lunes, 8 de octubre de 2018

Prólogo en el Boulevard

SAN SEBASTIÁN, verano de 1879 : Son las ocho de la noche; la Alameda , hasta no hace mucho Paseo del Hornabeque, presenta el aspecto que describe así un cronista de la época : "Hermosura, gala, distinción, donaire, fina galantería, tertulias de confianza, suspiros, miradas, sonrisas, tributos a la hermosura, culto a Cupido; de todo esto se encontraba, todo se sucedía en agradable confusión y bello desorden en el precioso paseo de la Alameda, iluminado a la Veneciana, presentando un cuadro de "Las Mil y Una Noches ...."
En el kiosko la Banda del Tercero de Artillería ataca las primeras notas de la obertura de Rosamunda... Y en una de aquellas "tertulias de confianza", entre miradas, sonrisas y suspiros de la gente joven, este diálogo:
-¡Qué alegría, doña Clotilde! Otra vez por aquí....
-Sí,sí: han sido dos años de veraneo forzoso en el pueblo, pero ahora nos tomamos el desquite.
-¡La guerra, hija, la guerra!¿Quién nos lo iba a decir el año 72?
- Ciertamente ... pero este San Sebastián no ha cambiado en nada. Siempre igual: tan limpio, tan bonito, tan acogedor. Como que nosotros nos contentamos con su recuerdo y ni ánimos tuvimos para ir a Santander.
-Pues a mí me picó un poco la aventura y ....
-Esper, espere un momento que la Banda va a interpretar la Marcha Turca .... Por cierto: ¿donde se hospedan ustedes?
- Donde siempre: en el Hotel Inglés. ¿Y ustedes?
-Por no variar, en la Fonda de Madrid.
-¿Mañana nos veremos en La Concha?
-Sí, sí; allí estaré porque llevo ya el cuarto día de la novena ....
La Banda del Tercero de Artillería sigue desgranando sobre "la agradable confusión y el bello desorden de la Alameda" las notas brillantes de Mozart.
En el otro extremo del paseo y bajo un farolillo a la Veneciana, un coronel de Cazadores -altas polainas charoladas, brandeburgos, charreteras y chacó- mientras atusa sus patillas de boca de hacha, expresión de su fervor alfonsino, recuerda los recientes episodios de la guerra.
-Tenaz y firme este pueblo de San Sebastián, mi querido amigo.
-Si señor; como que en los días del Sitio hasta cantaba coplillas alusivas a las bombas carlistas. Igual que en Cádiz cuando la francesada.
-Han sido tres años de prueba, de sufrimientos, de sacrifico ....
-Y de heroismo; pero ya ve, mi coronel, aquí todo está como si no hubiese pasado nada. No podemos decir que San Sebastián renace; porque jamás, ni en las más duras jornadas, dejó de vivir. Y mucho menos de pensar que era la primera playa española.
-En efecto, y a la vista está el resultado: once mil forasteros hemos venido este año a la Bella Easo. Lo acabo de leer en la estadística que publica hoy El Urumea
-Parece imposible que podamos tener todos acomodo.
-Un poquito justos. Pero en fin,San Sebastián es San Sestabien.....
Un silencio sepulcral "como pocas veces se observa entre la multitud" -testimoniará al día siguiente la prensa local- se hizo en los cientos de veraneantes reunidos en la Alameda. Era que los sesenta maestros cantores del Orfeón Easonense iban a actuar por vez primera en público guiados por la batuta del maestro Sarriegui....
Las últimas notas del Contzesirentzat se pierden entre las altas frondas del paseo y una salva de aplausos premia la labor insuperable de los cantantes donostiarras.
-¡Estas son voces, mi coronel, y no las de la compañía italiana del Circo ...!
Junto al escritorio de D. José Arana la peña de los taurófilos comenta las incidencias de la corrida del día anterior.
-¡Mala tarde Salvaor!
Frascuelo asiente porque lo contrario sería mentir, máxime cuando las caras del Badila, del Colita y de Agujetas acusan la pasada tormenta.
-¡Aquel maldito "Caballero"!
-Lástima de toro; porque como carnes las tenía. Y cuernos y nervio y bravura.
Sonríe D. José poniendo de manifiesto el muestrario de marfil de su famosa dentadura.
-Mañana te sacas la espina.
-Sí; y que luego se gasten chuflillas en la Prensa. Mire usted que decir eso de que dí más pases que franchutes había en la plaza y que sufrí más desarmes que los que ha tenido la Milicia Nacional.... ¡Con "Dió", señores....!
Hay un revuelo de gestos, voces y miradas: entre un grupo de admiradores, Julián Gayarre, el gran tenor roncalés, marcha hacia el Hotel de Londres donde esta noche le obsequian con una cena. A los postres ofrecerá el regalo de su voz cantando el Spirito gentile del cuarto acto de Favorita .....
Y habrá tema para hilvanar al día siguiente cien conversaciones bajo otras tantas sombrillas en la fina acera de la Concha, mientras en el puerto la chiquillería estará en sus gloris viendo las cucañas y la caza de patos, regalos que el Municipio ofrece a los veraneantes para animación de la que comienza a ser la Semana Grande.
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San Sebastián, recién salido de los horrores de una guerra civil durante la cual permaneció aislado del resto de España, se rehace de manera pasmosa y reivindica sus derechos a ser la primera playa peninsular. Las escenas precedentes, que no pasarían inadvertidas a los redactores de la prensa donostiarra, inspiraron seguramente al editorialista del Diario de San Sebastián estos atinados comentarios, certera visión de la realidad easonense que, pese a los cien años transcurridos, conservan jugosa actualidad:
Hay pues motivos para congratularse de lo que a siendo la temporada de 1879. Debe de infundir ánimos a la digna Corporación Municipal para completar en breve plazo las mejoras indispensables para poner a San Sebastián al abrigo de toda rivalidad.
Es muy posible que dentro de cuatro años los puertos asturianos y gallegos se hallen en comunicación ferrea con Madrid y provincias de España. No creemos que San Sebastián tenga nada temer de esos nuevos competidores, pues amén de otras muchas circunstancias debidas a la energía de sus habitantes, hay dos : su playa y la situación geográfica que ocupa, que la favorece muy por encima de todas sus rivales.
Prueba terminante de ello fue que sin embargo de quedarse San Sebastián aislado durante tres años de guerra del resto de España y teniendo Santander por decirlo así el privilegio exclusivo de recibir a los forasteros en tan larga época, acabó la guerra en marzo de 1876 y pocos meses después acudían a San Sebastian 57.000 personas ratificando su preferencia sobre otros puntos de baños.
Para asentar sobre base indestructible su ya especial situación, deben terminarse el Palacio de la Plaza de Guipúzcoa y el Parque de Alderdi-Eder, y levantar en el sitio destinado un magnífico Casino.
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El palacio de la Plaza de Guipúzcoa, sede de la Diputación, cuya terminación reclamaba el editorialista del Diario de San Sebastián había comenzadoi a ser construído un año antes -en junio de 1878- bajo la dirección del arquitecto municipal D. José Goicoa. Un incendio ocurrido la noche de Navidad de 1885 lo destruiría totalmente, siendo reconstruído por los arquitectos Morales de los Ríos y Aladrén, que el 1 de julio de 1887 habrían de ver terminadas las obras del Gran Casino por ellos dirigidas junto al Parque de Alderdi-Eder, nombre que se dió, el 28 de mayo de 1879, al antiguo campo de maniobras militares


JOSE BERRUEZO RAMIREZ

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