San Sebastián podía respirar tras cinco meses de sitio y asedio, a cuyo constante riesgo hubo de añadir la saturación ciudadana pues el censo de población había doblado al tener como huéspedes a casi diez mil refugiados, gentes de la provincia, liberales, milicianos y sus familias que, al comienzo de la guerra y al quedar desguarnecidas las villas del interior, hubieron de venir a la capital al amparo de algún pariente o fiadas en la ayuda de las autoridades.
Casi cuatro años de vivir desplazados de sus pueblos, donde habían abandonado casas, tierras, negocios y ocupaciones, sumieron a aquellos centenares de familias en una grave crisis económica que se prolongó durante largo tiempo puesto que las deudas contraídas para poder subsistir dentro de San Sebastián ampliaron sus plazos de amortización más allá del final de la guerra. Durante ella los negociantes habían hecho su agosto suministrando a los ejércitos contendientes desde armas y municiones hasta víveres y uniformes; pero no les fueron a la zaga los prestamistas que, en la capital sitiada y con muy raras excepciones, medraron a toda costa de la desgracia de aquellos guipuzcoanos. Las alhajas que pudieron salvar en la precipitada evacuación de las localidades amenazadas por el enemigo, las casas y los campos, de cuyas rentas se beneficiaba la administración carlista, fueron pasando a manos de usureros que así amasaron pingües fortunas .... Pero la guerra hizo también pagar amargo tributo a las gentes del País que, aun estando en el bando vencedor, vieron como el Gobierno de Alfonso XII, por cuyo triunfo habían ofrecido tantos sacrificios, les imponía la misma sanción que a los vencidos: la pérdida de los Fueros.
SAN SEBASTIÁN - Miqueletes de Guipúzcoa |
Si la ruina, debida al fraude político, era inevitable y Guipúzcoa y con ella las otras provincias vascas hubieron de renunciar a su tradicional régimen administrativo, su repercusión económica tuvo en el ámbito familiar un paliativo : el que ofreció la Caja de Ahorros y Monte de Piedad Municipal -autorizada por Real Orden de 4 de febrero de 1879- que pronto empezó a funcionar en los bajos del edificio municipal, en la Plaza de la Constitución, sirviendo desde el primer momento para remediar urgencias económicas de donostiarras y guipuzcoanos.
( 100 años de vida de San Sebastián. 1879-1979.-JOSE BERRUEZO RAMIREZ)
( 100 años de vida de San Sebastián. 1879-1979.-JOSE BERRUEZO RAMIREZ)
No hay comentarios:
Publicar un comentario