La vida en el mar, la actividad de nuestros pescadores, la pesca obtenida cada día por nuestros arrantzales interesaba a la gente que vivía por aquí hace casi un siglo. Y los periódicos dedicaban todos los días un espacio de sus páginas para contar las novedades que sucedían en la costa. Voy a reproducir lo que publicaba La Voz de Guipúzcoa el día 17 de julio de 1903.
Poco movimiento se notaba en el muelle. Un vapor que descargaba carbón; una balandra arrimada a continuación del muelle derruido; cuatro o cinco "muquizus" que surcaban las aguas de la dársena en un bote con peligro de hacerlo zozobrar por el movimiento que la imprimían haciendo travesuras dentro de él; dos barcos pesqueros, obreros que picaban sus cascos de hierro, produciendo un ¡tan, tan! de caldero viejo golpeando; un balandro de regatas, limpio, pintado de blanco con las velas recogidas; la superficie de las aguas negras, reflejando los negros nubarrones que durante el día se cernían en la atmósfera: he aquí lo que había entre muelles el día de ayer.
Salieron a pescar lo mismo los vapores de rastra que las lanchas a vapor. Estas trajeron 40 millares de sardinas que se cotizaron a 40 pesetas el millar. No extraña este precio: debe tenerse en cuenta la escasez de la pesca de esta especie y además, por la afluencia de forasteros, que hace todo comestible mayor precio que el de antes. Los vapores de rastra trajeron cerca de dos mil merluzas distribuidas en la forma siguiente: los de Mercader 800, los de Aristeguieta 500 y 600 los de Otermin.
Desembarcaron también las embarcaciones pequeñas atún, aunque en escasa cantidad, y algo de langosta.
EL MUELLE HACIA 1910 (Colección STM) |
En la Pescadería ingresaron 350 kilogramos de merluza que se vendieron de una a 1,80 pesetas el kilogramo; la langosta hizo de 2,60 a 3,60 y unas piezas de salmón y lubina se vendieron a 7,50 y 6 pesetas, respectivamente.
Seguía el periódico diciendo que aquel día se esperaba en el puerto el vapor Solis procedente de Amberes, que había hecho antes escala en Pasajes. Traía carga general y fondearía en la bahía de la Concha, donde haría el alijo de las mercancias consignadas a San Sebastián. Terminaba el periódico su crónica marítima diciendo que las amenazas que habían hecho algunos armadores de abanderar los barcos con que fuesen a aumentar sus flotas, registrándoles en matrículas extranjeras si el Gobierno español no rebajaba las ominosas tarifas que tenían establecidas, se iban cumpliendo. A Bilbao habían llegado con insignias del Uruguay los vapores Uriarte num 4, Otoyo y Masota adquiridos por armadores bilbainos.
(R.M. - KOXKAS.-DV. 16/07/2000)
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