sábado, 4 de febrero de 2012

LA NIEVE SUSPENDIÓ LAS FIESTAS

Hace frío y nieva en las calles de mi Ciudad, tal día como hoy 4 de Febrero (sábado), fecha en que está previsto recorran las calles , plazas y barrios de nuestra Ciudad las diversas Comparsas de Caldereros de la Hungria, siempre que el tiempo no lo impida.Por ello reproduzco en esta página aquel acontecimiento ocurrido allá por 1891, con nuestras Fiestas, por culpa del tiempo:

Un temporal de nieves, como pocas veces se había registrado en San Sebastián, hizo que no se celebrase en 1891 la fiesta del Patrono con actos callejeros. Nevaba sin cesar, llegando a alcanzar el ”blanco manto” hasta 8 centímetros de altura en las calles. El intenso frío hizo que se helasen las fuentes de algunas casas, causando grandes perjuicios a los habitantes. Según decía el periódico , algunos vecinos , después de abrir las canillas, encendieron grandes hogueras para ver si el calor producía el deshielo, pero resultó infructuoso este sistema, teniendo que recurrir a las fuentes públicas, algunas de las cuales no padecieron las consecuencias de las temperaturas “que nos vemos precisados a sufrir con paciencia y resignación”.

Las caídas de transeúntes abundaban, y la compañía del tranvía se vio obligada a suspender el servicio, pues la gran cantidad de nieve que cubría los raíles hacía imposible la circulación de los carruajes. A los empleados, puntualizaba el periódico, se les abonan sus sueldos como si trabajaran.

La única diversión de los donostiarras aquel martes 20 de enero fue la actuación en el Teatro Principal de una compañía que por la tarde puso en escena la comedia “El padrón municipal” y la Zarzuela “Quién fuera libre”; y por la noche , a beneficio del director de la compañía señor Soriano la comedia “¿Quién se casa?” y la zarzuela “Los trasnochadores”.

Se abrió una suscripción para socorrer a los necesitados que sufrían más los rigores del temporal y el primer día se recogieron 877 pesetas y diversas prendas de vestir, camisetas, gorras, enaguas, calcetines, botas, chaquetas, pantalones, mantas…. Repartiéndose, el día 20, 100 kilos de carne, 200 de patatas y 100 de pan. La Beneficencia repartió 1.600 bonos de comida.

A la nieve siguió un temporal de viento huracanado que destrozó árboles del Paseo de la Concha, arrancó algún farol, volcó la caseta del sereno que estaba frente a la Perla rompiendo el reloj que allí había. Los cristales de puertas y ventanas también sufrieron lo suyo. El viento derrumbó la fachada trasera de una casa que estaba construyendo en el Antiguo el arquitecto don Sebastián Camio y en el matadero de Cemoriya se vino abajo el alero del tejado de las cuadras. El mar presentaba un aspecto impresionante, con olas que barrían la Zurriola.

Las fiestas de aquel año quedaron reducidas a los bueyes que se corrieron en la plaza de la Constitución, uno a las 8 de la mañana, dos a las doce y tres a la tarde, a la quema del zezenzusko en la plaza de Lasala y a los bailables que la banda de La Unión alternando con el tamboril, interpretó en aquel lugar y que la gente joven aprovechó. Estos festejos, organizados por La Unión Artesana, y el baile de máscaras que hubo aquel día en los círculos de recreo “La Fraternal” y “La Amistad” a los que asistieron “hermosas mujeres luciendo elegantes disfraces que realzaban su belleza”, fueron las únicas diversiones de los donostiarras de hace un siglo, que ateridos de frío no pudieron celebrar de otra manera a su patrono.

(EL DIARIO VASCO – 19/01/1991- KOXKAS- R.M.)

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