La Plaza Nueva, para conocer de todo, también fue testigo de solemnes actos y recibimientos.
En ella estaba el Ayuntamiento, que cogía todo un lienzo y del que no queda nada. El incendio de 1813 le redujo a es-combros.
Era muy distinto del de ahora, convertido en biblioteca. Toda su fachada estaba adornada de molduras y de tallas.
Como al Ayuntamiento llegaban con frecuencia viajeros muy ilustres, entonces se formaban en la Plaza los escuadrones de caballería mientras los cornetines y las bandas tocaban him-nos y flameaban banderas de raso y de damasco.
Los caballos caracoleaban. La chiquilleria corría buscando los sitios mejores para verlo todo. Los mayores asistian al es-pectáculo en silencio.
Entonces sí que se sentía la Plaza Nueva centro de la vida de la Ciudad.
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