Hacía años que no se registraba un temporal de agua y viento, con un
mar embravecido, como el que vivieron los donostíarras desde la
madrugada del sábado 20 al mediodía del lunes 22 de dicíembre de 1884.
La descripción que de aquélla furia del viento y el mar hizo el
periódico Diario de San Sebastián pone los pelos dé punta. Nada tiene
de partícular que el vecindario estuviese alarmado.
El sábado a
la mañana arribó con un mar enfurecido la corbeta Concepción de Bílbao,
viéndose en tan grave peligro que salio el salvavidas Guipúzcoa
escoltando a un atoage a amarrar la embarcación y llevar la tripulación
a tierra, pues el naufragio se consideraba inminente. La corbeta fue
garreando sobre anclas hasta llegar a situarse frente al peñón del
Antiguo, a pesar de lo fuertemente amarrada que había quedado.Pasaban
las horas y la Concepción seguía garreando de tal modo que todos creían
que iria a naufragar hacia el murallon denominado El Fraile.
El muelle y el paseo de La Concha se llenaron de curiosos, pese a la
lluvia.Como el huracán iba adquiriendo cada vez mayor fuerza, zarparon
de la bahía, contra viento y marea para Pasajes una docena de vapores
de pesca. «Nunca se divisará otro espectáculo más grandioso y terrible
a la vez, que aquel que presenciamos desde el Castillo de la Mota
algunos pocos curiosos" escribió Diario de San Sebastián, «La lucha de
los vapores contra el desencadenado mar fue sublime y terrible, sobre
todo a la salida del canal de Santa Clara y frente a la barra del
Urumea. Los vapores desaparecían por momentos, como sepultados bajo
inmensos montes de agua, y al volver sobre la cima, pegaban tales botes
que se asemejaban a pelotas de goma, Por fin, llegaron todo con
felicidad a Pasajes, después de la atrevida y temeraria hazaña
acometida por nuestros modestos cuan heroicos marineros».
En la bahía quedó el Maria Milagros cón la tripulación a bordo. El
tiempo seguía empeorando, las olas barrían La Concha y los muelles; el
vapor pedía auxilio siendo imposible socorrerle. Chimeneas y tejas
volando por los áires. Sobre las 4 de la tarde el tiempo se calmó algo,
comenzando a diluviar. En la madrugada del lunes los faros y truenos
alarmaron a la gente, registrándose a las 6 un trueno que causó
verdadero terror y que hizo temblar las casas de la Parte Vieja. Los
relojes eléctricos se pararon. Un rayo cayó en el Castillo.Luego se
calmó álgo el mar y el María Milagros pudo zarpar a Pasajes.
De aquellas jornadas conservaron memoria durante años los donostiarras, .
(D.V. - KOXKAS - 22 de DICIEMBRE de 1994 - R.M.)
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