, salientes y resaltos de la arquitectura del templo de San Vicente, " a cual más favorables al juego des escondite o bules de los mukizus de aquellos barrios. Sostenía el otro que, por el contrario la palabra nació del viejo y antiguo encanchado o pavimento de canto rodado de aquellos ingurus o aledaños de la vetusta iglesia, sobre el cual en los partidos que tenían por frontis las sagradas paredes del templo y de su sacristía, botaban las pelotas tan anormalmente que era difícil restarlas".
Para uno, las koshkas eran las de las paredes del templo, para otro, las del suelo de sus inmediaciones. Aquel las adscribía a un determinado juego; éste a un juego diferente.
"¡Con que amor a estas koshkas sostenían entrambos contendientes su controversia! A ella aprontaban, no sólo razones de principio y recuerdos de sus respectivas infancias, sino testigos contemporáneos y coetanos adictos a una de las tesis en presencia".
Fueron antaño dos bandos que sostenía cada uno sus tesis, como los capuletois y montescos, oñacinos y gamboinos, y ambos dijérase que capitaneaban a quienes en la ciudad se consideraban koshkeros, frente a quienes se llamaban joshemaritarras, por haber nacido en las cercanías de Santa María, o sanmartindarras los que vinieron a este mundo alejados de las murallas, en el barrio de San Martín.
Esta curiosa historia la he seguido de un cronista de aquí, José María Donosty.
UN NUEVO CAFÉ
En San Sebastián también proliferaron los cafés. El más antiguo del que tenemos noticia fue el llamado de la Facunda, que existió en el recinto del Cubo Imperial, donde se reunían los vecinos de entonces, los Ostolaza, Santesteban, Mutiozabal, Echagüe, Lascurain, Alcain, Zuazúa .... Más tarde el café más concurrido era el de Andre Luchi de Leclerq, "señora respetable que llamó la atención por su belleza". Otro café de aquellos días, frente al muelle, era el de Latierro, más conocido por el nombre de Perikoenea. En la calle Mayor, esquina a la de Embeltrán estuvo el primer café llamado de la Marina y su propietario, Vicente Ortiz, lo trasladó años después a la calle Esterlines, que adquirió gran renombre por los helados que vendía en los días del Corpus Christi y de la Virgen de Agosto. En este café tenían su tertulia literaria intelectuales de aquella época como Baroja, Santesteban, Jamar, Bilinch, Echagüe, Arruti, etcétera.
Cafés de entonces eran el de la Escala, el de Aristizabal, el del Comercio, cuando San Sebastián todavía tenía el Hornabeque y la Puerta de Tierra y los cabos y baluartes. Luego vinieron otros, siendo el más importante por sus instalaciones y su señorío el café de la Marina, en el Boulevard, esquina a la calle Garibay, el Oriental, también en el Boulevard pero en la acera de enfrente, entre San Jerónimo y Narrica, y años más tarde el café del Rhin, en la Avenida esquina a Vergara, el Guría, el Madrid, el Raga .....
En 1905 se inauguró el café del Norte, en la casa de Ayani, en el Boulevard, de Eustaquio Irureta, en el que abundaban los espejos o reflectores dispuestos de manera que recogían la luz de los focos eléctricos con objeto de triplicar la claridad del local. La ornamentación del nuevo café la dirigió el arquitecto don Luis Elizalde. Dos artistas que honraban a su pueblo, Alejandrino Irureta y Pepe Salís, pintaron en sus paredes lindísimos cuadros, corriendo a cargo de Julio Gargallo la parte decorativa.El mobiliario, la vajilla, el alumbrado .... era digno de los mejores establecimientos de aquella época.
lunes, 13 de febrero de 2012
CURIOSIDADES
sábado, 11 de febrero de 2012
INFLUENCIA FRANCESA
Pero mucho antes de que el turismo fuera una realidad en toda Europa, San Sebastián ya había conocido años y años de influencia gascona, que queda para siempre recogida en sitios y lugares de nuestra ciudad y alrededores, cuyos nombres son permanente testimonio de aquella. Nombres gascones son Urgull, Mompás, Molinao.... Y lo mismo podríamos decir de apellidos de linajes galos, desde los tiempos de Alfonso VIII, como Miramont, Puyo, Morlans, Belloc, Arzac, Dupuy, Gascue, Gamón, Ayet (que dio el nombre de Ayete a una zona campesina donostiarra), Mans, Garro, Estor .....
Vinieron aquí, se afincaron, aquí y generación tras generación han llegado a nuestros días. Se adentraron en la administración pública de la villa y llegaron a ocupar cargos importantes de la misma. El cargo de preboste, similar al de alcalde, fue otorgado por merced real a un gascón y a título hereditario, a mediados del siglo XIII, a Urdincho de Mans el Bueno. Muchos siglos después, otros prebostes, con título hereditario, fueron los Engómez.
En esta influencia francesa sobre nuestra ciudad han tenido mucha importancia las guerras. Las tropas del duque de Berwick ocuparon San Sebastián desde 1719 a 1721 y entre los años 1793 a 1828, aquí estuvieron tropas francesas con los convencionales, los imperiales y con los hombres de Angulema.
Luego, en días de paz vinieron los religiosos expulsados de Francia por las leyes de Combes y Waldeck-Rousseau, que abrieron colegios que aquí siguen, y gran número de artesanos, comerciantes e industriales, que contribuyeron "al auge de nuestra ciudad, y gran número de ellos aquí arraigaron, en ella emparentaron y donostiarras son sus hijos y descendientes", dice José María Donosty en un trabajo del que he tomado los datos para este escrito. Si antes eran los periódicos franceses los que abundaban en los kioskos de Prensa, ahora es la TV gala la que entra en los hogares donostiarras.
miércoles, 8 de febrero de 2012
VIEJOS CAFÉS
Las costumbres, las modas, los gustos cambian con el paso de los años. Las tertulias en los cafés, con los "echadores" que circulaban a gran velocidad entre las mesas sirviendo a los clientes, con la música que rompía el muro de las conversaciones, son solo un lejano recuerdo. Si volviese Ramón Gómez de la Serna no encontraría lugar en que asentarse para dirigir su tertulia, entre un mar de mesas.
¿Por qué hemos desterrado las tertulias de nuestras costumbres?¿Tiene hoy el hombre menos tiempo libre que hace cincuenta o cien años y no encuentra hueco en sus horas diarias para acudir a una tertulia?¿Qué hace cuando no está trabajando en la oficina o en el taller? Acaso la televisión tenga parte de culpa en esta desaparición de las tertulias cafeteriles a las que eran tan aficionados nuestros mayores. Y al no haber tertulias, al estar menos concurridos los cafés, estos han ido desapareciendo, sustituidos por bares con barra y pinchos o establecimientos en los que la música sustituye la coversación entre los clientes.
Veamos cuantos cafés había en San Sebastián hasta el derribo de las murallas en 1863.
Uno de los edificios que en su tiempo fue planeado con vistas al engrandecimiento de la ciudad y cuyas proporciones y adorno estuvieron admirablemente calculados, es el inmueble que se halla en la esquina del Boulevard con la calle de Garibay, donde estubo el café de la Marina. Este edificio y el de enfrente el de la esquina de los impares, fueron los primeros que se construyeron en el llamado entonces ensanche. El café se llamó en un principio Suizo y de la Marina, de la compañía Matossi y Fanconi, tomándolo después Oteiza, el precursor de los cafeteros donostiarras, lo tuvo también Kutz y después Florentino Rojo.
El primer decorador de la Marina tuvo un acierto al colocar en la cornisa del techo de la sala en medallones los retratos de los hombres más preclaros del país, navegantes, descubridores, ingenios..... Así el cliente, entre sorbo y sorbo de café, leía en aquellos rostros parte importantísima de la historia de Guipúzcoa. El café fue cerrado, pero su recuerdo sigue imborrable entre los que le conocieron y alguna vez fueron sus clientes.
Los cafés más importantes que hubo intramuros fueron : el llamado Viejo o de la Facunda, de Vicente Orti, situado dentro del Cubo Imperial; el primitivo de la Marina, frente al Teatro Principal; el del Comercio, de Pozzy, donde luego estuvo el Oriental, bajo los arcos del Boulevard; el de la Paz, de Escala, en la Plaza de la Constitución; el de Esterlines, especializado en helados; el café delPuerto, en la calle de este nombre; y otro en la plaza de las Escuelas cuyo nombre no recuerda quien me ha facilitado estos datos.
domingo, 5 de febrero de 2012
LOS COROS DE SANTA ÁGUEDA
La víspera de Santa Águeda (en euskera Agate Deuna Bezpera), el día anterior al 5 de febrero, según el santoral católico día de Santa Águeda, es costumbre en muchos pueblos de Euskal Herria el salir a cantar las coplas de vísperas de Santa Águeda.
La costumbre marca que se salga en cuadrillas por la calles de los pueblos y ciudades, así como que se recorran los barrios de caseríos yendo de puerta en puerta cantando coplas a la santa y recogiendo dinero para diferentes causas. Se suelen acompañar de bastones y palos con los que se golpea el suelo rítmicamente.
La víspera de la festividad de la santa, 5 de febrero, se acostumbra a salir, en muchos pueblos , a realizar rondas corales cantando coplas en honor al martirio y muerte de la santa. Antiguamente eran jóvenes en edad de ir a realizar el servicio militar (los quintos) los que se agrupaban e iban de puerta en puerta recogiendo dinero o diferentes viandas para realizar una comida o merienda. En la actualidad son grupos de toda clase de edades, las escuelas y colegios suelen realizar sus salidas, que recogen dinero para diversas finalidades (también la de realizar una comida o cena).
El grupo coral va ataviado con unas varas o bastones con los que se golpea el suelo al ritmo de la copla. La temática de las coplas es diversa y recuerda a la santa pero también trata otra temática más "humana" para intentar recaudar lo máximo posible. En cada lugar suele tener sus letras y en algunos se acompañan con bertsolaris (improvisadores de versos) aunque se van generalizando las mismas. Se suele cantar en euskera y dice así:
Zorion, etxe hontako denoi!
Oles egitera gatoz,
aterik ate ohitura zaharra
aurten berritzeko asmoz.
Ez gaude oso aberats diruz,
ezta ere oinetakoz.
Baina eztarriz sano gabiltza,
ta kanta nahi degu gogoz.
Santa Ageda bezpera degu
Euskal Herriko eguna,
etxe guztiak kantuz pozteko
aukeratua deguna.
Santa maitea gaur hartu degu
gure bideko laguna.
Haren laguntzaz bete gentzake
egun hontako jarduna.
La traducción sería:
¡Felicidad a todos los de esta casa!
venimos llamando,
de puerta en puerta como una vieja costumbre
con intención de renovarla este año.
No somos muy ricos en dinero,
ni en zapatos.
Pero andamos con la garganta sana,
y tenemos ganas de cantar.
día de Euskal Herria,
El día que hemos elegido
para llenar las casa de alegría cantando.
Querida Santa hoy hemos cogido
a nuestro amigo del camino.
Con su ayuda podemos llenar
de esperanza este día.
sábado, 4 de febrero de 2012
LA NIEVE SUSPENDIÓ LAS FIESTAS
Un temporal de nieves, como pocas veces se había registrado en San Sebastián, hizo que no se celebrase en 1891 la fiesta del Patrono con actos callejeros. Nevaba sin cesar, llegando a alcanzar el ”blanco manto” hasta 8 centímetros de altura en las calles. El intenso frío hizo que se helasen las fuentes de algunas casas, causando grandes perjuicios a los habitantes. Según decía el periódico , algunos vecinos , después de abrir las canillas, encendieron grandes hogueras para ver si el calor producía el deshielo, pero resultó infructuoso este sistema, teniendo que recurrir a las fuentes públicas, algunas de las cuales no padecieron las consecuencias de las temperaturas “que nos vemos precisados a sufrir con paciencia y resignación”.
Las caídas de transeúntes abundaban, y la compañía del tranvía se vio obligada a suspender el servicio, pues la gran cantidad de nieve que cubría los raíles hacía imposible la circulación de los carruajes. A los empleados, puntualizaba el periódico, se les abonan sus sueldos como si trabajaran.
La única diversión de los donostiarras aquel martes 20 de enero fue la actuación en el Teatro Principal de una compañía que por la tarde puso en escena la comedia “El padrón municipal” y la Zarzuela “Quién fuera libre”; y por la noche , a beneficio del director de la compañía señor Soriano la comedia “¿Quién se casa?” y la zarzuela “Los trasnochadores”.
Se abrió una suscripción para socorrer a los necesitados que sufrían más los rigores del temporal y el primer día se recogieron 877 pesetas y diversas prendas de vestir, camisetas, gorras, enaguas, calcetines, botas, chaquetas, pantalones, mantas…. Repartiéndose, el día 20, 100 kilos de carne, 200 de patatas y 100 de pan. La Beneficencia repartió 1.600 bonos de comida.
A la nieve siguió un temporal de viento huracanado que destrozó árboles del Paseo de la Concha, arrancó algún farol, volcó la caseta del sereno que estaba frente a la Perla rompiendo el reloj que allí había. Los cristales de puertas y ventanas también sufrieron lo suyo. El viento derrumbó la fachada trasera de una casa que estaba construyendo en el Antiguo el arquitecto don Sebastián Camio y en el matadero de Cemoriya se vino abajo el alero del tejado de las cuadras. El mar presentaba un aspecto impresionante, con olas que barrían la Zurriola.
Las fiestas de aquel año quedaron reducidas a los bueyes que se corrieron en la plaza de la Constitución, uno a las 8 de la mañana, dos a las doce y tres a la tarde, a la quema del zezenzusko en la plaza de Lasala y a los bailables que la banda de La Unión alternando con el tamboril, interpretó en aquel lugar y que la gente joven aprovechó. Estos festejos, organizados por La Unión Artesana, y el baile de máscaras que hubo aquel día en los círculos de recreo “La Fraternal” y “La Amistad” a los que asistieron “hermosas mujeres luciendo elegantes disfraces que realzaban su belleza”, fueron las únicas diversiones de los donostiarras de hace un siglo, que ateridos de frío no pudieron celebrar de otra manera a su patrono.
(EL DIARIO VASCO – 19/01/1991- KOXKAS- R.M.)